El fantasma del nuevo nazismo sigue recorriendo Austria
El triunfo de Alexander Van der Bellen en las presidenciales da un respiro frente al avance de la ultraderecha, pero los sondeos presentan al FPÖ como la fuerza más votada en las legislativas de 2018
Julieta Rudich Viena , 7/12/2016
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“Escucharon el estruendo? Se me cayó la piedra que tenía en el corazón”, escribió una ciudadana austriaca en Twitter apenas se dieron a conocer los resultados de las elecciones presidenciales en Austria el domingo 4 de diciembre. Correctamente traducida al castellano su expresión significa que se quitó un peso de encima. El miedo al triunfo de la extrema derecha se había extendido hasta tal punto en Viena que parecía una ciudad conteniendo el aliento. El pánico se dispersó dando paso al alivio apenas se supo que en los próximos seis años no será un ideólogo de la ultraderecha quien ocupe el más alto cargo político en este país de ocho millones de habitantes, sino un personaje diametralmente opuesto: el nuevo presidente de Austria es Alexander Van der Bellen, exdecano de la Facultad de Economía, un intelectual ecologista, político independiente aunque respaldado por el Partido Verde.
El 53,8% de los votantes entregó la confianza a un liberal de izquierdas de 72 años, hijo de refugiados que huyeron de Estonia de la revolución bolchevique, un hombre que irradia calma y escucha. Fue muy reñido el combate contra Norbert Hofer, un político del partido derechista y xenófobo FPÖ (Partido Liberal Austriaco), que desde joven militaba en una de las cofradías estudiantiles pangermánicas.
No hay señales de una recuperación de los partidos socialdemócrata y conservador que por separado o en coalición han dominado Austria desde la posguerra
“Gané de nuevo”, se reía Van der Bellen, que ya había salido vencedor el 23 de mayo de 2016, aunque con menor margen (solo 30.000 votos de diferencia) en unas elecciones que fueron impugnadas por el FPÖ y anuladas por el Tribunal Constitucional al descubrirse pequeñas irregularidades administrativas. Si bien la presidencia en Austria es un cargo más representativo que ejecutivo, tiene enorme peso simbólico. El Gobierno austriaco --actualmente formado por una coalición entre socialdemócratas (SPÖ) y conservadores democristianos (ÖVP)-- es dirigido por el primer ministro, que desde hace un año es el socialdemócrata Christian Kern.
La derrota de Hofer fue también vista como señal positiva por los europeístas que temían que fuera imparable la ola de la derecha euroescéptica, supuestamente envalentonada por el triunfo del Brexit y por la elección de Trump en EE.UU. Pero estos fenómenos en los países anglosajones parecen haber tenido el efecto inverso y haber asustado a la población de Austria, que tradicionalmente ante grandes riesgos prefiere apostar por la estabilidad. Otra causa de la pérdida de un 3,4% de la ultraderecha en comparación con las elecciones anuladas en mayo es el aumento de la abstención. Sobre todo se quedaron en casa ciudadanos con poco interés en la política, los cuales, según estudios empíricos, suelen ser los más propicios a apostar por propuestas populistas, y en este caso hubieran confiado más en Hofer que en Van der Bellen.
Y aunque los medios no suelen mencionarlo, también contribuyeron a este resultado electoral las numerosas acciones emprendidas por grupos independientes y transversales reunidos de urgencia con el objetivo común de detener el avance de la derecha radical: desde plataformas de Internet como Aufstehen (Levantarse) o Es bleibt dabei (Se mantiene lo decidido, una referencia a la victoria de Van der Bellen en mayo), hasta gente que se juntaba para convencer a los indecisos presentando en el espacio público flashmobs con música, canto y baile. “Necesitamos de presidente una personalidad tranquila, que no se enerve y que sea capaz de crear confianza en las mentes que viven ahora apabulladas por el caos”, dijo Wolfgang Petritsch, diplomático, y político socialdemócrata, que participó como mediador de la UE en el conflicto de Kosovo y en esta campaña se expresaba como miembro de la plataforma independiente Es bleibt dabei. Numerosos políticos de los partidos tradicionales dejaron atrás sus prejuicios contra los verdes y salieron a respaldar públicamente al candidato ecologista. Así lo hicieron los jefes de los mayores partidos políticos, y el expresidente de la República, Heinz Fischer.
Urge comprender por qué casi la mitad de la población de un país tan próspero como Austria se siente tan atraída por el FPÖ
No obstante, sería equivocado bajar la guardia: el candidato ultranacionalista ha perdido, pero ha recibido nada menos que el apoyo del 46,2% del electorado, incluso teniendo a todos los demás partidos y a la mayor parte de los medios en su contra. Tiene casi la mitad de la población de Austria de su lado. Es el mejor balance de la ultraderecha.
“Le deseo a Van der Bellen lo mejor, pero advierto que han despertado en mí al oso que estaba durmiendo“, declaró Norbert Hofer al reconocer la victoria de su rival, y a nadie se le escapó el tono de amenaza de sus palabras.
En el país que vio nacer a Hitler el fantasma del nuevo nazismo sigue suelto. Según los sondeos, el FPÖ cuenta hoy con más de un 30% de apoyo, esto supone que sería la fuerza más votada en las próximas elecciones gubernamentales, previstas para 2018.
No queda mucho más de un año para elaborar nuevas estrategias si se quiere frenar a la derecha a partir de la actual constelación. Para ello no basta con celebrar los logros de la campaña a favor de Van der Bellen, sino que urge comprender por qué casi la mitad de la población de un país tan próspero como Austria se siente tan atraída por el populismo de derechas.
El estilo autoritario, competitivo y agresivo de la ultraderecha ejerce en Austria especial atracción en la población masculina
Sin duda el FPÖ sigue siendo el mayor recipiente del voto del descontento, que aumenta mientras no hay señales de una recuperación de los partidos tradicionales, el socialdemócrata (SPÖ) y el conservador (ÖVP), que por separado o en coalición han dominado Austria desde la posguerra.
La coalición entre SPÖ y ÖVP tiene dificultades para llevar adelante reformas cada vez más necesarias, y ante esta parálisis son muchos los ciudadanos que ven en el FPÖ la única alternativa para expresar su desacuerdo con el “poder establecido”, un concepto que los derechistas han sabido aprovechar al máximo en su marketing de amplia difusión a través de las redes sociales.
Un mapa electoral revela claras coincidencias con Gran Bretaña y Estados Unidos: la derecha tiene más adeptos en el campo que en las ciudades. El 70% de los vieneses dieron su voto a Van der Bellen. Viena es la única metrópoli que supera el millón de habitantes en Austria.
Aunque la población no padezca conflictos con la llegada de forasteros, el tema de los refugiados en sus aspectos más problemáticos es omnipresente en los medios de comunicación
Una comparación de géneros también da que pensar: el estilo autoritario, competitivo y agresivo de la ultraderecha ejerce en Austria especial atracción en la población masculina. Si sólo hubieran acudido a las urnas las mujeres, Van der Bellen habría triunfado con más del 60%. Si fueran exclusivamente los hombres quienes decidieran estos comicios, habría ganado el derechista Hofer.
El principal impulso que inspira a la población austriaca a apostar por la derecha es la añoranza de homogeneidad, que se refleja en el rechazo a la diversidad, a la inmigración, al multiculturalismo, en el repudio del islam, en las críticas contra la política de asilo. A esta conclusión llega un equipo de investigadores que desde hace años investigan el auge de la ultraderecha. El profesor de politología Laurenz Ennser-Jedenastik indica en sus publicaciones que es irrelevante la cantidad de extranjeros que vivan en un lugar. Donde más aumentó el voto a favor del FPÖ, ya en la primera ronda de estas elecciones presidenciales, fue en la localidad St. Roman en la región alpina Innviertel, donde no vive ningún refugiado. Aunque la población no padezca conflictos con la llegada de forasteros, el tema de los refugiados en sus aspectos más problemáticos es omnipresente en los medios de comunicación. Según el experto, muchos ciudadanos votan ante todo contra los partidos que están en el Gobierno al tener la sensación de que estos no saben lidiar con el problema de la inmigración y el asilo.
Ennser-Jedenastik sostiene que en Austria fracasan los intentos de encontrar explicaciones de carácter socioeconómico para descifrar el giro a la derecha, y señala que no son las regiones con mayores dificultades económicas donde el voto para el FPÖ es mayoritario, ni tampoco los estratos menos beneficiados. Todo indica que en el país de Sigmund Freud el vuelco a la derecha se ve favorecido por motivaciones que se encuentran inmersas en las difusas esferas del inconsciente colectivo.
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