1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Pequeña, nueva, universal, colonial

La (extraña) Edad de Oro de la literatura vasca

Iban Zaldúa 16/06/2017

<p>Una mujer camina bajo la lluvia en una calle de Bilbao.</p>

Una mujer camina bajo la lluvia en una calle de Bilbao.

Benito

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

1. Uno de los problemas de la literatura vasca es que puede ser demasiadas cosas al mismo tiempo, o, mejor dicho, serlas según quién sea el interlocutor. Puede ser, en su versión más reducida (y estricta, y simple), la literatura en euskera. O puede ser, en su versión Estado de las Autonomías, la literatura escrita en euskera y castellano en la Comunidad Autónoma Vasca e incluso, a veces (pocas), en la Comunidad Foral de Navarra, esa Valencia del norte. O, en su versión más ampliada, la literatura escrita en euskera, castellano, francés (en el País Vasco continental), inglés o cualquier idioma que se nos ocurra (siempre que surja de alguna de las diásporas con las que los vascos hemos honrado al globo terráqueo: da igual la distancia generacional que haya entre el autor y los conquistadores/colonizadores/emigrantes originales, con tal de que el tema de la escritura sea “vasco”), como proponen algunos de los representantes de nuestros Cultural Studies (sí, las plagas académicas no respetan ninguna frontera…).

Yo aquí, por comodidad, porque es la que mejor conozco y porque sospecho que es por lo que El Ministerio me ha pedido esta colaboración, hablaré de la literatura vasca en su primera acepción, es decir, en la de literatura escrita en lengua vasca. Sin que eso suponga que rechace ninguna de las otras dos: yo estoy muy a favor de la geometría variable, sobre todo en el campo de la literatura (no tanto en el de la aeronáutica militar).

2. En ese sentido la vasca es, qué duda cabe, una literatura pequeña. Estamos hablando de una comunidad de hablantes que cuenta con unos 800.000 efectivos, con competencias lingüísticas muy diferentes y que de ninguna manera se puede asimilar al número máximo de potenciales lectores, que según las cifras más habituales habría que situar entre unos utópicos 90.000 y pico --el número máximo de ejemplares que ha logrado vender un libro que haya podido hacerse a la vez con el mercado cautivo de secundaria y el de la enseñanza del euskera para adultos, como es el caso de la nouvelle cómica Kutsidazu bidea, Ixabel, de Joxean Sagastizabal (Alberdania, 1994)--, los optimistas 40.000 en que cifra el sociólogo y escritor Harkaitz Zubiri el número de “lectores moderados” en euskera, la más realista de 10.000 que suele asomar cuando conversas con algunos editores (tan reacios a proporcionar cifras de cualquier tipo), o la derrotista de 1.700 que aparece al pie del título de la lujosa revista Erlea, que dirige Bernardo Atxaga y publica la Real Academia de la Lengua Vasca (“1.700en aldizkaria”, “la revista de los 1.700”, que sería el número de lectores fieles, apasionados o verdaderos en euskera). Se publican unos cien títulos al año de lo que podríamos llamar estrictamente literatura para adultos (dejando a un lado el libro técnico y académico), hay cinco editoriales con un catálogo literario de importancia y unas cuantas más de menor tamaño y producción (destacan entre las ‘pequeñas’ las que se dedican a la traducción de literatura extranjera al euskera), una crítica periodística bastante consolidada (y una industria creciente en el campo de la crítica académica) y una buena red de talleres de lectura, asentada sobre todo en el País Vasco peninsular.

No está tan mal, teniendo en cuenta la penosa trayectoria de la literatura en euskera hasta los años sesenta o setenta del pasado siglo.

3. Porque la vasca, tal y como la conocemos hoy, es una literatura (relativamente) nueva. Tenemos nuestros ‘clásicos’ (Etxepare, Axular, Mogel, Agirre, Lizardi, Orixe…), pero, en conjunto, y como he señalado antes, el balance es relativamente pobre y el interés literario de dicho corpus, pasto de filólogos, muy limitado: taras de la combinación de un pequeño número de hablantes más unas élites que miraban hacia otra parte (casi siempre hacia la administración de la Monarquía Hispánica o, una vez iniciada la industrialización, hacia el estrecho “mercado nacional” español) más la falta de oficialidad o co-oficialidad del idioma más la fagocitación del mismo, en sus versiones escritas, por parte de la Iglesia (sobre todo la católica). La batalla contra la agonía franquista del idioma que, en el campo literario, llevaron a cabo pioneros como Txillardegi, Gabriel Aresti o Ramon Saizarbitoria (que asumieron por primera vez que había que hibridar, de una manera u otra, euskera y vanguardia), la refundación y revitalización del (los) nacionalismo(s) vasco(s), el proceso de estandarización del euskera (del que se cumplen cincuenta años) y, a partir de la Transición, la co-oficialidad y el desarrollo de la lengua vasca en el ámbito educativo (en la Comunidad Autónoma Vasca, y, más débilmente, en Navarra e Iparralde) propiciaron un borrón y cuenta nueva cuyo resultado es la literatura vasca actual, que, sin duda, está viviendo su Edad de Oro.

Una Edad de Oro que sólo puede postularse, por fortuna o por desgracia, en relación al Mordor literario por el que transitábamos previamente, claro está. Y que, irónicamente, nos ha sobrevenido en el momento histórico en que más baja es la consideración de la literatura por parte de la sociedad en general, aquí y en todas partes.

Decididamente, no se puede tener todo.

4. De hecho, puede decirse que, para bien y para mal, la literatura vasca es parte ya de la literatura universal, si por ‘literatura universal’ entendemos la que se practica en el Occidente postindustrial y turbocapitalista. No es poco: como mostraba en el punto anterior, eso no es algo que pudiera decirse hace cuarenta o cincuenta años. Evidentemente, nuestra literatura sigue teniendo peculiaridades, tanto a causa de su pequeño número de hablantes (cfr. el punto segundo), como por la situación de diglosia que padece la lengua (hablaré de esto más adelante). Pero entre los que postulan la alteridad radical de la literatura vasca, y los que señalan sus rasgos de normalidad o asimilación con respecto a lo que ocurre entre las literaturas de las lenguas de nuestro alrededor, yo diría que mi posición se acerca más a las de estos últimos. No estoy muy de acuerdo con Joseba Sarrionandia cuando postula que “actuar en favor del euskera aún es una manera de ir en contra de la normalidad”: en el campo literario, al menos, no creo que sea así, o no tanto al menos (bueno, lo que me ocurre quizá es que tengo un déficit de romanticismo, lo que muchas veces es un problema a la hora de lidiar con las citas de Sarrionandia…). Y digo esto porque las modas literarias, sin ir más lejos, llegan casi al mismo tiempo que a las literaturas circundantes, como ha ocurrido con el guerracivilismo, la autoficción y el autobiografismo de autoayuda, o la llamada no-ficción; antes podían pasar generaciones hasta que eso ocurría, si es que llegaba a ocurrir. El hecho de que ahora, al contrario que hace cien años, se escriba para un lector (como poco) bilingüe e hiperconectado tiene mucho que ver con eso, claro.

Ciertamente, el hecho de que la literatura vasca actual sea nueva, en el sentido que he señalado en el punto tercero, ha dado lugar a unos cuantos episodios de regocijo adanista en estas últimas décadas, aunque yo no esté tan seguro de que eso sea tan positivo como postula Xandru Fernández al hablar de la literatura asturiana. Por ejemplo, cada vez que se publica una novela de ciencia-ficción en euskera se jalea casi como si fuese la primera vez que se hollase ese territorio, y el actual boom internacional de la novela-negra-devenida-en-vulgar-thriller, que ha dado lugar a unas cuantas imitaciones vascas (a mi entender) en general bastante anoréxicas, ya ha producido una semana de la literatura vasca negra (o negra vasca) que se celebra anualmente, cómo no, en el Baztán, y una beca de creación que amenaza con perpetuar y engordar la nómina de obras en esa línea.

Sí, supongo que la normalidad también es eso…

5. De todas formas, habría que añadir que, por muy moderno, universal y normal que resulte a su escala, el vasco es en gran medida un sistema literario colonial, es decir, dependiente o subordinado (en parte) al sistema literario español. Aunque ha habido intentos de “puentear” a la española con el fin de que los productos de nuestra literatura llegaran directamente a circular por la República Mundial de las Letras (probablemente fuera Kirmen Uribe quien más lejos llegara por esa vía, y el instituto Etxepare, nuestra versión del Cervantes o el Llull, también ha contribuido a ello, en estos últimos años), lo cierto es que el espacio español sigue siendo parada y marco ineludible para las letras eusquéricas. Tanto por la influencia, de cara al mercado literario español (pero también al propio vasco) que tienen galardones estatales como los Premios Nacionales (que han ganado en sus diversas modalidades autores como Bernardo Atxaga, Unai Elorriaga, Mariasun Landa, Kirmen Uribe o Anjel Lertxundi), como por las (mayores) posibilidades que ofrece para la profesionalización, bastante escasa entre los autores vascos, y más aún después de la crisis de la clase media literaria, que también ha tenido su reflejo por estos pagos. La literatura en euskera, junto a la gallega, la asturiana y (quizá en menor medida) la catalana, forma parte de la periferia de la literatura española, a la que proporciona regularmente, vía traducción o autotraducción, una serie limitada de productos más o menos exóticos, algunos de los cuales, gracias al punto de apoyo que ofrece el sistema literario español, acceden con mayor o menor fortuna, primero al mercado hispano del libro, y, por lo general después, a los del resto del mundo. Aunque algunas editoriales vascas como Elkar, Erein, Txalaparta o Pamiela hayan creado divisiones especializadas en publicar traducciones al español de obras escritas originalmente en euskera, su distribución a nivel peninsular suele ser deficiente, y la mejor manera de lograr algún eco en el mercado español sigue siendo a través de editoriales radicadas en los centros de Madrid o Barcelona.

Este colonialismo es algo que también habría que contemplar desde el lado de la demanda: los lectores euskaldunes del País Vasco, como he señalado antes, son bilingües (casi) en su totalidad y, por lo tanto, los libros escritos o traducidos al euskera no son los únicos que compiten por ellos: también lo hace la aplastante producción literaria en español o en francés, que no es extraño que gane por goleada diglósica, a causa de su mayor abundancia y diversidad (no tengo más que acordarme de esto cuando leo o escucho el lamento de algún escritor en español, no pocas veces superventas, por las enoooormes ayudas que recibe la producción literaria en euskera por parte de las instituciones autonómicas: hay gente con muy mala baba).

Lo único que cabría añadir al hecho de que el vasco es un sistema literario colonial, integrado dentro de la economía-mundo española, es que yo diría que lo es… por fortuna. No dudo que tenga sus aspectos negativos o distorsionadores, y yo (no voy a ser menos que la Carta de las Naciones Unidas) también estoy, en principio, por la descolonización. Pero que les pregunten a los escritores vasco-franceses: una Itxaro Borda o un Ur Apalategi, que escriben en euskara en el País Vasco continental, jamás tendrán la posibilidad, a consecuencia de la asfixia jacobina que el Hexágono impone a sus periferias, de ganar un Goncourt o un Renaudot; España, al menos en su configuración actual, le hace un hueco, aunque sea pequeño, a sus literaturas periféricas.

Es decir: algo es algo (aunque toquemos madera, porque, conociendo los vaivenes de la historia española, es posible que pronto nos sacuda otro acceso de fiebre nacionalista centralizadora…).

6. ¿Y qué es lo que puede vender la literatura vasca al centro de la literatura hispánica, primero, y a la República Mundial de las Letras, después? ¿Qué podría marcar la diferencia, en qué ámbito podría obtener su comercio literario exterior algún tipo de ventaja comparativa o absoluta? Durante algunos años hubo gente, como el escritor navarro Jokin Muñoz o como (me acuso) yo mismo, que pensamos, ingenuamente, que El Terrorismo Vasco / El Conflicto Vasco / Las Circunstancias Político-Históricas Por Las Que Estaba Atravesando El Pueblo Vasco (o, como solíamos abreviar, La Cosa) habría podido ser su tema estrella, como The Troubles podía serlo para la literatura irlandesa, las guerras balcánicas para las exyugoslavas o el narcotráfico para la mexicana. De hecho, si un tema había marcado la agenda de la literatura vasca desde su refundación a principios de los setenta y, sobre todo, a partir de los noventa, ese fue el de La Cosa, tal y como explicaba en mi reseña de Patria (de manera que no voy a alargarme en el asunto). Por cierto, una de las razones que, después de atravesar los yermos de la literatura clásica vasca, propiciaron que yo volviera a leer libros en euskera fue esa: que algunos de ellos hablaban, mejor o peor, de lo que nos estaba pasando.

Pero estábamos equivocados. Quizá porque lo que nos estaba ocurriendo, por muy trágico que fuera, no resultara en realidad tan importante para el público lector español, y menos aún para el hispánico o el mundial (y cada vez menos, desde que otros conflictos mucho más graves ocuparan su lugar en los telediarios). O puede que los enfoques desde los que los escritores vascos abordaban La Cosa no fueran los que dichos públicos querían encontrar.

O que fuera simple cuestión de suerte, que (abjuro por un momento de mi materialismo artístico à la Hauser) a veces también juega su papel en el devenir literario.

7. El caso es que los productos que el Reino de España, primero, y la República Mundial de las Letras, después, requirieron con más asiduidad del ultramarinos literario vasco tenían que ver mayormente con un cierto neocostumbrismo o un folclorismo más o menos rural; me estoy refiriendo, claro está, a las obras de Bernardo Atxaga, empezando por la imbatible Obabakoak (Erein, 1988), que me sigue pareciendo un gran libro de cuentos, y a Kirmen Uribe con su Bilbao-New York-Bilbao (Elkar, 2008); algo más difícil de encajar en ese esquema es la narrativa fantástico-amable de Unai Elorriaga, que también tuvo su momento, aunque, quizá no por casualidad, el tratamiento cinematográfico que a su SPrako tranbia (Elkar, 2001, traducida al español como Un tranvía a SP) le dio el malogrado director Aitzol Aramaio (Un poco de chocolate, 2008) apuntaba un poco en esa dirección pintoresquista. Los intentos por otros de nuestros grandes autores como Ramon Saizarbitoria o Anjel Lertxundi por asaltar el mercado central con libros de carácter más universal (o ligados al tema de La Cosa), a veces desde grandes editoriales (entonces) muy españolas y mucho españolas como Espasa o Alfaguara (recordemos obras excelentes como Los pasos incontables, Guárdame bajo tierra o Un final para Nora), se saldaron con resultados (de venta) más bien discretos, tanto que ambos volvieron a publicar sus obras traducidas al español en sus editoriales locales, con poca repercusión fuera del ámbito de los lectores en castellano del mismo País Vasco. Por cierto, puede que no sea fortuito el hecho de que Unai Elorriaga no haya publicado aún en español su última novela, Iazko hezurrak (Susa, 2014; en castellano se titulará Mapas y perros), que a mi entender es la mejor que ha escrito y trata por primera vez directamente de (vaya) La Cosa (entre otras cuestiones). Todavía no tiene editor, que se sepa.

Vale, quizá también sea casualidad que haya sido ese tipo de literatura la que más hemos exportado. Aunque, como soy mala persona, tiendo a sospechar de todo…

8. Sin embargo, tengo que reconocer que la irrupción de Patria, el super-hit de Fernando Aramburu (Tusquets, 2016), me ha hecho reconsiderar (en parte) mis opiniones sobre el tema. Quizá La Cosa no estaba destinada a ser la salvación de la literatura vasca en euskera, sino, paradójicamente… de la literatura vasca en castellano. Bueno, seguramente a Fernando Aramburu, que siempre ha jugado en otra liga (la de la literatura española), nunca le ha interesado demasiado el ámbito de la literatura vasca en castellano, salvo como plataforma para atacar a la “subvencionada” y “cautiva” literatura en euskera; por fortuna, entre las nuevas generaciones de escritores vascos en español, que también juegan con todo derecho en esa liga, hay muchos autores (algunos de ellos bilingües), como Txani Rodríguez, Aixa de la Cruz, Juan Carlos Márquez, Nere Basabe, Iban Petit o Lucía Baskaran, que conocen y no desprecian por sistema la producción en lengua vasca, y mantienen abiertas, esperanzadoramente, vías de comunicación entre (perdón por la metáfora) las dos orillas.

En todo caso, volviendo a lo que nos ocupaba, el éxito de Patria no sólo ha eclipsado la aportación eusquérica al tema de La Cosa, sino también la que realizaron antes que él autores en castellano como Raúl Guerra Garrido, Ramiro Pinilla o Luisa Etxenike, por citar algunos de los más señeros. Y lo hace, por desgracia, apelando al cliché y al esquematismo, renunciando a la complejidad que reclamaba Edurne Portela en su libro El eco de los disparos (Galaxia Gutemberg, 2016) para que la “imaginación ética” y la empatía se pongan en marcha, aunque todo esto ya lo intenté mostrar en mi crítica, citada más arriba.

Si lo vuelvo a traer aquí es por lo que he adelantado antes, sobre la cuestión de que quizá los escritores eusquéricos no hayan dado en “la diana de La Cosa” porque no han escrito lo que una buena parte del público español (incluyo aquí al vasco, por supuesto) quería encontrar: una visión simple y unívoca, que confirmase lo que de hecho ya sabían sobre la cuestión del terrorismo en el País Vasco. Yo, en ese sentido, tiendo más a apreciar la literatura que se escribe “a la contra”, de frente a las expectativas del lector. Y eso es algo que, en lo que respecta a este tema, ha hecho mucha de la mejor literatura que se ha escrito en euskera sobre La Cosa: poner en cuestión las convicciones y los mitos de los lectores abertzales, que son mayoría en el público vasco; es, como digo, lo que han intentado (entre otras cosas) autores como Jokin Muñoz, Ramon Saizarbitoria, Bernardo Atxaga, Xabier Montoia, Arantxa Urretabizkaia, Juanjo Olasagarre, Anjel Lertxundi, Mikel Hernandez Abaitua, Harkaitz Cano o Itxaro Borda, entre otros.

Y temo que el éxito de una novela-apisonadora como Patria pueda borrar de un plumazo toda esa historia (eso sí que sería adanismo, del malo además), o convertirse a partir de ahora en la vara de medir de toda la literatura postETA. Aunque se me ocurre que quizá no esté todo perdido. Por una parte, porque, con un poco de suerte, es posible que la serie de televisión basada en la novela (y cuyo rodaje se anunció, significativamente, al poco de la publicación de la misma) la ‘sepulte’ una vez sea emitida: no sería la primera vez que lo que quede en la memoria colectiva sea la serie o la película, y no el libro en el que se basan. Y por otra, porque hay recomendaciones que, simplemente, son letales, y Patria ya ha recibido dos que deberían hacer dudar al menos a los buenos lectores de literatura: la de Mariano Rajoy, presidente del gobierno y habitual consumidor del diario Marca, y la de Belén Esteban, princesa del pueblo y residente en Sálvame. Sin comentarios.

En fin: la esperanza (de que un éxito de ventas no anule cualquier posibilidad de justicia literaria) es lo último que se pierde.

9. Por otra parte, y en contraste con el panorama que revela un éxito de ventas tan masivo como el de Patria, autoras como Eider Rodríguez han postulado que la literatura en euskera sigue estando, por su pequeño tamaño, relativamente protegida de los vaivenes de los mercados: la literatura vasca, como antaño el rock euskaldún en la canción de Hertzainak, no da beneficios económicos y eso permitiría, por ejemplo, que la proporción de libros de cuentos con respecto a la de novelas sea bastante mayor que la que podemos encontrar en el ámbito español, lo que tiene su reflejo en la vitalidad que el género goza en nuestro sistema literario, con autoras y autores como la misma Rodríguez, Karlos Linazasoro, Uxue Apaolaza, Ana Malagón etc. Eso no quiere decir que la novela no continúe su imparable avance: las editoriales saben que, aunque las ventas de una novela sean escasas, siempre serán más, en general, que las una recopilación de relatos, por lo que, sin dejar de publicar cuentos, impulsan más un género que el otro (de hecho ha habido una editorial que, bastante sistemáticamente, ha sugerido a sus autores, y a veces ha conseguido, que transformasen los libros de relatos que les habían presentado en novelas, con –frankensteinianos– resultados no siempre satisfactorios, según mi criterio).

No es casualidad, por cierto, que al hablar de los autores de relatos que más aprecio haya citado sobre todo a mujeres: un rasgo importante de la evolución de la literatura vasca en estos últimos años es el de la mayor presencia de escritoras (lo mismo que ocurre en las literaturas de nuestro alrededor). Hay quien ha hablado incluso de boom, aunque no creo que pueda decirse tanto: según mis cálculos sólo algo menos del 20% de la actual literatura vasca para adultos es obra de mujeres (el porcentaje sube a cerca del 30% si incluimos la literatura infantil y juvenil, que es un sector más feminizado), lo que no me parece mucho aún y, desde luego, me hace sospechar que quienes hablan de boom (siempre hombres, en general escritores, habitualmente a la hora de la sobremesa) lo hacen más bien movidos por el miedo a perder espacios y privilegios que basándose en un análisis realista de la situación. En todo caso, aunque falte mucho para la paridad y el progreso sea lento, el aumento en el número de obras publicadas por mujeres es significativo (en el quinquenio 2001-2005 apenas llegaba al 10%) y eso implica un aumento de la diversidad dentro del colectivo, lo que no puede ser más que positivo. Aparte de todas las citadas hasta ahora en este texto (que son para mí las mejores), yo destacaría a otras autoras como Arantxa Iturbe, Castillo Suarez, Mari Luz Esteban, Katixa Agirre, Miren Agur Meabe o Danele Sarriugarte, por ejemplo.

Algo parecido a lo que he señalado sobre el género cuento puede decirse de la crítica vasca: es posible que, a falta de un mercado realmente competitivo, la sumisión de la misma a los intereses comerciales o de la publicidad editorial sea mucho menor que la que se detecta en algunos suplementos culturales españoles. Pero eso no quiere decir que funcione de una manera más sana, y que cumpla de cara al lector con el cometido de separar el grano de la paja: los amiguismos, el proteccionismo cultural (“cómo vamos a llevarnos mal entre nosotros, con los pocos que somos y lo amenazado que está nuestro pequeño mundo…”), la cercanía, incluso física, entre escritores y críticos (que pueden cruzarse cualquier día o cualquier noche en un callejón oscuro…), pueden dar lugar a efectos tan distorsionadores como los que la búsqueda del beneficio empresarial causa en sistemas literarios de mayor tamaño.

De artefactos como los Premios de la Crítica, mejor ni hablar: si Ignacio Echevarría daba cuenta de lo vidrioso de los procesos que llevan a su concesión en el ámbito de la lengua española, de los correspondientes a la literatura en euskera sólo podemos decir que un grupo de colegas llevamos tiempo reivindicando que deberían pasar a llamarse los Premios del Crítico, porque, sí, prácticamente es una sola persona la que desde hace años toma la decisión sobre los mismos…

10. Supongo que podría seguir, pero me da la impresión que ya me he extendido más de lo necesario, y, en todo caso, creo que he intentado proporcionar algunas pistas sobre el devenir de la literatura vasca, y, espero, algunas sugerencias, siempre discutibles, sobre autores y obras que podrían resultar interesantes. Animo a quien quiera a seguir investigando: en la literatura vasca, como en todas las literaturas de países similares al nuestro, hay muchos libros malos, un montón de mediocres y algunos buenos, y eso no se podía decir de la de hace cien años, cuando la mayoría de la producción caía en el lado de lo horroroso o, directamente, tendríamos dificultades para calificar a muchas obras como literarias. Ojalá alguien, a partir de estas páginas, llegue a alguno de esos buenos. O, al menos, se haya hecho una idea de lo que se cuece por aquí, en la extraña e irónica Edad de Oro de las letras vascas.

-----------------------

Iban Zaldua ha escrito, entre otras cosas, libros de cuentos como Etorkizuna (Alberdania 2005, traducido como Porvenir, Lengua de Trapo 2007) y Biodiskografíak (Erein 2011, traducido como Biodiscografías, Páginas de Espuma 2015), novelas como Si Sabino viviría (Lengua de Trapo 2005) y ensayos como Ese idioma raro y poderoso. Once decisiones cruciales que un escritor vasco está obligado a tomar (Lengua de Trapo 2012), algunas de cuyas ideas (no todas) se han colado, inevitablemente, en este artículo (o lo que sea),

Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí