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María José Jiménez y Aurora Serrano / Portavoces de la de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad

“Si el feminismo no es antirracista no es feminista”

Mujeres, gitanas y feministas. Dos portavoces de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad comparten su visión sobre el feminismo romaní, la múltiple discriminación hacia las mujeres gitanas y el racismo contra el pueblo gitano

Alba García Ruiz 17/05/2017

<p>Aurora Serrano, a la izquierda, y María José Jiménez.</p>

Aurora Serrano, a la izquierda, y María José Jiménez.

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“Queremos romper el estereotipo de mujer que existe”, explica Aurora Serrano. Es una mujer fuerte, gitana, graduada en Igualdad de Género, coqueta y feminista. María José Jiménez, alias Guru, es trabajadora del Samur Social, y su cara es más conocida porque fue la candidata número uno de Podemos por Salamanca, ciudad donde estudió las carreras de Humanidades y Trabajo Social. Ambas pertenecen a la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad, que se creó hace cuatro años para “promover la igualdad entre gitanas y gitanos, construir un enfoque feminista y combatir el triple síndrome de invisibilidad de la mujer gitana”, según recogen en su declaración de intenciones. Rodeadas de libros en la librería Mujeres & Compañía, Jiménez resume su objetivo en una frase: “Nuestra misión con la Asociación es dejar de ser objetos y convertirnos en sujetos políticos, de pleno derecho”.

Las discriminaciones son “múltiples”, explica Serrano. El hecho de ser mujer, pertenecer a la etnia gitana y, en muchos casos, a una clase social baja, las condiciona en sociedad y las carga con estereotipos. Ellas lo plasman en lo que llaman, ‘performance’ de la mochila, que realizan en las presentaciones de la asociación. La ‘performance’ escenifica físicamente lo que significa ser mujer y gitana mediante una mochila llena de piedras. "No estamos en igualdad de condiciones que el resto de sociedad; al nacer nos cargan con una mochila de estereotipos y de prejuicios que tenemos que afrontar y que romper, y que nos pesan a la hora de avanzar”, explica Serrano.

Nuestra misión con la Asociación es dejar de ser objetos y convertirnos en sujetos políticos, de pleno derecho

“Nosotras tenemos carreras universitarias, y como nosotras, la mayoría de las que pertenecen a la asociación; queremos romper el estereotipo”, señala la graduada en Igualdad de Género. Serrano pertenece a una familia humilde de la colonia de Pan Bendito en Carabanchel, Madrid. Con 12 años, cuando le vino su primer período, su familia la sacó del colegio, como les ocurrió a muchas de sus compañeras. Con 19 años conoció a un chico y terminó escapándose con él. Su pareja la maltrató físicamente durante cuatro años. Gracias a sus amigas, que se dieron cuenta de la situación y la ayudaron, Serrano escapó también de este hombre. Con 36 años volvió a estudiar, aprobó el graduado escolar en dos años, el acceso a la universidad en 6 meses, hizo dos años de Derecho en la Universidad a Distancia (UNED) y ha terminado el grado de Igualdad de Género con 4 matrículas de honor.

Ahora Serrano explica que no sólo lucha para acabar con el estereotipo de la mujer gitana, sino de todo el pueblo gitano. “Que el pueblo gitano esté al mismo nivel que el resto de la sociedad y que no se nos considere los chivos expiatorios, el otro, el que es menos, el que va a robar, el que va a usurpar”, señala. “Nosotros tenemos una identidad propia que se tiene que integrar. Somos un pueblo al que han intentado colonizar con leyes antigitanas a lo largo de la historia. (...) Tenemos nuestra identidad, somos un pueblo, somos dignos, y queremos que los demás vean lo que somos”, expone la portavoz. Para ejemplificar su lucha, apuntan a casos por los que asociación se ha movilizado, como la definición de gitano como ‘trapacero’ en la Real Academia Española (RAE) o programas de televisión como Gipsy Kings y Palabra de gitano.

Nosotros tenemos una identidad propia que se tiene que integrar. Somos un pueblo al que han intentado colonizar con leyes antigitanas a lo largo de la historia

Además, Jiménez señala: “La comunidad gitana históricamente se ha visto obligada a ser muy hermética. No es que seamos los grandes escondidos, que no queramos decir al payo cómo somos, o cómo comemos, o cómo respiramos, no, no es eso. Es una estrategia de supervivencia pura y dura, y además ha tenido que ser así para no dejar de ser lo que somos, para no perder identidad y para mantenernos en la historia con las señas que nos definen. Pero esto ha tenido también un efecto que tiene que ver con la mirada tradicional. Una comunidad hermética que se ha cuidado tanto para que el payo no la destruyese, tiene que ser una comunidad muy férrea en líneas de marcaje histórico, y ¿quién ha marcado esas líneas? Los hombres. Como los payos, exactamente igual”.

Esto también condiciona al colectivo LGTBI gitano. Para Jiménez, ser mujer, homosexual y gitana “significa vivir en el destierro”. La asociación, que se une también a las reivindicaciones y lucha de la comunidad LGTBI gitana, apoya una estrategia de integración y defensa de la libertad de orientación sexual. “Es que eso no va en contra de la cultura. Nuestra orientación sexual no resta nuestra identidad cultural en ningún momento”, declara.

Los estereotipos sociales hacia el pueblo gitano se integran también dentro del discurso feminista. “¿Tú has visto hablar a alguna de las académicas que venden libros a destajo de otras mujeres que no podemos salir a la calle sin que el guardia de seguridad del supermercado te siga?, ¿o que no podemos ir a alquilar una vivienda en igualdad de condiciones que tú?, ¿tú crees que puedo hacer una entrevista de trabajo en igualdad de condiciones que tú teniendo tu mismo currículum o mejor? Pues de esas cuestiones es de las que hay que hablar, porque si un feminismo no es antirracista no es feminista”, sentencia Jiménez.

 Para Jiménez, ser mujer, homosexual y gitana “significa vivir en el destierro”

Jiménez reivindica la necesidad de un diálogo porque, dice: “la producción feminista hegemónica no representa a muchas mujeres que nos consideramos feministas, resistimos en esta sociedad machista, patriarcal, racista y capitalista y no somos nombradas”.

Cuestiona también el impacto que tienen las medidas como la conciliación o las listas cremallera en política en mujeres que no sean blancas. Además, señala que muchas veces son tratadas con “condescendencia y paternalismo, si no con racismo y clasismo directamente”. La trabajadora social relata un episodio que le ocurrió con una mujer durante una charla. "Se me acercó y me dijo que no creía que hubiera gitanas feministas... No soy el mono del planeta de los simios. (...) Hablo y hablo como tú. Exactamente igual. Podemos tener distintas opiniones, puedes cuestionarme, te puedo cuestionar, pero no puedes tratarme de esa manera tan deshumanizante. Yo no soy un ser deshumanizado. Yo soy una mujer feminista como tú”.

Feminismo romaní

Serrano define el feminismo romaní como un “feminismo de resistencia, de lucha”. “Conseguimos acuñar el término de feminismo romaní, nunca se había oído. Llevamos 600 años en España y nunca nadie ha hablado de feminismo gitano. En cuatro años, un grupo muy pequeños de mujeres gitanas hemos conseguido discutir a niveles académicos con las grandes sobre feminismo, y un feminismo distinto”, señala Jiménez.

El objetivo final es convertirse en sujeto político para “dejar de ser un objeto a merced del político de turno, de la caridad, de la marginalidad

El nombre de su asociación --Gitanas Feministas por la Diversidad-- lo eligieron con la clara intención de “realzar todas esas luchas y esas resistencias dentro de la comunidad gitana pero centrada en las mujeres”, explica Jiménez. Además, resalta la invisibilización y el poco interés social respecto a la causa gitana. “Creemos que es el momento político y el momento histórico de darle una vuelta de tuerca y acabar con una construcción simbólica e imaginaria de lo que es el panorama y las figuras de las mujeres y los hombres gitanos en España y en Europa”, dice.

El objetivo final es convertirse en sujeto político para “dejar de ser un objeto a merced del político de turno, de la caridad, de la marginalidad; los bufones de los medios de comunicación”. Para ello, Jiménez reclama la necesidad de crear una agenda y un estatus político de la causa gitana y que no se mencione a los gitanos solo “de forma puntual, marginal o anecdótica”.

Estrategia Nacional 

Respecto al plan de Estrategia Nacional para la inclusión Social de la Población Gitana en España 2012-2020, Jiménez señala que el problema es que no está diseñada desde las necesidades reales sino desde “el pensamiento blanco colonizador e instrumentalizador de la causa”, a lo que hay que añadir que está “vacía de contenido”.

La portavoz asegura también que, para producir cambios reales en materia social, de educación, vivienda, escolarización que se incluyen en esta estrategia, es necesario que exista una verdadera agenda política de la causa gitana. “Ninguno de los gobiernos que han pasado por el Estado español, ya sean de derechas, de izquierdas, amarillos, rojos, blancos, azules, ha tenido jamás en consideración la situación política, económica, social o cultural del pueblo gitano. Nunca. Pero es que en Europa tampoco”, afirma Jiménez. “Mientras no haya una agenda política que sea de obligatorio cumplimiento en cada uno de los ayuntamientos de las comunidades autónomas y del Estado español esto no va a cambiar”, concluye.

Estas mujeres defienden también que la integración y el fin de los estereotipos de género y etnia se solventarán si los diferentes agentes asumen su responsabilidad. “Si los medios de comunicación asumís vuestra responsabilidad, si los políticos asumen su corresponsabilidad, si la sociedad en general se corresponsabiliza de esto. Porque nosotros no somos los culpables de esto, y nosotras menos. Y nosotras solas no podemos quitar una mochila que nos ha colgado una sociedad mayoritaria que controla todos los estamentos de poder, la economía, la comunicación, la política, el empleo, la participación... no podemos”.

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Autor >

Alba García Ruiz

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1 comentario(s)

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  1. Escritosabadonoche

    Vivo en un barrio considerado obrero en una de las grandes ciudades, donde convivimos personas gitanos y "payos", así como gente de otras nacionalidades. Tras mi experiencia de lo que veo y tras leer el artículo pregunto: No hay nada de autocrítica en serio? Todo es culpa del " Payo" que las ha "obligado" a que si cultura sea hermética? Pero claro, no hay que comentarlo y hacerle el juego a la derecha, o lo que sea ahora.

    Hace 6 años 10 meses

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