1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

El coche atropella a la salud y al medio

Se acumulan las evidencias sobre cómo el tráfico está convirtiendo en irrespirable el aire de ciudades y pueblos y provocando efectos más mortíferos que las enfermedades infecciosas, las endocrinas, las nerviosas y algunos tipos de cáncer

Eduardo Bayona Zaragoza , 29/11/2017

Zombi bailongo

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Espacio realizado con la colaboración del
Observatorio Social de “la Caixa”.

Irrespirable: “que no puede respirarse” o “que difícilmente puede respirarse” y, “dicho de un ambiente social, que resulta intolerable o que inspira gran repugnancia”. El adjetivo define con acierto la evolución reciente de la calidad del aire de la mayoría de las ciudades y los pueblos de España. Pero también describe, ya que “repugnancia” significa tanto “oposición y contradicción entre dos cosas” como “aversión”, la reacción de la mayor parte de las autoridades competentes ante lo evidentemente impopular de la medida clave para atacar ese proceso de deterioro de la salud y del medio ambiente: restringir la circulación de automóviles, especialmente de los movidos por motores diésel.

¿Qué tendrá Europa con los motores diésel? El 70% de los matriculados en el mundo circulan por su territorio, donde acaparan más del 50% de las ventas frente a cotas del 1% en EEUU y del 2% en China. Eso supone una peligrosa concentración de los vehículos de mayor potencial contaminante y una demostración de poderío, y al mismo tiempo de insensatez, de la industria automovilística y de los gobiernos que deberían controlar sus productos: ningún fabricante cumplía los parámetros de emisiones que marcó la UE cuando estalló el dieselgate, y apenas alguno lo hace en la actualidad, según revela un informe de la oenege Transports & Environment y Ecologistas en Acción presentado hace unos días por Ecodes (Fundación Ecología y Desarrollo) en Madrid. 

“Los vehículos diésel han demostrado ser el principal motivo de los altos niveles de contaminación por dióxido de nitrógeno en las ciudades europeas y la causa de 68.000 muertes prematuras de europeos por respirar aire con altos niveles de este gas”, señala el informe, que anota que “los cientos de pruebas de emisiones realizadas en condiciones reales demuestran que alrededor del 80 % de los automóviles y furgonetas vendidos en Europa desde 2010 (37 millones) son muy contaminantes y superan los límites de emisión de óxidos de nitrógeno en más del 300%”. 

El estudio desmiente la creencia según la cual los vehículos diésel emiten menos CO2 que los de gasolina. De hecho, si se tienen en cuenta las emisiones de toda la vida útil del automóvil resulta que ocurre lo contrario: “un auto diésel promedio produce 3 toneladas más de CO2 que el de gasolina durante su vida útil” por motivos como su mayor kilometraje, el hecho de requerir su combustible procesos de refinería más intensivos y el mayor consumo de material debido al peso y a la complejidad de la tecnología.

Sin embargo, añade, la laxitud de los controles en Europa ha permitido a la industria ahorrarse más de 500 euros por vehículo con “sistemas postratamiento –como los del escándalo dieselgate–”, ya que “cumplir las normas de emisiones haría que los precios de los automóviles diésel fueran prohibitivamente caros”. Esa política industrial se combina con medidas tributarias como el “bonus” que se aplica a los gasóleos, el cual “ha costado a los presupuestos nacionales casi 32.000 millones de euros en ingresos fiscales solamente el año pasado”.

La Comisión y el Parlamento europeos y los gobiernos locales han puesto en marcha, dos años después del ‘dieselgate’, la negociación sobre la homologación del nivel de emisiones atmosféricas de los automóviles, para la que Ecodes, que reclama “una normativa estricta”, propone conceder al primero de esos organismos “competencias amplias para la comprobación del rendimiento de los vehículos en carretera”, entre ellas marcar las normas para “los ensayos de emisiones de CO2 en condiciones reales y en funcionamiento”, y para “supervisar a las autoridades reguladoras nacionales” con el fin de “garantizar la interpretación coherente y correcta de los requisitos de homologación”.

Paralelamente, reclaman tres medidas de participación, transparencia y calidad, como serían “la inclusión de miembros independientes en el foro”, la creación de “una base de datos pública con la información clave sobre homologación y vehículos” y, por último, vetar los “ensayos selectivos”.

Mucho tráfico y anticiclón, poco viento y agua

Dos recientes informes de Ecologistas en Acción han puesto sobre la mesa los efectos que la intensidad del tráfico rodado, agravada por el cuadro anticiclónico de escasez de agua y de viento que reduce las posibilidades de limpieza natural, comienzan a tener en el país.

Por una parte, la presencia de dióxido de nitrógeno ha superado los límites tolerables este mes en siete ciudades que suman 6,5 millones de habitantes (Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza, Getafe, Salamanca y Guadalajara) y ha estado cerca de hacerlo en otras siete (Valencia, Córdoba, Valladolid, Granada, Santander, Lleida y León) que concentran a algo más de dos, mientras la presencia en el aire de partículas de diez o más micras de diámetro coloca en situación de riesgo a alrededor de diez millones de personas, ya que se unen a la lista anterior municipios como A Coruña, Avilés, Huelva y Murcia.

Sin embargo, solo dos ayuntamientos, y por supuesto ninguna comunidad autónoma ni mucho menos el Gobierno central, han tomado medidas: Madrid, restringiendo el tráfico rodado, y Valladolid, alertando a los vecinos de los riesgos que esos volúmenes de partículas entrañan para la salud de niños, ancianos, gestantes y personas con problemas respiratorios y cardiovasculares. 

La sordina de las respuestas, a las que la apelación del Ayuntamiento de Valencia a la quema de la paja del arroz añade un toque entre pintoresco y bíblico, resulta estruendosa ante la magnitud de la polución y los riesgos que entraña.

“La contaminación atmosférica es responsable de hasta 30.000 fallecimientos prematuros anuales en España, 23.000 por inhalación de partículas y 7.000 causados por el dióxido de nitrógeno, según el último informe sobre la calidad del aire publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (EMA)”, recuerdan desde Ecologistas en Acción.

El estupor ante esa falta de reacción crece cuando se advierte que la polución atmosférica duplica como causa de mortalidad a las enfermedades infecciosas (15.134 en 2015, último año con datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística) y a las endocrinas (14.065), duplica en fallecimientos provocados a la suma de los tumores de mama y de próstata (6.310 y 5.757) y le saca un tercio a los trastornos mentales y del comportamiento (21.333) y algo menos a los del sistema nervioso (25.835). La contaminación atmosférica supone un problema de salud pública de primera magnitud en España al que los responsables de la materia no prestan atención.

El otro ozono

El tráfico rodado es también una de las principales causas de generación de ozono troposférico, un gas secundario (no confundir con el atmosférico que protege a la Tierra de los rayos ultravioleta B) cuya presencia ha superado este año los niveles que la OMS (Organización Mundial de la Salud) considera tolerables en el 87% del territorio español, mientras el 81% de la población (37,7 millones de personas) sufría exposiciones excesivas. 

En este caso concreto, la tradicional dejadez española con los asuntos medioambientales la ejercen del Gobierno central y doce de las 17 las comunidades autónomas que, con la excepción de Asturias, Canarias, Cantabria, Galicia y La Rioja, llevan años eludiendo la obligación de actuar en esta materia pese a que en el platillo de la balanza opuesto al de la impopularidad de restringir el tráfico rodado se encuentran realidades como las 1.600 muertes prematuras por exposición a niveles de ozono en un año (2014, según la EMA) y, también, más de 800 millones de euros en mermas de la producción de tomate y trigo en un solo año que se registraban ya a principios de este siglo.

“El cambio climático, el repunte del tráfico, el fraude en las emisiones de los automóviles y la apuesta gubernamental por las energías sucias en detrimento de las renovables son las principales causas” de esos elevados niveles de ozono atmosférico, que se genera por el efecto de la radiación solar sobre precursores como el óxido de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles (COV), residuos procedentes de la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) que generan, principalmente, las centrales térmicas, numerosas actividades industriales y, además de las calderas de calefacción, los automóviles, especialmente los diésel.

Todo, con la curiosidad de que el ozono troposférico aparece en realidad lejos de las fuentes que lo generan, lo que sitúa a las áreas rurales como las más perjudicadas y convierte a ciudades como Madrid y Zaragoza en centros de emisión cuyo tráfico rodado, respectivamente, contamina grandes áreas de las dos castillas y Extremadura y del Valle del Ebro. 

-----------------

Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”.

Espacio realizado con la colaboración del
Observatorio Social de “la...

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

6 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Godfor Saken

    Vendrán lluvias suaves y olores de tierra, y golondrinas que girarán con brillante sonido; y ranas que cantarán de noche en los estanques y ciruelos de tembloroso blanco y petirrojos que vestirán plumas de fuego y silbarán en los alambres de las cercas; y nadie sabrá nada de la guerra, a nadie le interesará que haya terminado. A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles, si la humanidad se destruye totalmente; y la misma primavera, al despertarse al alba, apenas sabrá que hemos desaparecido. Ray Bradbury, “Vendrán suaves lluvias” (“There Will Come Soft Rains")

    Hace 6 años 4 meses

  2. Godfor Saken

    “Ahora ya no tienes refugios. Tienes miedo, esperas a que todo se detenga, la lluvia, las horas, la oleada de coches, la vida, los hombres, el mundo, a que todo se derrumbe, las murallas, las torres, los suelos y los techos; a que los hombres y las mujeres, los ancianos y los niños, los perros, los caballos, los pájaros, uno a uno, caigan al suelo, paralizados, atacados por la peste, epilépticos; a que el mármol se desmorone, que la madera se pulverice, que las casas se desplomen en silencio, que las lluvias diluvianas disuelvan las pinturas, desencajen las clavijas de los armarios centenarios, destrocen las telas, hagan escurrir la tinta de los periódicos; a que un fuego sin llamas corroa los peldaños de las escaleras; a que las calles se hundan exactamente por el centro, dejando al descubierto el laberinto abierto de las cañerías; a que el óxido y la bruma tomen posesión de la ciudad”. Georges Perec, ‘Un hombre que duerme’.

    Hace 6 años 4 meses

  3. Godfor Saken

    EL SIMBOLISMO DEL PETRÓLEO (El presente artículo, redactado por colaboradores de SYMBOLOS, fue publicado en la revista barcelonesa Hora Zutz, Nº 1, segunda época, 1991.) Es muy significativo que la principal fuente de energía de que se alimenta la sociedad moderna sea una substancia subterránea, producto de la descomposición orgánica de residuos vegetales y animales: el petróleo, aceite de piedra, la antigua aqua infernalis medieval. Y decimos significativo porque, en otro orden de cosas, en el orden de las ideas y los valores, ocurre un fenómeno parecido. Lo que se ha venido en llamar la evolución del pensamiento, o el progreso científico, no es tal en el fondo, sino la vulgarización de una serie de objetivos y tendencias que en las antiguas sociedades estaban escrupulosamente delimitadas, cuando no completamente erradicadas. Por ejemplo: son proverbiales los conocimientos matemáticos, astronómicos y geométricos del mundo musulmán y la importancia de su cultura, nodriza en este campo de la occidental. Sin embargo, el desarrollo tecnológico de todas sus posibilidades y aplicaciones prácticas es algo que nunca ha pasado del orden teórico, por consciente prescripción de las leyes y doctrinas islámicas. Asimismo, la manipulación de los materiales del mundo subterráneo, como la fundición de metales, siempre han sido objeto de un especial y consagrado tratamiento, solo ejercido además por las castas sacerdotales (ver los antiguos Kuretes, los Kabires y Dáctilos). Se sabe que el primer hierro que se utilizó no era de mina, sino meteórico, caído del cielo, y que mucho más tarde se optó por extraerlo de la tierra. En efecto al mundo subterráneo le es inherente un sentido tenebroso que se manifiesta también en la cualidad de sus materiales. El simple hecho de encontrarse por debajo nuestro, diametralmente opuesto al cielo y a su bóveda estrellada, lo define y ubica simbólicamente en el orden universal, dándole su valor propio, y el papel de su influencia en relación al ser humano y su mundo. Las entrañas telúricas encierran un potencial de energías de dicha índole, es decir subhumano e infrahumano, que el hombre arcaico mantenía a raya a través de la fuerza eficiente de los ritos y los símbolos. La armonía universal y su mantenimiento en el plano de lo humano-terrestre es parte de las funciones del hombre verdadero, del hombre tradicional. Algo que el hombre moderno parece haber desechado en su ciego afán consumista y depredador. La propia utilización del petróleo y sus derivados no constituía en la antigüedad una dependencia vital, ni se realizaba un consumo exhaustivo de los mismos: más bien por el contrario encontraba su función en aplicaciones perfectamente tradicionales, normales, inocuas e incluso consagradas. Gasolina, carburantes, productos sintéticos, medicinas, plásticos, etc., son oriundos del petróleo, formando parte esencial de nuestro entorno cotidiano y sus efectos polucionantes no dejan de igualarse a la propia cualidad de su naturaleza inferior y maligna. Igualmente al designar con la expresión aqua infernalis al petróleo, los hombres de la Edad Media conocían muy bien las "influencias" nefastas que podrían desprenderse de su manipulación y uso desmesurado. Esta advertencia al parecer no la tuvieron en cuenta los que diseñaron el modelo de civilización que estamos padeciendo, civilización que como todos sabemos encuentra su principal sustento en el petróleo y sus múltiples derivados. Como ya se ha dicho, el lugar de donde éste se extrae, el mundo subterráneo, lo convierte, efectivamente, en sinónimo de infernal, de tenebroso, de oscuro, en definitiva de todo aquéllo que es capaz de provocar unos efectos verdaderamente destructivos y caóticos ¿Acaso no estamos viviendo junto con toda la naturaleza en su conjunto esos efectos? Los "símbolos" del petróleo no expresan evidentemente nada que se refiera a un orden superior, sino netamente inferior, es decir infernal (inferior = infer-nus). Es, pues, un simbolismo claramente "invertido". Veamos un ejemplo. ¿Por qué se denomina "oro negro" al petróleo? Una primera lectura nos dice que ese apelativo le viene dado por un valor económico (el petro-dólar) que lo hace semejante al valor del oro. Pero el oro es un metal que en todas las culturas tradicionales ha sido asociado al sol, el que a su vez ha sido considerado como el símbolo por excelencia del Dios creador (p. ej. el Apolo griego), donador de la vida y del orden universal. Sin embargo cualquier deidad celeste y luminosa también tiene una contrapartida infernal y oscura, es decir su reflejo invertido, su sombra. En el caso de la deidad que el sol simboliza, ese aspecto sombrío recibe en la tradición judeo-cristiana el nombre de Samael o Satán, el Adversario. Esta entidad es, creemos nosotros, la que simboliza precisamente el «oro negro» del petróleo, de lo que se deduce que éste podría ser considerado como un "vehículo" que sirviera de «soporte» para la manifestación de dicha entidad, para llevar a cabo una labor disolvente y disgregadora, la que por cierto cumple una función específica dentro del final del ciclo que estamos viviendo. Recordemos que el petróleo es un líquido viscoso, un óleo que como tal es a la vez ígneo, y por tanto almacén de luz y vida. Y ello no podría ser de otro modo, puesto que toda energía, aun la más telúrica y subterránea, tiene en última instancia su origen en el Sol, es decir: en la Luz y en el Espíritu. Este aceite también tuvo antiguamente un carácter tabuado precisamente por su carácter inferior y limitado al reino mineral. Ahora bien, esta misma naturaleza de "agua infernal" es la que ha permitido canalizar su energía o potencia hacia el mundo artificial e inhumano de los motores y las máquinas, pues él es el alimento que les da la vida y las anima. De este modo –y violado el entredicho que pesaba sobre este pestilente y venenoso líquido, destructor de vida en los reinos naturales superiores (vegetal y animal)– el hombre ha llegado a crear un sofisticado mundo mecánico, pseudo-animado y pseudo-vivo, ha creado una poderosa ilusión de movimiento y velocidad en el plano físico que no deja de ser, por inferior, la más evanescente y peligrosa como claramente hoy podemos verificar, por el agotamiento de sus reservas que ya vislumbramos, y las crisis económico-políticas fatales, a que su misma escasez está dando lugar. Asimismo ha de destacarse junto con su densidad, productos de la degradación material de elementos muertos o desechos, su asimilación a la simbólica del color negro y su dualidad, o sea su relación con el origen nocturno y acuoso de la medianoche y la inmanifestación y el retorno a ese estado mediante un proceso de combustión, o derretimiento de estructuras, que bien podría ejemplificarse con el ocaso y fin de una civilización. En ese sentido también debe señalarse la antigüedad de este material que lo vincula con los orígenes y su eclosión como factor imprescindible de la existencia actual hace apenas unas décadas lo que debe equipararse con el principio y término de un ciclo, en el que el simboliza una energía de tipo fatal, una entidad destructiva impuesta al hombre por el hombre mismo, invocada como una falsa deidad llamada progreso, reflejo de la ignorancia la alienación, la dependencia y la impotencia de la humanidad contemporánea que no ha podido crear ninguna alternativa de cambio a la servidumbre que aún le profesa.

    Hace 6 años 4 meses

  4. Godfor Saken

    “Caminar no era lo bastante rápido, así que corrimos. Correr no era lo bastante rápido, así que galopamos. Galopar no era lo bastante rápido, así que navegamos. Navegar no era lo bastante rápido, así que rodamos con alegría por largas vías de metal. Las largas vías de metal no eran lo bastante rápidas, así que condujimos. Conducir no era lo bastante rápido, así que volamos. Pero volar no es lo bastante rápido, no lo bastante rápido para nosotros. Queremos llegar allí lo antes posible. ¿Llegar adónde? A dondequiera que todavía no estemos. Pero el alma humana solo puede ir tan rápido como un hombre que camina, solían decir. En ese caso, ¿dónde están todas las almas? Abandonadas, dejadas atrás. Vagan lentamente por aquí y por allá, tenues destellos que parpadean en las marismas de la noche, buscándonos. Pero no son ni de lejos lo bastante rápidas, no para nosotros. Las hemos adelantado y nunca nos alcanzarán. Esa es la razón por la que podemos ir tan rápido: nuestras almas ya no son un lastre”. Margaret Atwood, ‘Faster’ (de su libro de relatos ‘The Tent’).

    Hace 6 años 4 meses

  5. Godfor Saken

    "In the annals of eschatology, we are living in a golden age. The end of the world is on everyone’s mind. Why now? In the recent past we were arguably much closer to the end – just a few nuclear buttons had to be pushed. The current wave of anxiety might be obvious on the surface, but it runs much deeper. It’s a feeling I’ve had for a long time, and one that has been building over the years. The first time I remember it was when I lived in a house next to a 12-lane freeway. Sometimes I would stand on the overpass and watch the cars flow underneath. They never slowed. They never stopped. There was never a time when the road was empty, when there were no cars driving on it. (...) Standing on that bridge now, I see even more cars than ever before. Beneath the roar of engines is the sound of hoof beats. As they draw closer, the old feeling rises up, but I know now that it comes not just from a fear of the end itself, but from the fear of knowing that the rider is me." -Frank Bures, "Dispatches from the ruins" (Aeon Magazine) https://aeon.co/essays/is-there-something-weird-about-our-taste-for-apocalypse-stories

    Hace 6 años 4 meses

  6. Godfor Saken

    Del libro “El verano del pequeño San John”, de John Crowley: Allá muy lejos la Carretera se topaba de pronto con una elevada colina, donde por fuerza hubiera tenido que detenerse; y allí ocurría el último prodigio: no se detenía. Cada una de las partes encontraba una caverna o una abertura abovedada y perfecta y entraba en la colina. Y más lejos saldrían sin duda por el otro lado para continuar y extenderse, saltando y arqueándose y alisando la tierra arrugada y quebrada con aquellas rectas de factura angélica. —¿A donde va? —pregunté. —A todas partes respondió Siete Manos, mientras se sentaba en cuclillas—. De Esta Costa a la Otra Costa, y cuando llega allí regresa de nuevo por otros sitios, da la vuelta y parte una vez más. Y se cruza y recruza mil veces, y vuelve a doblar y se abre como una telaraña en mil caminos. —¿Y es toda como aquí? —Como aquí o más grande. —¿Mas de dos? —No. Siempre dos. Una para ir, otra para venir. Más ancha y enroscándose, como ahí la ves, pero en flores inmensas. Y confundiéndose con Ciudades, llevando puentes a cuestas y túneles bajo el vientre. Eso dicen. Algún día lo veré. —¿Para qué... servía? —Para matar gente —respondió Siete Manos simplemente, como un momento antes—. Eso decían los santos. Por ella iban y venían los automóviles. De noche hubieras podido verlos desde aquí, con todas las luces encendidas; yo sé que iban iluminados, con luces blancas delante y rojas atrás, y así la Carretera que venía era totalmente blanca, y la que iba totalmente roja. —¿Y cómo los mataba Carretera? —Oh, no era Carretera quien los mataba. Los mataban los coches. La gente iba en esos coches, y dentro de ellos apenas había espacio para sentarse y acomodar los brazos y las piernas, de modo que la gente se rompía con facilidad; el coche mismo podía doblarse en dos y romperte como un cascanueces. Y eran veloces, sabes, más veloces que los murciélagos pero menos cautelosos, y por eso siempre chocaban. San Clay dijo que él lo supo por San Roy el Grande, y San Roy había visto la Carretera en los días postreros, cuando ya había millones y millones y millones de aquellos automóviles, como hormigas a lo largo de una senda, como cardúmenes de peces; San Roy decía que la Carretera mataba en un año a tantas personas como las que hoy viven en Belaire Pequeña, o dos veces más!

    Hace 6 años 4 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí