1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Pablo Sánchez León / Historiador

“Los intelectuales del 78 tienen un cártel”

Sebastiaan Faber 2/04/2016

<p>El historiador Pablo Sánchez León. </p>

El historiador Pablo Sánchez León. 

Cedida por P. S.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Pablo Sánchez León —historiador brillante, autor prolífico e investigador comprometido— encarna lo peor de la universidad española actual. Digo: como víctima de su patología. En Estados Unidos sería catedrático, pero en España carece de puesto fijo. Pertenece a una generación perdida de académicos. Cuando acaban el doctorado, a finales de los 80, la universidad española cierra un periodo de expansión y prácticamente deja de incorporar sangre nueva. Las generaciones siguientes sobreviven, precarios, a base de becas de investigación encadenadas y puestos temporales. A Sánchez León (Madrid, 1964) un cuarto de siglo de precariedad laboral le ha valido varias estancias en Inglaterra, Estados Unidos y hasta Turquía. También le ha valido una versatilidad profesional —e independencia de criterio— poco comunes entre sus colegas más institucionalizados. Temporalmente afincado como investigador en la Universidad del País Vasco, tiene un libro sobre los comuneros (Absolutismo y comunidad. Los orígenes sociales de la guerra de los comuneros de Castilla. Siglo XXI) y está por publicar otro sobre la participación política popular en España entre 1750 y 1875 (Desprecio y miedo a la plebe). Con Jesús Izquierdo Martín ha escrito La guerra que nos han contado. 1936 y nosotros (Alianza, 2006), un análisis crítico del relato de la Guerra Civil Española construido por los historiadores en época democrática. Este libro, ya imposible de conseguir, está por salir en segunda edición revisada en Postmetrópolis Editorial, una empresa sin ánimo de lucro recién fundada y dirigida por el propio Sánchez León, que ya ha publicado media docena de títulos. Antes de esta aventura editorial fue cofundador del Colectivo Contratiempo. Y cada año imparte cursos en la Universidad del Barrio, parte del Teatro del Barrio en Lavapiés, donde nos encontramos.

En La guerra que nos han contado son muy críticos con los historiadores de la generación de Santos Juliá. Dicen que su relato de la guerra, y la forma de concebirse a sí mismos como historiadores, es producto de una interpretación de la historia que nace en el tardofranquismo y que ve la guerra como “error colectivo”. Juliá y compañía no han encajado su crítica con mucha gracia que digamos. Su reacción ha sido más bien hostil, como también lo ha sido su postura ante los cambios políticos que está viviendo España. Pienso en Elorza, Savater, el propio Juliá… ¿Qué les pasa?

Creo que algunos de los intelectuales PRISA, al hacerse mayores, se van dando cuenta de que han dejado pasar trenes que tendrían que haber cogido para poder haber sido ellos los Azaña que desearían haber sido. Un poco como Esperanza Aguirre en el espectro contrario. Es gente respetable hasta cierto punto, quizá sobre todo por la edad. Pero desde luego son dañinos. Porque como intelectuales no han sido, en realidad, ni honestos ni sinceros. En estos tiempos tienes que hacer un poco de psicoanálisis para saber qué es lo que te motiva, y ese poco de autoconocimiento no tienen. Son intelectuales para sí mismos. Hablan todos en función de lo que promueve la reproducción del ideario de su propia generación, tal como va evolucionando en el tiempo. Y esa generación va siendo cada vez peor, más mayor y conservadora. Santos Juliá en concreto es una persona que ejerce ahora mismo ya directamente de censor de lo que no sean loas a lo que ha supuesto el legado de la Transición y del Partido Socialista de los 80. Y esto no es de recibo.

Una generación para sí misma de este tipo crea muchos problemas. El principal es que no transmite nada. Ellos no tienen continuadores. No han querido hacer escuela porque han preferido ser ellos siempre los que tienen la primera, la última y la palabra de en medio. Han querido tener un monopolio oligopolístico, un cártel. Por tanto no han dejado una herencia. 

¿Es un problema?

No han querido hacer escuela porque han preferido ser ellos siempre los que tienen la primera, la última y la palabra de en medio

Sí, porque cuando tú descapitalizas, dejas el agujero para que se capitalice por otras direcciones. Ciudadanos existe en gran medida por la generación que vive para sí misma. Porque en la medida en que ellos no transmiten a generaciones siguientes valores y principios, en un diálogo, lo que hacen es que cualquiera pueda coger después esas ideas y usarlas de otra manera. 

¿Es una cuestión de pedagogía?

La palabra pedagogía es muy institucionista. Más bien diría que es lo natural. Lo natural es que una generación se va disminuyendo con el tiempo y que tiene conciencia, por la madurez, de que lo que más le corresponde es transmitir. Pero transmitir no para moldear… 

Sino para formar parte de una cadena.

Claro. Con el paso de las generaciones van pasando la antorcha. Ahora, la generación de la que hablamos no quiso hacer antorcha con la generación siguiente, que éramos nosotros. Bajo ningún concepto. Entonces, no han sido capaces de formar a nadie. Se ve muy claramente en el terreno profesional. Salvo excepciones, que siempre hay, han seleccionado y cooptado a los mediocres de la generación siguiente —algo muy típico del funcionariado español— para que no les hicieran sombra, y son ellos los que les siguen dictando lo que tienen que pensar y hacer. Pero no han sido creadores de escuela, no han sido diseminadores. 

¿Es una anomalía?

Me parece que sí. Esa actitud no es constitutiva de la cultura moderna española. No creo que en otros contextos hayan funcionado los intelectuales de esa manera. 

¿Por qué estos sí?

Es bastante fácil de explicar. Son los primeros que pertenecen a una generación que ya no tiene la memoria de la guerra. Están totalmente educados en el nacionalcatolicismo. Rompen con él por el desarrollo económico de España, la apertura cultural a Europa y procesos análogos en otras culturas de alrededor. Los de esa generación, que en España no es la del 68 sino del 78, cuando acceden al poder son muy jóvenes. Y acceden al poder porque el sistema de transición consiste en el mantenimiento de una parte de la joven guardia franquista, los Martín Villa y compañía, pero también de la generación de los Suresnes. 

En la primera mitad de los años 80 llegan a tener cuotas de poder grandes. Acceden a una universidad que no se democratiza sino que se expande. Porque son muy jóvenes, tienen carrete para largo. Esto siempre fue su problema. Los miembros de mi generación lo vimos a finales de los 80. Cuando salimos de la universidad, nos encontramos con que justo esos años, del 87 al 89, la universidad española se cerró. Pasaron todos de ser incorporados como funcionarios a que de repente no había puestos de trabajo. Menos mal que llegaron las becas de investigación del Ministerio.  

Pero los que para entonces se habían colocado siguieron allí.

Esta hegemonía absoluta muy larga en el tiempo es la que verdaderamente ha permitido que el famoso régimen del 78 perdure tanto

Exacto. Y lo que no previmos es que el saberse con carrete por delante les ha permitido en efecto estar exactamente treinta años diciendo cosas sin parar. Esta hegemonía absoluta muy larga en el tiempo es la que verdaderamente ha permitido que el famoso régimen del 78 perdure tanto. Porque da igual que estés en la oposición o no: mantienes tu puesto de trabajo, tu columna, tu tribuna, tu prestancia e incluso tu lenguaje. Esta es la parte bonita. La parte fea nos toca a nosotros. La gente que nacemos en los 60 y los 70 estamos secuestrados colectivamente: secuestrados por el lenguaje y el criterio de lealtad a los valores, a los ideales, a lo que sea que tiene que ver con la forja de la gran mayoría consensuada del 82 del PSOE. La prueba es que yo tengo ahora compañeros que son hasta diputados de Podemos, que pertenecen a mi generación, y que han dicho hace menos de diez años: “yo es que me siento un socialdemócrata”. Porque no te quedaba otra. Sabías que el tronco central de la democracia española, y del Estado social, incluso de la izquierda, era la socialdemocracia que representa el Partido Socialista. Es una constatación, no es una valoración. 

La generación nueva, la de Podemos, ya tiene una trayectoria distinta y puede sacar un diagnóstico diferente. Sobre todo porque ya no siente ningún tipo de adscripción, ningún tipo de lealtad. Yo sí me siento en deuda con algunos de mis maestros. Pero entiendo muy bien que alguien como Pablo Iglesias no se sienta en deuda alguna con Antonio Elorza, una persona que ha intentado hundirle la vida todo lo que ha podido, directísimamente. Elorza sería quizá el peor representante de todo ese mundo. Tiene un juego de discurso terrorífico entre lo peor de UPyD y lo peor de la tradición de Izquierda Unida y lo peor del autoritarismo del pequeño autócrata intelectual. ¡Aunque luego es un tipo lúcido, cuidado!

La gente que nacemos en los 60 y los 70 estamos secuestrados colectivamente: secuestrados por el lenguaje y el criterio de lealtad a los valores, a los ideales, a lo que sea que tiene que ver con la forja de la gran mayoría consensuada del 82 del PSOE

Claro, el problema no es precisamente que no sean inteligentes.

No. Es un problema de virtud. Por su culpa básicamente no hemos sido capaces, en España, de discriminar entre un intelectual bueno y un intelectual útil. Y cuando digo útil no me refiero a la tradición del utilitarismo. Me refiero a alguien que, por su actividad, antepone la virtud cívica a su autobombo. Y si solo fuese autobombo no pasaría nada. El problema es que han caído en un patrón que consiste en que cualquier cosa que a ellos se les ocurra —que es básicamente defensiva, conservadora, crecientemente reaccionaria— siga siendo aquello que refleja lo mejor de la cultura española y lo mejor del futuro del país. Pero en realidad son personas que no tienen ningún tipo de compromiso serio con la renovación de la política en España, o de su sociedad y cultura. 

A lo mejor ahora, al haber abierto la derecha una Kulturkampf contra las mayorías de Podemos, se nos abre la oportunidad de redimensionar ese campo entero. Estas personas están señaladas desde hace mucho tiempo. Pero todos les hemos tenido, primero, un respeto reverencial; segundo, un respeto a secas; y tercero, una tolerancia. Después hemos pasado, en efecto, a no soportarlos. Pero no hemos querido nunca dar el paso públicamente. Hasta ahora. ¿Qué ha pasado? Creo que son ellos los que han pasado las líneas rojas. Empiezan a ser agresivos. Apuestan por una especie de venezuelización de la esfera pública. Ahora bien, no estoy diciendo que hay que ir a por ellos. No hay ningún planteamiento jacobino aquí, de salud pública. Lo más probable es que tropiecen consigo mismos. Que, con la edad que tienen, se encuentren con que todo esto es un canto de cisne. El momento en que se les cae su mundo. 

El problema va a ser qué viene detrás de ellos. Y allí sí que es importante la batalla. Pero para mí está en otro lugar. Creo que dejan un erial que es peligroso si no se ocupa bien. Con los mediocres no hay ninguna pelea que tener. Puede que tengan el poder, pero la pelea es por la autoridad, y esa no la tienen. El otro día Germán Cano ha escrito un artículo en El País en el que repasa la historia de la izquierda desde la Transición y me he dicho: ese chaval tiene diez años menos que yo, pero aquí empieza a haber un mapa. Me encanta que haya gente más joven y que encima les den una página entera en El País. Hasta los medios tradicionales empiezan a tener que acoger un discurso que no es el que esperaban. 

Por su culpa básicamente no hemos sido capaces, en España, de discriminar entre un intelectual bueno y un intelectual útil

Volviendo al tema de la guerra del 36, me llama la atención que los mismos que se escandalizan por una broma sobre el Holocausto se nieguen a relacionar el franquismo con el régimen nazi, ni mucho menos las víctimas de la dictadura con las del nazismo. En la campaña electoral, Albert Rivera incluso llegó a afirmar, absurdamente, que a los políticos españoles les urgía unirse para luchar contra el terrorismo “del mismo modo que luchamos unidos contra los fascistas”. ¿Cómo explica ese mal encaje —o un encaje a medias y oportunista— de la historia española en la europea? ¿O la tremenda resistencia a considerar la historia española, incluida la Transición y la amnistía de 1977, en el marco de tratados internacionales sobre impunidad, desaparecidos, fosas comunes y derechos humanos?

Creo que es un problema sobre todo biográfico. Me explico. Para la generación que llega al poder con la Transición, revisarla amenaza los parámetros de su propia autobiografía. Les obligaría a asumir que la posición razonada, razonable, moderada que tuvieron en tiempos convulsos —dentro de que andaban en la izquierda, nadie lo duda— hoy los haría aparecer como totalmente conservadores. Eso condiciona su lectura de la historia española. Y a partir de allí se entra en un juego de gente inteligente que se empeña en confundir las cosas. Proponen una historia en la que se generaliza lo que es singular en España, y se singulariza lo que en España es general. Es el mundo al revés.

No podemos contar la guerra y el franquismo desde unos parámetros inventados solo para nosotros. Lo que podemos defender es que, en efecto, la guerra del 36 y la Transición española fueron totalmente sui generis, pero en un sentido político. Lo que no se puede hacer es, a su vez, estudiarlas con una episteme propia que tenga sus propios parámetros autorreferenciales de evaluación e interpretación, o incluso de descripción. Es justo al revés: creo que necesitamos todo el lenguaje de genocidio, del Holocausto, de las masacres de civiles, de los derechos humanos —todo ese paradigma— para llegar a comprender que hay singularidades del caso muy evidentes. 

Podemos identificar el golpe de Franco como un ejemplo de guerra santa católica en la modernidad. Una yihad

Es más, creo que justo ahora vivimos un momento que nos permite recuperar toda la singularidad  epistemológica y política del caso español. Y es que podemos identificar el golpe de Franco como un ejemplo de guerra santa católica en la modernidad. Una yihad. Pero paradójicamente un producto netamente occidental y el único que llega tan tarde, históricamente, y que al mismo tiempo lo hace pronto. Es la única guerra santa que hay en el siglo XX, al menos hasta que termina la Guerra Fría, la única que se puede entender en clave de yihad. Ahora bien, la guerra santa de Franco no es una yihad medievalizante ni tradicionalista. No: es ideología moderna que enlaza pioneramente con las guerras de religión que estamos viviendo desde la caída del Muro de Berlín. En otras palabras, ahora sí que podemos decir que la Guerra Civil española es un caso completamente anómalo y extremo de un tipo de violencia. Y por eso también la Transición es una transición totalmente rara, por fácil. 

¿Qué tipo de conocimiento ha permitido estos cambios de paradigma? No me parece que provenga de la historiografía…

Los caminos nuevos que se están abriendo son ajenos al mundo de la historiografía. Y no es casual, dado el estado de la historiografía española. Te lo ilustro con una anécdota. Con la crisis del callejero de Madrid, Peio Riaño, periodista de El Español, ha recabado la opinión de unos cuantos catedráticos de Historia. Lo que sale es un esperpento. Un epígrafe decía: “El criterio, la prudencia”. ¡La prudencia! El Rey Felipe II era “El Prudente”. El único rey de Europa que no tenía un parlamento —es decir, una organización de la representación del reino que le estableciera los límites de sus políticas—, era apodado así por sus consejeros áulicos, casi todos ellos confesores. ¿Por qué? Porque a base de un tipo de consejo moral en clave teológica tú alcanzas la prudencia. Y ahora resulta que el historiador español está planteándose como el gran consejero áulico, confesor, al estilo contrarreformista. Y para un tema cuya solución desde el principio está en otros lugares. Si tú quieres cambiar el callejero, lo que tienes que hacer es escuchar a las asociaciones de la sociedad civil, que saben perfectamente qué señor que da nombre a una calle es prescindible. Y tienen argumentos. 

Ese es el problema que tenemos en España: que la historiografía ocupa un lugar, en el estatus de la cultura, particularmente antipolítico. Otros campos académicos que se ocupan de la traumática historia del siglo XX y que trabajan por ejemplo en el tema de las exhumaciones —los antropólogos, los politólogos— no tienen ese problema. Ni los juristas tampoco, porque saben que hay una jurisprudencia internacional de derechos humanos que puede aplicarse. Entonces se entiende que los avances vengan de fuera de la historiografía.

¿La historiografía española es salvable?

Dado el estatus que le han dado al oficio, para lo poco que rinde, lo único que la puede salvar es hacer un casting para la gente que termina la carrera y quiere dedicarse a la investigación. En ese casting se le harían dos simples preguntas. La primera pregunta es ético-moral: ¿Cuál es tu posicionamiento ante tu presente? ¿Qué grado de posicionamiento crítico tienes ante la situación que vives? Y una vez que responda que lo tiene, es decir, que lucha por un distanciamiento respecto del presente, entonces se le pregunta: ¿Estás dispuesto a comprometerte a entender que pensar históricamente es una forma de observar el presente? Lo que quiero decir es lo siguiente: tienes que ser riguroso con que los contextos de ahora no son los del pasado nunca. Justo te vas al pasado para encontrar las diferencias que te permitan contrastar el presente con el pasado. No se trata de poner el pasado al servicio del presente ni tampoco de hacer historicismo. 

Si la persona responde bien a esas dos preguntas, bienvenida a la investigación. Porque si no, tienes a un Santos Juliá: es decir, un historiador que no tiene deontología seria, que claramente no revela sus posicionamientos, de quien se sabe de sobra que está con los poderosos, lo ha estado en tiempos del PSOE, lo ha estado después y lo está ahora. Y después tienes el problema de los que siguen pretendiendo subirse encima de su erudición para decirte que “hay que conocer el pasado para explicar el presente”. Cuando no es así. Hay que conocer el pasado porque a lo mejor no explica el presente. Pero permite entender futuros distintos. No se trata de usar el pasado como antecedente de ahora sino al revés: atreverte a no establecer esos vínculos. Pero lo que queda como experiencia de ese conocimiento del pasado, de ese intento de comprensión, es la capacidad de entender el presente de otra manera. 

-----------------------------------

Sebastiaan Faber es catedrático de Estudios Hispánicos en Oberlin College (EE.UU.) e investigador visitante en la Universidad Radboud de Nimega (Países Bajos).

Pablo Sánchez León —historiador brillante, autor prolífico e investigador comprometido— encarna lo peor de la universidad española actual. Digo: como víctima de su patología. En Estados Unidos sería catedrático, pero en España carece de puesto fijo. Pertenece a una generación perdida de académicos....

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Sebastiaan Faber

Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Es autor de numerosos libros, el último de ellos 'Exhuming Franco: Spain's second transition'

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

11 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Pedro P.

    Cobardes, mediocres y mendaces hiperconscientes, revolcaos en el lodo de vuestra propia ignominia, que por fin se alzan voces verdaderamente críticas y preparadas que os dicen las cosas a la cara. Vuestros ladridos de "¡estalinista!" salpicados de bilis sólo agrandan aún más el abismo psicótico entre la hagiografía que os habéis construido y la realidad sociocultural de este país. Gritad, farfullad y mentid, que cuanta más acritud destiléis más fácil será mostrar la falsedad de vuestra autoridad, que es sólo la mortaja de un autoritarismo estéril.

    Hace 7 años 9 meses

  2. Miguel

    Sánchez León, un historiador más lucido, brillante y excelente persona. De peloteo y apoyo mútuo nada. Esta gente no va a chupar rueda sino a abrir horizontes. Muchísimas gracias por abrir este debate sin miedo, Pablo.

    Hace 7 años 10 meses

  3. Paco

    quizá solo lo que el artículo cuenta, la capacidad de un grupo generacional, el prisoico, para apoderarse de todo un campo académico, el de la historia contemporáne española, pueda explicar a su vez como de ese cierre pudo surgir algo tan narcisista y paranoico como es el núcleo fundador del Podemos (o el propio entrevistado). Pero como la historia es compleja, quizá finalmente no haya mal que por bien no venga, ahora que hasta ellos admitan que solos no pueden en ninguna de las dimensiones...

    Hace 7 años 11 meses

  4. Luis

    Gran e instructiva entrevista. Gracias.

    Hace 7 años 11 meses

  5. Gloria Martínez Dorado

    ¡Valiente, este Pablo, sin desmerecer a los otros Pablos de PODEMOS! Sí, claro que toma partido, precisamente por eso habla y señala a los intelectuales que, escudados en su posición de poder académico, no cuestionan el poder político y mediático que les sostiene, o lo hacen para quedar por encima del bien y del mal, como ángeles custodios de su exclusivo paraíso.

    Hace 7 años 11 meses

  6. Otro Enrique que no tiene referentes

    La entrevista argumenta contra una situación que lleva a la precariedad y/o a otros países a miles y miles de investigadores, de científicos, de médicos, de fontaneros, de mecánicos... La universidad es un cúmulo de señoríos feudales, reflejo del resto de la sociedad. Mandan intelectuales de una generación determinada, que cantaron las glorias de la "transición" (eufemismo de continuidad), políticos que se encumbraron a la sombra del poder económico, empresarios que procedían de los favores del franquismo, cuando no de dentro del mismo... Y ahora, por lo que se ve, los unos atacan a los otros y, en lugar de argumentar, se procede a insultar ("estalinistas") o a exhibir las bondades de otras mentes ("procura leer a..."). La Universidad, como el resto de la sociedad debe de experimentar una cambio de 180 grados para salir del ostracismo donde la metieron los agradecidos de la "transición" (eufemismo...), lo mismo que la sociedad, o se revuelve y sacude su pereza, o nos convertimos (el sueño del pensamiento único) en robots. ¡Qué mala es la partitocracia!

    Hace 7 años 11 meses

  7. Joaquim parera

    magnífica entrevista y grandisimo entrevistado, una de las pocas mentes con luces de esta época, en estos días en que cualquier obviedad histórica es comparada con chavismos, que la palabra nazi sale tan a la ligera vale la pena tener en cuenta esta voz

    Hace 7 años 11 meses

  8. Isabel Meléndez Plumed

    Cómo llego a agradecer la entrevista y la existencia de gente como el entrevistado y el entrevistador. Pertenezco a la generación del 78. Y estoy totalmente de acuerdo con lo que explica Pablo Sánchez León. En otras especialidades de las Universidades o Politecnicos ha sucedido lo mismo. Lo del autoanalisis, la reflexividad de Bourdieu es imprescindible. Me temo , no obstante ,que la sustitución por las nuevas generaciones, en general y en todos los campos, tiene dos peligros : un cierto adanismo, y un déjame la silla, sobretodo porque no han tenido el ejemplo de la virtud.

    Hace 7 años 11 meses

  9. Gustavo

    Es interesante comprobar que todavía hay stalinistas campando por ahí. Increíble la propuesta de este señor de hacer un interrogatorio a quien quiera investigar historia. Por no hablar de cómo perdona la vida a quienes no merece la pena ir contra ellos pues son gente mayor y están entonando su canto de cisne, lo que parece les libra de algún tipo de paseíllo. ¡Qué miedo dan estos personajes que pululan en el entorno de Podemos!

    Hace 7 años 11 meses

  10. Guillermo

    Que pena, no as entendido nada. Procura leer algo de Gregorio Moran, quizás te ayudé a comprender lo que el señor Faber trata de explicar.

    Hace 7 años 11 meses

  11. Enrique

    Todo lo que dice del triángulo PSOE - PRISA - Intelectuales del 78 (Elorza, Juliá, etc) puede decirse igual del triángulo Podemos - (Ctxt , Cuartopoder, etc) - Intelectuales de su generación cercanos a Podemos (él mismo, Alba Rico, etc). Es decir, peloteo mutuo y apoyo mutuo. En el artículo se las apaña para criticar a todos los partidos menos a Podemos, como conviene a este medio.

    Hace 7 años 11 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí