1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Masculinidades errantes. Sobre espejos rotos, automentiras y cambio

Deconstruirse como hombre no es fácil. El feminismo puede servir al hombre para arrojar luz sobre sus privilegios y, más importante aún, sobre en qué lucha puede volcar su esfuerzo

Lionel S. Delgado 6/06/2018

Ivano Petrucci

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Hablar sobre el hombre es coger la patata caliente que siempre rula de mano en mano. Y no rula por casualidad: la poca tradición de la masculinidad como tema hace que haya –con pasmosa diferencia– muchas más incógnitas que respuestas. Por ello, al hablar son inevitables los titubeos, los tumbos y las contradicciones. Si la masculinidad es contradictoria por definición, ¿cómo hablar de ella con certezas? Las líneas que siguen, en consecuencia, no son sino una crónica de la incertidumbre. Un caminar errante por un sendero que no me abandona, y que se incrusta en mi piel a cada paso, hasta tal punto que no entenderme como hombre es no entenderme en absoluto.

La tarea de hablar sobre masculinidades revela su importancia cuando, a pesar de que los éxitos del feminismo se noten cada día más, los hombres siguen (seguimos) utilizando sistemáticamente privilegios afectando o poniendo en riesgo a multitud de personas en situación de vulnerabilidad. Cómo esos privilegios se encarnan en los cuerpos y cómo son vividos por los hombres son temas que necesitan pensarse con calma pero sin pausa.

Evidentemente, los cambios en la vida personal de los hombres no van a conseguir destruir el patriarcado. Independientemente a los hombres, existen unas estructuras objetivas que siguen dinamitando las posibilidades de igualdad real. Pero el hombre puede decidir si intentar poner palos en la rueda del patriarcado y colaborar en la creación de espacios de igualdad, o aceptar el patriarcado y no hacer nada. Lógicamente, es mucho más interesante escribir sobre la primera opción.

Pensar sobre los privilegios masculinos desde un cuerpo masculino es complicado y, al hacerlo, me descubro bailando entre la facilidad para invisibilizar las relaciones de opresión que ejerzo, la certeza de que no soy “mala persona” y, sin embargo, la seguridad de que tengo privilegios y los uso constantemente, aunque a veces no sepa del todo qué privilegios son esos, cuántos tengo y cómo los ejerzo. Y aun con todo, tengo la suerte de haberme topado con un feminismo con el que inicié un proceso individual (y con algunos compañeros) para romper el trono de un sujeto autosuficiente que con conciencia y voluntad puede solucionarlo todo. Si yo, privilegiado hombre en deconstrucción, universitario concienciado y pretendido aliado del feminismo, tiene problemas incontables, imaginaos al que el feminismo le pilla lejos…

La tradición patriarcal por la cual el hombre renuncia al mundo de los sentimientos no sale gratis: nos pesa el analfabetismo emocional que nos vuelve incapaces para identificar, entender y gestionar emociones. Y eso supone una importante barrera para la conciencia de los privilegios. Contamos con un arsenal enorme de excusas que nos repetimos, a nosotros y a los demás, sobre nuestra situación. Por ello, la mitad de los privilegios no pueden considerarse plenamente conscientes: pululan en algo parecido a lo que Orwell llamaba doble-pensar por el que nos mentimos y seguidamente nos olvidamos de que nos hemos mentido.

¿por qué va a querer cambiar un hombre? Está claro que los hombres no van a querer simplemente renunciar a sus privilegios, ¿o sí? ¿Cuál es la clave para querer quitarle peso a esa mochila de privilegios?

Si bien cada uno es responsable de sus decisiones (y esto es una verdad como un templo), pasar por alto la dimensión estratégica del asunto (tenemos que conseguir llegar a la gente) y plantear el problema en términos de culpas es a veces complicado: aunque a un puñado de hombres de la izquierda moral nos gusta eso de lamentarnos por la incoherencia para buscar niveles cada vez más altos de congruencia, la mayoría no se sienten ni opresores ni mucho menos malas personas y antes morirán matando que caer en la desvalorización personal.

¿Mujeres, coches y fútbol?

Nuestro contexto es el de un modelo de masculinidad monolítica que estalla en identidades y relatos muy diversos: las instituciones de la masculinidad –agresividad, mujeres, coches y fútbol– se han debilitado junto con la seguridad del macho –aunque quien crea que no pueden hacerse fuertes otra vez se equivoca estrepitosamente–. Ante esta situación, la fragmentación de identidades genera un malestar que, de no articularse en un discurso que dé salida práctica a la frustración, puede repolitizarse (como de hecho está pasando) en un neomachismo nihilista, ácido y rencoroso. El concepto de culpa, usado en algunos contextos, puede terminar de decantar la balanza: ¿quién quiere sentirse culpable? ¿Qué sentido tendría acercarse a un movimiento que espera de mí que me autoculpabilice? Además, en un contexto postcatólico, el sentimiento de culpabilidad es fácilmente eludible. Como decía, será por argumentos para escapar de la culpa y arrojársela a otro (o más bien otra) …

Sin embargo, resulta igual de inapropiado caer en el victimismo masculino: es muy sencillo terminar hablando del hombre en términos de “víctima” del patriarcado. Y, aunque siendo estrictos, el hombre debería ser considerado igual de producto del patriarcado –a nivel de gustos, intereses, formas de comportarse, maneras de relacionarse…– que la mujer, plantearlo como víctima diluye la materialidad del asunto equiparando hombre y mujer, como si uno no dominase sobre la otra, como si uno no pudiese invisibilizar/anular/agredir/violar/matar a la otra.

Aun así, presentar al hombre como un verdugo por naturaleza tampoco es solución: si integramos el enfoque “interseccional”, vemos que las relaciones de desigualdad son diversas y no pueden reducirse sólo al sexo/género. Etnia, clase, raza o sexualidad también intervienen. Puede hablarse de hombres que sufren igualmente desigualdades según se articule el eje de masculinidad con el de clase baja y/o el de etnia y sexualidad discriminadas.

Entender esto es importante para no caer en la victimización del hombre: no todos los privilegios, pero tampoco todos los costes de la masculinidad se reparten equitativamente. No todos los hombres son víctimas del patriarcado. La vivencia de la masculinidad de un hombre blanco heterosexual económicamente solvente sufre costes mínimos mientras ostenta los máximos privilegios, pero no así los jóvenes migrantes que viven en sus carnes la precariedad laboral y vital y sólo encuentran refugio identitario en una hipermasculinidad exacerbada. De nuevo, todos somos responsables de nuestras decisiones, pero en algunos casos hay que afinar la mirada para ver qué lógicas operan y cómo podemos incidir mejor para su transformación.

Para los que intentamos avanzar en esto de los modelos alternativos de masculinidad una pregunta nos taladra la cabeza: ¿por qué va a querer cambiar un hombre? Está claro que los hombres no van a querer simplemente renunciar a sus privilegios, ¿o sí? ¿Cuál es la clave para querer quitarle peso a esa mochila de privilegios? La obligación ética no es una causa muy probable y de serlo, un movimiento basado en el requisito de tener altura moral parece un poco arriesgado. Quizás en los entornos más politizados se podría dar este tipo de causas, pero desde luego, en los menos concienciados, no.

Sin embargo, esa obligación ética puede venir también de experiencias de sensibilización como la de conocer los casos de violencias de las mujeres que nos rodean. Al estar ligados a las personas que nos cuentan casos de acoso, desprecio, miedo o intentos de violación, hay una motivación directa para un replanteamiento de nuestra vida masculina.

Entender esto es importante para no caer en la victimización del hombre: no todos los privilegios, pero tampoco todos los costes de la masculinidad se reparten equitativamente. No todos los hombres son víctimas del patriarcado

La deseabilidad de la deconstrucción puede ser otra motivación probable. Esta se dará cuando los modelos de lo deseable muten incluyendo otros perfiles de masculinidad. Cambia la moda y se altera la estructura de valores integrando perfiles otrora excluidos: belleza andrógina, sensibilidad doméstica, gustos textiles, inteligencia emocional, etc. Estalla en pedazos la noción de lo aceptable y se revalorizan determinados rasgos. Sea para encajar, para ser más aceptado, para ligar o para estar a la moda, cambiar se vuelve deseable. En estos casos, el motivo suele estar alejado de un planteamiento político feminista: no se cambia por justicia social, se cambia por deseo (aunque algunos dirán que eso da igual y que lo importante es el cambio). También puede darse deseabilidad en los entornos feministas: cuando para encajar en un grupo se transforman mis prioridades para acomodarse al grupo, a veces eso implicará cuestionar mi masculinidad.

La contracara de la deseabilidad es el cambio por obligación social que implica una variación independientemente de lo que se quiera por ser censurados algunos comportamientos. Esto hace que no se tenga otra opción distinta al cambio: por imperativo social el machismo y los privilegios no quedan impunes impulsando como respuesta modelos de masculinidad distintos. Esto, lógicamente, se dará en entornos con un feminismo muy asentado y con la capacidad de imposición suficiente como para legitimar el discurso que penaliza comportamientos machistas. Tiene que ver, pues, con la hegemonía local del feminismo. Pero cabría discutir si es suficiente una estrategia que no venga con el convencimiento del hombre. ¿Basta con que no se tengan comportamientos machistas de cara hacia los demás o el convencimiento es condición necesaria?

Las motivaciones que pueden encontrarse para comenzar el cambio pueden ser muy diversas. Sin embargo, ninguna es suficiente para realizar un proceso de revisión efectivo y es que querer cambiar no significa saber cómo hacerlo. Y lo digo por experiencia. Los quebraderos de cabeza son legión y es fácil que, ante la incapacidad de responder con certeza al ¿qué hacer?, surja la frustración.

¿Cómo ser hombre?

Precisamente la parte menos clara y más débil del pensamiento sobre las masculinidades es la que propone modelos alternativos de ser hombre. Algunas propuestas se atreven a definir rasgos de la masculinidad que vendrá (poco claros o poco creíbles la mayoría) pero los demás lo plantean como una cuestión de procesos más que de resultados: se trata de generar espacios de pensamiento, diálogo y ensayo conjunto. Laboratorios de masculinidad donde poder darle palabras a un mundo emocional informe que nos ronda en la cabeza. Huid de quien diga que expresarse es sencillo: la masculinidad opera en lo velado y difícilmente encontraréis hombres con un discurso perfilado sobre lo que significa ser hombre. Ese discurso hay que construirlo a base de trabajo colectivo y los iluminados sobran.

La mala noticia es que estos grupos de masculinidades tampoco terminan de escapar del riesgo de convertirse en polos ultracoherentes de concienciación (y de reparto de carnets, lógica que nos suena). Si bien el ir despejando el camino de las nuevas articulaciones que puede tener lo masculino es importante, el reto sigue siendo el mismo: extender la concienciación y dar con un discurso que pueda articular el malestar masculino que produce la desaparición de las certezas.

He conocido a hombres que han desarrollado cierta inquina hacia el feminismo por la incapacidad de dar salida práctica al malestar. El reflejo quebrado del espejo no es placentero y es muy sencillo que la autocompasión se convierta en autojustificación. Cuando aparecen discursos (simplones y estúpidos pero sencillos) que te lamen las heridas y te permiten soldar la fractura del espejo, ¿quién puede decir que no cederá nunca a ellos? De ahí la importancia de que ante el peso que cobran los “discursos neomachunos” se haga un contrapeso con discursos de masculinidades profeministas.

La lucha feminista, tan potente en los últimos años, aparece aquí como una plataforma de oportunidad. La lógica del contagio que permite que el feminismo se difunda como una pandemia (¡bendita pandemia!) y que abre una puerta de empoderamiento femenino, puede servir al hombre para arrojar luz sobre sus privilegios y, más importante aún, sobre en qué lucha puede volcar su esfuerzo. Aunque esto pone sobre la mesa el último reto del que quería hablar: volcarse en el feminismo sin robar protagonismo y sin exigir que el feminismo se haga cargo de “la cuestión masculina”.

Y en esas estamos. Sin muchas respuestas, con cada día más incógnitas, dando tumbos y ensayando a pequeña y mediana escala espacios de aprendizaje individual y colectivo. A fin de cuentas, el feminismo no va sobre el hombre y, si queremos algo, tendremos que ser los propios hombres los que nos saquemos las castañas del fuego.

---------------------

Lionel S. Delgado (@Lionel_Delg)

Hablar sobre el hombre es coger la patata caliente que siempre rula de mano en mano. Y no rula por casualidad: la poca tradición de la masculinidad como tema hace que haya –con pasmosa diferencia– muchas más incógnitas que respuestas. Por ello, al hablar son inevitables los titubeos, los tumbos y las...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

9 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Pablo

    Lo que hacen algunos hombres para llamar la atención. Escribiendo este tipo de artículos siniestros lo que hacen es dividir y confundir. Es muy triste ver lo que hace la gente para permanecer en este nuevo grupo del "feminismo". Grupo que acusa con el dedo desde un pedestal de creerse con más moral que el resto. Una pena ..

    Hace 5 años 8 meses

  2. Irene

    Vayamos por pasitos. El primero y el mas importante: entender que las mujeres somos individuos independientes, con nuestros limites que respetar, y aprender la empatia hacia nosotras. Después de esto el resto vendrá espontáneamente.

    Hace 5 años 9 meses

  3. David

    Me parece que el artículo es una síntesis bastante acertada y expresada con honestidad. Creo que el hecho de que los hombres tengamos que comentar y trabajar muchas cosas en pos de una deconstrucción urgente, no excluye que intercambiemos pareceres con mujeres feministas, que siempre enriquecen. Enviado a mis contactos. Gracias

    Hace 5 años 9 meses

  4. paco

    Culpabilizar no funciona. Lo que funciona es el diálogo sincero en la pareja. Y hay un presupuesto básico falso, suponer que el hombre manda. Miremos con atención a nuestro alrededor y seamos honestos, entonces nos daremos cuenta de en cuántas parejas y familias, quien de verdad ordena y manda es ella. Para cuestiones sociales, están las leyes.

    Hace 5 años 9 meses

  5. Sergio

    El artículo me desconcierta, sobre todo su conclusión final: "A fin de cuentas, el feminismo no va sobre el hombre y, si queremos algo, tendremos que ser los propios hombres los que nos saquemos las castañas del fuego." Entiendo que lo que quieres decir es que hombres y mujeres vamos cada uno por un lado distinto. El feminismo va por un lado y tendría que haber una especie de "masculinismo" para abordar las cuestiones del hombre. ¿Qué objetivo perseguimos con esto? ¿No se supone que lo que se busca es la igualdad de una forma justa? ¿En ese caso, no sería mejor que ambos sexos encontráramos la manera de trabajar juntos, de igual a igual dejando de lado rencores y prejuicios asumiendo que somos diferentes y complementarios por naturaleza?

    Hace 5 años 9 meses

  6. jj

    Los discursos que dicen que todos los hombres son machistas son ciertos, los que dicen que todos lo hombres son patriarcales no. Un hombre que mata, viola, abusa o humilla está haciendo uso del poder patriarcal, un poder negativo y opresivo. Hombres machistas somos todos, si a alguien le duele tiene que entender que dentro de la opticá machista están incluidos comportamientos que con el tiempo se han ido exarcebando pero que se pueden remediar. Comportamientos e ideas que en las mujeres han tomados otro camino, por ejemplo en los referente al cuidado, a la empatía, el pensar en los otros entre algunos ejemplos. Los problemas que surgen del machismo y aumentan durante el patriarcado y se afianzan con el desarrollo del Estado y de la sociedad capitalista-burguesa, bien pueden ser el individualismo, la competitividad, el pensar mal las diferencias o el cuidado,... Entonces qué hacemos los hombres: pues desarrollar una conciencia mayor, más alta y la conciencia no solo va acompañado de un mayor conocimiento de la materialidad, si no que también de un posicionamiento moral y ético, dentro de la ética y moral de cada uno, cada uno la que quiera tener. Pero si hay diferencias ya que si estas a favor de la vida, de la libertad, del respeto, de la justicia social por ejemplo, y son ideas que incluyen a toda la humanidad, tu posicionamiento moral y ético estarán más avanzados, porque la reflexión ha sido más profunda (partiendo de una subjetividad compleja propia, que no voy a explicar). Los hombres que son reaccionarios no son los que cambiarán el mundo, como tu dices es una decisión, somos seres electivos. Caer o no en discursos simplistas también es una decisión propia, desarrollarse mas humanamente tambíen es una decisión propia y parte de una búsqueda de una vida mejor. Encontrarnos como hombres en ese punto es lo ideal, buscar cambiar al resto de hombres que han elegido posiciones contrarias no merece el esfuerzo, hay que buscar construir y dirigir nuestro esfuerzos hacia ese otro camino diverso y distinto. Las nuevas masculinidades agrupadas dentro del feminismo tendrán que hacer un esfuerzo por escuchar, entender y aprender nuevas formas de pensar, relacionarse y de vivir, de posicionarse en nuevos paradigmas éticos y morales y de saber afrontar las críticas y entonces conocerse mas en lo bueno y lo malo de cada uno. Y por último, lo más importante, entender que tiene que haber una guía femenina (pero cuidado no todas las muejeres son femisnistas, hay muchas complejidades y parten de mi subjetividad), ya que ellas son las primeras que han luchado contra el patriarcado y son la vanguardia de todas las luchas (si no lo crees, lo siento pero es largo de contar).

    Hace 5 años 9 meses

  7. otocinclus

    muy interesante análisis, es cierto que para formar una nueva masculinidad hay que evitar caer en "neo machismos" o en la profundización de actitudes toxicas, pero del mismo modo debe de sentarse las bases alejadas del feminismo que busca culpar al individuo masculino de acciones o actitudes que no a cometido como individuo o que ahora siendo consciente del daño que causan busca redimir y no volver a cometer. debemos abandonar el machismo y la "mochila de privilegios" que daña a otras personas nos demos cuenta o no, pero no por aquello vamos a llenar esa mochila ahora culpa, responsabilidad por acciones que no son propias o la justificación de agresiones que se puedan sufrir.

    Hace 5 años 9 meses

  8. otocinclus

    muy interesante, pero me parece que la nueva masculinidad debe alejarse no solo del "neomachismo" sino del feminismo que busca que cada hombre se sienta culpable por actitudes o acciones que es probable que ellos nunca realizaran o que ahora conscientes del daño dejaran de realizar. debemos cambiar y dejar atras el machismo y la "mochila" con los privilegios que dañan a el resto de personas; pero no ponernos una "mochila" llena de responsabilidades y castigos que no necesariamente corresponden a la persona

    Hace 5 años 9 meses

  9. Amancius

    Muy interesante análisis de una realidad muy presente

    Hace 5 años 9 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí