1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Tribuna

Follamos para ser hombres. Los límites de la empatía como puerta de la virilidad

En el sexo no sólo se plantea una forma de establecer relaciones sociales, más o menos justas, también se dirime una identidad. Trabajar sobre las prácticas sexuales masculinas es trabajar con la identidad del hombre

Lionel S. Delgado 13/06/2018

<p>Fotograma de la película <em>In the mood for love</em>. Wong Kar-wai, 2000. </p>

Fotograma de la película In the mood for love. Wong Kar-wai, 2000. 

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas (info@ctxt.es).

Hace poco, un amigo me dijo algo brutal: “El sexo es como una tortilla: puede estar seca y el que la cocina posiblemente lo sabe pero, o le gusta así o no sabe cómo hacerla mejor”. Con tan provocadora intervención la conversación giró hacia lo que podemos y lo que nos gustaría hacer como hombres con nuestras relaciones sexuales. Este artículo va de eso.

La impotencia de sabernos al mismo tiempo víctima y verdugo, nos da rabia: por un lado, sabemos que no hemos decidido (del todo) cómo vivir nuestra sexualidad. Una cultura penosa y una dejadez imperdonable por parte de las generaciones que nos educaron incrustaron en nuestro cuerpo unos códigos y una inseguridad que llevamos marcados a fuego. Pero, al mismo tiempo, como hombres sensibilizados que intentan ser “aliados” del feminismo entendemos lo insultante de estar hablando en términos de víctimas cuando es imposible no verse reflejado en alguna de las historias de violencia del #YoTambién o del #Cuéntalo.

No nos sentimos culpables, pero tampoco creemos que seamos víctimas ¿Cómo se habita ese punto medio entre la culpabilidad agnóstica (sé que sigo haciendo las cosas como la mierda) y la exculpación estructural (sé que gran parte de lo que soy se debe a la sociedad)?

Concebir la sexualidad como si las prácticas fuesen desligables de las subjetividades es discutible

Hace poco, Beatriz Gimeno defendía como piedra angular de una sexualidad ética la figura de la empatía, en un artículo que dio mucho que hablar. Es una apuesta sugerente como ideal regulativo o como meta, pero peliagudo por su aparente sencillez: ¿qué puede ser más sencillo que tener sexo con empatía? Pero concebir la sexualidad como si las prácticas fuesen desligables de las subjetividades es discutible. En el sexo no sólo se plantea una forma de establecer relaciones sociales, más o menos justas, en el sexo también se dirime una identidad. Trabajar sobre las prácticas sexuales masculinas es trabajar con la identidad del hombre. Y para esto no hay atajos o trucos: cambiar la forma en la que el hombre folla supone cambiar la propia masculinidad.

El dilema del huevo o la gallina, adaptado a este caso, se pregunta si son las prácticas las que se desprenden de identidades previas –follamos como somos– o si las prácticas crean identidad –somos como follamos–. Seguramente se trate de un proceso bidireccional donde ambos elementos se modifican mutuamente. Por eso, intervenir sólo sobre un factor, por ejemplo sugerir que se folle con más empatía, no soluciona mucho. Al revés: soluciones aparentemente sencillas provocan frustración por no saber/poder ponerlas en marcha.

El sexo y la identidad

Al hablar de sexo es frecuente caer en el voluntarismo –“todo depende de la voluntad”–, como si follar fuese una cuestión de laboratorio –“añado un poco por aquí, quito un poco por allá”–, como si de verdad fuésemos una simple máquina de inputs y outputs que, hechos los cálculos correctos, podemos hacer funcionar de la forma deseada. Eso presupone no solo que tendríamos capacidad de modificar a voluntad deseos, prácticas e ideas, sino también que somos plenamente conscientes de lo que nos pasa o de lo que hacemos, cosa que no siempre es así.

Esto es especialmente discutible para la sexualidad masculina: aunque siempre es arriesgado generalizar debido a las muchas excepciones o casos particulares, puede decirse que tradicionalmente el hombre, al haberse puesto a sí mismo como punto neutro y objetivo, no se ha preocupado sobre cómo ser hombre condiciona su vida. Esta falta de reflexión sobre lo que nos pasa nos vuelve una auténtica caja negra para nosotros mismos.

 Como un músculo, la capacidad de leerse uno mismo se atrofia: al hombre le pesa el “analfabetismo emocional

Pero no es por falta de interés. ¡Pensar que al hombre no le interesa reflexionar sobre lo que hace o cómo se siente es estúpido! No somos brutos insensibles. Se trata más bien de una falta de modelos –muchas veces no sabemos cómo hablar y de una falta de espacios –con quién y dónde hablar–. Como un músculo, la capacidad de leerse uno mismo se atrofia: al hombre le pesa el “analfabetismo emocional.

Aplicado al sexo, todo esto es muy resbaladizo. Loola Pérez cuestionaba hace poco que la empatía fuese obligatoria o que incluso tengamos responsabilidad sobre el deseo del otro. El revuelo se levantó porque parecía estar defendiendo un tipo de sexualidad masculina que al feminismo le ha costado mucho identificar como fuertemente violenta. Independientemente de si se piensa que hay que establecer “un manual” de la sexualidad feminista o no –yo en esto estoy con Loola Pérez en su rechazo a los códigos del “buen deseo”–, resulta poco discutible que existe un problema con la sexualidad masculina.

Uno puede pensar que el caso de La Manada o de los jóvenes Incel es cosa de “locos”, un distanciamiento para no sentir que tenemos algo de ellos en nosotros. Pero no nos engañemos: la cultura es una niebla en la que nos empapamos todas; compartimos, lo queramos o no, parte del material del que están hechos esos “locos”. Y, o bien pensamos cuánto tenemos de ellos y cómo lo gestionamos, o nos condenamos a no entendernos y a cometer actos de mierda sin saber muy bien cómo ni por qué.

La mujer-símbolo

Decía la asambleísta ecuatoriana Rosana Alvarado (que ya nos suena mucho por ese tremendo himno llamado Lisístrata, de la genial Gata Cattana) que la mujer sigue siendo leída desde la simbología cristiana: “La mujer, si no es prostituta es que es tonta, pero si es que no es ninguna de las dos, lo que sí es seguro es que es mala. Las mujeres no somos ni malévolas, ni malignas, no engendramos el demonio y tampoco somos santas porque nos santificamos cuando llegamos a ser madres”.

Que no pase por alto que se lo está diciendo a hombres. Y es así porque, para el hombre, la mujer sigue siendo eminentemente un símbolo de estatus social –la mujer como Reflejo de mi Posición–, de bienestar emocional –la mujer como salvación–, de triunfo sexual –la mujer como trofeo)–o de atribución de la culpa –la mujer como perdición–. De muchos tipos pero un símbolo al fin y al cabo.

El acceso a la mujer sexualizada es un paso fundamental en la formación de la identidad masculina

El símbolo fundamental que el hombre lee en la mujer es el de “ser sexual” siendo el sexo para el hombre la puerta por excelencia de acceso a la virilidad. Si la mujer es el acceso al sexo y el sexo es lo que le permite separarse radicalmente de la figura del “niño” y del “homosexual” –dos figuras contra las que luchamos constantemente–, el acceso a la mujer sexualizada es un paso fundamental en la formación de la identidad masculina.

Si bien el sexo/exigencia ritual se sobredimensiona en la juventud, de adultos nos sigue trayendo de cabeza: hoy en día, aunque se haya fracturado (relativamente) la noción del hombre macho/fuerte/exitoso, sigue habiendo en la vida psicológica masculina un miedo omnipresente ligado al fracaso y a la duda sobre su virilidad. Nos esforzamos en demostrar nuestra valía porque no hacerlo supone caer en la decepción, frente a los demás y frente a uno. Esta necesidad de validación es constante, debemos representar el rol masculino siempre como si estuviésemos todos esperando al mínimo fallo para constatar la –fatal y definitiva– caída en “lo homosexual –como categoría moral–. Por eso necesitamos follar sí o sí: el sexo aparece como una práctica validadora –demarca hombres de no-hombres, exitosos de fracasados, viriles de hombres “fallidos” que nos cae como una losa.

El follar masculino

En el sexo, el hombre habla consigo mismo

Recuerdo haber mentido algunas veces sobre mi última experiencia sexual, y deprimirme por las largas temporadas sin sexo. Recuerdo también mentir sobre el tener novia en la adolescencia, cuando hacer los primeros pinitos en ese campo era un símbolo de distinción. Luego llegó el sexo real y las cosas no mejoraron mucho. Nunca me olvido de una entrevista que le hicieron a Lurdes Orellana, en la cual la sexóloga feminista hablaba de cómo en la sexualidad, frente al imperativo de cuidado del otro que interioriza la mujer, la forma de enfocar el sexo para el hombre es la de “no te voy a ver a ti sino que sólo me voy a ver a mí”.

En el sexo, el hombre habla consigo mismo: el acto sexual es un espejo donde veo (e intento modular) el reflejo que me devuelve la otra persona. Aunque cada caso es distinto, la importancia de cómo nos vemos a nosotros mismos en el sexo es básica: a veces, al hacerla correr hasta el máximo nos vemos como exitosos, dominándola nos vemos fuertes y viriles, mostrándonos cariñosos y sensibles el reflejo es de buena persona. Depende de la persona, depende del momento, depende de la situación, claro; pero, en general, el sexo como espejo lleva el juicio de la validación hasta el encuentro más íntimo.

Esto hace que el disfrute corporal pase a segundo nivel; hablando en plata, el placer neto del cuerpo que extrae el hombre del sexo no es para tanto, y mucho menos si la importancia se coloca en el orgasmo –los 6 segundos más importantes de nuestra cultura sexualizada–. Pero entonces, ¿qué placer extrae el hombre del sexo? Otros. Fundamentalmente tres, según la persona, según el caso y según el momento:

  • Placer egocéntrico (me veo dando placer y eso me causa placer).
  • Placer visual (el sexo como experiencia visual de un cuerpo penetrado que se tuerce, se estira o gime).
  • Placer de rol (representar, consensuadamente o no, una actitud determinada, a veces dando rienda suelta a deseos de dominación o sumisión).

Esto no es necesariamente un problema. Este carácter narcisista e inseguro del acto sexual no lo convierte en un acto de violencia, pero sí que pone obstáculos para el bienestar emocional en lo sexual: el sexo como espejo es frustrante para el hombre. Para la mujer, las consecuencias son diversas y ellas las pueden relatar mejor.

Ante esto, ¿tenemos herramientas para cambiar la forma en la que pensamos/practicamos el sexo? ¿Basta con exigirle al hombre que folle con empatía? ¿Es la falta de empatía el verdadero problema?

Como dice el trabajador social Bob Pease, cambiar las relaciones de género viene por cambiar necesariamente las subjetividades. El sexo, entonces, es diferente a la tortilla: con la tortilla no hay asunto de identidad. Si no eres un chef especializado cuya valoración dependa de la tortilla no te identificas con la tortilla. El sexo, en cambio, habla de nosotros como hombres y por lo tanto, hasta que no apuntemos a nuestra forma de entendernos desde el sexo y la virilidad, seguirá siendo un espejo, un examen, un certificado de hombría.

Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

14 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Tatiana

    Muchas gracias por el artículo. Yo también me he emocionado con la frase:"No somos brutos insensibles", me alegra porque yo nunca lo pensé. Con respecto al tema de la identidad y el sexo, me siento muy reconocida en lo que escribes, a pesar de ser mujer. ¿A caso hay alguna acción que no tiene que ver con alguna expressión/confirmación de nuestra identidad? Y¿ Y puede separarse nuestra identidad desde nuestro entorno cultural y las experiencias que hemos tenído en él? Yo diría que no. En todo caso la empatía me parece un muy buen punto de partida para sacudir mi identidad, porque es justamente en el abrirme a percibir el mundo de la otra persona que inevitablemente mi propia identidad se pone en cuestión, con sus creencias, patrones, habitos, Si me mantengo en empatía con lo "diferente", incomodo, equivocado, molesto, ahí si que voy retando los pillares de mi identidad observando mi manera de reaccionar, de juzgar, de analizar. Así que considero que la práctica consciente de la empatía nos brinda una oportunidad muy valiosa de ir desconstruyendo r reconstruyendo. Y la empatía no es algo que se puede exigir, la exigencia es el antidoto de la empatía. Nos mantenemos ahí porque vemos que es en nuestra conexión, solidaridad, apoyo mutuo y comprensión donde existe la posibilidad de encontrar salida a nuestros conflictos. No es un camino fácil o comodo, pero diría que ya toca, no? Yo personalmente veo la situación de la identidad masculina como un aspecto a tener en consideración al relacionarme con hombres, no es "vuestro problema" sino nuestro problema, si es que queremos salir de aquí juntxs. De la misma manera ue la situación de la identidad feminina es nuestro problema también. Apunto a la solidaridad y no el separarnos en bandos. Dejo mi artículo en respuesta a loola Pérez, por si a caso interesa leerlo. https://www.integracionrelacional.com/blog/el-sutil-arte-de-follar-empatia-neurociencia-mindfulness-y-machismo

    Hace 5 años 9 meses

  2. c

    Por muchos "trucos de magia" que se les haga a las tias, y estas tambien deberian aprenderlos para ligar, nadie se va a ir contigo si no te ven maj@, confiable y se lo pasan bien : no hay que intentar ligar , hay que estar con quien nos lo pasemos bien o la cosa acaba mal y hacemos daño y nos lo hacemos. Los hombres deberían aprovechar la revolución feminista para librarse del machismo que les hace mas daño que otra cosa. Las mujeres son sus aliadas en pos de una dignidad real y no una que se alimenta de ir contra la mitad de la humanidad, como plantea el machismo . Nos educan en el sado-maso mental, en vez de en la empatia etc y asi las relaciones oscilan entre los polos y se generan luchas de poder y competitividad brutal, en vez de colaboracion. Esto se agrava con la dieta del cadaver, que crea amoniaco en sangre, peta el higado y quema las neuronas : ira, (que muchas veces es en base a suposiciones, y esto equivale a paranoia). Cada genero tiene sus caracteristicas etc que el sistema cultural-etc exacerba, convirtiendolas en defectos y convirtiendonos en desarmonizados, para manipularnos. Sin autocritica no habra solucion , ( por mucha lucha, critica, prohibicion ). Se trata mas de responsabilidad no de culpabilidad. No es excusa que los demas no lo hagan . Se recoge lo que se siembra , para bien y para mal. Haya cada cual con su ego y su destino . Echar las culpas a los demas es siempre lo mas facil. En vez de empatia y asertividad la gente está con : "es que yo " y " por si acaso " y es mejor lo 1º que lo otro. Empatia aserticidad respeto dignidad autoestima dialiogo amabilidad escucha colaboracion etc : Ser amable no nos convierte en homos. Quien no nos dé lo que le demos, se le explica y si no puerta : vale para cualquiera. Aveces lo que nos falta es dignidad y autoestima para que no abusen de nos y que dejemos de idolatrar sin mas . A mas se piensa en sexo menos se consigue. No hay que estar con quien parece nº hij@ y no compensa estar con alguien a quien se puede controlar. Mujeres y hombres deben aprender a controlar sus emociones por el bien de todos y no ser naifs, mente y sentimiento son complementarios. La culpa de que las mujeres sean retraidas, prinsecitas, bordes infantiloides o...está en el machismo : les da excusas para serlo. Se ponen a la defensiva, moñas, etc . A menos machismo ellas mas iniciativa amable. Ellas deberian manifestar su deseo, por que lo tienen, tambien con empatia y pedir lo mismo . Hay estudios que indican que las relaciones que comienzan cuando ellas entran duran mas . No es tanto firmar consentimeinto, como ir avanzando muy poco a poco, calmada, amablemente, notando si gusta o no: No se puede dar morreo sin antes dao beso, ni beso sin antes beso en la mejilla, ni sin haber besado mano, ni sin agarado mano, sin tocar mano, sin haberle tocado brazo, sin sentarse al lado, sin haber simpatozado, sin hablado etc etc : antes de hacer algo que te salga, piensa si antes de hacerlo, lo has reducido a algo menor, lo has realizado y si ha sido complaciente. La confesión de un abuso sexual: "Pensé que si ella no me decía que no, yo podía seguir" : https://www.eldiario.es/sociedad/abusador_0_778672483.html No hay que idolotrar a nadie. Esclavizan tanto las palabras como del silencio. La superioridad se demuestra con empatia y pedadogia no con abusos y merdecillas. EL feminismo es guay pero tambien hay mujeres charlatanas chifladas y mala gente. El follar es solo una forma de comunicacion mas entre las personas y no deberia ser vedado . Por sentido comun no me casaria ni tendria hijos con quien no he convivido ni follado. . https://www.meneame.net/m/cultura/beso-tantrico ( para ir al articulo original click al titulo de la noticia ). ¿ Qué les pasa a algunos que quieren negar derechos dignidad e igualdad a la mitad d ela humanidad y que se preocupan mas por la condena a un violador que por la violacion, cuando hay cerca de mil al año solo en España y 8M en la UE ? Los violadores potenciales o de facto, se esconden entre los honestos y nos hoden a los demas. Por su palabras les conocereis. El machismo destruye incluso a los machistas. Con amor se consigue mas y mejor. Ellos mismos crean sus pesadillas pero luego se victimizan y culpan a los demas como si no tuvieran que ver ( sicopatia ). Sin ellos no habria guerra de generos. La peor hembrista es un ser de luz comarpado con ellos, pero las mujeres bordes sin motivo perjudican al feminismo. Toda orientacion de genero está definida por : genes, cultura, familia, educacion, hormonas ( aveces de productos cosmeticos y envases de comida, que contienen disruptores endocrinos : www.libresdecontaminantes e incluso dieta = la soja tiene estrogenos ). Somos : personAs, humanidAd, la gente y ciudadaniA : creo que el generico del lenguaje deberia ser el femenino.

    Hace 5 años 9 meses

  3. c

    Como no follamos solos, tenemos que tener empatia. Somos como follamos y follamos como somos : las dos cosas pqe estamos en un proceso evolutivo constante y para enmendarnos con los demas cuando se mete la pata si no ha sido bestial la metedura, está la asertividad, el respeto ,la confianza ganada , la comunicación, la diplomacía , la escucha la reflexión etc además de la empatía .

    Hace 5 años 9 meses

  4. Frisco

    Para follar, como para el arte (fabricarlo o disfrutarlo), la preceptiva no tiene sentido más allá de unos pocos y simples principios: Rechazar el abuso (con violencia o aprovechando autoridad), esto en lo que respecta al follar; lo del arte ahora no importa. Sí es importante la descripción de casos, el estudio de campo, el tanteo. Pero al final hay una sola guía: el placer y emoción que produce. Cuando hay placer y emoción viva por las dos partes es que ha ido muy bien para las dos partes. En el follar y en el arte (en el arte también hay dos partes, aunque algunos no se enteren). Decía Freud que una de las consecuencias de la imposición de la moral dominante, de la cultura, era la escisión entre los sentimientos de ternura y el deseo sexual. ¿Cómo combatirla? La deducción parece imponerse: evitando la reglamentación e ideas de la moral dominante, de la cultura dominante, siempre patriarcal. Así que nada ideas sobre lo que se debe hacer (con la excepción señalada. Señalada por puro sentido de protección de la vida, de la libertad) nada de ideas de qué es el amor, qué el sexo, cuanto tienen que durar, cómo se define la relación, etc. Y volvemos a la primera premisa: intensidad del placer y la emoción. Inseparables.

    Hace 5 años 10 meses

  5. Godfor Saken

    El primer día inventaron la arena. Y la arena se acomodó a descansar en si misma tal como ellos habían pensado. Cuando la arena se hubo asentado probaron si se podía andar sobre ella. Se podía. Cuando caminaban se hundían ligeramente pero no tanto como para preocuparse. Y vieron que quedaban marcas en la arena. Cada paso que daban dejaba una marca en la arena. Las llamaron huellas. Ahora podían ver con mayor facilidad por dónde habían andado. Estaba bien. Y ellos no habían inventado aún el viento o la lluvia, así que las huellas permanecían donde estaban. De esa manera podían seguirlas otros. Si alguien tenía ganas de hacerlo. Y eso estaría bien. Así es que ya el primer día dejaron un montón de huellas en la arena. Todo el primer día no hicieron más que dar vueltas paseando y dejando huellas en la arena. Cuando hubieron dejado un montón de huellas en la arena se sentaron a descansar y a disfrutar del resultado de sus esfuerzos. Contemplaban la interminable superficie y se la describían mutuamente. Y cuando terminaban la descripción y ya no tenían más que decirse mutuamente, ni sobre la arena ni sobre las numerosas huellas que habían dejado en la interminable superficie, vieron que faltaba algo. Y uno de ellos dijo: Salgo y entro en este desierto como me apetece. El segundo día inventaron la luz. Y la luz se extendió por sí misma, como ellos habían imaginado. Cuando la luz se hubo extendido y había luz por todas partes vieron que podían ver la arena. Y empezaron inmediatamente a describir lo que veían. Amarillo y marrón dijeron. Y verde y azul y rojo, dijeron. Y negro y blanco, dijeron. Y gris, dijeron. Y lo dijeron muchísimas veces. Al fin tuvieron realmente la sensación de que estaban viendo lo mismo. Y eso estaba bien. Un poco más tarde vieron que también se podían ver unos a otros. Podemos vernos, dijeron. Exactamente así, dijeron. Y como lo dijeron exactamente así, tuvieron la sensación de que todos estaban viendo lo mismo. Y eso estaba bien. A mediodía, cuando la luz era muy fuerte, se dieron cuenta de que la luz era muy fuerte, y cerraron los ojos y se sentaron en la arena para descansar y para no extraviarse. En realidad no se habían imaginado que la luz iba a ser tan fuerte. Nos ha arrebatado el poder, dijeron. Y mientras estaban sentados en la arena con los ojos cerrados sufrían de verdad bajo el calor de toda aquella luz que habían inventado. Todavía no habían inventado el viento y la lluvia. Así es que no había frescor alguno. Vamos a dejar de mirar todo esto por un rato, dijo uno de ellos. Así lo hicieron. Y realmente tuvieron la sensación de que era lo mismo lo que veían. Yo puedo ver la luz ante mí, dijeron. Fue de esa manera como comprendieron de repente que todo el tiempo se habían amado mutuamente. El tercer día inventaron el agua. De no haberlo hecho el agua quizá hubiese aparecido por sí misma. Parece como si hubiese aparecido por sí misma, dijeron. Y entonces probaron a ver si se podía andar sobre ella. No se podía. Todo el tiempo se hundían. Y cuando entraban en la arena tenían los pies mojados, y la arena se les pegaba. Entonces se sentaban y se quitaban la arena de los pies. Al principio era difícil porque la arena estaba húmeda. Después iba haciéndose más fácil a medida que la arena se secaba. Por eso hablaban sobre la arena y el agua y los efectos que tenían la una en la otra. Y se pusieron a pensar que ya el primer día habían tocado la arena. Desaparecía por entre los dedos. Entonces tocaron el agua. Desaparecía entre los dedos. Finalmente palparon también la luz. Es como si desapareciesen los dedos, dijeron. El cuarto día inventaron la hierba. Cuando la hierba se hizo tan verde como ellos habían pensado, vieron que no podían ver la arena. Y todas las huellas que habían dejado en la interminable superficie habían desaparecido. En el aire había pájaros, en el agua había peces y cuando se tumbaban en la hierba podían sentir sus movimientos en la piel. Era delicioso. Pero aunque era delicioso ellos estaban completamente solos en el mundo. Y aunque alguien tuviese ganas de hacerlo, seguro que no podría encontrarlos. Ya que las huellas habían desaparecido y la interminable superficie estaba cubierta de hierba. Entonces se sentaron a discutir la situación que había surgido. Por fin se pusieron de acuerdo en salir de allí cruzando por la hierba y ver lo que ocurría. No ocurrió nada. Todo el cuarto día se lo pasaron caminando por la hierba y cuando la hierba estaba alta se cogían de las manos para no alejarse unos de otros, pero no ocurrió nada. No dejaron huellas, la hierba se cerró tras ellos y se alejaron del agua. Y comprendieron que les faltaba más de lo que en un principio habían creído. El quinto día inventaron el calor estival. Cuando el calor estival hubo alcanzado su apogeo, tal como pensaron que iba a hacer, descansaron completamente en paz. No sabían por qué habían inventado el calor estival. Era completamente superfluo. En pleno día la luz era ya tan intensa, que era aún más fuerte que todo el calor estival. Pero quizá hubiesen olvidado que habían descubierto la luz. De la misma manera habían empezado a tener sed después de haber descubierto el agua. Y sobre todo después de haberse alejado del agua. Por qué hacemos constantemente cosas tan superfluas e innecesarias, dijeron. Pero tan pronto como lo habían planteado comprendieron que verdaderamente había un exceso de preguntas. Es esta exuberancia lo que constituye la verdad, dijeron. Y si alguien tuviese ganas de hacerlo, seguro que serían capaces de encontrarnos. Seguro que nos amarán, porque es superfluo amarnos. De esa manera ellos nos descubrirán antes o después. Y verán que no les faltaba nada en absoluto. El sexto día inventaron el papel. Cuando el papel se hizo tan blanco como habían pensado que iba a ser, vieron que no podían ver la arena o la luz o el agua. Finalmente tampoco podían ver la hierba. Y el calor estival hacía tiempo que había desaparecido. Era una situación muy peligrosa. Era la situación más peligrosa en la que se habían encontrado hasta entonces. Sencillamente había papel por todas partes. Todo este papel es superfluo, dijeron. Y contemplaban la interminable superficie. Era blanca. En realidad no habían pensado que iba a ser tan blanco Nos ha arrebatado el poder, dijeron. Y no hay más que papel, dijeron. De esa manera describían la totalidad. Amarillo y marrón escribieron. Y verde y azul y rojo escribieron. Y negro y blanco escribieron. Y gris escribieron. Y lo escribieron un montón de veces. Por fin tuvieron realmente la sensación de que estaban escribiendo lo mismo. Y cuando estuvieron seguros de que era lo mismo lo que escribían, se pusieron a escribir sobre el primer día y el segundo, sobre la arena y la luz. Y escribieron sobre el tercero y el cuarto, sobre el agua y la hierba. Y escribieron sobre el quinto, sobre el calor estival. Finalmente escribieron sobre el papel. Y realmente tuvieron la sensación de que era lo mismo lo que escribían. Y eso estaba bien. El séptimo día inventaron la nieve. Y la nieve se acomodó a descansar en sí misma, tal como ellos habían pensado. Cuando la nieve se hubo posado, probaron si se podía caminar por ella. Se podía fácilmente. Cuando andaban se hundían un poco, pero no tanto como para que tuviese importancia. Y vieron que quedaban marcas en la nieve. Cada paso que daban dejaba una marca en la nieve. Las llamaron pisadas. Ahora podían ver con más facilidad por dónde habían andado. Eso estaba bien. Y no habían descubierto el viento y la lluvia, así que las huellas se quedaban donde estaban. De esa manera otros podían seguirlas. Si había alguien que tenía ganas de hacerlo. Y eso sería bueno, claro. Así es que ya el séptimo día dejaron muchas huellas en la nieve, se sentaron a descansar y a alegrarse del resultado de sus esfuerzos. Contemplaban la interminable superficie y se la describían mutuamente. Y cuando habían terminado de describírsela mutuamente y no tenían nada más que decirse, ni sobre la nieve ni sobre las numerosas huellas que habían dejado en la interminable superficie, vieron que todo estaba cubierto de nieve. Todo saldrá a la vista por sí solo, decían, cuando se derrita la nieve. El octavo día inventaron la cama. Todo el octavo día estuvieron descansando y haciendo el amor. Fue delicioso. De esa manera se habían hecho finalmente lo bastante superfluos. -Inger Christensen, ‘Eso’, editorial Sexto Piso (traducción de Francisco J. Uriz).

    Hace 5 años 10 meses

  6. Godfor Saken

    Recientemente me he adherido a la secta de los "Silents". Practicamos lo que llamamos "Ultrasexo": "The Silents met secretly and followed strict dietary rules that limited them to grains and juices. What brought them to our attention was the rumor that they practiced something called Ultrasex. From our bedroom windows at night we would sometimes see them, young people in flowing gowns, moving through the streets toward secluded places. In basement playrooms, in church graveyards, in small clearings in the north woods, they would hold their meetings, after which they would lie down in pairs and strive for a consummation that had nothing to do with the body. Love, desire, lust itself, according to the Silents, were strictly immaterial events. Touching, hugging, kissing, stroking, rubbing, to say nothing of sexual intercourse, were all forms of failure — descents into the realm of matter. Members of the group were encouraged to lie as close as possible beside a partner, who was often partially naked, and, while rigorously abstaining from the act of touch, give way to sensations of desire of such ferocious intensity that the body seemed to dissolve in flames. It was said that this discipline, far from punishing the flesh, made use of the material body to create sustained heights of spiritual ecstasy, in comparison to which the most violent orgasm was the twitch of an eyelid." -Steven Millhauser, 'Elsewhere', from 'Voices in the Night' (stories).

    Hace 5 años 10 meses

  7. Pablo Adeje

    Con esta parte del artículo me emocionado. "No somos brutos insensibles" En realidad la aclaración trae mucha cola. Pero al parecer ahí se ha quedado. No somos brutos insensibles. Necesaria aclaración. Y es verdad. No somos brutos insensibles. Pero, según parece, tampoco somos víctimas. Al menos no es factible que seamos monstruos. Y es una buena noticia. Y si nos acercamos y acariciamos una espalda estaremos más cerca de ser un objeto inocuo. Que ya es decir. Mientras acariciamos una espalda seguiremos manteniendo un sistema de castas, uno en donde desde el feminismo blanco europeo damos lecciones, a imagen y semejanza de la OTAN, a otros feminismo de segunda prensada. Es posible un feminismo en donde las relaciones personales, las relaciones de poder, la forma en que se relacionan las personas, queden fuera de sus reivindicaciones? Es posible ver a una feminista racista? Y capitalista? Vivimos en una sociedad en donde la relación entre las personas es una relación de poder. Es posible criticar esta forma de organizarnos únicamente desde una de sus consecuencias? Si legitimamos una sociedad con ganadores y perdedores. Una sociedad en donde oprimir no es socialmente mal visto, en donde incluso es símbolo de prestigio social, en donde se cree que el progreso esta vinculado a la competencia, es legítimo reivindicar la igualdad desde un punto de vista de género exclusivamente? Existe un feminismo que simplifica y criminaliza al privilegiado y no al sistema al completo? Es decir. El feminismo puede tolerar que existan desigualdades mientras estás no incluyan al género? Podemos dejar de ser bestias si nuestras relaciones sexuales son igualitarias pero nuestras relaciones con las personas sin tomar en cuenta el género son de dominación? Sin dejar de tener al consumo como solución a nuestras frustraciones? Sin dejar de ver a todas las demás personas como vehículos para nuestro propio placer? Quizás esta sociedad no esté construida solo por hombres heteros y quizás convendría que todos asumieramos nuestra parte de responsabilidad en todo esto. Por que es obvio que no somos brutas insensibles. Y que solo somos, en términos de madurez como sociedad, un proceso en construcción. Y ninguno de los pecados nos es ajeno.

    Hace 5 años 10 meses

  8. Pablo Adeje

    Pues a mi me parece muy interesante. Es verdad que parece que la crítica que haces es pertinente. Habla de hombres como si todos tuviéramos la identidad sexual hetero. Pero es la primera vez que leo un artículo que se dedica al tema de las relaciones sexuales en plena revolución feminista desde la óptica del varón heterosexual. Hasta ahora uno tenía la sensación de que los varones heterosexuales eramos meros decorados en esta revolución. Que sólo teníamos la opción de ayudar a deshacer este entuerto sin ni siquiera tener el derecho de pensar en cual debe ser nuestro lugar, función y en cuales son nuestras necesidades. Desde mi punto de vista esto surge de una visión del feminismo que coloca al hombre como único generador consciente del patriarcado. Esta noción no siempre se expresa tácitamente pero se sugiere de forma aledaña en innumerables ensayos. Esto ha provocado que el varón hetero se haya encontrado con que su posición en este problema era sumamente pasiva. Esperar a las conclusiones de otras compañeras feministas sobre cual es nuestro lugar, cual es nuestra forma de hacer las cosas y cual es nuestro papel en todo esto. Rescato una frase muy interesante del artículo "el hombre, al haberse puesto a sí mismo como punto neutro y objetivo, no se ha preocupado sobre cómo ser hombre condiciona su vida. Esta falta de reflexión sobre lo que nos pasa nos vuelve una auténtica caja negra para nosotros mismos."

    Hace 5 años 10 meses

  9. Pablo Adeje

    Me parece muy necesario este artículo . Es verdad que parece que la crítica de que habla de hombres como si todos tuviéramos la identidad sexual hetero parece pertinente. Pero es la primera vez que leo un artículo que se dedica al tema de las relaciones sexuales, en plena revolución feminista, desde la óptica del varón heterosexual. Hasta ahora uno tenía la sensación de que los varones heterosexuales eramos meros decorados en esta revolución. Que sólo teníamos la opción de ayudar a deshacer este entuerto sin ni siquiera tener el derecho de pensar en cual debe ser nuestro lugar, función y en cuales son nuestras necesidades. Desde mi punto de vista esto surge de una visión del feminismo que coloca al hombre como único generador consciente del patriarcado. Y parece que accesorio en la sociedad idealizada. Esta noción no siempre se expresa tácitamente pero se sugiere de forma aledaña en la mayoria ensayos. Esto ha provocado que el varón hetero se haya encontrado con que su posición en este problema era sumamente pasiva. Esperar a las conclusiones de otras compañeras feministas sobre cual es nuestro lugar, cual es nuestra forma de hacer las cosas y cual es nuestro papel en todo esto. En los comentarios hay un claro ejemplo de esto. Rescato una frase muy interesante del artículo "el hombre, al haberse puesto a sí mismo como punto neutro y objetivo, no se ha preocupado sobre cómo ser hombre condiciona su vida. Esta falta de reflexión sobre lo que nos pasa nos vuelve una auténtica caja negra para nosotros mismos." Creo que también es nuestra tarea y nuestro derecho rechazar los modelos patriarcales de conducta masculina de forma activa. Como también es nuestro deber y nuestro derecho construir modelos más sanos de relacionarnos frente a un movimiento feminista que sigue planteándose nuestro papel frente al patriarcado. Incluso planteándose nuestra participación en esta batalla.

    Hace 5 años 10 meses

  10. Empatika

    Yo os diría a todos que empezaseis la relación por la espalda de ella y no por sus tetas. Y con caricias, ya veríais como mejoraba todo y si que es empatía lo que ella, necesita. Pensar en ella, ponerse en su lugar, las tetas son casi lo último si es lo primero rompe la magia.

    Hace 5 años 10 meses

  11. Jon

    La Moska, lo que es terriblemente tedioso es que por opinar diferente te llamen machista, palabra que ha perdido su significado por cualquiera que dude del dogma del feminismo 3.0. masculinidad mala.

    Hace 5 años 10 meses

  12. Balam Gallegos

    Me parece que los comentarios anteriores, que separan el problema de los hombres al de las mujeres (feministas o no) caen en el error que trata de señalar el autor: todos tenemos algo de La Manada dentro porque la sociedad que se comparte (me atrevería a decir “moderna”) nos inunda a todos y todas por igual. Sin duda aporta grandes argumentos pero me parece que queda un poco al aire aquello de “¿entonces qué hacemos? ¿Follamos con empatía o, cómo decía Loola, nos olvidamos de ese intento de establecer una conducta ‘correcta’ en el sexo?”

    Hace 5 años 10 meses

  13. David

    Muy interesante, especialmente lo de "La mujer-símbolo" y "Follar en masculino". Me he sentido muy identificado y me está ayudando a pensar. El resto del artículo no me ha gustado porqué me parece que le está pidiendo a las feministas comprensión con nuestros problemas, si no directamente responsabilizándolas de tenerlos en cuenta a la hora de opinar y actuar. Pues no, creo que para las feministas es suficiente exigir-nos empatía. El resto, lo que debemos hacer nosotros para ser capaces de ejercer esa empatía... pues eso es enteramente nuestro problema. En cualquier caso es demasiado valiosa esa parte positiva del artículo como para pasarlo por alto. Muy recomendable. Un saludo.

    Hace 5 años 10 meses

  14. La Moska

    El artículo tiene un enfoque interesante. Solo comentaré dos cosas, porque la polémica está resultando INSISTENTE y TEDIOSA. 1) Que en feminismo critique las conductas machistas no significa en modo alguno que esté criticando a todos los hombres. Es cansino tener que desmentirlo constantemente. 2) En relación a lo que menciona sobre "los códigos del buen deseo" -> Pues como seres éticos tenemos todo el derecho a evaluar y denostar conductas como la Pederastia, La Necrofilia, la Zoofilia, la Violencia. Y lo haremos, ni lo duden.

    Hace 5 años 10 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí