Paco de La Zaranda / Director teatral
"La mayoría del arte ahora es camelo"
Paco Sánchez (La voz del Sur) 25/11/2015
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Saca el manojo de llaves y abre la puerta de un submundo dentro de una zona a medio urbanizar. Ya no es el campito de hace décadas pero sigue siendo una escisión de la ciudad dentro de ella. Es la nave de La Zaranda. Entrevías, en medio de casi nada, junto a la indescriptible peña El Compás y el antiguo mosto de El Millonario, en cuyas paredes colgaban un par de retratos de Franco, del Che y un póster de Vinagre de Jerez, una de las obras míticas de este grupo teatral. El improvisado guía por este museo habitado por los paisajes de la memoria es Francisco Sánchez Jiménez (Jerez, 1956), más conocido como Paco de La Zaranda. Entramos. Miras a la izquierda y ves el imponente entarimado sobre el que cuelgan varios focos sin picar; miras a la derecha y ahí está el despacho repleto de premios, documentos y recuerdos cubiertos por una fina capa de polvo. También está el camerino de espejos y bombillas blancas redondas alineadas.
Vas buceando y topándote con elementos escenográficos amontonados, muñecos, enseres, cabezudos, el caballo de un carrusel, esqueletos con sombrero de copa y una galería con una docena de carteles. Un tremendo orden dentro de un terrible caos. Son 14 los espectáculos que la compañía jerezana, Premio Nacional de Teatro en 2010, ha presentado en más de 30 países de tres continentes desde su fundación en 1978. En este laboratorio mitad refugio, mitad santuario ha parido una docena de ellos. Un trabajo comunitario que siempre ha estado guiado por Paco de La Zaranda. Casi cuarenta años ya de una de las compañías teatrales con más solera y prestigio del mundo. El teatrero que se oculta tras un poblado bigote, su chupa de cuero y una gorra negra. "Como siempre le digo a los periodistas, pregúntame lo que quieras, yo te voy a responder lo que me dé la gana". Pues eso.
¿Hasta qué punto el hecho de montar un trabajo con público en 2014 y al año siguiente impartir una masterclass y estrenar ese trabajo, El grito en el cielo, han significado que la Bienal de Venecia haya sido un nuevo punto de inflexión para La Zaranda?
Estábamos acostumbrados a trabajar en soledad pero fue Venecia, cuando se nos invita allí a hacer ensayos abiertos con público, la que descubre que podemos estar montando y trabajando en cualquier lugar. Hay un punto en el que la soledad y el silencio lo tienes, aunque estés rodeado de una multitud. Ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida, trabajar con actores de diferentes culturas, había italianos, rumanos, alemanes… y te entendías con ellos. Eso te amplía y te abre. Hay que abrirse. Ha llegado un tiempo donde La Zaranda tiene que abrir nuevos horizontes en la creación sin perder el camino. Éste es una continua búsqueda y a veces te ves en encrucijadas pero la única manera de acertar, que no se sabe qué es, es ser fiel a uno mismo.
¿Cómo ha sentido la evolución?
La creación te lleva a interrogantes: yo me pregunto cuando estoy montando. Cuando terminas de hacerlo, es el que va al teatro el que se lleva esas preguntas. Hacemos un teatro donde no hay buenos ni malos, los personajes pertenecen a la conciencia del espectador. Cada trabajo tiene sus preguntas y las respuestas son nuevas preguntas, que nos llevan a hacer una nueva creación. Que el espectador se haga preguntas es lo que hace que el teatro siga vivo. Cuando no tenga nada más que preguntarme dejaré de hacer teatro. Mientras me pregunto estoy vivo.
"Hacemos un teatro donde no hay buenos ni malos, los personajes pertenecen a la conciencia del espectador. Que el espectador se haga preguntas es lo que hace que el teatro siga vivo"
¿Qué le sigue pidiendo al teatro?
Hay una cosa que le pido al teatro, que me sorprenda y que me interrogue. Lo demás son conjeturas intelectuales que no me interesan. Uno tiene que estar siempre en una búsqueda continua y en un inconformismo creativo… No le doy valor a lo que he hecho, le doy valor a lo que voy a hacer. Lo que hemos hecho hay gente que lo valora muchísimo y ha servido para que sigamos buscando pero lo importante es eso, seguir buscando.
Pero habrán surgido nuevas necesidades expresivas en estos años.
Uno ya tiene unos años en este oficio y hay nuevas necesidades. El que uno sea fiel a sus principios no quiere decir que tenga que tener la misma necesidad siempre. Al principio decíamos, al constituir Zaranda, que hacíamos un teatro que surgía de la necesidad de expresar lo que somos, y yo creo que ya no es el momento de expresar lo que somos. Es el momento de dejar que el teatro se exprese a través de nosotros. Uno aprende a ser obediente al oficio. No quiero transitar por el teatro sino que el teatro transite por mí. ¡Cuántas veces he querido dejar el teatro y no he podido!
"¡Cuántas veces he querido dejar el teatro y no he podido! El teatro es una pasión y como todas, tiene sus altos y sus bajos"
¿Se ha llegado a plantear dejarlo?
Casi siempre, casi siempre, lo que ocurre es que el teatro no me ha dejado. Me ha pasado muchísimas veces. Es que eso es lógico. El teatro es una pasión. Y como todas las pasiones tiene sus altos y sus bajos. No puedo separar mi vida del Teatro La Zaranda, eso es imposible, pero hay un momento en el que el teatro es mucho más grande que lo que uno pueda hacer. Y yo busco el teatro. Caminamos hacia el teatro, que es más importante que La Zaranda. Busco continuamente superarme a mí mismo pero no en el sentido atlético o deportivo, sino en cuanto a que buscar la esencia es dejar sin calificativos el teatro.
Usted aborrece el puro teatro.
Ah, sí, sí. Eso no me gusta. Actuar es lo peor que puede hacer un actor. Cuando veo que un personaje me viene yo me quito de en medio. La poética viene, no hay que buscarla. Y viene cuando uno está en comunión con el silencio más comunicativo. Y es difícil expresar qué es, hay que sentirlo. Por sus obras lo conocerán. No le tengo por qué decir lo que hacemos, no educo a nadie con el teatro. No se hace nunca un trabajo para entregarlo en masa a la gente sino que se intenta llegar al corazón y a la conciencia de cada espectador. Y no puedes mentir. El teatro es verdad antes que nada. Es la mentira más verdadera que hay. Y es sacar tu verdad, y ahí está el miedo de los actores, de esos actores que saben hacer de todo menos mostrar la verdad.
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Paco Sánchez (La voz del Sur)
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