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ANÁLISIS

Polonia: lo peor está por llegar

El Gobierno ultranacionalista de PiS da lecciones de democracia a la UE mientras trata de desmantelar el Tribunal Constitucional y prepara nuevas medidas liberticidas

Nacho Temiño Varsovia , 20/01/2016

<p>Soldado polaco.</p>

Soldado polaco.

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La primera ministra de Polonia, Beata Szydlo, compareció el 19 de enero ante el Parlamento Europeo para afirmar que “los asuntos polacos se deben resolver en Polonia”. Szydlo aseguró que “la democracia no corre peligro en Polonia” y reiteró su voluntad de trabajar para hacer una Europa mejor, aunque también se permitió dar un consejo a la UE: “Preocúpense de otros problemas más acuciantes que la situación de Polonia, como la de los refugiados”. Ésta fue la respuesta de la primera ministra ultraconservadora a las críticas que su país ha recibido a cuenta de la batería de reformas legislativas aprobadas con nocturnidad por el nuevo Gobierno polaco durante las vacaciones de Navidad.

La Comisión Europea, de una manera inesperadamente rápida, ha abierto una investigación para aclarar si Polonia ha roto "las reglas de la democracia" que rigen en la Unión Europea. Todo menos de tres meses después de que el partido nacionalista y euroescéptico Ley y Justicia (PiS por sus siglas en polaco) ganase por mayoría absoluta las elecciones generales del pasado octubre, poniendo fin a ocho años de gobierno del partido liberal de centro-derecha Plataforma Ciudadana (miembro del Partido Popular Europeo).  

Es cierto que en un contexto de mayoría absoluta (la primera en la historia reciente de la democracia en Polonia), es natural que los parlamentos aprueben nuevas leyes cuando se producen cambios de gobierno. Pero cuando la primera medida de un Gobierno recién elegido es destripar al Tribunal Constitucional y aprobar después una serie de normas que transforman el sistema a una velocidad vertiginosa, todo durante las vacaciones y cuando la atención pública está en otra parte, no se puede hablar de simples cambios o transferencias de poder, sino de un auténtico cambio de régimen, de un asalto al poder.

El líder de PiS, el controvertido Jaroslaw Kaczynski, ya lo había advertido durante la campaña: la intención de su formación era llevar a cabo una “revolución” en Polonia para devolver al país a la senda de la “tradición católica” y de los “valores patrióticos”, crear un país “fuerte” que oponga resistencia a una Bruselas comprometida con ideas “totalitarias” como la igualdad de género o la acogida de refugiados. Su partido arrasó en las urnas con más del 37,5% de los votos.

Entre los días 29 y 30 de diciembre, el Parlamento polaco aprobó dos normas que suponen una profunda transformación del sistema –una ley que repolitiza la función pública y otra que refuerza el control político sobre los medios de comunicación públicos--, y a la vez otras dos leyes de alcance nacional (retraso de la edad de escolarización desde los 6 años a los 7, e imposición de un nuevo impuesto a los bancos), y un proyecto de ley que amplía los poderes de vigilancia de la policía en Internet. "Ni siquiera tenemos tiempo de leer los proyectos de ley que tenemos que votar", lamentó entonces un diputado de la oposición.

Un día antes de Nochebuena, el presidente de Polonia había firmado la ley que modifica el funcionamiento del Tribunal Constitucional y reduce su capacidad para evaluar la constitucionalidad de la nueva legislación. En este punto, conviene explicar cómo se ha producido la reforma del alto tribunal. Poco antes de abandonar el poder, el anterior Gobierno nombró a tres nuevos magistrados para ocupar las vacantes del Constitucional, aunque se extralimitó al nominar a otros dos jueces pensando en los dos asientos que quedarían libres en unos meses. PiS impugnó estas dos nominaciones ante el propio Tribunal Constitucional. Pero tras ganar las elecciones, no se limitó a derogar estas dos candidaturas, sino que también rechazó los nombramientos de los otros tres magistrados.

El Constitucional anuló las dos nominaciones aunque aprobó los tres nombramientos hechos por el anterior Ejecutivo, lo que permitía al nuevo Parlamento controlado por PiS nombrar sólo dos nuevos jueces.

PiS se resistió. El dictamen de la Corte no importaba. Los políticos nacionalistas insistían en la ilegalidad de todas las designaciones hechas por el anterior Gobierno, las cinco. Y así, en apenas unas horas, el Parlamento polaco nombraba cinco nuevos jueces y el presidente ratificaba los nombramientos en plena madrugada. 

De nuevo el Constitucional se pronunció, y declaró nulos tres de los nombramientos promovidos por PiS, aunque el Gobierno ha desoído éste y el resto de dictámenes, y arguye que la nueva realidad política salida de las elecciones justifica unos nombramientos que responden a las demandas de cambio del pueblo polaco. “No somos nosotros, sino la oposición la que busca socavar la democracia en  Polonia”, dijo Jaroslaw Kaczynski cuando se le preguntó por qué el presidente del Constitucional se negaba a admitir los tres nuevos nombramientos de PiS.

Esta modificación del alto Tribunal deja el campo abierto para que Ley y Justicia pueda sacar adelante su agenda de reformas, que podrían llegar a incluir una modificación de la Constitución para, por ejemplo, restringir aún más las posibilidades de abortar en Polonia.  

Además de esta reforma, hay que destacar la nueva ley de medios de comunicación públicos. La norma permite al ejecutivo nombrar y destituir a los responsables de la televisión y la radio públicas sin contar con el Consejo de Medios, y además refuerza el papel de estos medios para promover “la cultura y los valores patrióticos polacos”.

PiS ni siquiera trata de ocultar su intención de eliminar cualquier crítica a sus políticas. “Si los medios de comunicación (públicos) creen que van a malgastar el tiempo de los polacos con ataques a nuestras reformas, están equivocados", ha dicho el vicepresidente de PiS, Ryszard Terlecki.

Según PiS, los medios públicos han promovido hasta ahora la cultura extranjera y no siempre han ofrecido una imagen positiva de Polonia. Y esto tiene que acabarse. Además, el Gobierno destaca que la mayoría de diarios, emisoras y estaciones de televisión privadas están en manos de corporaciones extranjeras, principalmente alemanas y estadounidenses, lo cual justifica, según ellos, reforzar el carácter nacional de los medios públicos.

Todos los partidos de la oposición califican de golpista la actitud del partido nacionalista, y aseguran que sus reformas ponen en entredicho el Estado de Derecho. En este oscuro escenario, un movimiento social en principio independiente, el Comité de Defensa de la Democracia, nacía en Varsovia semanas atrás. En su primera convocatoria conseguía reunir a 50.000 personas en la capital polaca. Un número escaso para un país en el que la democracia parece estar amenazada.

Pero Jaroslaw Kaczynski y su partido siguen adelante, a pesar de todo. De hecho, una máxima en la carrera política de Kaczynski ha sido considerar que sus proyectos defienden los intereses de "la nación" y no deben estar sujetos a ningún tipo de control institucional, mientras que los Gobiernos dirigidos por otros partidos son contrarios a los intereses de la nación y no se tolerarán .

Ahora, después de haber ganado con mayoría absoluta, PiS presenta todas sus medidas como expresión de la "voluntad de la nación", lo que convierte en potencial traidor a cualquiera que se oponga. Al mismo tiempo, este partido adolece de la mala costumbre de deslegitimizar a sus adversarios, como quedó en evidencia durante el proceso de reforma del Constitucional, cuando Kaczynski dijo de los críticos que eran “herederos de los genes de traición nacional que reside en la peor clase de polacos".

Para PiS no hay opositores, sólo traidores. Y el objetivo a medio plazo parece ser el de aumentar el costo de la disidencia para que los moderados acepten las nuevas leyes y los críticos queden relegados como enemigos de la nación.

La pregunta es si esta tendencia mesiánica de PiS podría llevar al partido a negarse a abandonar el poder. Aún es pronto para responder, aunque desde la oposición se teme que Ley y Justicia esté orquestando un auténtico cambio de régimen y haya encaminado sus pasos para perpetuarse en el poder.

Frente a las críticas, Ley y Justicia recuerda que su mayoría absoluta en las pasadas elecciones le legitima para reformar el Estado. Además, desde el partido nacionalista y desde el propio Gobierno se lamenta que quienes critican sus políticas no conozcan la verdadera realidad de Polonia, y que incluso no hayan leído los textos legales que tachan de antidemocráticos y basen sus opiniones en lo que publican los medios de comunicación.

Varsovia denuncia una campaña mediática internacional en su contra, especialmente desde Alemania, donde los principales diarios han dedicado portadas donde alertan del riesgo que vive la democracia en Polonia.

El Parlamento es el protagonista por ahora de esta fase de la revolución que anunciaba Kaczynski durante la campaña. Una sorprendente revolución en un país que hasta ahora era un modelo de crecimiento económico –el único socio comunitario que evitó la recesión en 2009– y el principal receptor de fondos europeos, y que de la noche a la mañana ha pasado a convertirse en un quebradero de cabeza para la UE, que ve en Polonia una nueva Hungría, con la diferencia de que Polonia es el país más importante de la región oriental con sus casi 40 millones de habitantes.

Más allá de todas estas medidas, parece que lo peor está aún por llegar. Están previstas nuevas medidas restrictivas contra la fecundación in vitro, la educación sexual o los derechos de las minorías sexuales. También se potenciará la educación religiosa en las escuelas y se reabrirá la investigación del accidente aéreo de Smolensk (Rusia), donde en 2010 fallecieron todos los ocupantes del avión presidencial polaco, entre ellos el entonces presidente, Lech Kaczynski, hermano gemelo del actual líder de PiS, quien lanzaba un aviso semanas atrás al anterior primer ministro polaco y hoy presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Quizá habría que sentarle en el banquillo, por su actuación negligente en la investigación del siniestro, le advertía.

Y visto lo visto, ¿cómo pudo haber ganado PiS por mayoría absoluta? Pues en primer lugar, porque gran parte de la sociedad polaca es conservadora y está de acuerdo, en mayor o menor medida, con los postulados de Ley y Justicia, especialmente con sus recetas económicas.

De hecho, Kaczynski ha ganado centrándose en la economía y en los problemas de los polacos corrientes, como los cientos de miles que se han visto obligados a emigrar en busca de oportunidades en países como Gran Bretaña, ante la falta de empleo y bajas remuneraciones en Polonia. Estos son los temas de los que Ley y Justicia hablaba durante la campaña electoral, no del tribunal Constitucional o de los medios de comunicación. Sus dos principales propuestas en las elecciones sedujeron a muchos votantes: dar una paga mensual a los padres de niños menores de 18 años, y adelantar la edad de jubilación que Plataforma Ciudadana retrasó en 2012.

Esto hace palpable algo que otros políticos europeos deberían tener en cuenta: un exceso de liberalismo económico puede traer consigo el auge de partidos más radicales. Demasiada confianza en los mercados y la dejadez ante las preocupaciones sociales empuja a la gente a buscar alternativas políticas que prometen decisiones contundentes y líderes fuertes para mejorar la vida de los ciudadanos.

A eso hay que sumar que la cara del partido en las elecciones, la actual primera ministra, Beata Szydlo, proyecta una imagen mucho más moderada que la de otros dirigentes como Jaroslaw Kacznyksi, el verdadero espíritu de PiS, lo que puede haber confundido a algunos votantes que pensaron que este partido había cambiado y era menos radical que en 2005, cuando ya ascendió al poder durante una breve aunque muy polémica legislatura en la que el propio Kaczysnki fue primer ministro.

El PiS gobernó entonces sin mayoría absoluta, y aun así puso el país patas arriba. Ahora, con mayoría absoluta y sin frenos, su revolución tradicionalista está servida.

La primera ministra de Polonia, Beata Szydlo, compareció el 19 de enero ante el Parlamento Europeo para afirmar que “los asuntos polacos se deben resolver en Polonia”. Szydlo aseguró que “la democracia no corre peligro en Polonia” y reiteró su voluntad de trabajar para hacer una Europa mejor, aunque...

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Autor >

Nacho Temiño

Periodista en Europa Oriental, adonde llegó fascinado por el mundo postcomunista. Desde ahí trabaja como corresponsal y colabora con diversos medios españoles y locales. Ahora está embarcado en un doctorado. Veremos qué será lo próximo.

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1 comentario(s)

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  1. Alberto

    Aun valorando su utilización de la cursiva en la última frase, no puedo considerar revolución al tradicionalismo, al conservadurismo y ni mucho menos al neoliberalismo que sostiene y utiliza a ambos como baluartes ofensivos, sino lisa y llanamente contrarrevolución.

    Hace 8 años 2 meses

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