1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Feminismos

La violación como forma de desahucio

La artista Jana Leo busca en su libro respuestas a su traumática experiencia

Nuria Alabao 12/10/2017

<p>Azoteas en Harlem.</p>

Azoteas en Harlem.

Jana Leo

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Estamos produciendo una serie de entrevistas en vídeo sobre la era Trump en EE.UU. Si quieres ayudarnos a financiarla, puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí.

 

“Era la segunda vez que me desnudaba ese día: primero para el médico, y ahora para un hombre armado con una pistola”.

“Se trata de pensar que no pasa nada, me dije a mí misma. Haz como si estuvieras en el médico y sigue las instrucciones. No pienses en lo que te está ocurriendo. Limítate a hacer lo que te pida y sé amable y coopera para que pase rápido, como cuando te quedas quieta para que te hagan una radiografía. Simplemente sigue las instrucciones y pónselo fácil.”

Estas son algunas líneas de Violación en Nueva York, recientemente publicado (Lince Ediciones, 2017). En sus primera treinta páginas, Jana Leo (Madrid, 1965) explica en detalle cada una de las palabras que intercambió con el violador, cada uno de sus movimientos, cada una de las cosas que pensó, mientras era violada, para evadirse de la situación: la pintura del techo tenía extrañas formas ese 25 de enero de 2001.

Después de la agresión, Jana reunió minuciosamente cualquier rastro de Bennie –el violador– en la casa. También empezó a escribir. “Busqué respuestas a lo que había sucedido, pero no encontré ningún libro que describiera mi situación: tuve que crear el mío. Empecé a narrar para documentar y para entender.” 

En los meses y años posteriores a su violación, la autora recopiló no solo información sobre su agresión, sino sobre cuántas había habido en el barrio, cuántos crímenes, por qué ese edificio, por qué ese barrio, cuál era su relación con la ciudad, con celo de archivera, de investigadora, de artista –su profesión–. La primera edición del libro se publicó en inglés ocho años después. En él desgrana muchas de las pistas que había ido encontrando.

Violencia y gentrificación

Jana Leo es madrileña. Emigró a EE.UU. para cursar un máster de arquitectura, después de licenciarse en Filosofía. Allí recaló en Harlem, un barrio tradicionalmente afroamericano muy castigado por el crack en los años 80 y 90, en ese momento inmerso en un proceso de transformación. El típico barrio céntrico de ciudad global que atrae una importante masa de turistas y se convierte en carne de gentrificación. El valor del suelo empieza a subir y empuja a la población residente, que no tiene más remedio que  marcharse a otras zonas. El color del barrio comienza a cambiar, también su clase. Llegan jóvenes profesionales y estudiantes blancos de clase media, que se instalan en él. Jana fue parte de ese proceso. 

Durante la investigación llegará a entender cómo su violación estaba relacionada con ese mismo proceso de renovación urbana, y la forma en la que algunos propietarios extraen rentas exageradas de él. Aquí también pasa. Le llamamos mobbing inmobiliario cuando el propietario deja degradarse el edificio para expulsar a los vecinos de manera que puede subir la renta, sustituyéndolos por otros. A Jana ya le había pasado de niña en Pueblo Nuevo, en las afueras de Madrid, junto a su familia. Pero en los 2000, en uno de los edificios más peligrosos de Harlem, eso implicaba cerraduras rotas, puertas que no cierran, permisividad con delincuentes a los que se deja dormir en la azotea y violencia. Y la forma generizada de la violencia es la violación. 

“En EE.UU. se ha creado una especie de ciudad A y otra ciudad B. Una es una burbuja para los turistas, la otra es la ciudad real. Ciertos edificios que se van a transformar como el mío, se convierten en sitios donde florece la delincuencia porque las cerraduras se rompen y las puertas están abiertas. Mi casa estaba dentro de los siete bloques más peligrosos del barrio, cosa que descubrí después. Había habido una muerte, otra violación y unos 50 robos con violencia.”

“Después del ataque, cuando llamé al casero para que arreglase la cerradura de la puerta de la calle que llevaba tiempo rota me contestó: ‘¿Te crees que vives en Park Avenue? Puedes marcharte si no te gusta.’ Y sabía lo que me acababa de pasar. Eso me indignó. En realidad, lo que él quería es que me fuese.”

Posteriormente Jana descubrirá algunas cosas para las que no encontrará explicación, como que aparentemente el violador dormía en la azotea o que una vecina del mismo edificio también había sido violada en su casa. Jana ha encontrado un nombre: “violación instrumental”.

“El hecho de que una persona se beneficie de tu violación no implica necesariamente que se lo encargue a alguien, pero sí que se produce un beneficio. En el caso de mi casero, podía conseguir que yo me fuese, por lo tanto, podía quedarse con mi depósito y también podía subir la renta un 20%. Era era una violación que le generaba beneficios en un entorno donde se facilita que se produzcan agresiones.”

Hace unos años, durante el cambio de milenio, Rudolph Giuliani se hizo famoso como alcalde de la ciudad y legitimador de las políticas de mano dura. De hecho, fue el inspirador de muchas de las normativas cívicas que se impondrían tiempo después en muchas de las ciudades españolas y que penalizaban cosas como la prostitución callejera o hacer pis en la calle. Control social como solución a la delincuencia, a través del urbanismo y la represión.

“Lo que pasó en algunas zonas durante la etapa de Giuliani es que la calles eran seguras --o lo parecían-- pero los edificios resultaban peligrosos. Se empujaba a la delincuencia dentro de los edificios, a los espacios ‘públicos’ dentro de estos. Hay que tener en cuenta que hay escaleras de incendios que conectan con las azoteas. Si la cerradura de abajo se deja rota y hay una puerta que lleva el tejado y los tejados son planos y comunicados, quiere decir que hay un espacio sin control, sin policía y sin gente”, cuenta. Gran parte de Violación en Nueva York relata precisamente eso, el intersticio, lo que no es ni público ni privado. En este caso sería responsabilidad del casero que es el propietario.

La amenaza de agresión sexual: arquitectura invisible

Muchas feministas han denunciado cómo la violación opera también como una forma de control social sobre los movimientos de las mujeres. “Las violaciones fuera o lejos del hogar se perciben como una forma de castigo, como si la víctima mereciera ser violada por haberse alejado de sus padres, de su pareja o de su casa”. El relato mediático acostumbra a poner el acento en el miedo, y en la presión indirecta para que las mujeres limiten sus movimientos. De ahí también los consejos que acostumbramos a escuchar: “No salgas de noche.” “No vayas por lugares oscuros”. “No viajes sola”. O peor, “no viajéis solas”. Porque dos mujeres que viajan juntas viajan solas.

“Gran parte del libro habla de todo esto, del gran porcentaje de violaciones que ocurren dentro de la casa o cerca de ella, cuando la casa se supone que es el espacio de la mujer y dónde está segura. Existe el mito ese de ‘no salgas tarde’. La idea de que la violación es un acontecimiento aislado, que ocurre lejos de lugares familiares, disociado de los aspectos cotidianos del día a día; es una ilusión. El 75% de los violadores son hombres que viven en casa de la víctima, o parientes con los que mantiene algún tipo de contacto social.”

El miedo puede obligar a encerrarse, pero también a lo contrario, a marcharse de un lugar. “Hay bastantes textos escritos sobre esto. En Colombia, por ejemplo, mandan a los soldados a violar para desplazar a las mujeres de sus comunidades. Es una forma de amedrentamiento”, explica Leo. En su caso, el terror a que el violado volviese y la matase hizo que se marchara. Antes de irse, él le dijo que si denunciaba la mataría. Y ella denunció.

Probar la violación

Como se explica en el libro, en EE.UU uno de cada de cada 10 hombres está en la cárcel o lo estará en un futuro, mientras en el caso de los negros, la cifra asciende hasta el 25%. Jana consiguió la condena de su violador aunque le costó que la policía se empeñara en localizarlo.

“De no haber sido blanca, no me hubiesen creído; de hecho, la otra persona que fue violada por el mismo hombre unos días después, y que presentó cargos, era mexicana y no la creyeron. Los cargos se desestimaron”, dice.

“Yo había ido a Princeton y tenía 33 años. Él era un negro de 19 años sin hogar. Como me decía la fiscal: ‘es que nadie se va a creer que tú, motu propio, te relaciones con ese hombre sin más’. Es decir, que si hay una relación entre una blanca con educación y un negro sin educación tiene que ser violación por narices. Yo pensé, ‘¡qué fuerte!’ porque si yo hubiera conocido a ese chico en un bar podría haber ligado con él”, cuenta.

“En cambio”, añade, “no puedo excitarme si no he elegido al tío ni la situación, si no hay consentimiento. Eso es lo que tienen que entender los hombres. No se trata de dónde lo conozcas, ni siquiera de cómo ha entrado en tu casa. Se trata de si has dicho sí o no. Y a veces, claro, es difícil de probar. Ahora me parece fundamental que en las relaciones alguien te pregunte ‘¿te quieres ir a la cama ahora?’ nn vez de tirarse encima de ti. Yo pregunto siempre. A mí no me gusta que se me echen encima como un acto de posesión. Me parece que debería ser un gesto para todos, en las mujeres y los hombres, que podría cambiar muchísimas cosas.” 

Escribir para conjurar el miedo 

Violación en Nueva York es una historia en primera persona, es una investigación, una pieza artística, un archivo, una manera también de darle salida al trauma. Si una se pone a recopilar datos, a pensar de qué manera está relacionado  lo que le ha sucedido con la violencia inmobiliaria, con el racismo, con la transformación de la ciudad global se consigue dar sentido al trauma en un relato más amplio. De alguna manera, fue una forma de terapia. Sin embargo, el relato en primera persona, reivindicación básica del feminismo, sitúa a quien lo hace en otro lugar peligroso: el de la transgresora. La violación es una cosa fea, que no hay que asociar nunca públicamente a tu propio nombre. 

“La transcripción literal de las dos horas de mi violación ha tenido consecuencias graves para mi carrera. En realidad el contar las cosas con detalle. No la teoría. No la perspectiva académica con distancia, sino la narración desde la perspectiva de un ser humano. Como por ejemplo, que no me contraten de profesora en una universidad porque he sido violada. Me lo han dicho así, no públicamente claro: ‘A ver cómo le explicamos a los padres, cuando miren el listado de profesores y busquen tu nombre en Google y aparezca la palabra violación;  y encima lo publicas’. Parece que lo que hay implícito es que me he salido de mi papel, porque en el momento que lo haces público eres una amenaza”, relata.

Traducirlo al español ha sido un proceso duro: el de revivir la violación quince años después. Pero Jana dice que no ha tenido ganas de maquillar la parte más cruda del relato. Piensa así, escribe así “desde los 13 años”.

“A mucha gente le parece que doy demasiados detalles, pero por otro lado tampoco me importa. Lo escribí para concienciar a los hombres, pero no quería purificarlo o quitarle la parte sexual. Sólo contarlo como fue. Incluso me da igual si alguien se pone leyéndolo. Incluso alguna vez me han preguntado si me excitan las escenas de violación. Y quizás en mi imaginación podría ser, pero eso no quiere decir que no tenga clara la diferencia entre la fantasía y la realidad. Claro que si yo tuviese ese precedente de decir públicamente que la violación en la imaginación puede excitarme antes del juicio, hubiese tenido muy difícil que me creyeran. Como esto es una guerra de interpretaciones, estamos muy jodidas”, concluye.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Nuria Alabao

Es periodista y doctora en Antropología Social. Investigadora especializada en el tratamiento de las cuestiones de género en las nuevas extremas derechas.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Liu

    para "pasempre": a la violación pagada se la llama prostitución. Luego, si a jana leo la violaron y ha recibido indemnización ha de callar. Comentarios nauseabundos de este tipo son los que hacen urgente y necesario continuar hablando en serio de la violación desde el punto de vista de quien la ha sufrido. Las películas y policiacos van llenos de mujeres violadas y muertas: el tipo amargado de turno, con o sin carnet de detective, nos descubre las cloacas de la sociedad y quién fue el criminal. Pero si, oh desgracia, una violada sobrevive y tiene más de dos neuronas en su cerebro para analizar el por qué además del cómo de la agresión y comparte con la sociedad sus reflexiones sobre los mecanismos con que la sociedad controla a las mujeres se la van a comer a insultos o la van a excluir de la sociedad bienpensante (no dándole trabajo como ella cuenta aquí).

    Hace 6 años 6 meses

  2. pasempre

    he escrito pero no sale

    Hace 6 años 6 meses

  3. pasempre

    Siento decirlo pero creo que usted esta vendiendo su violacion, pienso que usted relata en un libro su violacion, porque el daño irreparable que le causo, le ha orientado, para buscar una compensacion economica, de una sociedad que atiende al morbo de conocer los detalles intimos de su violacion Hace bien quizas es terapeutico y a la vez alivia su economia ,esta en su derecho, pero considerese pagada a todos los efectos

    Hace 6 años 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí