1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

20 AÑOS DEL ‘OMEGA’

Morente, el más nuevo y el más antiguo

El disco no aportó nada groseramente nuevo, pero daba carta de naturaleza a toda una tradición soterrada. El flamenco tiene la virtud de trabajar con lo nuevo como si fuese tradición, ese ejercicio de traducción que tanto gustaba a Morente

Pedro G. Romero 16/11/2016

<p>Retrato del cantaor Enrique Morente.</p>

Retrato del cantaor Enrique Morente.

GUILLERMO SANZ

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

---------------------------------

A veces se abusa con calificativos de revolucionario. No hay que exagerar. O sí. Desde luego ,Enrique, así, a secas, ya aparecía en dos temas del psicodélico Gualberto que exploraba en los años 70 estas mismas aguas. Quiero decir, para el Enrique Morente que salió del escenario colgado por un pie en 7000 gallinas y un camello, la obra de teatro de Jesús Campos, en las que colaboraban el granadino con el grupo de rock Zumo, ya en 1976, pues eso, nada para asustarse.

Todavía Obsesión, el ballet que escribiera e interpretara en los años ochenta con Antonio Robledo tenía temas con una mayor radicalidad ruidísta y experimental. Por lo que, ya digo, no se trata de atrevimiento. Lo que pasa es que el disco es impresionante, los músicos todos están en estado de gracia, las versiones de Leonard Cohen y los temas sobre Lorca encajan a la perfección, en fin, Enrique Morente es un maestro, no es para sorprenderse. Hay que tener en cuenta que son los años, también en que Enrique hace algunos homenajes a Luigi Nono, experimenta con electrónica, juega en el estudio con todo tipo de samplers. Morente había hecho Despegando en 1977 y el sonido rock que se desplegaba en Omega, digamos que coincide con las producciones del grupo Bauhaus –los Lagartija Nick toman su nombre de un tema de este grupo de 1983– en esos mismos años. Muchas veces se tiende a pensar que en el par flamenco y rock, es el flamenco el que representa lo antiguo, la tradición, y el rock, lo nuevo, lo moderno. Me temo que en este caso es al contrario.

El moderno es Enrique Morente –en esos años ha parido la Misa flamenca con grupos de gregoriano, el Negra, si tú supieras ensayando con Cuba y sonidos afro y el Alegro soleá bajo unas premisas que reconcilian a Manuel de Falla con Kurt Weill– que se junta con unos rockeros nostálgicos de un experimentalismo que llevaba repitiéndose ya casi veinte años. Quiero decir, que siempre hay una especie de paternalismo, verdad, como si los rockeros –¡que no se malinterprete, el trabajo de los Lagartija Nick es excelente!– renovaran el flamenco o algo así y, vaya, el que insuflo al rock una bocanada de aire nuevo fue Enrique Morente. No les canso más. Ahí le dejo con las preguntas y respuestas.

Se trata de una producción clave que recoge en una obra maestra –en el sentido clásico que indica esta palabra– el final de un largo proceso, una aspiración vieja: el flamenco expresándose bajo tormentas eléctricas, la voz jonda junto al ruido de la música rock. Esto es lo más evidente, pero también hay otros logros, otras cumbres: el cante expresándose fuera de la métrica tradicional, la ampliación de vocabulario rítmico de la bulería o la seguiriya, el disco como espacio para un desarrollo conceptual determinado. En fin, son asuntos que ya se habían ensayado antes, el propio Enrique Morente se había aproximado en distintas ocasiones,pero aquí tienen una de sus obras más redondas.

Los temas que yo más escucho son El pastor bobo, Adán, Vals de las ramas. Aparentemente, los menos experimentales pero para mí contienen una poesía especial y el experimento más radical de verso libre y flamenco, lo que Morente ya había probado, ya digo, pero que aquí se conjuga tan felizmente, con tanta oportunidad. En fin es un disco de esos que no cansa, que tiene épocas en el año y horas del día. Aportar otra dimensión a Leonard Cohen y eso, aunque habitual en inglés, es tremendamente difícil en español. Manhattan suena deliciosamente dulzón con esos estribillos de flamenquito, como hiciera Cohen con su coro de chicas.

Morente siempre ha tenido discos aparentemente menores, secretos, que utiliza a modo de ensayos

Con mi hija me pongo Aleluya a todo trapo, gracias a la que suena en la película Sherk, la que hiciera Jeff Buckley –su padre, Tim Buckley, hizo un fabulosos disco sobre Lorca, también– y sí, ya les ganamos con los guitarreos y pedales de Lagartija Nick en el climax final, casi le ganamos sí y, a mí, me encantaba también la de John Cale, pero no, no, la Jeff Buckley es tremenda, desoladora, tristísima y desesperada; pero el Aleluya de Morente puedes cantarlo al sol, ya digo, disfrutando de la vida. 

El disco no aportó nada groseramente nuevo, pero daba carta de naturaleza a toda una tradición soterrada que podía rastrearse desde aquí, desde este mismo trabajo. El flamenco, entre otras cosas, tiene la virtud de trabajar con lo nuevo como si fuese tradición, ese ejercicio de traducción que tanto gustaba a Morente. “Es el Omega no el Alfa”, me dijo un día ante este mismo comentario. Es decir, el fin de un proceso que había ido encubándose durante años. También hay que decir que el disco llega en el momento adecuado, eso es clave. La edición en la magnífica serie de El Europeo, que lo conecta con un público más amplio. Los directos en festivales rock –mi primera escucha fue por ahí, en el programa de Diego A. Manrique en Radio 3– también le dieron un eco nuevo.

Efectivamente, esa incorporación de nuevos públicos ha sido esencial. Y es esencial lo que Lagartija Nick aporta al mundo del rock, su apuesta y sus logros en este disco, intentando ir más allá de la manida fusión, más allá incluso de los tópicos latinos que tanto lastran a los flamencos más modernos. Encontraron con Morente un espacio común de intereses estéticos y lo exploraron juntos. Creo, también, que Lagartija Nick, con la ayuda de Morente, construyó un ámbito inédito para el rock, una forma de acercamiento a nuestra música que no pasa por los tópicos tropicales: ni caribeños, ni soneros, ni sureños, ni tex-mex, ni samba.  En fin, todo vale, ¡eh!, pero está bien que alguna vez nos olvidemos de las ensaladas y sepamos que hay maneras nuevas de cortar la carne. El rock y el flamenco nunca han estado muy lejos.

No podemos pensar en el flamenco primitivo de los años 50 y 60 sin la entrada en escena del rock norteamericano, el blues y el rhythm&blues. Es un territorio extenso que convendría seguir explorando.

Si algo me chocó en algún momento se ha encargado de disolverlo la voz de Morente. Por supuesto hace con Lorca lo que quiere, también con las traducciones de Alberto Manzano para Cohen. Aplica toda la sabiduría del flamenco, fragmentar las letras, alterar y repetir el orden de los versos a conveniencia, por supuesto. Los temas suenan todos a Enrique Morente y es que su capacidad para las letras, para darle un sentido último a la frase, una cierta perfección, idoneidad. A mí Morente me hizo en su día volver a leer a Lorca, entender cómo funcionaban sus versos en nuestro tiempo.

El disco fue recibido con recelo entre los progresistas flamencos de este lado. Sevilla, Jerez, Cádiz, el Occidente andaluz

El trabajo de Morente en Omega tiene ese aliento particular, andar por el nexo común de Cohen y Lorca –el Lorca de Poeta en Nueva York o El público– enfrentados al mundo moderno, aterrorizados por el mundo moderno, y su mérito es hacer propio ese miedo, apropiarse de ese nexo, de esa posición común, solidaria, ante los miedos y amenazas del mundo moderno. La experimentación es entonces una paradoja, el miedo a lo moderno se convierte, efectivamente, en una obra vanguardista, radical, por excelencia moderna. El miedo al mundo moderno te hace asumirlo, devorarlo, asimilarlo, digerirlo. Es una manera de vencer el miedo. Pero vaya, esa es la historia del arte desde Baudelaire, al menos, la experimentación moderna como resultado de una crítica radical de la propia modernidad.

Al principio el disco fue recibido con recelo entre los progresistas flamencos de este lado, me refiero a Sevilla, Jerez, Cádiz, el Occidente andaluz que siempre miraba para el Oriente como por encima del hombro. Pero durante mucho tiempo la música que llegaba de Granada, desde 091 hasta Los Planetas, había eclipsado nuestra ínclita edad de oro, desde Smash hasta Triana, de Lole y Manuel hasta Veneno y Pata Negra.   Y desde los 80 todo era “granaíno y oro”, que decía un amigo. A la postre, el disco de Morente ayudó a disolver las competencias territoriales. Como dice Gamboa, Morente unió las tradiciones del occidente andalúz con las del oriente, el famosos tono de taranto. Pues en el campo del rock vino a hacer lo mismo.

Eran pocos los que se acordaban de aquel disco de Gualberto, el de los Tarantos para Jimi Hendrix donde ya estaba Morente en algunos temas –Terraplén y Prisoneros, ¡qué joyas!–. Por eso decía antes, más que nuevo, Omega actualiza una tradición de cosas que parecía que la gente estaba olvidando.

Enrique Morente siempre ha tenido una serie de discos aparentemente menores, secretos, que utiliza a modo de ensayos, laboratorios de los que salen muchos de sus discos más clásicos, pensando ya en determinados públicos, en público más amplios. El disco que grabó para la Casa Natal de Lorca en Fuente Vaqueros (1990) contiene seminalmente todos sus desarrollos posteriores sobre Lorca. En el caso de Omega todo lo sustancial, creo, procede de la Misa flamenca (1991), que produjo con Gamboa, pero allí donde atacaban coros de Gregoriano ahora, en Omega, lo hacen los ritmos y ruidos de Lagartija Nick. Pero sustancialmente es lo mismo. La crisis, entre el 1990 y 1991, por lo que se ve, fue muy productiva para Morente con estos dos discos, Lorca en Fuente Vaqueros y Misa flamenca.

Yo pude escuchar la Misa flamenca en la Iglesia de Santa Cruz de Sevilla y con el eco propio del templo era imponente, a la vez misticismo católico y hogueras quemando a los herejes, todo el mudejarismo del que ha sido capaz Morente entre aquellas cuatro paredes sagradas, un recuerdo memorable.

En el flamenco, con lo que gustan de distinguir entre este o aquel fandango, no queda oído para el guitarreo y el ruido

En los trabajos previos a Los zapatos rojos, la primera obra estrenada en la que trabajé con Israel Galván, en 1998, ya sonaban Bauhaus o los Sonic Youth.  Venían de ensayos previos en Tirabuzones en 1996 o Collares en 1997, dos proyectos que no subieron a escena. Morente vio Los zapatos rojos como dos años después de su estreno y le gustó. En la apoteosis sonaban, tras el Olé de Coltrane, o sea su versión de El vito, el Sant Vitus dance de los Bauhaus, aderezados con el climax de Death Valley 69 de los Sonic Youth con Lidia Lunch, en fin, en fin, una locura.

“Somos primos” decía Morente, y no era casualidad, hasta Lagartija Nick toma su nombre de un tema de Bauhaus. Desde luego, para el público flamenco  favorable a Omega los experimentos de Israel Galván eran más fáciles de asimilar. Desde entonces empezamos a colaborar.

En La metamorfosis, el siguiente espectáculo de Israel Galván, hizo la música para el video que abría la obra, una solea extraña, todavía bajo el influjo de Omega, con la voz de Estrella y la batería y algunos sampler de los Lagartija Nick. Siempre hablaba del batería de los Lagartija como la clave, en el sentido también que tienen las percusiones del son, la clave como marca rítmica. Aquí, esa clave era un tambor como de Semana Santa. Era un tema fantástico donde incluía también las “palmas abstractas”, que decía Manuel Soler. Yo le había visto un homenaje a Luigi Nono tocando las palmas con su mujer, Aurora Carbonell, en un concierto del Arditi String Quarter en el Teatro Central de Sevilla.

En fin, aquello sí que era radical y extremo, una disposición sonora tan abierta para las palmas, para el ritmo, para el compás: esa claqueta flamenca que es el sacro santo compás flamenco y que, a fuerza de tanta marchita, se está banalizando cada vez más. Ser capaz de abrir el compás de aquella manera, eso era todo un manifiesto, y en Morente tenía componente irónicos, especialmente lanzados sobre su propia tradición. Después en el espectáculo Arena, colaboró también en unos videos -que a los Morente le convencieron sólo a medias- en los que, a capella, retomaba su cancionero taurino sobre textos de Bergamín.

Pero para nosotros eran piezas fundamentales, la presencia de Morente, creo, legitimaba nuestras modestas aportaciones. Y es que era la actitud de Morente, ética y estética, lo que más ha influido en Israel Galván, la manera de enfrentarse a cada trabajo, a la música, a los flamencos. En El final de este estado de cosas, bueno, estaba el símil apocalíptico y éramos conscientes de esas semejanzas con Omega, especialmente cuando interviene Orthodox. Creo que alguna vez lo hable con Pedro Calvo, sí, puede ser.

Morente condensaba ambos en su persona. El más nuevo y el más antiguo

En fin, la cosa salió un poco por casualidad, pues en los preparatorios de este trabajo, que para Israel Galván trataba de una experiencia muy personal con el texto bíblico, conocí a estos chicos, un grupo sevillano de doom metal, que, sin ningún tipo de ironías, apostaban por la ortodoxia y emparentaban la música procesional local con las murallas de sonido del heavy metal. Como dice el crítico italiano Valerio Evangelisti la tradición punk, fuera de Inglaterra, siempre ha sido burguesa y su radicalismo, menos irónico, cuando no directamente falso.

Sin embargo el heavy metal, de procedencia obrera, siempre ha sido verdadero, bruto, brutísimo, pero a menudo eficaz.

En esas estábamos, Orthodox preparaban su disco Gran poder, y todo fueron parabienes. A menudo –y seguro que no es el caso de Pedro Calvo-, en los alrededores del flamenco, cuando suenan aceradas guitarras –pienso en Tomasito versionando a los ACDC o a Rosendo y en El Pele con Tino Di Geraldo- se recurre a comparaciones con el Omega. Es una asimilación fácil, desde luego.

Estamos en un corpus artístico en el que, por ejemplo, todas las soleares de Charamusco son semejantes. Pero nadie puede asimilar la que hace Morente con la que hace Mairena, por seguir con el ejemplo. Cualquier oído avezado en el flamenco entiende las variaciones ruidístas del jerezano Tomatito o del cordobés Pele por mucha tormenta eléctrica que tengan debajo. Y es que en el flamenco, con lo que gustan de distinguir entre este o aquel fandango, pues eso, que no queda oído para el guitarreo y el ruido, que les falta paladar, pero hay que empezar a cultivar el oído también aquí. No es lo mismo Can que Bauhaus. Hay que cultivar más el paladar.

Me gustaría hacer notar otro elemento en Omega poco referenciado. La influencia del cineasta granadino José de Val del Omar, tan notoria en el tema Omega, que da nombre al disco, en ese collage de seguiriyas procedentes de discos antiguos del flamenco, realizado del mismo modo, como hiciera el cineasta en el film Aguaespejo granadino, su primera obra maestra. Es un homenaje muy evidente aunque, ya digo, poco referenciado.

Mario Maya, otro artista granadino genial, también maestro de Israel Galván, ya lo había ensayado con Juan de Loxa en Ceremonial, y después en los juegos de voces, en los coros de Camelamos Naquelar y Ay!, jondo!. No es sólo el recurso técnico. También la alquimia, esa manera de dar la vuelta a lo nuevo para que parezca viejo y a lo viejo para que luzca como nuevo. Creo que Morente había estado trabajando en la posibilidad de poner música a Vibración de Granada, una película inconclusa de Val del Omar. Y, seguramente de ahí viene su conocimiento. A mí este Omega me recuerda mucho a Val del Omar. Después Lagartija Nick le dedicó también un trabajo a Val del Omar.

En fin, si tienen la posibilidad de hacer el sacrilegio, miren la película Aguaespejo granadino -o también Fuego en Castilla- pero sin su banda sonora original. Hay que decir que las pistas de sonido de Val del Omar son obras maestras. Pero sí, hagan el sacrilegio y escuchen, no se si seguirá disponible en youtube, el Omega a toda voz mientras ven estos filmes de Val del Omar. Se producen momentos impagables.

Una amiga repite, después de la muerte del maestro Morente, “y ahora qué vamos a hacer, yo ya no puedo esperar nada del flamenco”. En parte lleva razón, hay un profundo sentimiento de orfandad, es tan raro que se vaya, a la vez, el más viejo y el más joven de los cantaores flamencos. Morente condensaba ambos en su persona. El más nuevo y el más antiguo. Seguramente la cosa no es así y mi amiga, le digo yo, un poco falso, se engaña. “Engañando al toro se le desengaña”, cantaba Morente a José Bergamín.

En fin, seguro que hay miles de cosas que merecen la pena, seguro, pero lo bueno era cómo Morente nos las señalaba.

---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Pedro G. Romero

Pedro G. Romero (Aracena, 1964) opera como artista desde 1985. Actualmente trabaja en dos grandes aparatos, el Archivo F.X. y la Máquina P.H. Participa en UNIA arteypensamiento y en la PRPC (Plataforma de Reflexión de Políticas Culturales) en Sevilla. Es director artístico de la compañía Israel Galván y comisario/curador del proyecto Tratado de Paz para la Capital Cultural DSS2016.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Luis

    Después de Morente seguirán los pájaros cantando. Preferiría uno que dejáranse los llantos y volviéramos a escuchar al Maestro sin tantas palabrería.

    Hace 7 años 4 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí