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20 de diciembre de 2015: el sistema de partidos no volverá a ser lo de antes. El turnismo que salió de la Transición ha dado paso a otra cosa, pero ¿a qué exactamente?. Apenas empezamos a intuir. En lo que sigue, algunas preguntas obvias, y no tanto, de lo sucedido ayer.
1. Bien, el bipartidismo ha pasado a tiempos mejores, pero, ¿qué viene ahora? Las cuatro principales fuerzas del país se encuentran dentro de una horquilla que va del 29% del voto a los populares —suelo de los conservadores en 25 años— y el 14% de Cs que supera el techo máximo que jamás consiguiera el tercer partido del país, IU. Resultados pues históricos, el 75-80 % del voto que tradicionalmente acumulaba el bipartidismo ha pasado a poco más del 50 % que consiguieron ayer. Consecuencia probable: nuestro sistema electoral por circunscripción provincial será objeto de la primera gran reforma de la democracia española.
2. ¿Quien gobernará España? Quizás nadie. Ninguno de los bloques que naturalmente podrían ordenar el arco electoral en términos de izquierda-derecha suma mayoría: ni PP más Ciudadanos, ni tampoco PSOE más Podemos e IU. La aritmética de los sumatorios con los partidos vascos y catalanes se presenta igualmente difícil: ni los convergentes parecen asimilables para Cs, ni ERC y Bildu para el PSOE. Entonces, ¿gran coalición? Sería lo mismo que enviar al paredón a un PSOE que acaba de aprobar por los pelos. Así las cosas, caben dos opciones: o una crisis de gobernabilidad que podría estallar apenas conozcamos las posiciones de los distintos partidos, o un complejo pacto pacto a tres, o incluso a cuatro. Analicemos brevemente ambas posibilidades.
La crisis de gobernabilidad podría seguir el siguiente curso. Ninguna de las alianzas posibles consigue mayoría. Se mantiene un gobierno interino presidido por el anterior presidente, Rajoy. Finalmente, el proceso conduce a nuevas elecciones. La otra opción estaría justo en las antípodas de la primera, y vendría derivada del miedo de unos y otros a tener que probarse de nuevo en las urnas. Caso extremo y tampoco improbable, los cuatro grandes partidos se lanzan a un gran pacto por la reforma constitucional. El objetivo: dar carpetazo a la crisis de régimen o, hablando propiamente, programar una Segunda Transición. Pero incluso en este último escenario, las solución sería tan inestable —y seguramente tan pobre— que en pocos meses nos llevaría a nuevas elecciones.
3. ¿Ha ganado realmente el PP? Sin duda es el ganador por derecho propio. El presidente “plasma” de la “España en serio” y un “plato es un plato” ha conseguido salvar los trastos y agotar una legislatura completa a pesar de las anotaciones de Bárcenas y de la mayor crisis económica que haya vivido el país desde los años setenta. No es poco mérito. Pero quizás sea una victoria pírrica. Los populares han perdido más del 30 % de sus antiguos electores y los que les quedan parecen concentrarse en una España de poblaciones pequeñas y envejecidas. En las 27 circunscripciones en las que se elegían entre 1 y 5 diputados, y en las que apenas vive el 20 % de la población, el PP ha obtenido la mitad de los escaños elegibles y casi la mitad de su escaños, 51.
4. ¿Qué será de Pedro Sánchez? Entre mirlo blanco y próximo defenestrado, la suerte del secretario socialista pende del delicado hilo de los pactos que su partido sea capaz de promover. El PSOE vuelve a batir mínimos en la historia de la reciente democracia, 90 escaños. Y Pedro el guapo, Pedro el de la camisa blanca, Pedro el alter ego pero moderado y serio de los irresponsable podemitas, puede llegar a ser o Pedro presidente o Pedro el breve. A partir de hoy, muchas preguntas: ¿cómo se las apañará para formar gobierno con nacionalistas vascos y catalanas? Caso de que no pueda, ¿será sustituido por Susana Díaz, opción de la vieja guardia socialista? Y caso de que esto ocurra, ¿logrará el PSOE mantenerse como un partido de ámbito estatal o quedará reducido a ser un partido andaluz? De momento, cuarta fuerza en Madrid y tercera en Cataluña. Futuro complejo.
5. ¿Es Podemos, Podemos? La formación morada ha sido la gran revelación electoral, nada menos que 69 diputados en una increíble remontada que sin embargo no llegó al sorpasso de los socialistas. Pero sería mejor decir Podemos et al., pues es en sus aliados donde se debe reconocer el éxito de la formación. Y es que allí donde Podemos no ha ido solo, y donde se ha alimentado de una legitimidad que no dependía exclusivamente de los morados, sus resultados han sido notablemente mejores. 28 diputados le han dejado las confluencias de En Marea (Galicia), En Comú-Podem (Catalunya), Compromís-Podemos (Valencia) y Ahora en Común Alto Aragón (Huesca) —feliz anomalía de construcción de una candidatura democrática que ha respondido antes a un proceso asambleario que a un pacto entre cúpulas—. En definitiva, poco más del 20% del electorado de estas circunscripciones le ha dado a Podemos el 40% de sus diputados, el 8,2% de los votantes frente al 12,6% de sus resultados en solitario. En consecuencia, cada una de las formaciones aliadas tendrá grupo propio, solidario pero distinto del de Podemos.
6. El gran interrogante: ¿pudo Podemos haber ganado estas elecciones? Parece seguro que al menos pudo superar al PSOE. Basta sumar el 3,7 % de Unidad Popular-IU a los veinte largos de Podemos y aliados, para lograr la cifra de 24,3 % frente al 22 % del PSOE. Y basta de nuevo comparar los resultados de provincias como Barcelona o Coruña, en las que Podemos acude con los municipalistas, IU y otros, y obtiene más del 26 % de los votos, con los de Zaragoza o Madrid, donde acude sólo y sus resultados se quedan en el entorno del 20 %. Razón: pregunten en la portería del partido. Un avance: se ha preferido tener un grupo parlamentario sumiso y uniforme —salvo las excepciones gallega, catalana y valenciana ya comentadas— antes que ganar estas elecciones. Lástima.
7. Nos queda la pregunta más enigmática ¿por qué Rivera decidió suicidarse el día antes de terminar la campaña? ¿Por qué anunció que permitiría la investidura del PP? ¿A quien benefició con estas declaraciones? Y sobre todo, ¿quién le presionó, y le presionó, para que dijera tal cosa? En el éxito de Ciudadanos están, desde el principio, una afortunada combinación de dinero (ajeno) y retórica. Hurgando en el origen de lo primero seguramente podríamos responder a la pregunta del suicidio de Rivera. Sobre lo segundo, y a pesar de que el naranja lleva meses de febril aprendizaje, es preciso reconocer que últimamente no iba bien encaminado. Entre las apelaciones imposibles al 15M —“somos gente normal haciendo cosas extraordinarias” y “si se puede”— y algunos deslices sobre la “violencia de género”, Rivera ha pasado en tres semanas de tocar los cielos y disputar la presidencia, a la medalla de chocolate del cuarto puesto. Afortunadamente mucho voto perdido en su debacle volvió al PP, y otro poco al PSOE.
8. ¿Ha ganado la democracia? Como se suele decir en todas las citas electorales, la democracia ha ganado, una vez más, pero en esta ocasión con mucha más razón. Voto volátil, más competencia, pactos difíciles y sobre todo una ciudadanía que dispone de medios y de espacios de discusión propios a través de redes sociales, Internet y todo lo que se ha construido desde el 15M. Sin duda, nos esperan años intensos, años interesantes.
20 de diciembre de 2015: el sistema de partidos no volverá a ser lo de antes. El turnismo que salió de la Transición ha dado paso a otra cosa, pero ¿a qué exactamente?. Apenas empezamos a intuir. En lo que sigue, algunas preguntas obvias, y no tanto, de lo sucedido ayer.
Autor >
Emmanuel Rodríguez
Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista. Es editor de Traficantes de Sueños y miembro de la Fundación de los Comunes. Su último libro es '¿Por qué fracasó la democracia en España? La Transición y el régimen de 1978'. Es firmante del primer manifiesto de La Bancada.
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