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¿A la mierda el trabajo?, perdón ¿de qué trabajo hablamos?

Cualquier propuesta de acción política que pretenda ser emancipadora debe considerar las desigualdades entre mujeres y hombres e incorporar formas de contribuir a la desarticulación del patriarcado como eje de dominación

Cristina Carrasco 1/03/2017

<p>Una mujer realiza trabajos domésticos en una calle de Italia. </p>

Una mujer realiza trabajos domésticos en una calle de Italia. 

Mario Mancuso

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El término trabajo se puede entender como la actividad realizada por la especie humana destinada a satisfacer sus necesidades y, por tanto, directamente relacionada con su supervivencia y reproducción. Sin embargo, desde los procesos de industrialización, el concepto de trabajo fue secuestrado por la ideología productivista de las sociedades industriales, estableciéndose una identificación entre trabajo (una actividad) y empleo (una relación social). De esta manera, tradicionalmente, los estudios sobre el trabajo han considerado solo la parte mercantil de la actividad económica y, por tanto, un tipo de trabajo –el empleo– que ha estado socialmente asignado a la población masculina.

Pero una rápida mirada hacia el pasado nos permite observar que a lo largo de la historia de la humanidad se han desarrollado formas de trabajo absolutamente diversas, bajo distintos marcos sociales, con distintos niveles tecnológicos, realizadas por distintos miembros del hogar, dentro o fuera del ámbito doméstico y con o sin remuneración. De estos distintos tipos de trabajo el que históricamente ha ocupado más tiempo y el que siempre ha acompañado al resto de los trabajos es el que podríamos denominar en términos genéricos “de subsistencia directa” y que hoy llamaríamos “doméstico y de cuidados”.

Con la implantación del sistema capitalista (patriarcal), todos los trabajos que se realizan en contextos no mercantiles quedaron devaluados y no reconocidos como trabajo

Con la implantación del sistema capitalista (patriarcal), todos los trabajos que se realizan en contextos no mercantiles quedaron devaluados y no reconocidos como trabajo, fundamentalmente, el trabajo doméstico y de cuidados –realizado básicamente por mujeres e implicado directamente en el cuidado de la vida y de los cuerpos-- se hizo invisible, a pesar de ser el eje central de la existencia humana. Este “olvido” teórico y político –que ha ayudado a determinar diferencias profundas en los trabajos y en las vidas de mujeres y hombres-- no es sorprendente, ya que responde a una ideología patriarcal que ha desvalorizado todo aquello realizado tradicionalmente por las mujeres: sus formas de actuar, de pensar, su cuerpo (utilizado y violentado por lo masculino), el tipo de relaciones que establecen, etc. Y cuando estos trabajos salen al mercado, se mantienen como una actividad de nivel inferior. Así se ha ido construyendo un imaginario colectivo que asocia las actividades de cuidados y reproducción social a la baja cualificación.

Podría resultar curiosa o incomprensible esta desvalorización social de una actividad que es fundamental para la subsistencia de las personas y la reproducción social; ya que sin el cuidado que se realiza desde los hogares a lo largo de todo el ciclo vital: alimentación, niñez, cuidado en la salud, enfermedades, envejecimiento, cuidados afectivos y emocionales, etc., la vida no sería posible. Sin embargo, es perfectamente comprensible desde la perspectiva del sistema económico. La producción capitalista no tiene capacidad ni posibilidades de reproducir bajo sus propias relaciones de producción la fuerza de trabajo que necesita. La reproducción diaria, pero sobre todo la generacional, requiere de una enorme cantidad de tiempo y energías que el sistema no podría remunerar. Pero, además, el mercado no puede sustituir los complejos procesos de crianza y socialización que implican afectos, emociones, seguridades, etc. y que permiten que las personas se desarrollen como tales. Sólo la enorme cantidad de trabajo doméstico y de cuidados que se está realizando hace posible que el sistema económico pueda seguir funcionando. De ahí la invisibilidad que mantiene el sistema del nexo que relaciona ambos trabajos, ya que parte de sus beneficios proviene de ese trabajo no remunerado que le reproduce la fuerza de trabajo.

En nuestras sociedades capitalistas, ambos trabajos –mercantil y de cuidados-- son absolutamente necesarios para la subsistencia de las personas, aunque reciben un reconocimiento social muy distinto. El trabajo monetizado goza de valor social (aunque con diferencias importantes según el tipo de actividad), valoración de la que carece el trabajo realizado desde los hogares. Sin embargo, este último es el que está directamente relacionado con el cuidado y la vida de las personas por lo que debiera ser la preocupación social central. 

En definitiva, si se quiere reflexionar sobre la cuestión del trabajo, hay que ampliar la mirada y no considerar solo el trabajo remunerado, sino los distintos trabajos necesarios que tienen lugar en nuestras sociedades actuales. Aunque sin olvidar que los distintos trabajos no se realizan todos en un mismo contexto social ni bajo las mismas relaciones sociales; no todos tienen la misma importancia en nuestras vidas; algunos son absolutamente necesarios para la subsistencia y reproducción de la especie (alimentación, cuidados, educación, sanidad, etc.), otros no son básicos pero contribuyen al bienestar y a una vida más humana, y unos terceros  pueden ser prescindibles, e incluso, algunos pueden ser indeseables (como muchos trabajos de publicidad, finanzas, etc.). Estos últimos solo son necesarios para la continuidad del sistema económico capitalista. Por tanto, sería necesario replantear el valor de los trabajos en función de su aportación a los procesos vitales. 

Los distintos trabajos no se realizan todos en un mismo contexto social ni bajo las mismas relaciones sociales; no todos tienen la misma importancia en nuestras vidas

Desde esta mirada pierde sentido la expresión “a la mierda el trabajo” o hablar del “derecho a no trabajar” o del “trabajo como bien escaso”. En el primer lugar, respondiendo a la definición de trabajo, queda claro que para satisfacer las necesidades humanas es necesario trabajar (en algún tipo de trabajo). En el segundo, como participantes de una sociedad, todos y todas deberíamos contribuir al proceso común de dar respuesta a las necesidades tanto individuales como colectivas; quien no trabaja pero está en condiciones de hacerlo estaría parasitando de los/as demás. Y, en el tercero, lo que escasea en realidad no es el trabajo, sino los empleos promovidos por quienes tienen el poder de hacerlo. Además, desde nuestra perspectiva, hay que recordar que todos estos procesos no son neutros sino que están atravesados por distintos ejes de desigualdad, entre los cuales normalmente se “olvida” la desigualdad de género.

Por ello, cualquier propuesta de acción política que pretenda ser emancipadora debería tener una visión amplia en relación a los distintos trabajos –discutiendo cuáles serían básicos, cómo se repartirían, cómo se distribuiría la renta-, pero también debería considerar las desigualdades entre mujeres y hombres y, por tanto, incorporar formas de contribuir a la desarticulación del patriarcado como eje de dominación. Los procesos emancipadores obligan a considerar en conjunto los distintos sistemas de opresión. Sabemos que lo que no se nombra no existe. Por tanto, no hacer explícito el poder patriarcal y sus consecuencias sobre la vida de las mujeres es suponer que el modelo de comportamiento masculino en relación a la violencia contra las mujeres, la no asunción del trabajo de cuidados, etc. se resolverá por sí solo sin ningún tipo de intervención social o política.

La propuesta de una renta universal que sostiene la RBU no considera los aspectos señalados ni con respecto al trabajo ni con respecto a las relaciones patriarcales. En primer lugar, su planteamiento está sesgado hacia el trabajo remunerado, considerando de manera muy marginal los otros trabajos, con lo cual, desde nuestra perspectiva, sus posibles resultados serían limitados. Como señalé anteriormente, todos y todas deberíamos realizar algún tipo de trabajo necesario, pero la RBU no asegura ni plantea la distribución equitativa por ejemplo del trabajo de cuidados o de otros trabajos –seguramente desagradables-- necesarios para la subsistencia de la población. En segundo lugar, es una visión muy monetarizada, que contempla básicamente los aspectos dinerarios. Estamos de acuerdo en que en la situación actual de gran vulnerabilidad social y precariedad laboral, deberían realizarse políticas para evitar la pobreza, pero deberían realizarse junto a políticas que afecten a la reorganización o redistribución de los trabajos entre todas y todos. Por otra parte, la visión monetarizada también se traduce en su idea de pobreza, considerándola solo pobreza de recursos monetarios, sin tener en cuenta otras dimensiones de la pobreza como la falta de acceso a servicios básicos, la cultura o la pobreza de tiempo, característica esta última de la vida de las mujeres en sociedades capitalistas. Por último, la RBU manifiesta un sesgo neoliberal en su visión de la libertad de elección que tendría la población. Sabemos que la libre elección es un mito, una falacia introducida por la ideología neoliberal. Las personas estamos totalmente condicionadas por ideologías, entorno, presiones sociales, etc. En este sentido, las mujeres podrían “elegir voluntariamente” el trabajo doméstico y de cuidados no necesariamente porque sea su opción de vida, sino porque se vean obligadas por la presión social. Y, si no hay una respuesta colectiva y de la población masculina a la organización y la gestión del cuidado, las mujeres lo asumirán, sencillamente, por el valor que le dan a la vida frente a las exigencias del capital. De aquí la importancia de que cualquier propuesta de cambio incluya formas de influir en el comportamiento masculino para ir transformando el imaginario colectivo de la naturalización del cuidado como asunto de mujeres.

Así pues, si se piensa en alternativas viables actualmente, que tengan como objetivo una vida digna y vivible para toda la población –mujeres y hombres-- es necesario considerar un proceso de resignificación de mujeres y hombres más allá de una sociedad patriarcal, un cambio simbólico que conduzca a valorar socialmente las actividades de cuidados que dan sentido a la vida y que las mujeres han realizado a lo largo de la historia. Las relaciones patriarcales no se diluyen por sí solas ni se transforman solo porque se modifiquen las relaciones capitalistas. Por tanto, las propuestas de acción política deberían incorporar en sí mismas lo que alguna compañera denomina “potencialidad género-transformativa”.

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Cristina Carrasco es Economista. Profesora de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona. Miembra del Instituto Interunivesitario de las Mujeres y el Género de las Universidades Catalanas y de la International Association for Feminits Economic. 

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Cristina Carrasco

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14 comentario(s)

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  1. Tripalium

    Creo que la diferenciación entre trabajo y empleo (trabajo asalariado y trabajo no-asalariado) es clave y necesaria a la hora de analizar nuestras sociedades capitalistas y patriarcales. Recalcando además la invisibilización que se da del trabajo de cuidados como trabajo no remunerado mayormente en manos de las mujeres. Sin embargo, me sorprende el “sesgo neoliberal” que la autora atribuye a la que considero herramienta fundamental para una política emancipadora como es la Renta Básica Universal. Coincido cuando señala que “si se quiere reflexionar sobre la cuestión del trabajo, hay que ampliar la mirada y no considerar solo el trabajo remunerado, sino los distintos trabajos necesarios que tienen lugar en nuestras sociedades actuales.” Ello no es óbice para considerar que el lema que da pie al artículo: “A la mierda el trabajo” es acertado (por la propia etimología y origen del término trabajo) y clave para hacer frente tanto al capitalismo como al patriarcado que se deriva de él. Sin olvidar que, aunque nos gustaría que fuese de otra manera, el significado de trabajo extendido entre la población mayoritariamente se reduce a toda actividad pecuniaria destinada a garantizar el sustento material. Como señala el artículo “Las personas estamos totalmente condicionadas por ideologías, entorno, presiones sociales, etc.” y a mi entender, sobre todo, por la hegemonía cultural capitalista cuyo principal fruto es la sacralización del trabajo existente en nuestra sociedad: de lo que se trata es de poder “ganarse” la vida “dignamente” más allá de si existen o no puestos de trabajo suficientes, de si los trabajos desempeñados son contraproducentes social y ecológicamente o directamente absurdos. En este sentido, atendiendo al carácter dual del trabajo en Marx, es pertinente recordar la tesis defendida por John Holloway (y compartida por otros autores marxistas) en su libro “Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo” sobre el papel del trabajo asalariado y su producción constante de valor como motor del capitalismo. Por tanto si queremos dejar de alimentar el capitalismo (pilar básico en el que se apoya el patriarcado actual) cabría empezar por cuestionarnos el trabajo asalariado cotidiano. Sin embargo, a mi modo de ver, mientras los ingresos económicos necesarios para asegurarse el sustento de cada día dependan exclusivamente de tener empleo (trabajo asalariado) difícilmente nadie se cuestionará nada (tampoco el reconocimiento del trabajo de cuidados como algo vital). Todo quedará para el debate academicista, muy interesante, cargado de buenos deseos pero poco práctico y carente de propuestas concretas al desatender las condiciones materiales que impulsen el necesario cambio simbólico y social. Por eso, no comparto lo expuesto por la autora respecto a la Renta Básica Universal, ya que, al contrario de lo que señala, la Renta Básica Universal garantizando una base material de subsistencia a toda la población (al margen de tener empleo o no) contribuiría a que la población se liberase del imaginario cultural dominante y de esa manera poder emprender un camino hacia la emancipación real. Posibilitaríamos así replantearnos en primer lugar la conveniencia o no de las diferentes actividades económicas existentes actualmente y en segundo lugar la reorganización o redistribución de los trabajos necesarios entre todas y todos, en definitiva nuestro modo de vida. Mientras el sustento de la población solo pase por la obligatoriedad de vender la fuerza de trabajo en un escenario de precariedad laboral galopante, este horizonte se alejará. Por último y a modo de recordatorio, la Renta Básica Universal basada en “el derecho a la existencia”(nadie es libre si no tiene la existencia material garantizada) filosóficamente se justifica desde la milenaria libertad Republicana por tanto poco tiene de liberal y menos de neoliberal.

    Hace 7 años

  2. Tripalium

    Creo que la diferenciación entre trabajo y empleo (trabajo asalariado y trabajo no-asalariado) es clave y necesaria a la hora de analizar nuestras sociedades capitalistas y patriarcales. Recalcando además la invisibilización que se da del trabajo de cuidados como trabajo no remunerado mayormente en manos de las mujeres. Sin embargo, me sorprende el “sesgo neoliberal” que la autora atribuye a la que considero herramienta fundamental para una política emancipadora como es la Renta Básica Universal. Coincido cuando señala que “si se quiere reflexionar sobre la cuestión del trabajo, hay que ampliar la mirada y no considerar solo el trabajo remunerado, sino los distintos trabajos necesarios que tienen lugar en nuestras sociedades actuales.” Ello no es óbice para considerar que el lema que da pie al artículo: “A la mierda el trabajo” es acertado (por la propia etimología y origen del término trabajo) y clave para hacer frente tanto al capitalismo como al patriarcado que se deriva de él. Sin olvidar que, aunque nos gustaría que fuese de otra manera, el significado de trabajo extendido entre la población mayoritariamente se reduce a toda actividad pecuniaria destinada a garantizar el sustento material. Como señala el artículo “Las personas estamos totalmente condicionadas por ideologías, entorno, presiones sociales, etc.” y a mi entender, sobre todo, por la hegemonía cultural capitalista cuyo principal fruto es la sacralización del trabajo existente en nuestra sociedad: de lo que se trata es de poder “ganarse” la vida “dignamente” más allá de si existen o no puestos de trabajo suficientes, de si los trabajos desempeñados son contraproducentes social y ecológicamente o directamente absurdos. En este sentido, atendiendo al carácter dual del trabajo en Marx, es pertinente recordar la tesis defendida por John Holloway (y compartida por otros autores marxistas) en su libro “Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo” sobre el papel del trabajo asalariado y su producción constante de valor como motor del capitalismo. Por tanto si queremos dejar de alimentar el capitalismo (pilar básico en el que se apoya el patriarcado actual) cabría empezar por cuestionarnos el trabajo asalariado cotidiano. Sin embargo, a mi modo de ver, mientras los ingresos económicos necesarios para asegurarse el sustento de cada día dependan exclusivamente de tener empleo (trabajo asalariado) difícilmente nadie se cuestionará nada (tampoco el reconocimiento del trabajo de cuidados como algo vital). Todo quedará para el debate academicista, muy interesante, cargado de buenos deseos pero poco práctico y carente de propuestas concretas al desatender las condiciones materiales que impulsen el necesario cambio simbólico y social. Por eso, no comparto lo expuesto por la autora respecto a la Renta Básica Universal, ya que, al contrario de lo que señala, la Renta Básica Universal garantizando una base material de subsistencia a toda la población (al margen de tener empleo o no) contribuiría a que la población se liberase del imaginario cultural dominante y de esa manera poder emprender un camino hacia la emancipación real. Posibilitaríamos así replantearnos en primer lugar la conveniencia o no de las diferentes actividades económicas existentes actualmente y en segundo lugar la reorganización o redistribución de los trabajos necesarios entre todas y todos, en definitiva nuestro modo de vida. Mientras el sustento de la población solo pase por la obligatoriedad de vender la fuerza de trabajo en un escenario de precariedad laboral galopante, este horizonte se alejará. Por último y a modo de recordatorio, la Renta Básica Universal basada en “el derecho a la existencia”(nadie es libre si no tiene la existencia material garantizada) filosóficamente se justifica desde la milenaria libertad Republicana por tanto poco tiene de liberal y menos de neoliberal.

    Hace 7 años

  3. Marcos

    Siguiendo el silogismo que plantea la autora podríamos "valorar socialmente las actividades de cuidados que dan sentido a la vida" y seguir teniendo otros trabajos precarios, continuar vendiendo armamento o contaminando el planeta. Luego deberíamos refutar todo su planteamiento.

    Hace 7 años

  4. Marcos

    "Por otra parte, la visión monetarizada también se traduce en su idea de pobreza, considerándola solo pobreza de recursos monetarios, sin tener en cuenta otras dimensiones de la pobreza como la falta de acceso a servicios básicos, la cultura o la pobreza de tiempo, característica esta última de la vida de las mujeres en sociedades capitalistas" Esto es demagogia pura, porque a falta de argumentos recurre a falacias como que la RBU es una renta a cambio de los servicios públicos actuales, cuando la RBU se pretende 4º pilar del Estado del Bienestar. Esa visión de la autora es la que plantea el capitalismo.

    Hace 7 años

  5. marcos@rodalia.com

    Ramona, la RBU si puede contribuir a solucionar el Cambio Climático. Porque al ser Básica no se fomenta el consumismo.

    Hace 7 años

  6. alfonso

    "..su planteamiento [RBU] está sesgado hacia el trabajo remunerado, considerando de manera muy marginal los otros trabajos" ¿Confunde la autora la RBU con el Trabajo Garantizado? ¿En que modo puede haber un sesgo hacia el trabajo remunerado si precisamente la RBU se basa en la innecesariedad de un trabajo para cobrar la renta? Precisamente la RBU permite que en muchos casos la persona pueda llevar adelante trabajos que hoy en día no son remunerados.

    Hace 7 años

  7. Marcos

    "La reproducción diaria, pero sobre todo la generacional, requiere de una enorme cantidad de tiempo y energías que el sistema no podría remunerar." Me temo que eso es falso, no es que no pueda sino que no quiere.

    Hace 7 años

  8. Marcos

    "Con la implantación del sistema capitalista (patriarcal), todos los trabajos que se realizan en contextos no mercantiles quedaron devaluados y no reconocidos como trabajo, fundamentalmente, el trabajo doméstico y de cuidados–realizado básicamente por mujeres e implicado directamente en el cuidado de la vida y de los cuerpos-- se hizo invisible, a pesar de ser el eje central de la existencia humana." Cierto, como lo son también la defensa del medioambiente, la causa animalista o los derechos humanos, también básicos para la existencia humana y no necesariamente asociados a un rol de género.

    Hace 7 años

  9. Ramona

    Cae en el típico error de rechazar la renta básica porque no es suficientemente buena como para cambiar el mundo de un plumazo. Igual que quienes argumentan que no soluciona el problema del cambio climático. No acaba con el patriarcado, luego hay que rechazarla. Entonces no movamos un dedo porque no existe La Fórmula que acabe con todos los males del mundo de una vez. Hacen falta medidas complementarias a la RB, obviamente. Igual que hacen falta medidas complementarias a la educación pública: la educación pública por sí misma no acaba con las tasas de baja escolarización entre niños/as pobres; para ello hacen falta ayudas económicas y leyes que obliguen a los padres a escolarizar a sus hijos y que prohiban obligarlos a trabajar. No por esto rechazamos la educación pública. La educación pública, como la sanidad, tampoco acaba con el patriarcado, por cierto. Es preferible que las mujeres sigamos siendo dobles víctimas del patriarcado y de la explotación capitalista, antes que implantar una RB por riesgo a que nos quedemos limpiando nuestras casas. Pero si ya estamos limpiando en nuestras casas!

    Hace 7 años

  10. juan

    Me ha gustado este artículo, es bueno que desde posiciones progresistas y feministas se pelee por tener un debate serio y no asistamos al rentabasiquismo como pensamiento único que represente la pretendida justicia social.

    Hace 7 años

  11. Dubitador

    « la RBU manifiesta un sesgo neoliberal en su visión de la libertad de elección que tendría la población » Es para tirarse de los pelos. Como la RBU no aborda el patriarcado ni los cuidados, pues no sirve. Asi que nada serviria si no aborda el patriarcado y los cuidados. Es lo que pasa cuando se sectorializan las luchas.  Creo que las luchas culturales sectorializadas siquiera sirven para sumar fuerzas y adhesion de esos sectores, pues sus reinvindicaciones no son netamente incompatibles con el capitalismo y ahi tenemos a gays del PP que han abrazado las normativas de genero que les convienen pero continuan siendo petreos derechistas, o incluso mas aun, por si con ello se fueran a hacer perdonar su "asunto" de genero. Esas "luchas" sectorializadas en realidad nos dividen, nos fragmentan en colectivos orientados al "qué hay de lo mio" y si lo mio no se implementa al completo y ahora mismo, pues no me ajunto y formo partido propio. La socialdemocracia pasada al social-liberalismo ideó estas luchas sectoriales que ofrecen una apariencia de lucha, orientada a objetivos impecables, pero que en realidad fragmentan, fragilizan, desmovilizan y dejan el campo libre hacia la orientacion liberal. Toda lucha que no incida directamente contra el campo adversario atrae la lucha y conflicto tambien dentro del campo propio. Asi, las feministas buscaran machismos en Podemos o denunciaran feminismo insuficiente; los animalistas no ven suficiente entusiasmo animalista en Podemos; los gays pueden ser del PP y continuar siendolo... etc.

    Hace 7 años

  12. Carlos

    Que diferente hubiera sido hablar de las virtudes de la RBU para abrir esa puerta a la emancipación de la mujer y de las personas dependientes. Sin embargo se le acusa injustamente de algo para lo que no está diseñada. ¡Por supuesto que debe ser acompañada de otras medidas que la complementen! Pero usted, en lugar de molestarse en complementarla con una propuesta, la azota por no ser la panacea. ¡Por supuesto que no es la panacea! No estamos en condiciones de hacerle el juego a la derecha, al neoliberalismo. Así que para el siguiente artículo, le pido que se documente más a fondo, y ofrezca su particular visión de cómo la RBU debería ser implantada. De otra forma, será impuesta de forma neoliberal como una mera justificación de eficiencia de mercado, y no como un derecho humano, enmancipatorio, que reconoce todo ese trabajo imprescindible para la vida y que nunca ha sido remunerado. Estoy convencida de que la renta básica de las iguales se ajustará bastante a su formación. Si me da una dirección, le envío una copia del libro con mucho gusto. Un cordial saludo.

    Hace 7 años

  13. Carlos

    Que diferente hubiera sido hablar de las virtudes de la RBU para abrir esa puerta a la emancipación de la mujer y de las personas dependientes. Sin embargo se le acusa injustamente de algo para lo que no está diseñada. ¡Por supuesto que debe ser acompañada de otras medidas que la complementen! Pero usted, en lugar de molestarse en complementarla con una propuesta, la azota por no ser la panacea. ¡Por supuesto que no es la panacea! No estamos en condiciones de hacerle el juego a la derecha, al neoliberalismo. Así que para el siguiente artículo, le pido que se documente más a fondo, y ofrezca su particular visión de cómo la RBU debería ser implantada. De otra forma, será impuesta de forma neoliberal como una mera justificación de eficiencia de mercado, y no como un derecho humano, enmancipatorio, que reconoce todo ese trabajo imprescindible para la vida y que nunca ha sido remunerado. Estoy convencida de que la renta básica de las iguales se ajustará bastante a su formación. Si me da una dirección, le envío una copia del libro con mucho gusto. Un cordial saludo.

    Hace 7 años

  14. Ricardo

    Aquí se habla de RBU y cuidados: http://rentabasicadelasiguales.coordinacionbaladre.org/libros

    Hace 7 años

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