
Mariano Rajoy
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Son tantas las similitudes, que hasta los ciegos lo ven. Son los mismos perros, con otros collares. Se cumplen las leyes de Mendel y aparecen los mismos caracteres de los ancestros, naturalmente adaptados al medio. El cordón umbilical, la correa de transmisión, el puente o el enlace fue el señor Fraga, ministro del general Franco, fundador del PP, representante de la derecha española, cerril e intransigente, acorazada por la historia y solidificada por las armas, crecida por la dictadura y gratificada por cuarenta años de violencia institucional.
Inmune al diálogo y acostumbrada a ser obedecida, indiferente al paso del tiempo. El nuevo partido, con el viejo equipaje, fue apoyado, seguido, financiado y votado por el franquismo de corazón y de cartera, porque genio y figura hasta la sepultura, y el que hace una hace ciento y por las obras los conoceréis. Los recientes escándalos de la justicia, la vergonzosa sumisión de los poderes judicial y legislativo al poder ejecutivo, la proliferación de la corrupción política, como una gangrena, y el sospechoso tema el Valle de los Caídos y su nefasto simbolismo, con el culpable dentro, a la mayor gloria de la dictadura, retrotraen la historia a un pasado oneroso y vergonzante y devuelven los fantasmas a la vida.
Idéntica dialéctica propagandística, idéntico chantaje entre la estabilidad y el orden y la amenaza de peligrosas aventuras y el desorden subsiguiente. Antes, era el oro de Moscú el que pervertía a la oposición democrática; ahora es el oro de Venezuela el que mantiene a los disidentes inconformistas y a los críticos de la política oficial y oficialista. La misma falta de imaginación y la misma falta de razones. Vuelven las mismas rayas rojas, las mismas trampas del orgullo institucional y de la costumbre del desprecio. Vuelven los casos de Sofico, de Matesa y del Aceite de Redondela, que implicó al hermano del Dictador, y que ahora se llaman Gürtel, Bankia, Fabra, Púnica, Taula, Lezo, Peña Pozo, alcalde de Burgos, Imelsa, Bárcenas, Jaume Matas, Brugal, Payán, Francisco Granados, Umbra, Totem, Acuamed, Andratx, Túnel de Sóller, Zamora, Caja Madrid, Naseiro, etc..
Y, para colmo y mayor identidad, Dios los cría y ellos se juntan y éramos pocos y parió mi abuela, la señora Esperanza Aguirre públicamente al general Millán Astray, el que lanzó el grito de “¡Abajo la inteligencia!”, el 12 de octubre de 1936, en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca y lo remató con la absurda y demente consigna de “¡Viva la muerte!”. Los compañeros de viaje acaban encontrándose y comiendo en la misma mesa. Por eso, es verosímil la sospecha popular de que el señor Rajoy quiere traer el ayer al hoy.
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Luciano G. Egido
Es escritor y periodista. Autor de numerosas novelas y ensayos por los que ha obtenido diversos premios.
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