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Documentos CTXT / Marieme Hélie-Lucas

"La izquierda postlaica tiene miedo de que la tachen de islamófoba"

De velos “islámicos” y extremas derechas. El significado profundo del laicismo republicano y el cobarde eurocentrismo de las neoizquierdas culturalmente relativistas

Maryam Namazie (Sinpermiso) 24/08/2016

Malagón

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Maryam Namazie entrevistó va para dos años a la feminista socialista y reconocida luchadora laicista argelina Marieme-Hélie Lucas, de quien publicamos [en www.sinpermiso.info] la semana pasada una enjundiosa denuncia del silencio negacionista de ciertas izquierdas postlaicas europeas ante los ataques machistas fundamentalistas registrados simultáneamente en la Nochevieja de 2015 en al menos 10 ciudades europeas --señaladamente en Colonia-- de 5 países distintos.

Aprovechando el amplio eco que tuvo ese texto, reproducimos ahora una larga entrevista en profundidad concedida por Marieme-Hélie (en otoño de 2013) a la periodista Maryam Namazie sobre el significado profundo del laicismo republicano, sobre la estupefaciente degeneración de ciertas izquierdas postlaicas europeas y sobre la incapacidad de las mismas para enfrentarse políticamente a la extrema derecha fundamentalista musulmana en auge, y así, también, trágicamente, a la extrema derecha xenófoba tradicional. Tal vez valga la pena recordar el contexto en que se realizó la entrevista con Marieme-Hélie: no mucho después de que el pos-trotskismo francés presentara electoralmente a una candidata vistosamente ataviada con "velo islámico", o cuando sus homólogos catalanes, rizando aún más si cabe el rizo, se declaraban ardientes seguidores postlaicos de una mediática monja posmoderna y antivacunas. 

Maryam Namazie: Las limitaciones al uso del velo en las escuelas y la prohibición general del burka y del nikab se ven a menudo como medidas autoritarias. ¿Qué piensa usted al respecto?

Marieme-Hélie Lucas: Resulta útil, por lo pronto, no mezclar las dos cosas: la de las niñas con velo en las escuelas y la de la prohibición de cubrirse el rostro. Las contestaré como dos cuestiones separadas.

Cuando hablamos de velos en las escuelas, estamos hablando automáticamente de velos impuestos a niñas, no de velos de mujeres. La cuestión, entonces, es: ¿quién decide sobre esos velos, las mismas niñas o los adultos a cargo de ellas? ¿Y qué adultos? Yo sólo conozco un libro que trate este tema. Es un panfleto titulado ¡Abajo los velos! (escrito por Chahdortt Djavann y publicado por Gallimard, París, 2003). La autora es una mujer iraní exilada en París en la época en que la Comisión Stasi francesa estaba reuniendo testimonios de mujeres (y de varones) afectadas antes de adoptar la nueva ley sobre símbolos religiosos en las escuelas públicas laicas. La autora sostiene que el daño psicológico infligido a las niñas que van con velo es inmenso, al hacerlas responsables desde muy temprana edad de la excitación masculina. Este asunto requiere consideración especial, habida cuenta de la nueva tendencia a poner velo a niñas de hasta 5 años, según se ve en las numerosas campañas en curso en toda Norteamérica. La autora explica que el cuerpo de la niña pasa a convertirse de esta guisa en objeto de fitnah (seducción o fuente de desorden), lo que significa que no pueden mirarlo o pensar en él de manera positiva. Esa práctica construye así niñas que temen, desconfían y sienten disgusto y aun angustia en relación con sus propios cuerpos. A edad tan temprana, las niñas no tienen forma de resistir por sí mismas a ese troquelamiento; quedan totalmente a merced de hombres anti-mujeres. Las mujeres  que han crecido con este daño psicológico necesitarán probablemente mucha ayuda hasta ser capaces de reconsiderarse a sí mismas y a sus cuerpos de manera más positiva, de reconstruir la imagen de sí propias, de conquistar su autonomía corporal, de abandonar los sentimientos de culpa y de miedo y devolver a los varones la responsabilidad de los actos sexuales por ellos cometidos. Yo creo que sería muy útil que las mujeres que investigan estas cosas se interesaran por el daño psicológico infligido a las niñas a las que se obliga a ir con velo desde edad muy temprana.

Bien; ahora está la cuestión de quién es el “adulto” a cargo de la protección de los derechos de las niñas. El Estado juega ya este papel en numerosas ocasiones: cuando, por ejemplo, impide que las familias procedan a la ablación de clítoris de las niñas, o cuando prohíbe los matrimonios forzados. ¿Por qué no debería asumir también su responsabilidad y prevenir ese daño psicológico profundo causado por llevar velo antes de llegar a la edad adulta? ¿Por qué debería verse como una intromisión autoritaria del Estado la prohibición del uso del velo en la infancia, y no la prohibición de la ablación de clítoris?

Es interesante recordar que grupos de izquierdistas y (¡ay!) feministas llegaron a defender en Europa y Norteamérica “el derecho a la ablación de clítoris” en los 70 como un “derecho cultural”, denunciando los intentos del “imperialismo occidental” de erradicar esa práctica en Europa. Jamás se molestaron en hacer la menor mención a las luchas de las mujeres directamente comprometidas con su erradicación en aquellas (muy limitadas) partes de África en que la practicaban, a la par, animistas, cristianos y musulmanes.

Ahora vemos el mismo patrón aplicado al “derecho al velo”, a pesar de que muchos intérpretes progresistas de El Corán han dejado dicho por activa y por pasiva que ni siquiera se trata de un mandamiento islámico.

Lo que a mí me deja estupefacta es el desbalance en el tratamiento del “autoritarismo” por parte de grupos izquierdistas y de la comunidad de derechos humanos en Europa y Norteamérica. Millones de mujeres en enclaves predominantemente musulmanes han sido asesinadas por defender su derecho a NO llevar velo. Precisamente estos días una valiente mujer sudanesa ha comparecido ante un tribunal de justicia con esta declaración: “Soy sudanesa. Soy musulmana. Y no estoy dispuesta a cubrirme la cabeza”. Arriesga prisión y latigazos. Hasta ahora, no se asesina a las mujeres en Europa ni en Norteamérica por llevar velo, aunque es verdad que de vez en cuando son atacadas verbalmente por individuos racistas de extrema derecha, los cuales, a su vez --merece destacarse el hecho--, son normalmente puestos a disposición de la justicia y condenados, como debe ser.

A mí me gustaría que la vociferante defensa de la “elección” de las mujeres con velo y del “derecho al velo” por parte de “gentes progresistas” anduviera a la par con su defensa de las mujeres masacradas por no llevar velo. Pero lo que, en cambio, vemos esconderse tras la defensa unilateral de los derechos humanos de las mujeres con velo por parte de la izquierda postlaica y de la comunidad de derechos humanos  en Europa y en Norteamérica es, de hecho, una posición claramente política. Los pretendidos “progresistas” han optado por defender a los fundamentalistas como víctimas del imperialismo estadounidense antes que a las víctimas de esos fundamentalistas, es decir, entre otras, a los millones de mujeres sin velo que han resistido a las imposiciones de sus victimarios, así como a los millones de laicos, agnósticos, ateos, etc., a quienes se ha abandonado a su suerte como a “occidentalizados”, o aun como “aliados del imperialismo”! La historia juzgará esa miope opción política de modo no menos inmisericorde a como ha juzgado la cobardía de los países europeos en el arranque del nazismo en Alemania.

Marieme Hélie Lucas

Marieme-Hélie Lucas

En lo que hace a su pregunta, yo sólo puedo hablar desde mi perspectiva de mujer argelina que vivió en Francia en la época del debate sobre las dos leyes francesas a las que se ha reprochado en todo el mundo un supuesto sesgo anti-islámico: la ley sobre velos en las escuelas y la ley que prohibía cubrirse el rostro. Se trata, como he dicho antes, de dos asuntos distintos, y en Francia se trataron distinta y separadamente.

La prohibición de los símbolos religiosos en las escuelas públicas laicas se hace en nombre del laicismo, mientras que la prohibición de cubrirse el rostro se hace en nombre de la seguridad. Se ha añadido el burka a otras formas de ocultación del rostro, como las máscaras (fuera de carnavales) o los cascos integrales de motos (cuando no se conduce), puesto que todos esos adminículos suelen usarse para proteger la identidad de alborotadores o “terroristas”. (Como argelina lo suficientemente vieja para haber vivido la Batalla de Argel durante la lucha de liberación contra el colonialismo francés, sé de cierto que los velos se usaban --tanto hombres como mujeres-- para llevar armas y bombas de un sitio para otro; de modo que no me sorprende que los velos que cubren completamente el rostro se añadan a la lista de indumentarias prohibidas.)

En lo tocante a los velos en las escuelas, la situación en Francia es completamente distinta a la de Gran Bretaña. Francia es un país laico desde que la Revolución Francesa sustrajo el nuevo Estado laico a la influencia política de la Iglesia. Las leyes laicas que instituyeron esa separación datan de 1905 y 1906, mucho antes de la oleada migratoria procedente de países mayoritariamente musulmanes. El artículo 1 de la Ley de 1906 garantiza la libertad de fe y de culto. El artículo 2 de la misma ley declara que, más allá de esa garantía de derechos individuales fundamentales, el Estado laico no tendrá nada que ver con la religión ni con sus representantes. El Estado laico no reconocerá a las iglesias, ni las financiará. En palabras de un analista contemporáneo del laicismo, Henri Peña Ruiz, el Estado se declara a sí mismo “incompetente en materia religiosa”. Las creencias se convierten en un asunto privado, y las religiones establecidas (en la época, sobre todo, la Iglesia Católica) pierden todo poder sobre el Estado. El Estado laico simplemente las ignorará como entidades políticas. Los ciudadanos son los únicos socios reconocidos por el Estado a través de los procesos de las elecciones democráticas.

Una consecuencia de esta definición del laicismo como separación de Estado y religión es que, desde 1906, la exhibición de “cualquier símbolo” de afiliación religiosa o política queda prohibida exclusivamente en dos situaciones específicas: para profesores y alumnos de las escuelas públicas primarias y secundarias del Estado laico (es decir, para niños y adolescentes, lo que no incluye a las universidades, en donde los estudiantes son adultos y pueden llevar un velo), así como para funcionarios en contacto con el público.

La justificación de eso es que los niños van a las escuelas de la República Laica (en la que la educación es totalmente gratuita) para ser educados como ciudadanos franceses libres e iguales, y no como representantes de alguna comunidad específica. La educación como ciudadanos iguales es un poderoso instrumento contra el comunitarismo y las específicas particularidades divisorias que conducen a derechos legales desiguales en un país dado, como ocurre en Gran Bretaña, por ejemplo, con los llamados “tribunales de sharía”, verdaderos sistemas legales paralelos en asuntos de familia.

Análogamente, los funcionarios que están en contacto con el público tienen que desarrollar sus obligaciones en tanto que representantes de todos los ciudadanos, cualquiera que sea su ascendencia étnica o religiosa, razón por la cual se les exige no exhibir símbolo alguno de afiliación en el horario en que ejercen como representantes de la República Laica.

Algo totalmente distinto de lo que ocurre, pongamos por caso, en las comisarías de policía británicas, en donde uno puede exigir ser atendido por un policía de su propio culto o de su propio grupo étnico, como si no pudiera formarse a funcionarios libres de sesgos y éstos se debieran ineluctable y necesariamente a su “comunidad”, antes que a sus conciudadanos.

Así pues, en resolución, es en nombre del laicismo que el velo fue puesto fuera de la ley en las escuelas públicas laicas y entre funcionarios públicos en Francia desde hace más de un siglo, al igual que las cruces y las kipás. Resulta interesante observar el énfasis que los medios de comunicación ponen en el velo, y no en las cruces o en las kipás. ¿Por qué? ¿Y quién se halla detrás de esa jerarquía? Lo que enmarañó este asunto fue que el derechista presidente Sarkozy hizo aprobar la nueva ley en 2004 buscando congraciar con su candidatura a la extrema derecha xenófoba. No había la menor necesidad de esta nueva ley; bastaba con aplicar la de 1906.

Las fuerzas de derecha y de extrema derecha en Francia jamás han dejado de atacar en el último siglo las leyes laicas de 1905-1906. Ahora han encontrado socios activos y poderosos en la extrema derecha fundamentalista musulmana, que también desea desmantelar el laicismo y regresar a la época en que las religiones tenían poder político y representación oficial. La cosa es clara: aunque luego llegarán a competir entre sí las distintas religiones, resultan ahora aliadas útiles en el propósito de erradicar el laicismo en Francia. ¡Basta observar cómo apoyan la Iglesia Católica y las autoridades religiosas judías prácticamente todas las exigencias de los fundamentalistas musulmanes!

El asunto del velo en las escuelas primarias y secundarias francesas no es sino una de las muchas exigencias que sin desmayo plantean para desafiar en lo fundamental las leyes de la República Laica. ¿No es irónico que leyes aprobadas hace un siglo, en un tiempo en el que prácticamente no se registraba inmigración procedente de los países mayoritariamente musulmanes, pasen ahora en el mundo entero por leyes hostiles al Islam? Un buen indicio de la pericia de los fundamentalistas musulmanes como comunicadores mediáticos.

Volviendo al asunto del velo y el burka en el Reino Unido, déjeme decirle que Gran Bretaña NO es un Estado laico. La Reina es la cabeza de la Iglesia Anglicana, así que la prohibición del burka o del nikab o, incluso, del pañuelo en la cabeza no puede buscarse en leyes laicas centenarias, ni considerarse indicio de su compromiso con una educación no confesional igualitaria y de calidad para todos los niños, como en el caso de Francia. (...)

Maryam Namazie: ¿Qué pasa con el derecho de una mujer a elegir su forma de vestir? Algunos dirían que obligar a las mujeres a quitarse el velo viene a ser lo mismo que obligarlas a llevarlo.

Marieme-Hélie Lucas: El debate está formulado en términos “occidentales”. Hasta donde yo sé, no se obliga a las mujeres en el contexto musulmán a NO llevar velo, y estamos hablando de la inmensa mayoría de las musulmanas en el mundo. En cambio, en la inmensa mayoría de los casos se ven obligadas a cubrirse de un modo u otro, a menudo por ley: y todavía no se ha oído una protesta a escala mundial contra esa situación.

En vivo contraste con eso, oímos cada día un montón de voces sobre esas pobres mujeres “obligadas a quitarse el velo” en contextos no-musulmanes --señaladamente en Europa y en Norteamérica--, pero yo todavía no he visto ningún sitio en donde eso ocurra. Que yo sepa, en ningún sitio. Ya me refería antes a  limitaciones impuestas al uso del velo en Francia, bajo particulares condiciones.

Por lo demás, hasta donde yo sé, cuando mujeres con velo son atacadas verbal o físicamente, hay tribunales para defenderlas contra cualquier forma de agresión.

En lo que hace a hechos reales, el debate se reduce al derecho al velo en Europa y en Norteamérica, sin ninguna consideración por la resistencia al velo por doquier en el mundo entero, ni por las duras circunstancias que rodean a esa resistencia. Esa reducción me resulta manifiestamente inaceptable.

Por un lado, hay millones de mujeres en todo el mundo obligadas a llevar velo que arriesgan su libertad y su vida cuando transgreden la orden. Quedan abandonadas a su suerte en nombre de pretendidos derechos “religiosos” y “culturales”, sin que que medie el menor análisis de las fuerzas políticas de extrema derecha que manipulan y secuestran cultura y religión en beneficio político propio bajo el pretexto “políticamente correcto” de que el imperialismo estadounidense abusó de la defensa de los derechos humanos de las mujeres para camuflar sus razones económicas e invadir Afganistán y de que los “blancos” son racistas.

Por otro lado, hay mujeres de la diáspora en Europa y en Norteamérica, cuyo “derecho al velo” es defendido por una coalición políticamente correcta de la izquierda y las organizaciones de derechos humanos, una coalición que muestra escaso interés por el sinnúmero de casos de muchachas que tratan de escapar a la obligación de llevar velo. ¿No hay una perturbadora asimetría en esa elección política manifiestamente discriminatoria de los derechos que merecen defensa y los que no? ¿No podrían estos campeones de nuestros derechos aclararnos públicamente las razones que justifican su jerarquía de derechos?

La cosa está clara: la cuestión aquí se reduce exclusivamente a defender el “derecho a elegir” de las mujeres que desean llevar velo en Europa y en Norteamérica, no el derecho a elegir de las mujeres que viven en África y en Asia. Y esta es una forma muy limitada y parcial de enfrentarse al problema, por decirlo suavemente. Porque implica hacer desaparecer a la inmensa mayoría de las mujeres afectadas.

Sobre “elección” en general mucho han escrito ya feministas interesadas en el problema del grado de libertad que puede esperarse en situaciones en las que las mujeres carecen de toda voz, legal, cultural, religiosa o de otros tipos. Hace poco, un potente artículo académico escrito por  Anissa Helie y Mary Ashe, Multiculturalist Liberalism and Harms to Women: Looking Through the Issue of the Veil, concluía que :

“Quienes defienden el velo a menudo insisten en un `derecho individual de la mujer a elegir´ (el velo)... Potenciadas por los teóricos del Islam radical (que usurpan el mantra de los partidarios del derecho de las mujeres al aborto), esas consignas pueden confundir a una izquierda occidental que, temerosa de ser considerada racista, cae en la trampa del relativismo cultural.”

El número de mujeres asesinadas por los propios familiares y por grupos fundamentalistas armados, o encarceladas, o flageladas públicamente por los Estados fundamentalistas en nuestros distintos países en todos los continentes por la simple razón de no querer allanarse a la imposición del velo, debería, al final, contar más a los ojos de los defensores de los derechos humanos que las “quejas de las mujeres con velo” que de vez en cuando tienen que aguantar comentarios racistas en “Occidente”.

¿Cómo puede alguien atreverse siquiera a comparar, por ejemplo, las 200.000 víctimas de la “década oscura” (los años 90 del siglo pasado) en Argelia, la inmensa mayoría de las cuales fueron mujeres asesinadas por grupos armados fundamentalistas, con un puñado de mujeres con velo verbalmente molestadas en París o en Londres? Sí, ¿¡cómo se puede!?

Esa desigualdad de trato aceptada sólo muestra que para las organizaciones de derechos humanos y para las izquierdas europeas y norteamericanas, Occidente sigue siendo el centro del mundo y lo que allí ocurra, por menor y marginal que sea, tiene primacía sobre cualquier acúmulo de crímenes cometidos en otra parte.

Me gustaría señalar un interesante punto ciego detectable en el análisis corriente entre las izquierdas y las organizaciones de derechos humanos, un punto ciego que permite o facilita esa operación de reducción del asunto a un problema de “elección individual”. Fíjese bien: el número de mujeres con velo en las calles de las capitales europeas ha crecido sólo en las últimas dos décadas de una manera constante y apreciable. Ese crecimiento no es proporcional a un significativo incremento de las poblaciones migrantes. Esas mujeres no visten ropas o trajes nacionales (incluyan o no cubrirse la cabeza), sino el velo saudita, que jamás había existido en ningún otro país. Hay un número creciente de mujeres que adoptan la forma más radical: no sólo cubrirse el pelo, sino todo el rostro.

En vista de lo cual, ¿cómo puede verse este tipo de velo como un asunto cultural cuando, de hecho, lo que hace es erradicar todas las formas tradicionales de cubrirse la cabeza y todas las ropas y vestidos nacionales y regionales? ¿Cómo puede verse esa forma de velo como un asunto religioso, cuando todos los teólogos y académicos progresistas del Islam en todos los continentes han demostrado que el velo de las mujeres no es una prescripción religiosa, sino una práctica cultural circunscrita al Oriente Próximo y valedera también para los varones por su buena adaptación al clima y, por lo mismo, común a todos los grupos religiosos, como prueba abundantemente la iconografía cristiana que representa a la Virgen María y a todas las mujeres de la historia sagrada que compartieron la vida de Cristo, así como a todas las mujeres judías de su época, con velo?

¿Por qué no se levantan en defensa de todas las culturas ahora amenazadas por la difusión a escala mundial de esta nueva cepa de código indumentario? ¿Es que no pueden ver el vínculo entre la propagación del velo saudita y la financiación saudita del grueso de las mezquitas y organizaciones religiosas que han venido proliferando en las principales ciudades de Europa? ¿Cómo es posible que no vean en esa forma de velo una bandera del fundamentalismo político? ¿Cómo no asocian su propagación a otras actividades políticas del imperialismo de Arabia Saudita (y de Qatar)? ¿Cómo es posible tamaña incapacidad para proceder a un análisis político de esta súbita explosión del número de mujeres con velo en la diáspora? ¿Cómo pueden reducir eso a una “opción individual elegida” por mujeres individuales, a la vista de un fenómeno tan repentino e inopinado como masivo?

Si, pongamos por caso, se diera una súbita propagación de hábitos y tocas de monja simultáneamente en Italia, Francia, España, Filipinas y América Latina, y si las mujeres católicas en números apreciables afirmaran agresivamente su derecho a vestirse como “verdaderas católicas” (una invención moderna que sería cuestionada por respetados teólogos cristianos, lo mismo que el velo es cuestionado por muchos teólogos musulmanes progresistas y académicos del Islam, a los que, dicho sea de paso, jamás citan ni la izquierda postlaica ni los defensores occidentales de los derechos humanos para defender a las mujeres sin velo frente a los movimientos políticos de extrema derecha que andan por detrás de este revival supuestamente religioso); si eso sucediera, digo, ¿no señalaría al punto la izquierda a los movimientos políticos de extrema derecha agazapados detrás de ese revival supuestamente religioso? ¿No lo analizaría esa izquierda en términos políticos, no religiosos, y no lo denunciaría?

Si hubiera rumores o ejemplos de mujeres católicas “impropiamente” vestidas forzadas a llevar tocas de monja, o azotadas o recluidas a la fuerza o asesinadas, ¿no empezarían las organizaciones de derechos humanos a preocuparse por ese asunto? ¿No defenderían a las víctimas? ¿No denunciarían todo eso como violaciones flagrantes de los derechos humanos? ¿O seguirían acaso todas estas fuerzas supuestamente progresistas haciendo la vista gorda a esas violaciones de los derechos humanos y prestando oídos sordos a los gritos de socorro de las víctimas? ¿Se centrarían en el “derecho al velo” de las mujeres católicas?

Para mí está meridianamente claro que, al respaldar las exigencias de los fundamentalistas sobre las mujeres, sin molestarse siquiera en contrastar sus mentiras más manifiestas, la izquierda postlaica y las organizaciones occidentales de derechos humanos no hacen sino revelar el pánico que sienten a ser tachados de “islamófobos”.

Maryam Namazie: Aunque nosotros podríamos considerar el laicismo como una condición previa a los derechos de las mujeres, los islamistas consideran la ley de la sharía como una condición previa a los derechos de las mujeres, tal como ellos los entienden. ¿Y quién puede decir quién tiene razón? Ellos dicen que el laicismo es un concepto occidental y una forma de colonialismo cultural...

Marieme-Hélie Lucas: Yo me niego a servirme del término “ley de la sharía”. Presupone que hay escrito en algún lugar un cuerpo legislativo usado por todos los musulmanes. Basta una simple ojeada a las leyes de los países de mayoría musulmana para percatarse de que no hay tal cosa. La enorme variedad de leyes en contextos predominantemente musulmanes muestra que las leyes tienen diferentes fuentes: desde ofrecer legitimidad a prácticas culturales locales (como la de la ablación del clítoris, que pasa por islámica en algunas regiones de África) hasta distintas interpretaciones  religiosas (por ejemplo, Argelia legalizó la poligamia, mientras que Túnez la prohibió sirviéndose exactamente del mismo verso del Corán, pero con otra lectura), pasando por leyes de los antiguos colonizadores (como la prohibición de la contracepción y el aborto en Argelia, que se sirvió de la ley natalista francesa de 1920). Sería un fenomenal error pensar que todas las leyes de los países mayoritariamente musulmanes traen necesariamente su origen en la religión.

Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en la propagación de los puntos de vista fundamentalistas al servirse de términos exóticos. Sharía es un término acuñado por los fundamentalistas a fin de hacer creer que existe un cuerpo así de leyes, mientras que hasta los musulmanes conservadores --atentos a toda posible divergencia-- hablaban hasta hace poco sólo de “jurisprudencia”. Servirse del término sirve precisamente para dar a entender a cada vez más gente que ese cuerpo existe realmente. Y eso ocurrió exactamente en el mismo momento en que los medios de comunicación comenzaron a usar también otros términos acuñados por los fundamentalistas, como la yihad (que originariamente significa la lucha espiritual con uno mismo para acercarse a Dios, y no una “guerra” librada con armas, como interpretan los fundamentalistas), o como el “velo islámico” (cuando lo que hacen es propagar el velo saudita), o como la “islamofobia”. ¡No uses el lenguaje del enemigo! Concedes crédito a sus mentiras...

Como ya he dicho antes, hay una miríada de lugares en el mundo en donde el velo es obligatorio, mientras que en ningún lugar que yo conozca se fuerza a nadie a quitarse el velo; ni siquiera en las escuelas francesas de primaria y secundaria, porque las familias ultraortodoxas tienen siempre la opción de inscribir a sus hijas en escuelas de su elección. La única obligación de las familias es enviar a sus hijas a la escuela, pero la elección de la escuela no entra en el mandato del Estado laico. Y en parte alguna se ven las mujeres forzadas a no llevar velo en el espacio público francés; sólo se les exige no cubrirse totalmente el rostro.

Así pues, el laicismo ni pone ni quita velos a las mujeres. Pero resulta indudable que la interpretación fundamentalista de unas órdenes pretendidamente emanadas de Dios busca forzar a las mujeres a llevar velo. El laicismo no es una opinión, ni una creencia; es única y exclusivamente una definición y una regulación del Estado frente a la religión. O el Estado interfiere en la religión, o no interfiere. El laicismo, cuando menos en su definición original, instituye formalmente la no interferencia del Estado en la religión. Y no deberíamos aceptar otra definición del laicismo.

En lo que hace a la acusación del laicismo como “concepto occidental”, ¿acaso no hemos oído cosas semejantes sobre el feminismo durante décadas? Pero si echamos un vistazo a la historia, particularmente a la historia de las mujeres en contextos musulmanes, nos encontramos con muchas mujeres que, durante siglos, lucharon por lo que ahora se consideran ideas feministas, por los derechos de las mujeres. Mujeres que se dedicaron a la literatura, a la poesía, a la educación de las mujeres, a la política, a los derechos legalmente exigibles de las mujeres: como ocurre ahora mismo. Y nos encontramos también con mujeres y hombres ilustrados, tanto creyentes como ateos, que las apoyaron. Exactamente como ocurre ahora también. Quienes estén interesados en explorar esas historias del pasado, deberían leer  el libro de Fareeda Shaheed Grandes ancestros (publicado por la organización Women Living Under Muslim Laws).

Análogamente, encontramos a muchos combatientes por el laicismo en contextos musulmanes en los pasados siglos. Lo mismo que hoy. Ateos, agnósticos y creyentes que pensaban y siguen pensando que las religiones se benefician de la no interferencia del poder en las creencias personales o en la espiritualidad de las gentes; y que la política se beneficia asimismo de la no interferencia de la religión. Actualmente, el Gran Mufti de Marsella, Soheib Bencheikh, es un resuelto partidario del laicismo en Francia, como muchos Imams progresistas que aparecen cada domingo en programas televisivos en el Channel 2 [público] francés para mostrar su apoyo al laicismo de la República francesa, que garantiza libertad de fe y de culto.

De modo, pues, que la cuestión real para mí es más bien ésta: ¿por qué no oímos hablar más  de estos partidarios musulmanes del laicismo y por qué los medios de comunicación no conceden menos espacio público a la expresión del odio fundamentalista al laicismo? Es una nueva distorsión del fundamentalismo el presentar los hechos a la luz de una ley laica pretendidamente hostil a la ley divina...

Encuestas recientes muestran que cerca del 25% de la población francesa se declara atea, y ese porcentaje es el mismo entre supuestos cristianos y supuestos musulmanes. Pero el porcentaje de quienes se declaran partidarios del laicismo crece hasta un 75%, y también es idéntico entre presuntos musulmanes y presuntos cristianos.

Hay movimientos laicistas muy robustos en todos los países llamados musulmanes, en Pakistán no menos que en Argelia o Mali. Los ciudadanos se comprometen públicamente con el laicismo arriesgando sus vidas en lugares en los que los fundamentalistas se encuadran en grupos armados que atacan a sus oponentes. ¿Por qué las fotografías de sus actos públicos y de sus manifestaciones laicistas no se ven nunca fuera de sus medios de comunicación nacionales?

Maryam Namazie: Algunos dirán que esto suscita la cuestión de hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que el Estado intervenga en asuntos privados como, por ejemplo, el modo de vestirnos. ¿Qué diría usted a eso?

Marieme-Hélie Lucas: Si coincidimos en que este súbito auge a escala mundial de determinado tipo de velos que se hacen pasar por EL velo “islámico” no es de naturaleza cultural ni religiosa, sino una bandera política de que se sirven los fundamentalistas para aumentar su visibilidad política a expensas de las mujeres; si coincidimos en eso, entonces tenemos que admitir que llevar ese tipo de velo –ahora— en Europa y en Norteamérica tiene un objetivo político. Sépanlo o no, las mujeres que lo llevan son portadoras del estandarte de un partido político de extrema derecha.

Así pues, difícilmente podría yo aceptar la fórmula de “una mujer que elige cómo vestirse”. Ese velo no puede, definitivamente no puede, equipararse con la opción de llevar tacones o zapato plano, minifalda o falda larga. No es una moda; es un marcador político. Si uno decide que va a ponerse un broche con una esvástica, no puede ignorar su significado político; no puede pretender que se desentiende del hecho de que fue la “bandera” de la Alemania nazi. No puede alegar que sólo le gusta su forma. Es una afirmación política.

Las mujeres de ascendencia migratoria procedente de Asia y de África que se cubren el rostro o llevan un burka hoy, ya sea en Europa, en Norteamérica o en sus propios países de origen, llevan un tipo de velo que jamás habían visto antes, salvo si crecieron en una específica y limitadísima parte del Oriente Próximo. No pueden pretender que vuelven a sus raíces y visten la misma indumentaria que sus antepasadas de siglos atrás; ni pueden pretender que la llevan por razones religiosas. Las musulmanes fueron musulmanas durante siglos sin necesidad de semejante indumentaria: en el Sur de Asia vestían saris, en África occidental boubous... Hoy, las mujeres pertrechadas con burkas llevan una indumentaria que ni se había visto ni se había jamás hablado de ella hasta hace unas pocas décadas, cuando grupos políticos fundamentalistas inventaron el burka como su bandera política.  

De manera que si el Estado se propusiera regular el burka o el nikab, no estaría regulando “el modo en que vestimos, ni estaría interfiriendo en un gusto personal o en una moda, sino en la exhibición pública de un signo político de un movimiento de extrema derecha".

Hacer eso podría perfectamente caber en el papel del Estado laico. Puede debatirse al respecto. Pero lo que no es debatirle es que las mujeres que llevan burka hoy están bajo las garras de un movimiento transnacional de extrema derecha. Y resulta irrelevante que las mujeres con burka sean conscientes del significado político actual de su velo o, al contrario, estén alienadas por el discurso político-religioso fundamentalista.

Maryam Namazie: En la práctica, ¿cómo podría procederse a restricciones (atendiendo también al caso francés) sin inflamar más el racismo y el fanatismo contra musulmanes e inmigrantes y cuál es la conexión entre ambos? Le pregunto esto, porque algunos dirán que criticar el velo y el nikab es racista.

Marieme-Hélie Lucas: En tal caso, ¿la resistencia al nikab/burka/pañuelo y cualquier forma de velo en nuestros países habría que calificarla también como “racismo”? Las mujeres que eligieron morir antes que llevar velo en la Argelia de los 90 actuaron racistamente contra su propio pueblo? ¿Hay que considerarlas hostiles a su propia fe, a pesar de ser muchas de ellas creyentes en el Islam?

¿No podemos dejar de pensar que “Occidente” es el centro del mundo? ¿Qué pasa con las mujeres sudanesas que ahora mismo en Jhartum se arriesgan a ser azotadas y encarceladas por rechazar el velo? ¿Qué pasa con el sinnúmero de mujeres iraníes que llevan décadas encarceladas por no vestir “islámicamente”?

El racismo, la xenofobia, la marginalización y los ataques a los inmigrantes (o a gentes de ascendencia migratoria) siempre han estado aquí. A comienzos del siglo XX hubo en el sur de Francia pogroms contra inmigrantes italianos (dicho sea de paso: católicos y blancos) que “venían a robar el pan de los trabajadores franceses”. ¿Suena familiar, no? Hubo muchos muertos y heridos. ¿Por qué no se habla aquí de “católicofobia” o de “cristianofobia”, si a  demostraciones de xenofobia harto menos dramáticas se las llama ahora “islamofobia” cuando apuntan a objetivos presuntamente “musulmanes”? Ahora bien; si nos fijamos en ciudadanos franceses de nuestros días cuyos apellidos son de origen italiano, lo que se ve es que están plenamente integrados y nadie discute su pertenencia a la nación francesa. Lo mismo ocurre con españoles, portugueses, griegos o polacos y rusos que vinieron a instalarse a Francia en el pasado reciente, llegaron a ser ciudadanos franceses y se han “mezclado” ahora con la población general (el expresidente  francés Sarkozy constituye un excelente ejemplo reciente de integración exitosa).

Francia cuenta hoy con un 25% de ciudadanos de origen extranjero. Hay un número creciente de gente bien conocida con apellidos árabes (y por lo mismo, erróneamente considerados  musulmanes). Se trata de profesores, abogados, expertos en computación, empresarios... Esto es un indicador de su incorporación a la nación, lo mismo que italianos, españoles, etc. hace menos de un siglo.

Una hermosa pieza titulada Barbes-Cafe se representó el año pasado en distintas ciudades francesas. Era toda ella obra de gentes de ascendencia argelina, muchos de los cuales habían huido de amenazas de muerte fundamentalistas y de ataques directos en los 90. Esa pieza es un himno a la emigración: sirviéndose de canciones en árabe de todo el siglo XX, de comienzo a fin, traza la historia de la emigración desde el Norte de África, de las cuitas y las nostalgias de los emigrantes, así como de sus condiciones de trabajo. Pero también celebra las leyes que permitieron a las familias reunirse con los trabajadores, la educación libre y laica recibida por sus hijos, la solidaridad entre trabajadores nativos e inmigrantes en los sindicatos y partidos de izquierda, etc. Termina con imágenes de aquellos inmigrantes de ascendencia norteafricana que “lo lograron” y abrieron la puerta para las generaciones venideras. Es un manifiesto de esperanza que, sin embargo, no trata de esconder la dureza de las condiciones a que tuvieron que  enfrentarse muchos trabajadores para que sus hijos y nietos llegaran a ser parte de Francia. 

El 27 de octubre fue el aniversario de la Marcha por la Igualdad y Contra el Racismo que cuatro chicas y chicos, ciudadanos franceses de origen norteafricano, iniciaron en 1983. Salieron de Marsella y caminaron durante dos meses por Francia, visitando ciudades y aldeas, hablando con sus conciudadanos rurales y urbanos, denunciando los crímenes y las discriminaciones racistas y abogando por la igualdad de todos los ciudadanos. También denunciaron el rótulo de “musulmán” que se les imponía por razones de origen geográfico. Por el camino, otros ciudadanos de todos los orígenes se les fueron uniendo y comenzaron a marchar con ellos gentes que se habían reunido inicialmente para darles la bienvenida y apoyar sus objetivos.

No está escrito en ningún lugar que las gentes oprimidas o víctimas de la discriminación tengan que terminar en movimientos de extrema derecha. En esas circunstancias, las gentes pueden elegir entre hacerse revolucionarios o convertirse en fascistas. La respuesta fundamentalista al racismo es una respuesta fascista. No deberíamos bajo ningún pretexto regalarles legitimidad ninguna. Lo que debemos hacer es apoyar a los movimientos populares en favor de la igualdad y la plena ciudadanía. 

Los  fundamentalistas están arteramente interesados en asegurarse los beneficios de los incidentes racistas; lo mismo que los movimientos de extrema derecha tradicional (xenófoba), necesitan radicalizar a su tropa y reclutar a más gente para su causa. Ambas fuerzas aparentemente antagónicas de extrema derecha comparten el mismo objetivo: les gustan los baños de sangre. De aquí que estén preparadas para provocar incidentes racistas. En los últimos años, los habitantes fundamentalistas de un vecindario parisino empezaron a rezar por las calles y a bloquear el tránsito durante horas los viernes. El pretexto era que su mezquita local no era suficientemente grande. Pero desde luego lo era la Gran Mezquita de París que, a unas pocas estaciones de metro de donde se hallaban, estaba y sigue estando permanentemente casi vacía.

La policía vigilaba sin intervenir, y la cosa duró más de siete años. La única respuesta vino, ni que decir tiene, de un grupo de extrema derecha que invitó públicamente a compartir un aperitivo de “vino y cerdo” en esas mismas calles los domingos.

La acobardada izquierda debería haber tomado este asunto en las propias manos exigiendo el desalojo del espacio público tanto los viernes como los domingos, si no había autorización policial para ocuparlo como es legalmente preceptivo. La acobardada izquierda está preparada para ignorar las provocaciones de los musulmanes fundamentalistas, porque no desea verse tildada de “islamofóbica”. Uno siente que, en cierto modo, esa izquierda no es capaz de distinguir entre los creyentes en el Islam y el movimiento de extrema derecha supuestamente religioso que finge representar a todos los musulmanes. 

Fue esperando evitar una confrontación con Franco que los gobiernos europeos, incluyendo el gobierno socialista francés, se negaron a ayudar y a proteger al gobierno legítimo de la República española. Fue con la esperanza de evitar una confrontación con el  muy cortés señor Hitler que los gobiernos europeos fueron a Múnich y permitieron la invasión de Polonia por las tropas nazis.

La historia enseña que la cobardía en política no lleva a parte ninguna y que todos, a su debido tiempo, terminan pagando el precio de la infidelidad a los principios y a los derechos.

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Marieme Hélie-Lucas es una reconocida activista feminista argelina. Socióloga de prestigio internacional, ha sido la fundadora de la Red de Mujeres bajo la Ley Musulmana, así como coordinadora internacional de Secularism Is A Women’s Issue (El laicismo es cosa de mujeres).

Fuente: http://freethoughtblogs.com, 27 octubre 2013. La versión española se ha publicado en Sin Permiso el 23 de enero de 2016. 

Traducción de María Julia Bertomeu y Mínima Estrella

Maryam Namazie entrevistó va para dos años a la feminista socialista y reconocida luchadora laicista argelina Marieme-Hélie Lucas, de quien publicamos [en www.sinpermiso.info] la semana pasada una enjundiosa denuncia del

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Autor >

Maryam Namazie (Sinpermiso)

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32 comentario(s)

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  1. leonor

    JESUS DE NAZARET.VINO CON UNA SANA PROPUESTA.SOBRE TODO PARA LA FAMILIA.Y POR SOBRE TODO .GRAN RESPETO A LA MUJER..LLEVAMOS MAS DE DOS MIL AÑOS..Y TODAVIA NO LOGRAN ENTENDER EL TRASFONDO DEL MENSAJE..LA SOBERBIA Y LA ESTUPIDEZ .DESTRUYE LA DIGNIDAD .MAS RAPIDO QUE UNA GUERRA O UNA ENFERMEDAD..BENDICIONES DESDE CHILE AL MUNDO ENTERO.

    Hace 6 años 9 meses

  2. Carlitos Uruguay

    Cuando leo este artículo y cuando leo las intervenciones de los lectores, producto de la curiosidad, la investigación, de la capacidad de pensar, de transformar esas abstracciones en escritura valiente, elaborada, diversa, libre y hasta contradictoria, no saben lo que me alegra pertenecer a Occidente!

    Hace 7 años 6 meses

  3. jep

    Entrevista muy interesante que aporta un punto de vista más al debate sobre un muy complejo. Mariem Lucas peca de lo que denuncia porque, centrándolo mucho en el contexto francés, no menciona en cambio algunos elementos que ensucian a este paraíso del laicismo. Por ejemplo, el hecho que la ley de prohibición de los símbolos religiosos en las escuelas, no se aplicaba a los alumnos que portaban crucifijos y que la polémica estalló en torno al hiyab solo después que el Islam hubiera substituido al comunismo en su papel de enemigo número 1 de occidente y en un contexto de continuas intervenciones militares muy relacionadas con el control de las fuentes energéticas. Este es un tema a discutir con calma, país por país, y situándolo en su contexto histórico, político y cultural. La Francia laica y democrática era y es una potencia colonial depredadora que aun no es capaz de asumir su propia historia; como acaba de demostrar interviniendo en la guerra civil de su ex-colonia Siria.

    Hace 7 años 6 meses

  4. Alberto Díaz

    Hay mucha hipocresía por postureo, si se es realmente progresista no se puede aceptar un atuendo que o llevan esas mujeres o viene el padre o el hermano y les corta el cuello para limpiar "el honor de la familia".

    Hace 7 años 7 meses

  5. Andrónico

    Conocía por los medios franceses un extracto de la entrevista. El conjunto la supera ampliamente. Lo más importante es el grito que lanza: dejemos en Occidente de creernos que somos el centro del mundo. Por una vía inesperada la izquierda dominante termina asumiendo la superioridad cultural y desprecia los derechos y la situación de la gente en esos países. Aquí, más allá de las presiones de grupo, el problema es pequeño. Es allí donde es la grave. No tenemos que ir con bombas pero ¡apoyemos a laicistas y ateos que luchan y se la juegan! Estos días hemos visto como desde aqui se los ha linchado al grito de "colonialistas". Asco da tanto colaboracionismo

    Hace 7 años 7 meses

  6. Braanstein

    Me parece increíble que después de leer este impecable artículo tanto por la objetividad cómo por la racionalidad (y por ello mismo incomprensible para el fundamentalismo islámico) haya todavía comentaristas que se adhieran a la postura progre de salón que la autora ha dejado a la altura del betún. Te están demostrando irrefutablemente que eres un burro borrico total y tú lo confirmas con tu comentario. Va para todos los que siguen erre que erre con su progresismo mongoloide creyéndose superiores porque están supuestamente a favor de la "libertad"

    Hace 7 años 7 meses

  7. Félix

    Como empecemos a revisar "obligación travestida de libre voluntad alienada" en nuestra "laica" cultura occidental... Tan machista es imponer burkini como unos cánones de belleza determinados (por qué esos tacones de vértigo, con lo malos que son para la espalda), o obligar a las jugadores de volley femenino a vestir un diminuto bikini [sólo para deleite de babosos ajenos al interés por el deporte en sí e incapaces de meter su miembro en otra cosa que no sea un pomelo] mientras los hombres en esta misma disciplina compiten en pantalones cortos y camiseta. Muncho mejor, infinitamente mejor, que prohibir, es como dice otra persona en este foro recurrir a la razón, que las mujeres en todo el mundo tengan la capacidad y la posibilidad de empoderarse e ir vestidas como quieran. Al final un tribunal ha dictaminado que no se puede prohibir el burkini, por lo que esta absurda polémica sólo ha servido para fortalecer a la extrema derecha europea y al fundamentalismo religioso.

    Hace 7 años 7 meses

  8. Renton

    Hay puntos con los que estoy de acuerdo aquí, pero veo muchos que no me gustan. El problema aquí es la figura de la prohibición como tal. Ya que ejerce una imposición corporal, cultural y sobretodo moral, legitimada por quienes lo ejercen, por un juicio occidental e interesado. Ella habla de una visión occidental-céntrica de la “izquierda occidental”, porque según ella (tomando la parte por el todo) obvia la situación fuera de occidente, mientras ella legitima constantemente esta imposición moral occidental. En este contexto, hablar de la falta de relación teológica coherente entre el Corán y el velo, o reducir (ya que le gusta hablar de reducción) un problema concreto a la relación que guarda con su origen en términos de magnitud, me parece demagogo y falaz. Me parece interesante leer esto, pero también me parece un texto peligroso, ya que puede servir de escudo ideológico para un pensamiento menos tolerante de lo que se cree.

    Hace 7 años 7 meses

  9. Renton

    Hay puntos con los que estoy de acuerdo aquí, pero veo muchos que no me gustan. El problema aquí es la figura de la prohibición como tal. Ya que ejerce una imposición corporal, cultural y sobretodo moral, legitimada por quienes lo ejercen, por un juicio occidental e interesado. Ella habla de una visión occidental-céntrica de la “izquierda occidental”, porque según ella (tomando la parte por el todo) obvia la situación fuera de occidente, mientras ella legitima constantemente esta imposición moral occidental. En este contexto, hablar de la falta de relación teológica coherente entre el Corán y el velo, o reducir (ya que le gusta hablar de reducción) un problema concreto a la relación que guarda con su origen en términos de magnitud, me parece demagogo y falaz. Me parece interesante leer esto, pero también me parece un texto peligroso, ya que puede servir de escudo ideológico para un pensamiento menos tolerante de lo que se cree.

    Hace 7 años 7 meses

  10. Judío antisionista

    Creo que la izquierda se resiste a criticar a los musulmanes porque actualmente estos suelen estar en el papel de víctimas: Palestina, Irak y muchos etcéteras, amén de cierta discriminación hacia ellos en Occidente. Pero si el ser víctimas bastara para justificar cualquier cosa, es evidente lo que hemos sufrido los judíos y yo mismo debiera ser sionista en vez de ser antisionista por convicción moral. Una injusticia no justifica la otra, los derechos humanos son unos solos para hombres y mujeres de cualquier origen y religión.

    Hace 7 años 7 meses

  11. jjj1789

    Estupendo artículo. Por fin sentido común. El día que yo vea en un grupo musulmán una chica con pantalones rotos, una adolescente enseñando nalga y otra chica con velo, defenderé su derecho a llevar velo. Hasta entonces, lo que hay que defender es el derecho a NO llevar velo, porque ahora es una obligación travestida de libre voluntad alienada.

    Hace 7 años 7 meses

  12. Nisio

    A esta señora se le olvida que esa "izquierda postlaica" odia tanto la cultura cristiano-occidental que todo vale contra ella; de forma que exige a una lo que permite al islam; aún más, tacha a la primera de antifeminista, antihomosexual, anti...mientras aplaude con las orejas o calla hipócritamente ante todo lo que hace el mundo islámico en ese campo. Cada vez más islamismo e izquierda van de la mano en esta Europa decrépita. Pero tranquilos que la evolución demográfica se encargará de acabar con nuestro sistema. Lo tendremos merecido.

    Hace 7 años 7 meses

  13. Joan

    Insistiré en lo magnífico del artículo. Algún día, otros tótems de la izquierda tienen que caer, y en el sentido del articulo alguien tendrá que meterle mano a determinadas formas de feminismo. Soy libertario, soy antisexista, igualitarista, y lo siento, pero me chirrían muchos argumentos de la decadente izquierda progre de pensamiento único. A ver si despegamos algún día...

    Hace 7 años 7 meses

  14. explorador

    ¿Las musulmanas astronautas también deben llevar velo? ¿Cuando colonicemos Marte estaremos también con estas gilipolleces?

    Hace 7 años 7 meses

  15. INGRID

    Joan, yo he hecho top less en turquía y en tunez. en estados unidos no me he atrevido. en méxico me han llamado la atención, en alguna playa del norte me he sentido incómoda...en muchas playas y piscinas he visto chicas y mujeres bañarse con la ropa de calle, en Africa, en estados unidos, en europa...y si dejamos que cada una haga lo que quiera?

    Hace 7 años 7 meses

  16. José

    Bastante de acuerdo. He escrito esto hace varios días sobre el asunto. A ver qué les parece... https://laestaciondelcambio.wordpress.com/

    Hace 7 años 7 meses

  17. Carlos

    Este trozo es bastante representativo de la entrevista: " PREGUNTA: ¿cómo podría procederse a restricciones (atendiendo también al caso francés) sin inflamar más el racismo y el fanatismo contra musulmanes e inmigrantes y cuál es la conexión entre ambos?, RESPUESTA: En tal caso, ¿la resistencia al nikab/burka/pañuelo y cualquier forma de velo en nuestros países habría que calificarla también como “racismo”? Las mujeres que eligieron morir antes que llevar velo en la Argelia de los 90 actuaron racistamente contra su propio pueblo?" Buena respuesta, además de demagoga y tramposa no hay nada como coger la parte por el todo para obviar los distintos contextos presentes en cada caso y así reforzar el argumento de una. Nada como medios progresistas bailándole el agua a la extrema derecha ( y no hablo de la extrema derecha de Yubuti ni de Gabón, hablo de la de "aquí") para tranquilidad de mucha gente de pretendido progresismo pero con complejos de sentir hostilidad hacia el "diferente".

    Hace 7 años 7 meses

  18. Lara

    El artículo está muy bien, y la argumentación de Marieme Hélie es coherente. Ahora, expongo mis ideas, que van más bien en la línea de las expuestas por Brigitte Vasallo hace unos días. Yo estoy en contra tanto de la imposición del velo como de su prohibición. Parecen dos posturas contrapuestas, pero en realidad no lo son: creo en la libertad de elección. Creo que alguien debería ser libre tanto de llevar el velo como de no llevarlo, sea por razones culturales, estéticas o porque le da la santísima gana. Desde mi perspectiva de mujer occidental, la idea de que me intentasen obligar a llevar velo me produce un instantáneo rechazo, pero ahí está la clave: no soy ellas. Mis circunstancias no son las suyas. Y creo que la gente se equivoca al poner el centro del debate en laicismo vs. no laicismo, cuando en realidad el debate, a mi modo de ver, está más bien en libertad de la mujer vs no libertad. ¿A qué me refiero? A que creo que se debe dejar que sean las musulmanas las que decidan, garantizando, en los países occidentales, su protección en caso de que no quieran llevar velo y en el seno de su familia esa elección pudiera devenir en privación de su libertad o acciones contrarias a sus derechos fundamentales. Además, resulta muy fácil, desde el privilegio de mi origen y de mi cultura, opinar sobre el velo, pero es que de lo que se está hablando es de la posibilidad de que haya mujeres que no puedan ir a la playa. Repito: HAY MUJERES QUE, POR ESTA LEY, NO PODRÍAN EJERCER SU DERECHO DE CIUDADANAS LIBRES A DISFRUTAR DE UN DÍA DE PLAYA COMO CREAN CONVENIENTE. Mientras, yo, europea de nacimiento, blanca, atea, podría estar en bikini, en topless, en vestido, en shorts y camiseta, en pareo, con sombrero, con pañuelo, con gorra, en bañador, con un traje de neopreno (que, manda narices, es casi lo mismo). Desgraciadamente, inmiscuirse en la vestimenta de las mujeres no es algo nuevo. No quedan tan atrás los tiempos en que no se podía llevar un bañador que excediera determinados centímetros por encima de la rodilla. No es tan lejano el día en que te podían encerrar en la cárcel por ir en topless o el nudismo era ilegal en la ahora tan “moderna” Europa, que impone la tiranía del destape cuando antes mostrar un tobillo era un escándalo. Mi papel debe ser el de observar, y aprender, apoyar a las mujeres musulmanas en su lucha, la orienten en el sentido que la orienten (si bien defenderé la opción de “libre elección” siempre), es decir, ejercer la sororidad feminista más allá de diferencias culturales.

    Hace 7 años 7 meses

  19. Joan

    Deberíamos lucir estupendas cadenas, porque somos esclavos... Yo contra el burquini; un monumento a la autorepresión. Si les escandalizan los ojos que se los arranquen. Ya está bien de contemplaciones con los educados en la represiva e inquisitorial sociedad islámica. La paradoja es que te encuentras bañándote al lado de alguien que te restriega con su atuendo su supuesta superioridad moral y religiosa (que no tienen) cuando tu estás con tu compañera en topless o al lado de gente con biquini... ¿De qué van? Para eso que no vengan a la pecaminosa Europa, que les vamos a poseer... Lo siento, pero me parece fatal que no pelee contra estos retrocesos. Como dice 12, los nuestros también indignan, y hay otras razones... pero influir y liberar pasa por educar, y no parece que nadie se atreva a toserle al nuevo Islam ultraconservador y "ultraobligador". Ya está bien... Miles de kilómetros de playas hay en África. ¿A que no os dejan ir en topless?

    Hace 7 años 7 meses

  20. Fer

    Maravillosa entrevista. Deslumbrantemente esclarecedora. Y de lectura obligada sobre todo para tantos de nosotros que, en este asunto, tenemos tendencia a que se nos reblandezca el cerebro y a dejarnos llevar por un "buenísmo" estúpido,

    Hace 7 años 7 meses

  21. Le Progressier

    Qué ganas tenía de que un medio progresista publicara esto. 100 % de acuerdo!

    Hace 7 años 7 meses

  22. juan

    muy buen artículo, mientras aquí la izquierda peca de progresismo de salón, aquellos que no permiten cines porno ni desfiles del orgullo en sus países nos obligan a que lo suyo esté permanentemente exhibido en la calle. Enhorabuena a las autoridades francesas que han actuado sin contemplaciones, contra la creación de una prenda "de buena musulmana" para acabar siendo obligatoria y esos filántropos pagamultas que no dan dinero para que los refugiados puedan rehacer sus vidas, pero sí las multas a la del burkini.

    Hace 7 años 7 meses

  23. julio

    Gracias. Finalmente un argumento que ayuda a desvelar un serio problema. Valientes argumentos.

    Hace 7 años 7 meses

  24. Rocío

    ¡Bravo Marieme-Hélie Lucas! Bravo por sus respuestas, por sus argumentos, por su sensatez. Gracias.

    Hace 7 años 7 meses

  25. Albert

    He visto que en el artículo de arriba se menciona el velo de algunas alumnas de confesión musulmana en los colegios y tal. Pues bien, ahora me acuerdo que cuando yo iba a clase las gorras tambien estaban prohibidas dentro del aula, y nadie montó ningún escándalo por ello. ¿ Cual sería entonces la diferencia entre el velo llamado "islámico" y las gorras ?? ... Pues ninguna, puesto que yo sepa en el Corán no existe alusión alguna al velo (esto ha sido dicho por ciertos expertos en el tema). Estaríamos entonces ante una pura maniobra por parte de los musulmanes para presentarse como víctimas ante la opinión pública, toda una manipulación.

    Hace 7 años 7 meses

  26. David Mo

    No he entendido la propuesta de esta Sra. ¿Que creemos una policía de costumbres para que vaya arrancando velos y acortando faldas por playas, calles y plazas? ¿Que expulsen de la dulce Francia a todo aquél que renuncie a tomarse un vaso de beaujolais y comerse una salchicha? ¿Que votemos a los valientes de extrema derecha que van repartiendo chorizo y caña? Me parece un poco grotesco este artículo.

    Hace 7 años 7 meses

  27. caipira

    A ver... en este misma portada hay uno que dice que la izquierda se ha vuelto islamofóbica y otra que dice que la izquierda es proislámica..Aclárense .

    Hace 7 años 7 meses

  28. Fernando

    Excelente entrevista. Me ha aclarado de forma radical el asunto. Debería ser de lectura obligada. Gracias

    Hace 7 años 7 meses

  29. Rocío

    ¡Enhorabuena por el artículo!

    Hace 7 años 7 meses

  30. Juan Manuel

    NO al velo. Que lo lleven en su casa. O en su país. Punto.

    Hace 7 años 7 meses

  31. Nuska

    "oímos cada día un montón de voces sobre esas pobres mujeres “obligadas a quitarse el velo” en contextos no-musulmanes --señaladamente en Europa y en Norteamérica--, pero yo todavía no he visto ningún sitio en donde eso ocurra." Desgraciadamente, después de lo de la playa de Niza, ya no se puede seguir diciendo esto. Creo que involucionamos.

    Hace 7 años 7 meses

  32. Jesús Díaz Formoso

    A mi, lo que me indigna y me hace batir las manitas al aire son las sotanas y los hábitos que hacen monjos y monjas, queridos miembros y miembras. Las niñas enclaustradas en conventos y conventas. La pederastia como desahogo sexual eclesiástico. Las cruzadas del s.XXI consisten en radicalizar y luego acusar de radicales, a quienes tienen una vsión del mundo y de la vida no material. Todos consumidors del nuevo estado laico, ue no se caracteriza por la Libertad Religiosa, sino por la persecución a las religiones no estatalizadas. El Burkini es un avance en la liberación de la mujer islámica que puede ir a más; hay que cortarlo ya; que se queden en casa, nada de playa para el infiel, dicen los laicos vaticanos por la boca de sus empleados que les pagamos los que renegamos de las sectas fundamentalistas. Prohibir y obligar es progresista. Influir y liberar con la cultura y la razón es cosa viejuna, no mola.

    Hace 7 años 7 meses

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