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Los activistas africanos luchan contra un internet controlado

Entre apagones de la red y herramientas de espionaje, los activistas africanos se baten por un entorno digital libre y al servicio de la democracia. Tal vez estén combatiendo contra los monstruos del futuro digital

Carlos Bajo Erro Barcelona/Ouagadougou , 29/08/2018

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Mientras en Mali votaban un nuevo presidente el 29 de julio, Twitter y WhatsApp caían en el país. Durante la segunda vuelta de las elecciones, dos semanas después, se detectó una reducción del ancho de banda. La organización Internet Sans Frontières la atribuyó a una “alteración artificial” y advirtió de que “esta técnica de restricción muestra una escalada de la censura en el entorno digital de Mali”. Desde ese entorno digital, cada vez más, las organizaciones de la sociedad civil y los activistas de países de África Subsahariana están empujando hacia una mayor transparencia democrática, por eso se ha convertido en un territorio en disputa entre las autoridades que pretenden mantener el control sobre la información y los movimientos sociales que exigen más protagonismo para la ciudadanía.

El segundo informe de Paradigm Initiative Nigeria (PIN) sobre el estado de los derechos digitales en África documentó diferentes tipos de bloqueos de internet en Etiopía, Mali, Senegal, Somalia, Camerún, República Democrática del Congo, Marruecos y Togo, sólo durante 2017. A pesar de que aparentemente la situación empeora, porque en 2017 se confirmó la tendencia al alza de 2016 en los apagones digitales, el director ejecutivo de PIN, 'Gbénga Sèsan, muestra la otra cara de la moneda. “Desafortunadamente hemos detectado más incidentes, pero lo más importante es que hay dos fuerzas, por un lado, los gobiernos y las instituciones que limitan los derechos y, por otro, los ciudadanos y las organizaciones que empujan, que cada vez tienen más información y más recursos. Por ejemplo, cuando en Camerún se cortó Internet en 2017, inmediatamente se activaron las organizaciones en Camerún y las de otros países para actuar juntos contra esa restricción de la libertad”, explica Sesan. 

hay dos fuerzas, los gobiernos y las instituciones que limitan los derechos y los ciudadanos y las organizaciones, que empujan con cada vez más información y recursos

Las formas de control de Internet por parte de los gobiernos africanos son diversas. La más habitual, y la más denunciada es el bloqueo, pero no es la única. La abogada y activista camerunesa Julie Owono conoce esas maniobras porque son el caballo de batalla de la organización que dirige, Internet Sans Frontières. “En los últimos años, la prioridad de muchos gobiernos en África Subsahariana ha sido controlar la circulación de la información en Internet, porque por primera vez la información libre puede compartirse masivamente, sin depender de una fuente gubernamental o de los medios controlados por las autoridades”, explica Owono, que señala que esos regímenes tienen miedo de lo que la red pueda aportar en términos de democracia. 

La abogada camerunesa cita algunas estrategias de control de Internet en África, desde “las herramientas de vigilancia y espionaje, como los Deep Packet Inspection (DPI)” hasta “el punto culminante de la censura y el control” que se produce “cuando los gobiernos cortan directamente el acceso a Internet para impedir que la información circule y la gente se pueda organizar”. Según Owono, esta medida busca silenciar: “A veces, intentan que no se sepa que en una manifestación la gente ha sido tiroteada y asesinada, como ocurrió en la RD Congo; o que es brutalmente golpeada, como en Togo; o como ha pasado en Camerún, quizá el gobierno no quiere que el mundo vea las violaciones de los derechos humanos que se han cometido. El caso de Camerún es llamativo, porque el corte de Internet ha durado nada menos que tres meses”.

Los testimonios de las consecuencias de esas medidas en la sociedad civil son innumerables. En la RD Congo ha interrumpido Internet en diferentes momentos, cuando la tensión ha aumentado y los congoleños se han echado a la calle. Grace Kabera, miembro LUCHA (Lutte pour le Changement), uno de los movimientos sociales más dinámicos del país, explica que los cortes dificultan la comunicación entre militantes y entorpecen las denuncias de los atropellos de las autoridades y señala que los altos precios de las conexiones también son un obstáculo, aunque Internet continúa siendo una herramienta fundamental para su lucha.

En Mali, Fatouma Harber, una destacada activista basada en Tombuctú, en el corazón de una región especialmente turbulenta comenta: “Puntualmente se han bloqueado redes sociales como Facebook y Twitter. Intentan evitar que los jóvenes puedan expresarse y mostrar la situación del país en tiempo real, en periodos delicados políticamente”. La experiencia es similar en Chad. Salim Azim Assani es un profesional de la comunicación digital y activista. A pesar de su delicada posición, Assani plantea algunos problemas: “Estamos desarrollando campañas de sensibilización y de educación cívica a través de las redes que se han visto frenadas”. Una incipiente economía digital en el país también se ve golpeada por estos cortes, según el activista chadiano.

No podemos acudir en ayuda de alguien si no sabemos qué está vivo. Cuando cortan Internet, impiden a la gente ese intercambio de información

Togo, también ha vivido estos apagones en un proceso de protestas populares sin precedentes. El activista y bloguero, Aphtal Cissé, reconoce el impacto: “No podemos acudir en ayuda de alguien si no sabemos qué está viviendo. Cuando cortan Internet, impiden a la gente ese intercambio de información y, sobre todo, los abusos que hayan sido cometidos por las autoridades no han podido ser denunciados en tiempo real”.

Los activistas coinciden, sin embargo, en la capacidad que tienen para burlar estas medidas de control. Assani o Harber explican como en Mali o en Chad los usuarios han aprendido a dirigirse a las VPN (redes privadas virtuales) ante los bloqueos. “Nosotros no sólo somos capaces de esquivar la censura, sino que además enseñamos al resto de usuarios a hacerlo”, explica Harber. Kabera y Cissé coinciden en la estrategia de conectarse a redes internacionales. “Nosotros tenemos, ¿cuánto?, ¿cincuenta kilómetros de costa? Es muy fácil acercarse a Ghana o a Benín y comprar una tarjeta SIM con la que conectarse a las redes de estos países. Aunque Internet se haya cortado en Lomé, la gente tenía una posibilidad relativamente sencilla de conectarse”, explica Cissé. Anne Marie C. Befoune recuerda cómo en el caso de los cortes en Camerún, que afectaban a las zonas anglófonas, los usuarios se desplazaron a las zonas francófonas y recibieron la solidaridad de algunas organizaciones. “No lo podemos negar, los cortes de Internet tienen un gran impacto negativo, pero podemos decir que conseguimos esquivarlos a nuestra manera”, señala Befoune. 

Por otro lado, en algunos casos el propio apagón de internet ha llamado la atención sobre algunas crisis. “Internet se ha convertido en un derecho fundamental”, señala el togolés Aphtal Cissé, “y privar a una sociedad de Internet, es como privarle del derecho más elemental. Hoy los regímenes dictatoriales se caracterizan no sólo por la fuerza brutal, sino también por la censura en Internet”. “Es decir, un poder que decide cortar Internet deliberadamente atrae la atención de la comunidad internacional. Así que, por un lado, no consigue más que aumentar la frustración de los ciudadanos que no consiguen conectarse y comunicarse con los suyos y aumentar su indignación, y por otro, públicamente, recibe esa especie de estatus de tirano”, señala desde la reciente experiencia de Togo. 

La mayoría de estos gobiernos no tienen la tecnología ni el conocimiento para bloquear la red, así que necesitan la colaboración de los operadores de telecomunicaciones

“Los gobiernos africanos enemigos de la libertad en Internet necesitan cómplices”, advierte la directora ejecutiva de Internet Sans Frontières, “y habitualmente son empresas multinacionales europeas. La mayoría de esos gobiernos no tienen la tecnología ni el conocimiento para bloquear la red, así que necesitan la colaboración de los operadores de telecomunicaciones”. Owono denuncia: “Una compañía en Francia no se comporta de la misma manera con sus clientes franceses, que sus filiales en África con sus clientes senegaleses, por ejemplo. La vida privada que se reclama en Europa es la misma que se reclama en cualquier otro lugar; todo el mundo tiene derecho a que sus comunicaciones no sean espiadas; a que sus fotos íntimas no se difundan por Internet; a poder decir, expresarse y publicar lo que quiera en redes sociales. Nos oponemos a la deriva de los operadores de telecomunicaciones que consiste en reconocer derechos a unos clientes y otros no, según el trópico en el que se encuentren”.

Owono interpela definitivamente a los usuarios europeos de Internet y hace una advertencia: “África Subsahariana es un campo de prueba, sobre todo, para las empresas que desarrollan herramientas de vigilancia en Internet. Se están probando las herramientas, se prueban las funcionalidades antes de repatriarlas en Europa o en Estados Unidos. Es inquietante, por ejemplo, que una empresa acusada de complicidad en crímenes contra la humanidad en Libia sea consultada por el gobierno francés para poner en marcha un registro de vigilancia con el pretexto de la lucha contra el terrorismo. Es decir, lo que ocurre en África, concierne directamente a Europa”.

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Autor >

Carlos Bajo Erro

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