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Capítulo 7. CARTOGRAFÍAS DE LA RESISTENCIA / LA PROMESA ROTA DE INTERNET

“Internet nos hace más estúpidos y nos impide conectar de verdad con los demás”

IGNASI GOZALO-SALELLAS / ÁLVARO GUZMÁN BASTIDA / HÉCTOR MUNIENTE Nueva York , 3/01/2018

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  1. Godfor Saken

    Del libro "La vida administrada. Sobre el naufragio social", de Juanma Agullo (editorial Catarata): Es, precisamente, el declive de la sociedad industrial aquello que hace que, para seguir rindiendo beneficios, haya cada vez más partes de la economía que deban 'autogestionarse'. Al finalizar la fiesta, cada cual debe hacerse cargo de su parte y recoger la mierda, que ya se ha convertido en su mierda. Los expertos y administradores de todo tipo, profesionales de la servidumbre, se encargarán de recordarnos nuestra participación obligatoria en las tareas de limpieza. Tratando de conseguir que cada ciudadano se convierta en un experto administrador de sí mismo y demande las herramientas necesarias para monitorizar su propia existencia. Se tratará de ser, al mismo tiempo, pedagogo, policía, asistente, curandero, terapeuta de uno mismo, mediante la utilización de toda la cacharrería tecnológica que, diariamente, se pone en circulación como la última revolución para nuestra autonomía.

    Hace 6 años 2 meses

  2. Godfor Saken

    Del libro "La vida administrada. Sobre el naufragio social", de Juanma Agullo (editorial Catarata): Si ha habido un movimiento realmente revolucionario -en el sentido de haber propiciado transformaciones sociales de largo alcance, inéditas en la historia humana-, ese ha sido el movimiento hacia la totalización del mundo tecnológicamente mediado y su extensión a cada vez más aspectos de nuestra existencia. La modernización ha supuesto una división y una fractura sin precedentes. En primer lugar, entre el ser humano y el complejo entramado de la vida en la Tierra, que fue su hogar durante decenas de miles de años. En segundo lugar, entre los seres humanos mismos, que hemos establecido relaciones de dominación basadas en la posición que ostentaban diversos grupos en torno a las nuevas formas de producción en masa. En tercer lugar, entre el ser humano y su propia conciencia, que ya no encuentra acomodo ni hogar en el mundo y que tiende a convertirse en una mónada escindida, inmersa en un entorno artificial que no deja de crecer. Las distintas revoluciones de la era moderna no fueron capaces de contemplar en toda su profundidad las implicaciones de estas transformaciones y, a menudo, optaron por hacer más confortable el encierro industrial, ayudando así a su consolidación. Cuando la extensión de la nueva cultura material inaugurada hace dos siglos había llegado a su punto álgido, las únicas fuerzas revolucionarias que quedaban en pie constituían ya el núcleo central de las formas de dominación contemporáneas. Así, se pro dujo un cambio de agente en la idea de revolución del que debemos ser conscientes: hoy, son las fuerzas de la técnica y la ciencia aplicada las que prometen la salvación y una redención final frente a la pérdida de equilibrio que ha supuesto el desarrollo de la civilización industrial, y se presentan como la única revolución posible para el contexto de crisis endémica que se reproduce cada pocos años. Su dominio se extiende a cada vez más ámbitos de la división y la fractura que la modernización alienta.

    Hace 6 años 2 meses

  3. Godfor Saken

    Del libro "La vida administrada. Sobre el naufragio social", de Juanma Agullo (editorial Catarata): La tecnología, a su vez, instituye el marco por el que cobra sentido todo valor en la producción, aquello que constituye la riqueza y el desarrollo de las sociedades, por oposición a todo lo ineficiente y atrasado. Y lo hace mediante su enfrentamiento con formas de creación cuyo sentido escapa a esas determinaciones. Organiza el trabajo humano en torno a los criterios de la máquina, y en su desarrollo no es tanto que se «autonomice» respecto a la realidad de la que surge como que construye la realidad misma. Como decía Neil Postman, en determinado momento «ya no es la televisión dentro del mundo, sino el mundo dentro de la televisión». El trabajo humano, determinado tecnológicamente, se convierte en una simple mediación entre los procesos de distintas y cada vez más complejas máquinas. La determinación es, en este caso, doble: en la transformación material por la que hace surgir objetos, herramientas, procedimientos y subproductos de desecho que no se encontraban antes en el mundo (mientras destruye otros cuya realidad data de milenios), y en el ámbito simbólico, por el que se concibe cada una de esas realizaciones como una «liberación» respecto al yugo de la necesidad natural. La tecnología no crea la explotación ni nos libera de ella. Instituye sus propias formas de opresión, y en su culminación contemporánea de termina aquello que es posible realizar en sociedad y aquello que está condenado a desaparecer. Toda forma de creación, conocimiento y relación con nuestro mundo artificial se ve remitida a la determinación tecnológica. Aunque su totalización sobre el mundo social tampoco se llega a completar nunca. Cuando los más alucinados entusiastas de las nuevas tecnologías de la comunicación hablan de la navegación por Internet como un acto de libertad supremo, es inevitable pensar que en realidad estamos asistiendo a los últimos actos del naufragio social.

    Hace 6 años 2 meses

  4. Godfor Saken

    A new power is loose in the world. It is nowhere and yet it’s everywhere. It knows everything about us – our movements, our thoughts, our desires, our fears, our secrets, who our friends are, our financial status, even how well we sleep at night. We tell it things that we would not whisper to another human being. It shapes our politics, stokes our appetites, loosens our tongues, heightens our moral panics, keeps us entertained (and therefore passive). We engage with it 150 times or more every day, and with every moment of contact we add to the unfathomable wealth of its priesthood. And we worship it because we are, somehow, mesmerised by it. In other words, we are all members of the Church of Technopoly, and what we worship is digital technology. Most of us are so happy in our obeisance to this new power that we spend an average of 50 minutes on our daily devotion to Facebook alone without a flicker of concern. It makes us feel modern, connected, empowered, sophisticated and informed. Suppose, though, you were one of a minority who was becoming assailed by doubt – stumbling towards the conclusion that what you once thought of as liberating might actually be malign and dangerous. But yet everywhere you look you see only happy-clappy believers. How would you go about convincing the world that it was in the grip of a power that was deeply hypocritical and corrupt? Especially when that power apparently offers salvation and self-realisation for those who worship at its sites? (…) When the internet first appeared I was dazzled by its empowering, enlightening, democratising potential. It’s difficult to imagine today the utopian visions that it conjured up in those of us who understood the technology and had access to it. We really thought that it would change the world, slipping the surly bonds of older power structures and bringing about a more open, democratic, networked future. We were right about one thing, though: it did change the world, but not in the ways we expected. The old power structures woke up, reasserted themselves and got the technology under control. A new generation of corporate giants emerged, and came to wield enormous power. We watched as millions – and later billions – of people happily surrendered their personal data and online trails to be monetised by these companies. We grimaced as the people whose creativity we thought would be liberated instead turned the network into billion-channel TV and morphed into a new generation of couch-potatoes. We saw governments that had initially been caught napping by the internet build the most comprehensive surveillance machine in human history. And we wondered why so few of our fellow citizens seemed to be alarmed by the implications of all this – why the world was apparently sleepwalking into a nightmare. Why can’t people see what’s happening? And what would it take to make them care about it? John Naughton, “Why we need a 21st-century Martin Luther to challenge the church of tech” https://www.theguardian.com/technology/2017/oct/29/why-we-need-a-21st-century-martin-luther-to-challenge-church-of-technology-95-theses

    Hace 6 años 2 meses

  5. Godfor Saken

    Internet, según nos han prometido sus numerosos evangelistas, es la respuesta. Democratiza lo bueno y rompe con lo malo, afirman, creando así un mundo más abierto e igualitario. Cuantas más personas se unen a internet, o eso nos dicen dichos evangelistas, entre ellos milmillonarios de Silicon Valley, comercializadores de redes sociales e idealistas de la red, más valor aporta tanto a la sociedad como a sus usuarios. Por lo tanto, presentan internet como un círculo virtuoso por arte de magia, un bucle infinitamente positivo, un beneficio mutuo en términos económicos y culturales para sus millones de usuarios. Sin embargo, hoy en día, con la expansión de internet a fin de conectar casi todo y a casi todo el mundo en el planeta, se hace evidente que se trata de una falsa promesa. Los evangelistas nos plantean lo que en Silicon Valley se denomina un «campo de distorsión de la realidad», una visión que no tiene nada de veraz. En lugar de un beneficio mutuo, internet es más bien un bucle de retroalimentación negativa en el que los usuarios de la red son sus víctimas más que sus beneficiarios. Más que la respuesta, internet constituye de hecho la pregunta central acerca de nuestro siglo XXI interconectado. Cuanto más utilizamos la red digital actual, menos valor económico nos aporta. En lugar de fomentar la justicia económica, es uno de los motivos principales de la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres y del vaciamiento de la clase media. En lugar de hacernos más ricos, el capitalismo distribuido de la nueva economía en red está empobreciéndonos a casi todos. En lugar de crear más puestos de trabajo, esta disrupción digital constituye una de las causas principales de nuestra crisis de desempleo estructural. En lugar de generar más competencia, ha originado nuevos monopolistas con un inmenso poder como Google y Amazon. Sus ramificaciones culturales resultan igualmente escalofriantes. En lugar de propiciar la transparencia y el aperturismo, internet está creando un panóptico de servicios de recopilación de información y vigilancia en el que los usuarios de las redes de big data como Facebook hemos sido presentados como su producto más transparente. En lugar de fomentar la democracia, está confiriendo poder a la ley de la calle. En lugar de alentar la tolerancia, ha desatado una guerra tan desagradable contra las mujeres que muchas de ellas han dejado de sentirse cómodas en la red. En lugar de promover un renacimiento, ha dado pie a una cultura egocéntrica basada en el voyerismo y el narcisismo. En lugar de establecer más diversidad, está enriqueciendo enormemente a un reducidísimo grupo de varones jóvenes de raza blanca que van en limusinas negras. En lugar de hacernos felices, está aumentando nuestra ira. No, INTERNET NO ES LA RESPUESTA, al menos de momento. Este libro, que sintetiza la investigación de muchos expertos y se basa en el material de mis dos libros anteriores que versan sobre internet, explica el porqué. ANDREW KEEN, "INTERNET NO ES LA RESPUESTA"

    Hace 6 años 2 meses

  6. Gnu is Freedom

    Cierto como un muro de dura piedra contra la mente floja del cordero sumiso al capitalismo. El fascismo capitalista se está intentando apoderar de Internet para usarlo contra nosotros y dividirnos, explotarnos, espiarnos y reprimirnos. Para romper este fascismo capitalista digital debemos seguir desarrollando y apoyando un Sofware Libre que mantenga el poder en manos de los usuarios.

    Hace 6 años 2 meses

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