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Nueve meses de periodismo libre -con perdón por el autobombo-

Discurso íntegro del director de CTXT en la presentación de la revista en Madrid

Miguel Mora Madrid , 14/10/2015

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Al poner el título de esta disertación, imaginé que mi querido maestro de periodismo, Jesús de la Serna, y mi añorado padre y maestro de póquer, Emilio Mora, estarían fumándose unos cigarritos en sus tumbas.

Jesús decía que el autobombo era el género ínfimo del periodismo. Y, como siempre, tenía razón. Lo que nos enseñó el día que llegamos al máster de El País era que el plumilla tiene que desaparecer de sus textos; que si su opinión no le interesa a su novia por qué rayos va a interesarle al lector, y que el único mandamiento del escribidor de periódicos son las tres haches: Humildad, Humildad, Humildad.

Mi padre, a su vez, estará seguramente muerto de risa, hoy que hace 20 años justos que palmó, al verme aquí ante ustedes, ¡a mi edad!, convertido en eso que los cursis llaman emprendedor y que él habría preferido llamar "baranda".

El baranda de CTXT. Como diría Morente, me han llamado cosas peores. Y también mejores.

Recuerdo el día que cobré mi primera nómina en El País, hace ya 23 años. Emilio, que trabajaba jugando al póquer y seguramente veía por primera vez una nómina, me dijo burlón: “Esto es un balneario, chico, mejor que una pensión vitalicia”.

Pero la vida tiene estas cosas, y aquí estamos: sin pensión ni balneario, pero aguantando el tipo con alegría.

Como decía cada noche Miguelito Candela antes de cerrar el bar, “nada es eterno, señores”.

Y ni siquiera la prensa más prestigiosa y rentable ha conseguido salir indemne de esta guerra sin tanques, de esta fase gore de la Historia que César Rendueles ha bautizado como capitalismo canalla y que Akis Kaurismaki definió con una frase memorable: “Esto no es capitalismo, es sadismo”.

A los de debajo de los Pirineos --una vez más, mala suerte-- nos tocó en el reparto de gestores incapaces, corruptos y leales de Herr Schäuble, ese gran malvado contemporáneo, la sangrienta tragicomedia titulada "Mayoría absoluta con registrador de la propiedad al frente", un periodo de afasia y saqueo agudos que se podría resumir con este lema:

“Los ciudadanos rescatan las cajas y los bancos; los bancos rescatan los medios, y unos y otros se alían para dejar a los ciudadanos y a los periodistas sin trabajo y sin periodismo”.

Esta frase explica la prehistoria, concepción y fundación de Contexto, esta pequeña revista que nació hace nueve meses justos en un sótano húmedo, cerca de las Torres Galácticas de Florentino Pérez, y que por distintos azares del destino que prefiero no recordar vino al mundo con tres nombres distintos: 

CTXT –-para quienes logran pronunciarlo a la primera--, Revista Contexto, y Contexto a secas.

Hace 12 meses, cuando comenzamos a concebir la criatura, nos preguntamos qué querría ser y qué podría aportar a una sociedad hundida en la gran depresión, que se sentía estafada por su clase política y financiera, y abandonada por su clase mediática.

Casi todos los fundadores teníamos muchos años de mili en los medios de referencia, y, como periodistas y ciudadanos, renegábamos de la demolición planificada del sistema de convivencia, derechos y libertades, y nos sentíamos huérfanos de periódicos donde informarnos y trabajar en libertad.

Husmeamos un poco en el mercado, solo para comprobar que la teoría merkeliana de los recortes salariales se había fundido en España con la doctrina berlusconiana del control público de los medios, y que el resultado era una mala copia, triste y chillona, de aquellas orgías de poder y sexo con las que Silvio Magno alimentaba la fantasía de los italianos y los beneficios de su imperio mediático.

A 15 años de poder jubilarnos en las Bahamas con Rodrigo Rato, teníamos dos opciones: hacer las Américas o montar una patera.

Ganó la patera.

Nos juntamos diez huérfanos, pusimos 300 euros cada uno y nos fuimos al notario. Era el 14 de diciembre de 2014, y de repente éramos dueños de una empresita llamada Revista Contexto S. L.

La idea era todo menos novedosa. Se trataba de seguir haciendo el periodismo de siempre, ese que consideraba la información un derecho fundamental, un servicio público. Y ejercerlo con pasión, en libertad, tratando a los lectores como seres maduros y pensantes.

Lo primero que decidimos fue huir de la histeria de la última hora que nos bombardea con un rulo incesante de noticias, reales o presuntas. Lo segundo, recuperar los géneros del periodismo clásico que los medios habían ido descartando o despreciando durante su transición digital: el reportaje sobre el terreno, bien investigado, con enfoque, datos y opiniones; la entrevista profunda, ágil, bien hilada e ingeniosa; el editorial incontestable, contundente, bien rematao; el análisis argumentado, noticioso y clarificador.

Entre los fundadores de CTXT no había nativos digitales, ni robots, ni empresarios con cuentas opacas, ni vacas sagradas con agendas bipartidistas e indemnizaciones de seis ceros. Cuando salimos del notario, nuestro insigne letrado Óscar Tejerina puso su mejor sonrisa y dijo: “Suerte, chicos, la vais a necesitar”.

En realidad, pensábamos que íbamos a necesitar más dinero que suerte. Porque ya era una suerte poder pensar en positivo, tener un proyecto que construir, sentirnos fuera de un sistema mediático demasiado plegado a los caprichos del poder.

Ya no teníamos nóminas, pero ahora éramos dueños de nuestros destinos y de nuestra libertad. Como dicen los flamencos, “en mi hambre mando yo”. Sobre todo, si te despiden con una indemnización más o menos razonable.

Lo que sabíamos bien es que, en pleno apogeo del negocio de la abundancia --como llama el maestro Jeff Jarvis al modelo de Google y los clics-, iba a ser difícil hacernos un hueco.

En los últimos años han nacido más de 400 medios digitales en España, y al parecer --espero que la FAPE pueda confirmarlo-- no todos fueron creados por la Red Púnica para canalizar el dinero de todos hacia los amigotes.

Pero sabíamos también, porque lo habíamos sufrido desde dentro, lo que NO teníamos que hacer si queríamos seguir respetando nuestro oficio. No teníamos que perder la salud para dar antes que nadie un teletipo; no teníamos que amarillear en los titulares o añadir la palabra sexo para que la gente hiciera clic, no teníamos que montar vídeos sobre cualquier estupidez porque los anunciantes exijan ese formato.

Sabíamos también que ahí fuera había miles de huérfanos como nosotros. Y pensábamos que nuestra mezcla de experiencia y juventud, y la versatilidad del grupo, nos iban a permitir avanzar deprisa en la parte técnica y periodística.

Enseguida supimos que la parte empresarial se iba a quedar rezagada.

No nos importó lo más mínimo. Todos habíamos vivido la monstruosa mutación, entre dolosa y suicida, de las viejas y entrañables empresas familiares, convertidas de repente en trituradoras de periodistas con tecnología Volkswagen.

Así que nos dijimos: “Tenemos 10 periodistas y 50 colaboradores con síndrome de abstinencia; un tercio de la población está pasando hambre y fatigas; y el régimen sobrevive gracias el abuso de poder, la manipulación y la corrupción”.

¿Quién necesita, en esas condiciones climáticas, una redacción con cristales ahumados, seis despachos, una jefa de recursos humanos, un chófer y un CEO que fuma puros?

La primera decisión de los socios de la start-up fue que trabajaríamos pro bono al menos durante un año. La segunda fue que abonaríamos de una forma digna todas las colaboraciones que publicáramos, salvo las nuestras y las de los amigos más cercanos y entregados a la causa.

Esta noche, CTXT cumple 34 números. Todavía no tenemos una empresa propiamente dicha, pero tenemos un periódico.

Los 330.000 lectores que nos han leído en los últimos 33 días confirman que, como dice Wyoming, la gente quiere saber. Y sugieren que el periodismo artesanal, clásico y de largo aliento es posible también en Internet.

En estos nueve meses, más de un millón de lectores parecen asegurar también que el periodismo de análisis y contexto, el que intenta jerarquizar y explicar lo importante, tiene un hueco y algún futuro.

La maravillosa experiencia que hemos vivido en este último año nos demuestra también que el periodismo de acción, el que intenta que los ciudadanos se impliquen, se muevan y mejoren la sociedad a través de la información, sigue teniendo sentido.

Al final, bonita paradoja, lo más radical, lo más moderno, lo más sencillo y rompedor…  era volver al principio.

Volver a los tiempos en los que la información era un derecho que estaba por encima de casi todos, y en los que el periodismo era, como dijo el gran Enrique Meneses, “fuerte con los fuertes, débil con los débiles”.

A los tiempos en los que el dinero no compraba la información, ni los medios, y a los periodistas, por humildes que estos fueran.

 

Bueno, espero que me disculpen por haberme puesto nostálgico y por haberme remontado hasta los fenicios para empezar el relato. Pero siendo el baranda de Contexto no tenía otra opción.

La buena noticia es que ha llegado el momento de presentarles a la gente que hacemos CTXT.

Al empezar la aventura, intentamos blindar el proyecto con un núcleo fundador inoxidable. No fue difícil encontrar a periodistas valientes y entusiastas, más comprometidos con la libertad y con el cariño a un oficio vapuleado que con la fama y el dinero. España está llena de gente así, que no ha sucumbido al desánimo y que ni siquiera conoce la codicia, esa perversión mental que suele terminar convirtiendo a quien la padece en el más rico del cementerio.

Me gustaría que esta noche de fiesta y celebración sea sobre todo un homenaje a este equipo de profesionales y personas extraordinarios y cabales, gente capaz de dedicar su tiempo y su esfuerzo a sacar adelante una idea sin pedir nada a cambio. En CTXT lo llamamos salario emocional. Y otra cosa no, pero no paramos de darnos besos y abrazos, y de reírnos como si nos hubiera tocado la lotería. 

Ruego por tanto a los nominados que saluden con la mano para que el respetable sepa dónde se hallan, y, si lo considera pertinente, les aplauda.

Lo primero que hicimos al pensar en Contexto fue pedirle a Soledad Gallego-Díaz, una de las mejores periodistas que he conocido, que fuera socia, fundadora, consejera editorial, presidenta y otras seis o siete cosas. Sol Júnior, como la llamamos por su insultante entusiasmo juvenil, dijo que no a todo y se puso a hacerlo todo. 

Lo segundo fue invitar a ser columnista, padrino y consejero a José Luis Cuerda, el último surrealista manchego. Cuerda dijo que dinero no ponía pero que trabajaría gratis como el que más. Y eso hizo, hasta que Saza le pegó un tiro al sol gritando: “Me cago en el misterio”.

Luego conseguimos engañar al sociólogo Pacho Sánchez-Cuenca, uno de los más brillantes y menos pretenciosos pensadores de este país. Pacho, que no ha podido venir hoy por motivos personales --un abrazo enorme--, es un lujo y un bastión de CTXT.  

Como queríamos ser europeos además de españoles, invitamos a sumarse a la aventura a algunos amigos de fuera.

A mi hermano Roberto Saviano (el autor de Gomorra), que se jugó la vida por contar cómo funciona la Camorra. (Roberto sigue escondido y no ha podido venir pero ha mandado un mensajito).

A los periodistas italianos Concita de Gregorio, Milena Gabanelli y Giancarlo Santalmassi, el maestro que definió el periodismo moderno con esta frase: "Demasiadas noticias equivalen a ninguna noticia".

Luego llegaron el sociólogo francés Éric Fassin y su paisano Denis Robert, que destapó el caso Clearstream, una multinacional dedicada a blanquear dinero a gran escala en Luxemburgo, donde Juncker. 

Y el periodista griego Kostas Vaxevanis, detenido y condenado por publicar la lista Falciani.

Incluimos también a algunos artistas, como Miquel Barceló, Alberto Reguera y Juan Manuel Artero.

Y completamos el consejo con algunas damas impecables: nuestra primera mecenas, Carmen de la Ossa; mi madrina de oro y brillantes, Magdalena Mora; la catedrática Cristina Peñamarín; mi comadre querida, Victoria Carvajal, la excelsa Carmen Linares, la medeísima Aitana Sánchez-Gijón, la comisaria de arte Carmen Giménez…

 

Como van viendo, una de las señas de identidad de CTXT es el predominio de lo femenino. Si necesitan más pruebas, seguimos:

Mónica Andrade es la consejera delegada y la jefa de la redacción-caravana.

Vanesa Jiménez, de Cádiz, es la mejor y más fiel directora adjunta de España.

Ángeles Caballero, también llamada Norma Brutal, es la responsable de Economía. No hay semana que no haga un amigo en el Ibex35.

Inés Amado se encarga de que la edición escrita no tenga erratas, insensateces y disparates.

Gloria Crespo es la editora gráfica y nuestra mejor redactora de Cultura.

Arantxa Coullaut, la coordinadora de Firmas, es además especialista en los Sin Techo.

Amanda Andrades, la jefa de Internacional, viaja de Lebrija al mundo con pasmosa elegancia. 

Cristina Barbarroja es la maravillosa voz del índice sonoro.

Estela Celada, que está en Londres, es la guardiana de las facturas y las cuentas.

 

A los chicos nos dejan la cultura (Luis Felipe Torrente), los deportes (Álex Moreno, más conocido por Bakunin), la actualidad nacional (Braulio García) y, en fin, dar algún discurso de vez en cuando.

 

Seguimos con los cartagineses.

Después de montar la redacción y el consejo, tocaba buscar una redacción. O similar. Sin posibles para alquileres y fianzas, optamos por instalarnos en La Ventilla, un entrañable barrio obrero madrileño, gracias a Kike Portilla, productor de televisión, que nos prestó un espacio en su coworking.

El lugar es fantástico, parece una oficina de Nueva York -–pero en el mes de enero y con las ventanas abiertas.

Durante varias semanas, nos acordamos de aquella frase tan oída hace unos años en las grandes redacciones: “Es que fuera hace un frío…”.

En La Nevera y con bufanda (otro homenaje a don Jesús y a Don Emilio) preparamos los primeros números.

Queríamos salir al aire deprisa porque pensábamos que 2015 iba a ser el año más interesante que iba a vivir este país desde 1978.

Así que acudimos a pedir ayuda a los lectores. Aunque no los teníamos todavía…

Encargamos al artista Raúl Arias una ilustración que resumiera la filosofía de CTXT, y lanzamos una campaña de captación de fondos pidiendo 15.000 euros. La respuesta fue conmovedora. Recaudamos 25.000 en mes y medio.

Ya teníamos para pagar cuatro o cinco meses de colaboraciones.

La patera ctxtera estaba lista para zarpar.

Justo en ese momento, Portilla puso la calefacción, pintamos cuatro cajas en la portada para que nadie pensara que éramos un digital de última hora… y EL NIÑO metió un golito en el Bernabéu.

Ahí se acabó el frío y empezó el calor, la felicidad. ¡Era la noche del 14 de enero y ya teníamos periódico!

Desde aquel primer número, en el que el epígrafe Europa contra sí misma unió los monográficos 'Rebelión en la periferia sur' con el de la matanza del 'Charlie Hebdo', hasta hoy, hemos publicado cerca de mil historias, todas propias y originales, todas realizadas sobre el terreno. 

Ése es uno de los sellos de CTXT: no hacemos refritos de agencias, no practicamos el corta y pega ni el sesudo análisis geoestratégico a miles de kilómetros de distancia. Si escribimos de Rusia, el o la que firma está en Rusia. Si de Nepal, en Nepal.

Y nunca tenemos prisa. Somos un semanario que sale los miércoles y que está pensado para escribir y leer como si fuera de papel: con calma y tomando café, a ser posible el fin de semana.

Aunque tocamos la web una o dos veces al día, nunca lo hacemos para seguir la actualidad, sino por gusto, o por vicio: para mantenerla viva o, mejor, para que no parezca que nos hemos ido de vacaciones.

 

En febrero dimos un pasito más. Encontramos a nuestro presidente de honor. Fue en el MIT, Boston, Massachussetts. En medio de una tempestad de nieve, a 25 bajo cero, el semiólogo Noam Chomsky, de 86 años, aceptó el cargo con desarmante timidez, subrayando que él no acepta cargos a no ser que sean honoríficos.

Por primera vez en mi vida, me hice un selfie con un entrevistado.

Recuerdo que Luis Mengs, el amigo que nos hace los vídeos de El Ojo Vago en CTXT, le pidió una foto a Marcello Mastroianni después de entrevistarle. Y Marcello le dijo: “¿Ma Luigi, tu sei giornalista o fan?”.

La entrevista con el joven Chomsky sigue siendo a día de hoy una de las piezas más compartidas de CTXT. La han leído ya 40.000 personas.

La gente, se diría, quiere saber. Necesita Contexto.

La razón, me parece, es que la epidemia de la inmediatez ha contagiado a casi todos los medios digitales. Es lógico que sea así, y es a la vez absurdo. La publicidad, que continúa siendo la principal fuente de ingresos, sigue premiando los clics y las páginas vistas más allá de lo que haya en esas páginas. En ese proceso, los periódicos ya no se llaman a sí mismos periódicos, sino productos. Los lectores han desaparecido como receptores y han sido bautizados como usuarios, clientes o, agárrense, prosumidores.

Vivimos en el bucle imparable del tráfico a granel, fugaz, en el reino del SEO, que mezcla entretenimiento e información, contenido desechable con algunos tesoros periodísticos, cada vez más una rareza en medio de toneladas de basura.

Como dice Jarvis, “los gatos han tomado el mundo”.

Nosotros decidimos alejarnos de los gatos por alergia y necesidad. No tenemos recursos suficientes para hacerlo. No sabemos hacerlo. Y nos parece que uno más haciendo lo que hacen 200 no sirve para gran cosa.

Por eso confiamos en que el modelo de negocio de la prensa digital cambie rápidamente. Según Jarvis, cito, “el concepto de medios de comunicación de masas está muerto. Es una batalla perdida, debemos encontrar modelos centrados en generar valor, el valor que les brindamos a nuestros lectores al ofrecerles un servicio relevante y útil, un servicio que haga la diferencia en sus vidas. Adicionalmente, tenemos que reinventar la publicidad del mismo modo”.

El profesor y gurú digital sostiene que la forma de cambiar eso es fijarse en datos que no tienen que ver con el volumen, por ejemplo, en el tiempo medio de lectura y en la capacidad para ofrecer actualizaciones rápidas y pertinentes.

Un dato que nos gusta destacar de CTXT es el de la atención. Nuestro tiempo medio de lectura es de 15 minutos, con picos que llegan a los 20. A veces pensamos que los lectores se quedan dormidos. Y tampoco nos disgusta. Dónde esté una buena siesta…

Otra de las señas de identidad de Contexto son sus editoriales. Somos el único digital de España, probablemente uno de los pocos en el mundo, que publica editoriales. Uno cada semana. Y, oh sorpresa, se leen. De hecho, son de las piezas que más se leen en cada número, con una media de 20.000 lectores semanales. 

Seguramente, publicar la postura del medio sobre los grandes asuntos de actualidad ayuda poco a mejorar nuestras relaciones comerciales y diplomáticas. Pero siempre hemos intentado ser transparentes en nuestros números, los de la empresa y los del medio, y entendimos que recuperar el editorial como género para Internet era una necesidad en el pacto de claridad con nuestros lectores. No hemos montado un periódico para hacer contactos y pisar moqueta, sino para comunicarnos con los ciudadanos y con los lectores.

En marzo, en un rapto de periodismo anglo, publicamos un editorial titulado “Cualquiera menos Carter” en el  que pedimos el voto para Manuela Carmena en la Alcaldía de Madrid y para Ángel Gabilondo en la Comunidad.

Déjenme citar la última línea:

¿Qué candidatos, y con qué argumentos, defienden los demás medios?

 -FIN DE LA CITA-

Por supuesto, nadie respondió a esa pregunta.

Las entrevistas son otro de nuestros valores diferenciales. Antes de publicar el primer número, un batallón formado por tres plumillas, un fotógrafo y un cámara de vídeo invadimos el despacho de Íñigo Errejón. Búsquenla por curiosidad. Es larguísima, como casi todas las nuestras–aunque no tanto como las de Jotdown.

Las entrevistas funcionan tan bien que hace un mes estrenamos ‘las conversaciones CTXT’: algunos miembros del consejo editorial y de la redacción charlan con un invitado. Ya han estado con nosotros el Gran Wyoming, el fundador de Podemos Juan Carlos Monedero y el líder de UPyD, Andrés Herzog, que es también el abogado de la acusación popular en el caso Bankia. 

Gracias por venir, candidato Herzog. Mucha suerte con lo suyo. Y tenga cuidado de que no le quiten la toga.

Llevamos meses invitando a Albert Rivera, pero el líder Sensatez Orange se nos resiste. Pablo Iglesias tampoco se ha dejado, de momento. Esperemos que tengan un rato para CTXT después de pasar por las sabias manos de Jordi Évole.

-¡Hombre, Jordi, qué alegría! Un aplauso para el muchacho. Y cuéntanos: ¿quién es más vanidoso, Albert o Pablo?

El tercer rescate de géneros perdidos u olvidados en CTXT es el de las viñetas y caricaturas. Siempre quisimos aspirar a ser, salvando todas las distancias, una especie de New Yorker a la española. Y sabíamos que nuestro diseño limpio y minimalista necesitaba la mirada aguda de los grandes dibujantes. Por suerte, encontramos a varios de los mejores, y hoy son nuestra imagen de marca.

Luis Grañena, el Buñuel de la caricatura, retrata cada semana a un personaje de actualidad.

Malagón, fenómeno de la viñeta política y azote de corruptos, nos regala cinco editoriales gráficos cada semana. 

J. R. Mora, monstruo del trazo y la crítica, desmenuza la deriva de los medios de gatos y memes durante el fin de semana.

Luego llegó, desde Cádiz, Pedripol, que aplica su talentazo carnavalero a las viñetas y desmiente, levantándose a las siete, que los gaditanos sean unos flojos. 

Completan el cartel La Boca del Logo, con su magnífica serie conceptual Páginas Amarillas, y Sandra Rein, que ilustra con finura exquisita el folletín de Roberto Andrade –cuyo autor real es uno de los secretos mejor guardados de CTXT-.

No tengo dudas de que, si hemos conseguido acercarnos en algo a The New Yorker, ha sido gracias a nuestros dibujantes.

Hace unas semanas, un reportaje de la revista estadounidense The Nation, titulado “Por qué la prensa española es la peor de Europa y qué se está haciendo para mejorarla”, decía lo siguiente sobre CTXT:

Autobombo:

“Con un diseño limpio, una mezcla de ilustración y fotografía y un enfoque basado en reportajes bien investigados, Contexto invita a comparaciones con las páginas web de las revistas más importantes de Estados Unidos, alejándose de la mayoría de las publicaciones en España”.  

Fin del autobombo.

No puedo dejar de citar aquí a nuestros dos fotógrafos de cámara, Rosa Muñoz y Manolo Finish, dos grandísimos profesionales que han decidido dedicar su arte a CTXT gratis et amore, invocando la peregrina excusa de “si vosotros no cobráis, nosotros tampoco”.

Aunque vivimos en economía de guerra, hemos publicado también algunas fotogalerías espléndidas. La crisis portuguesa de Mário Cruz, la Operación Cóndor del gran Joao Pina, la Cuba de antes del dólar de Joakim Eskildem, la Felicidad de la burbuja mediterránea de Txema Salvans y la Castilla La Mancha de Sebastián Bruno.

El cuarto pilar de la información en CTXT son los monográficos, en los que durante un mes profundizamos sobre un asunto que consideramos importante. La agenda manda a veces en la actualidad, como en las pasadas elecciones catalanas. Tras conseguir la hazaña de no escribir durante siete meses y medio una línea sobre el asunto favorito de los medios rescatados, el fabuloso trabajo de la redacción de CTXT en Barcelona, comandada por Guillem Martínez, logró la segunda proeza: convertirnos durante cuatro semanas en un medio tan leído en Cataluña como en Madrid. 

Un aplauso para Guillem y los contextos de Barcelona, Eli, Irene, Pep, Vladimir, Núria, Silvia Cruz…

En los Especiales intentamos superar el día a día que imponen los poderes y su prensa afín para centrarnos en lo que importa. Y nos importa, por ejemplo, el TTIP, el futuro Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Europa, que entendemos como un acuerdo potencialmente devastador. En este momento tenemos tres personas dedicadas a este asunto, y enseguida publicaremos una pieza de referencia, escrita por nuestra consejera editorial experta en comercio internacional Pilar Solà, que vive en La Haya. 

Además, hemos abierto algunos debates que otros preferían o debían silenciar: la rendición de la socialdemocracia; la hipotética salida de España del euro -los artículos de Pacho Sánchez Cuenca y Martín Carretero fueron citados en el blog de Wolfgang Münchau en el Financial Times (fin del autobombo)-; la nueva izquierda y la unidad popular, o la apropiación por parte de los partidos de las instituciones y el erario público, deporte de bajo riesgo que bautizamos como Chorizópolis en tributo a la Tangentopolis italiana.

CTXT presta tanta atención o más a los asuntos internacionales que a los nacionales. Évole, que ha demostrado que se puede hacer periodismo de servicio público y sin fronteras incluso en un medio tan paleto como la televisión, nos dio el primer empujón cuando nos invitó a la banlieue de París a hablar sobre yihadismo.

Los lectores quieren saber, especialmente hoy, qué pasa en Europa, y eso quedó claro desde enero, cuando convertimos Grecia en uno de nuestros asuntos preferidos. Primero con el helenista Pedro Olalla, que también es consejero editorial, y luego con Hibai Arbide, un joven abogado que en unas semanas se convirtió en una preciosa fuente de crónicas en bicicleta, y de lectores.

Otra promesa que hicimos al lanzar el crowdfunding que impulsó nuestro nacimiento era promover nuevos talentos y firmas. Una revista nueva sin firmas nuevas no es nueva. En este tiempo hemos tenido la suerte de contar con nombres ajenos a los medios tradicionales, que han aportado aire fresco y originalidad.

El mejor ejemplo es Gerardo Tecé, seguramente el tuitero más ingenioso y popular de España –con permiso de Cuerda, claro--, que cada semana nos deja en Fototecé su atinada lucidez.

Gerardo es además el Community Manager de CTXT, a través de la Agencia Plop, junto a @norcoreano, @anitbotwin y @diostuitero.

Gerardo ha escrito algunos de los textos más leídos de estos meses, y el más compartido: se titulaba 'Son cuatro perroflautas', y ha tenido más de 160.000 lectores. También, gracias al ingenio de los chicos de Plop, conseguimos otro pequeño hito, seguramente inédito para un semanario: ser TT durante la jornada electoral catalana. 

Junto a ellos, presumimos de tener al mejor contador de historias que yo haya leído últimamente, Alain-Paul Mallard, poeta y viajero francomexicano; a Pedro Bravo y a Ramón J. Soria, Raquel Garzón, Norma Brutal, Bárbara Celis y a Pilar Ruiz, a Pedro Jesús Fernández, Moe de Triana Marta Rañada…

Durante unos meses, engañamos incluso a Cuerda para que escribiera una columna semanal, y además le convencimos de que las grabara... La que escribió y leyó sobre sus paseos con Merkel por Andorra debería formar parte de la antología del columnismo español; o, por lo menos, del manchego. O del albaceteño.

Vamos a escucharla un momento y así me fumo un cigarrito.

 

Seguimos.

El buen periodismo deportivo es uno de los géneros más nobles del oficio. Gente como Enric González o Santi Segurola lo han convertido en una de las bellas artes. Pero el duopolio Madrid-Barcelona y su multimillonaria tabarra mediática ha acabado convirtiéndolo en una jungla donde vale todo y casi nada es verdad. En CTXT decidimos dedicar una sección, La Colchonería, para atemperar la orfandad de los aficionados del Atlético del Cholo, que ha hecho más contra el bipartidismo del 78 que Podemos y Ciudadanos juntos. 

Las crónicas de Rubén Uría, El Hacha, son de lo más leído cada semana. Y hemos rescatado la épica de las crónicas del ciclismo antiguo, con los maravillosos textos de Marcos Pereda.

 

ACCIÓN

 

CTXT nació con un lema: ‘Contexto y acción’. Contexto para analizar y explicar. Acción para provocar que los ciudadanos actúen.

Dentro de esa llamada a la acción, fuimos el medio que convocó la concentración 'Todos somos ‘Charlie Hebdo’ frente a la Embajada francesa tras los atentados contra el semanario satírico.

Una de las últimas acciones ha sido publicar un llamamiento al Gobierno español, titulado “¡Acojamos a los refugiados! ¡Dejen de avergonzar a los ciudadanos!”. El 9 de septiembre enviamos 855 firmas a Presidencia del Gobierno. Empezaba así: “Creemos que existe un deber jurídico de asistir a los refugiados que huyen de países en guerra o que están sometidos a regímenes violentos”.

Rajoy ni siquiera ha contestado: “¿Y europeos?”.

En el camino, cada vez más caliente, cada vez menos huérfano, hasta esta noche de celebración, nos hemos encontrado con medios y periodistas que, como nosotros, intentan ejercer un periodismo honesto en libertad. De este objetivo nació nuestro acuerdo editorial con Infolibre. Con Jesús Maraña compartimos amistad, percepción y tres historias semanales. Aunque nuestros modelos son diferentes, queremos hacer más cosas juntos en el futuro.

Además, intercambiamos contenidos con Mediapart, dirigida por Edwy Plenel, socio francés de Infolibre; con la revista italiana In Piùdel gran Giancarlo Santalmassi; con la también italiana Ytali.com; con la magnífica publicación jerezana La voz del sur (hola Paco); y con la plataforma basada en Londres Social Europe. Y estamos en conversaciones con The Nation, a la que cité más arriba.

 

Hasta aquí el contexto, el autobombo y el espectáculo NBA.

Ya les he contado qué es CTXT como medio. La parte de las pasiones, la información, la agitación y la creación, que es la que más nos gusta a los periodistas.

Pero si recuerdan, CTXT también es una empresa, y debe ser sostenible para que podamos seguir siendo tan libres como hemos sido hasta ahora.

En CTXT estamos al día (o, en fin, a 60 días) en todas las cuentas. El 90% de nuestros ingresos se dedica a pagar las colaboraciones y los servicios informáticos. A quienes les interese el menudeo, encontrarán muy pronto todos los datos del primer año publicados en la web.

La mejor noticia, a día de hoy, es que no debemos nada a nadie, y que los socios nos comprometemos a cerrar el chiringuito antes que pedir un crédito a un banco. Y esto incluye la BBK, a la que agradecemos su trato gentil y que no nos cobre comisión por pagar a los colaboradores.

Los números de CTXT salen porque solo invertimos en contenidos. No tenemos nóminas, ni redacción, ni ordenadores, ni iPhones, ni bonus ni bolas extra. Trabajamos tres días por semana juntos, en el salón de la casa Mora-Andrade, y el resto en teletrabajo.

Tenemos voluntarios y becarios que derrochan coraje y corazón y que han decidido aportar trabajo extra cobrando solo por sus textos, porque les gusta el proyecto y confían en que saldrá adelante.

Aprovecho para agradecer a todos los colegas y amigos que nos han cedido su tiempo y su talento en estos meses. Sin vosotros y vuestro esfuerzo la revista sería mucho peor. Gracias.

CTXT es un medio raro: se debe a sus lectores como ningún otro. En estos 9 meses, más del 90% de nuestros ingresos ha sido aportado por los lectores. Pero preferimos seguir así a depender de las grandes empresas y de sus inserciones invasivas de publicidad. Creemos que nuestro modelo de patrocinio, elegante y discreto, es el único adecuado y sostenible para una prensa seria y responsable, que se respete a sí misma y respete a sus lectores.

Las campañas irritantes e intrusivas, los vídeos que se disparan sin avisar y el contenido patrocinado u opaco están y estarán siempre rigurosamente prohibidos. Bajo promesa de dimisión inmediata.

Mientras tanto, y aquí llega la noticia del día, CTXT sigue necesitando vuestra ayuda.

La ayuda de los lectores, que son quienes nos habéis traído hasta aquí.

Quiero agradecer a los cientos de ciudadanos que desde antes de que la revista llegara a la Red nos ayudaron en aquel primer crowdfunding. A los que han seguido haciéndolo en la campaña ‘Un café menos al mes’. Y a los miles que cada día nos siguen en las redes sociales. Sois muchos y entusiastas, pero necesitamos aún más vuestra ayuda.

Hoy mismo vamos a relanzar la campaña del café y a abrir una nueva fase captación de mecenas. La primera fue unida al nacimiento del medio. La segunda nos ayudó a pagar las colaboraciones a cinco periodistas más. Ésta irá destinada a hacer crecer la empresa.

El dinero que aportéis se dedicará a pagar las primeras nóminas, aunque sean modestas, a algunos socios y trabajadores.

Un medio apoyado económicamente por sus lectores es un medio mucho más libre. Pero un medio en el que sus socios y sus periodistas no cobran por su trabajo no puede ser libre mucho más de un año.

En paralelo, estamos felices de anunciar que la sociedad editora, Revista Contexto S. L., ha pasado en las últimas semanas de tener 14 socios a 32, y ha reunido un total de 150.000 euros de capital social que nos permitirá afrontar con la calma necesaria la búsqueda de patrocinios estables.

Mientras la situación político-económica-mediática siga instalada en el método Bankia-Púnica, es decir, subvención a cambio de silencio o de propaganda, los medios realmente libres no podremos sobrevivir sin los lectores. Podríamos cerrar los contenidos de la web si los demás también lo hicieran. Pero pensamos que España todavía vive una emergencia democrática y mediática, y que, en ese panorama, la información independiente y no contaminada es un bien de primera necesidad y debe ser gratuita para quienes no puedan pagarla.

Así que, al terminar el debate y después de la sorpresa final --un regalazo que no debéis perderos--, podéis tomaros una caña con nosotros y ser los primeros mecenas de la nueva campaña de CTXT, titulada en honor del Gran Wyoming, nuestro nuevo consejero editorial, “La gente quiere saber”.

Podéis donar desde 50 euros en adelante, en metálico o con tarjeta.

Nota: no aceptamos sobres ni B.

Para que no tengáis excusa, hemos traído el datáfono.

Los más generosos recibirán a cambio una lámina de Raúl Arias y un libro de Clave Intelectual, nuestra editorial amiga, a la que agradecemos de corazón el detalle.

Los más modestos recibiréis nuestro boletín dos veces por semana y podréis departir por Whatsapp con nuestro equipo cada jueves, tras la publicación de cada número.

Acabo ya.

Hoy queremos rubricar el pacto fundacional con todos vosotros: el periodismo como servicio público.

A nosotros nos apasiona este oficio. Y creemos que, más allá de quiénes seamos, de cuáles sean nuestros nombres, lo que estamos haciendo es útil para los ciudadanos y para el ecosistema democrático.

No pretendemos ser héroes, pontificar en tertulias, hacernos ricos ni convertirnos en leones.

Sólo aspiramos a vivir de nuestro trabajo y a ayudar a construir un país más formado e informado. Nos va en el envite tener una democracia mejor y más plural.

Como decía Albert Camus, un país suele valer lo que vale su prensa.

La gente quiere saber, nosotros queremos informar.

Y, como dice el Cholo, “si se cree y se trabaja, se puede”.

ESPERAMOS QUE NOS ACOMPAÑÉIS EN ESTE VIAJE APASIONANTE

¡Muchas gracias!

 

Al poner el título de esta disertación, imaginé que mi querido maestro de periodismo, Jesús de la Serna, y mi añorado padre y maestro de póquer, Emilio Mora, estarían fumándose unos cigarritos en sus tumbas.

Jesús decía que el autobombo era el género ínfimo del...

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Autor >

Miguel Mora

es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).

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4 comentario(s)

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  1. Raul

    Cuando termine de leer lo de arriba (me llevarà un par de días) tendrè más elementos para opinar. Mientras tanto, sinteticen please.

    Hace 8 años 5 meses

  2. Araceli

    Muy loable, sobre todo cuando no se van dejando deudas... Asi yo también me apunto al periodismo libre.

    Hace 8 años 6 meses

  3. Alex

    En dos palabras. Gracias y ExcelEnte . Y me quedo con: "Esto no es capitalismo, es sadismo”. Os sigo, fiel.

    Hace 8 años 6 meses

  4. Jonás

    Eso de que no deben nada a nadie... ejem...

    Hace 8 años 6 meses

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