1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Derechos humanos

Violencia de Estado contra Ángela y su hija asesinada

El repaso completo al asesinato de una niña tras 51 denuncias de su madre por violencia machista muestra cómo las instituciones se desentienden de estos crímenes

Cristina Fallarás Madrid , 10/06/2017

<p>Ángela González Carreño denuncio 51 veces a su exmarido antes de que éste asesinara a la hija de ambos. </p>

Ángela González Carreño denuncio 51 veces a su exmarido antes de que éste asesinara a la hija de ambos. 

C.F.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

Conocí a Ángela González Carreño el martes 2 de febrero de 2016. Hacía entonces casi trece años que su exmarido había asesinado a la hija de ambos de un tiro de revólver.

Nos encontramos en la sede que la organización pro derechos humanos Women’s Link tiene en el centro de Madrid, y le conté que desde que, en 2003, un par de días después del crimen, leí la noticia en los diarios, no había dejado de pensar en ello. Ángela pasó tres años llamando a todas las puertas semanalmente –3 años, cada semana–, alertando de lo que sucedería si le obligaban a dejar a su hija a solas con el padre. Finalmente, una jueza le obligó a acatar un régimen de visitas que incluía el encuentro de padre e hija sin vigilancia. Tal como había avisado Ángela con desespero, él la mató. La niña tenía 7 años y había repetido una y otra vez que no quería ir con su padre. 

Cuando la conocí, hace algo más de un año, Ángela y las abogadas de Women’s Link esperaban sendas sentencias de la Audiencia Nacional. La ONU había condenado al Estado español a reparar e indemnizar a Ángela a causa del desamparo sufrido por ella y su hija y por la negligencia de la Justicia española, que desoyó en 51 ocasiones la denuncia y la alerta de la madre. Antes lo habían intentado en los juzgados ordinarios, en la Audiencia Provincial de Madrid, en la Audiencia Nacional, en el Tribunal Constitucional, en el Tribunal Supremo e incluso apelando al ministro de Justicia, en aquella ocasión Juan Fernando López Aguilar (PSOE). Intentaron, una y otra vez, infructuosamente, que el Estado español reconociera su responsabilidad en el asesinato de su hija Andrea. 

La historia de Ángela desde aquel 24 de abril de 2003 hasta hoy mismo es la demostración palmaria de que el Estado español, sea cual haya sido su Gobierno, el poder judicial o el ministro de turno, no ha asumido el significado de la violencia machista. No es que no exista una financiación de la prevención de la tortura y la muerte, es que cuando el asesinato se produce, y aun demostrada la responsabilidad de las instituciones, el Estado la rechaza. 

Tal como había avisado Ángela con desespero, él la mató. La niña tenía 7 años y había repetido una y otra vez que no quería ir con su padre

La historia de Ángela es seguramente la descripción más clara en España de la violencia que las instituciones ejercen contra las víctimas de la violencia machista. Una segunda violencia, institucional.

Esta:

Una historia de tortura y asesinato

El 3 de septiembre de 1999, un hombre llamado Felipe Rascón agarró del pelo a su mujer, la derribó contra el suelo de la cocina y le arrimó al vientre un cuchillo jamonero. Se habían casado tres años antes, y tres años tenía en el momento de esa agresión su hija Andrea. No era el primer ataque, tampoco la primera amenaza de muerte: Rascón vigilaba a su esposa, la seguía, la insultaba habitualmente y la maltrataba aludiendo a imaginarios amantes. No era la primera vez, pero la mirada de la cría, su presencia en aquella cocina, fue lo que determinó la huida. Ángela González Carreño agarró a su hija Andrea y salió de la casa familiar de Arroyomolinos para no volver más.

Tres años y siete meses después, el 24 de abril de 2003, en aquel mismo adosado del suroeste dormitorio de Madrid, Rascón agarró un revólver sustraído a su dueño en 1985 y mató a su hija Andrea, mató a su perra y se suicidó. Solo unas horas antes, a la salida de una audiencia judicial, se había acercado a la madre para decirle “te quitaré lo que más quieres”. 

Entre el momento en que el hombre, armado con un cuchillo, tiró a su mujer al suelo de la cocina y el momento en que ese mismo hombre, armado con un revólver, mató a la hija de ambos, Ángela, la madre, cursó 51 denuncias agobiadas en juzgados y comisarías. Cuando una lee la documentación legal del caso –varios volúmenes de archivadores–, tiene la sensación de que media una voluntad minuciosa, notarial, un obstinado rastro de migas de pan que alguien se empeñó en ir dejando. Ángela sembró de migas el camino de su tortura. Migas desde la huida a cuchillo hasta el momento en el que su exmarido apuntó a la hija de 7 años y le descerrajó un tiro, migas para que alguien pudiera, llegado el caso, entender lo incomprensible. 51 denuncias. 

Pero siempre hay un pájaro que se come las migas, incluso una bandada. 

En el caso de Ángela, los pájaros aparecieron definitivamente el 6 de mayo de 2002. Llevaba dos años y medio denunciando al menos una vez al mes el acoso de Rascón, su exmarido –insultos, amenazas de muerte, persecuciones, ataques a la niña, golpes– cuando la jueza titular del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Navalcarnero decidió que no existían razones para que el padre no estuviera a solas con su hija.

Tres días después, Ángela recurrió la decisión de la jueza aludiendo al “interés superior del menor”, pero el 17 de junio el juzgado repitió su sentencia. De nada sirvió el informe del Centro de Servicios Sociales vigilante del régimen de visitas, donde se alertaba de que la niña no quería pasar más horas con su padre y recomendaba no dejarla a solas con él, sin vigilancia. De nada sirvió el escrito del fiscal en el mismo sentido. 

El 8 de enero de 2003, tres meses antes de que mataran a su hija, Ángela presentó ante el juzgado un escrito en el que rogaba que escucharan a la niña, que la cría no quería estar con su padre, que la violentaba con insultos a la madre. Ese mismo 8 de enero, los Servicios Sociales encargados del caso presentaron un informe en el que aconsejaban no permitir que padre e hija se encontraran sin vigilancia, ya que él usaba a la cría para agredir a la madre a base de preguntas sobre su intimidad y amenazas que “confundían” a Andrea. No fue el único informe. 

Tres meses antes de que mataran a su hija, Ángela presentó ante el juzgado un escrito en el que rogaba que escucharan a la niña, que no quería estar con su padre

Una semana antes del asesinato, la trabajadora social que supervisaba las visitas entre Felipe Rascón y su hija emitió un escrito en el que detallaba “varias incidencias” alarmantes sucedidas entre los días 9 de enero y 3 de abril de 2003. En todas ellas alude al uso de la hija para agredir a Ángela, e insiste en que la niña no quiere estar con su padre, que se siente “incómoda y confusa”.

El jueves 24 de abril de 2003, por la mañana, Ángela González Carreño y su exmarido, Felipe Rascón Calderón, se encontraron en una vista oral relativa al derecho de uso de la vivienda. A la salida, el hombre se acercó a ella y le advirtió de que le iba a quitar lo que ella más quería. Pocas horas después, obedeciendo las órdenes del juzgado, Ángela llevó a su hija Andrea al Centro de Servicios Sociales, donde la recogió su padre. 

A las 20.00, como cada jueves, volvió a recogerla. Ante la tardanza de padre e hija, acudió a la Guardia Civil de Mejorada del Campo. Fueron ellos quienes entraron en el adosado de Arroyomolinos, por la puerta de atrás. En el salón, donde la televisión permanecía encendida, encontraron tres cadáveres: el de una perra, el de Andrea, 7 años, y el de Felipe Rascón, su padre, aún con el revólver en la mano. 

Violencia tras el asesinato

Cuatro días después del crimen, el 28 de abril de 2003, la presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo, envió sendos escritos al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y al ministro de Justicia. Al CGPJ le solicitaba una investigación para esclarecer las responsabilidades que suponía la presumible negligencia judicial, y un expediente disciplinario para la jueza titular del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Navalcarnero. Al ministro de Justicia le solicitaba una audiencia para exponer las deficiencias del funcionamiento de los servicios psicosociales de la Administración en casos como el de Ángela. Asimismo, solicitaba una investigación sobre lo sucedido.

El ministro de Justicia entonces era José María Michavila (PP), y el del CGPJ, Francisco José Hernando Santiago. 

Tras poco más de dos meses, el 9 de julio, el Magistrado Jefe de la Sección de Régimen Disciplinario del CGPJ respondió que, tras revisar la actuación del Juzgado de Navalcarnero, no apreciaba ninguna actuación que tuviera relevancia disciplinaria y, por lo tanto, archivaba el caso. 

Resulta imprescindible repasar la historia de Ángela fecha a fecha, solo las muy señaladas. Se necesitaría un centenar de páginas para hacer constar todas y cada una de sus denuncias, todos y cada uno de los rechazos institucionales recibidos, todos y cada unos de sus desgarros. 

Tras revisar la actuación del Juzgado de Navalcarnero, el CGPJ no apreciaba ninguna actuación que tuviera relevancia disciplinaria y, por lo tanto, archivaba el caso

El 2 de enero de 2004, el Juzgado de Instrucción número 3 de Navalcarnero declaró “extinguida la responsabilidad penal” en el asesinato de Andrea Rascón. Inmediatamente, Ángela recurrió dicha decisión, que fue desestimada. También lo fue la presentada ante la Audiencia Provincial de Madrid, en una resolución contra la que no cabía ya recurso.

En 23 de abril de 2004, a falta de un día para que se cumpliera un año del asesinato, Ángela González Carreño arrancó su particular pelea con la Administración pública española, una lucha sin cuartel ni victorias que llega hasta hoy. En esa fecha, de la mano de la abogada Ana María Ruiz Tagle, inició un procedimiento de reclamación de responsabilidad patrimonial ante el Ministerio de Justicia español. Defendía y defiende que la Administración de Justicia y los Servicios Sociales españoles fallaron en su deber de proteger la vida de su hija Andrea. Defendía y defiende que el Estado “primó el derecho de Rascón a tener una relación con su hija, en lugar de velar por el interés superior de la menor”.

Año y medio más tarde, el 3 de noviembre de 2005, el Ministerio de Justicia resolvió desestimar su reclamación, alegando que la vía judicial elegida era errónea. Aseguraba que Ángela debía haber solicitado una indemnización por error judicial, pero que para ello estaba fuera de plazo. Ángela recurrió y el 22 de enero de 2007 el mismo ministerio volvió a desestimar su queja. 

Al rechazo del Ministerio de Justicia, siguieron el de la Audiencia Nacional (10 de diciembre de 2008), el Tribunal Supremo (15 de octubre de 2010), que además le obligó a pagar las costas, y el Constitucional, que el 27 de abril de 2011 inadmitió la demanda. A todos ellos Ángela les pedía solo una cosa: que admitieran la responsabilidad de la Justicia española en el asesinato de su hija. Ninguno de ellos aceptó sus razones, por lo que ya no le quedaron instancias nacionales a las que acudir.

La ONU condena a España

La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (o CEDAW en sus siglas en inglés) es un tratado internacional de la ONU firmado en 1979. Está firmado y ratificado por España.

En septiembre de 2012, agotadas todas las vías en su país, Ángela González Carreño y la organización internacional Women’s Link presentaron el caso ante la CEDAW, que en julio de 2014 emitió un dictamen que afirmaba que “el Estado [español] ha infringido los derechos de la autora [González Carreño] y su hija fallecida”. Asimismo, conminaba al Estado a “otorgar a la autora una reparación adecuada y una indemnización integral y proporcional a la conculcación de sus derechos”. Por otra parte, indicaba que se debía “llevar a cabo una investigación exhaustiva e imparcial” sobre lo sucedido. 

Nada de eso se hizo. 

Las últimas resoluciones sobre el caso datan del año pasado, trece años después del asesinato de la niña Andrea Rascón González, y son sendas sentencias de la Audiencia Nacional. En ambas (25 de abril y 2 de noviembre de 2016), se insiste en que los procedimientos legales y las decisiones tomadas por la Justicia española entre septiembre de 1999 –fecha en la que Ángela y su hija huyen– y abril de 2003 –fecha del asesinato– fueron correctos. Por lo tanto, el hecho de desatender las 51 denuncias de la madre y los informes de los Servicios Sociales, así como no tener en cuenta el interés superior de la menor también entraba dentro de la normalidad. 

En la última sentencia, que data de hace apenas 7 meses, se pueden leer afirmaciones como las que siguen:

“La recurrente presentó un escrito de alegaciones el 7 de enero de 2003 en el que se opuso a pasar a ese nuevo régimen [el de las visitas paternas sin vigilancia] y denunciaba la falta de apego de la pensión de alimentos, pero no se desprendían de su escrito que se opusiese al régimen de visitas existente o advirtiese riesgo para la vida de la menor”. En la fecha a la que hace referencia la Audiencia Nacional, ese enero de 2003, Ángela González Carreño y sus abogados ya habían presentado al menos 45 denuncias por acoso y maltrato a la madre y a la hija, alertando del peligro que supondría dejar a la niña a solas con el padre.  

“Este Tribunal, aun lamentando profundamente el fatal desenlace, no aprecia que en el supuesto que nos ocupa existiese un funcionamiento anormal de la Administración de Justicia”.

“Este Tribunal, aun lamentando profundamente el fatal desenlace, no aprecia que en el supuesto que nos ocupa existiese un funcionamiento anormal de la Administración de Justicia”

 “…Tras un constante seguimiento del régimen de visitas e informes psicológicos de los padres y de la menor, con intervención del Ministerio Fiscal a lo largo de las actuaciones y con constantes escritos de alegaciones de los progenitores, y permanentes informes de seguimiento emitidos por los servicios sociales, resolvieron lo que estimaron conveniente respecto de la forma en que debía canalizarse la comunicación de un padre separado con su hija, sin que existiesen datos que indicasen que el régimen de visitas que existía [las visitas sin vigilancia] implicase peligros para la vida o salud física o psíquica de la menor, por lo que el posterior asesinato de ésta a manos de su progenitor no aparece conectado con funcionamiento anormal alguno del juzgado o de sus agentes colaboradores, de modo que no se aprecia la existencia de los elementos necesarios para declarar la existencia de una responsabilidad patrimonial del Estado.”

Si el Estado acatara

Muy otro es el punto de vista de Teresa Fernández Paredes, abogada de Women’s Link al frente del caso. “Ángela confió en el sistema de justicia y en las administraciones del Estado, que respondieron con decisiones basadas en estereotipos y prejuicios de género que terminaron en el asesinato de su hija Andrea”, afirma. 

Fernández Paredes critica duramente el caso omiso que España hace a las recomendaciones de la CEDAW sobre violencia machista. “Si el Estado acatara las recomendaciones del Comité CEDAW, las mujeres supervivientes de violencia de género no tendrían que enfrentarse a procesos judiciales por proteger la vida de sus hijas y por rebelarse contra un sistema de justicia que les exige cumplir unas visitas sin supervisión con los padres maltratadores”. Y añade: “El Estado tiene responsabilidad en la protección a las mujeres víctimas de violencia de género y a sus hijos e hijas y, cuando ese sistema de protección falla, las consecuencias que tiene para esas mujeres y sus hijos e hijas son irreparables”. 

“Si el Estado español firma y ratifica tratados internacionales que lo comprometen a proteger y a garantizar derechos, luego no puede pretender que estos tratados no van a tener ningún efecto en las instituciones españolas. O simplemente, ¿se firman para quedar bien ante la comunidad internacional?”, concluye la abogada. 

Ángela

Ángela González Carreño responde al teléfono el jueves 1 de junio. El fin de semana anterior, tres hombres asesinaron a “sus” mujeres. 

–Este fin de semana han matado a tres mujeres y no ha sido capaz nadie del Gobierno de comparecer. Pero de este y de ninguno. No veo que el resto de partidos políticos haga presión alguna. Estoy indignadísima. No entiendo cómo puede haber 2.500 efectivos en un partido de fútbol para prevenir incidentes y que no haya para las mujeres que han denunciado que las van a matar.

–¿Y qué se puede hacer?

–No lo sé. Lo único que yo podía hacer era recurrir a la justicia y creer en ella, pensando que iba a estar de mi lado reconociendo lo evidente: lo que me estaba pasando. ¡Puse 51 denuncias! Y no hubo ni reconocimiento antes ni después. Y es que no interesa… Los asesinatos por violencia machista no interesan al Gobierno. Es más, cuando matan a una mujer o a una criatura no le dan importancia ninguna.

– ¿El Gobierno no responde?

–El Gobierno sí responde, pero con negativas. Negando lo evidente: que son responsables.

–Usted ha vivido el mayor desamparo por parte de la Administración. 

–Hay un desamparo evidente y total por parte del Estado, de las instituciones, los jueces en relación no sólo en lo que rodea a las mujeres sino también a las criaturas. Mira lo que está pasando con los niños. Sigue prevaleciendo el interés de un padre maltratador a la protección de un niño, porque es invisible, no se escucha a los niños. Es indignante que no se escuche lo que sufren.

Hay un desamparo evidente y total por parte del Estado, de las instituciones, los jueces en relación no sólo en lo que rodea a las mujeres sino también a las criaturas

–¿Existe la suficiente presión en la calle?

–Yo he dejado de ir al “minuto de silencio” porque no vale de nada. ¿Qué se ve ahí? ¿A cuántas personas? ¿Quince con una pancarta frente a la sensación de “mira estas locas”? Esto no sirve para nada. Necesitamos más. Que se involucre el Gobierno, que adopte medidas… Que se lleve a cabo lo que estableció la ley de 2004. Ahí se contempla que no se puede entregar un niño a un padre maltratador. No debería dejarse decidir a un juez, sino imponerlo con una ley. Porque hay jueces y jueces, y juezas y juezas… Debe ser una imposición por ley, no se les debe dejar pensar porque cada uno tiene una ideología y ve las cosas a su manera. 

–Después de lo vivido y tras años de pelea, ¿qué pasos cree que se debe dar?

–Para empezar, muy fácil: protección a las víctimas, a las mujeres, y destierro a los maltratadores. Ellos son los que deben irse, y no las mujeres. Una mujer no puede salir a la calle mirando a todos lados para ver si está el maltratador, si la sigue… ¿Por qué el resto de asesinos sale en televisión y un asesino por violencia de género sale con el rostro oculto? Va a estar en la cárcel 5 o 7 años, y cuando salga lo volverá a hacer. No les conocemos, hay que conocer a los asesinos y reconocerlos como asesinos, como los de ETA, como el resto de asesinos. Hay que comparar los asesinatos por violencia de género con el resto de asesinatos. Que una mujer asesinada tenga el mismo valor que otras víctimas.

–Cada vez es más evidente el uso de los hijos para agredir a las madres. 

–Con respecto a los hijos, muchos tienen una fachada de buenos padres –“se la ha llevado, le ha comprado esto o lo otro…”– cuando en realidad está machacando a esa criatura por detrás para maltratar a la mujer. Y el hijo lo ve, no es tonto. Se dio cuenta mi hija, y se da cuenta el resto de los hijos. El Gobierno, la gente… Yo no sé si se dan cuenta. Lo que quieren es hacer el mayor daño posible a la mujer que les ha abandonado. Y ese daño son los hijos, por supuesto. Por eso no hay que entregárselos, no sé, no sé por dónde empezar…

–¿Dónde cree usted que están las responsabilidades?

–Hay muchos responsables cuando un juez permite las visitas de un padre maltratador. Empezando por los servicios sociales, que no deberían consentir los puntos de encuentro cuando tienen informes de que existen denuncias. Luego, además, los informes que realizan las trabajadoras sociales no valen para nada. No involucran nada. Ese fue mi caso. Como los informes psicológicos. Cuando suceden estas cosas, lo primero es un psicólogo para el papá, la mamá y el hijo. Tampoco valen para nada. No se mojan.

–Las denuncias a usted no le sirvieron para nada.

–Hay que ver la evidencia cuando hay denuncias, cuando se ven los malos tratos, es que no hay más. Pérdida de custodia totalmente. Es la única manera de empezar a evitar, de entrada, la muerte de los hijos. Las de las mujeres, pues bueno, aprender a vivir con el miedo. El hecho de que no haya protección, que no manden a estos delincuentes fuera de la provincia donde vive su mujer… Es que no hay manera, porque aunque lo mandes lejos, la orden de alejamiento no vale para nada. Debería estar controlado de alguna manera, informando incluso a sus empresas. La mujer tiene todas las de perder. Pierden su trabajo, su vida, sus amigos porque viven en auténtico pánico. El maltratador sigue libre, en su trabajo no saben nada, siguen pensando que es una persona muy responsable con sus hijos y que la mala es la mujer, etc. etc. Hay que cambiar la forma de pensar: es el maltratador quien debe sufrir, no la víctima. Me indigno, me indigno, me indigna que no se dé la visibilidad suficiente para que este problema nos afecte a todos. Repetirlo todas las semanas, no medio minuto. Sólo sirve para ir sumando un número más y a final de año hablen de un porcentaje en relación al anterior. Y en enero, contador a cero. Las víctimas de ETA las siguieron sumando, les hicieron estatuas, plazas, jardines, eventos, manifestaciones, conmemoraciones… Y a las asesinadas por violencia de género, nada.

–A usted, la ONU le dio la razón.

–El día que me dio la razón la ONU fue un día feliz y, de alguna manera, me devolvió la esperanza. Pensé que finalmente alguien había leído mi caso y recuperaría mi dignidad, pero me sirvió de poco. En cuanto vi la respuesta del Gobierno se me vino el mundo abajo. Que a mí no me restituyan es un acto de violencia institucional. Y es un problema social y parece que cuantas más asesinadas hay, más crece la violencia de género. Porque el resto de los hombres que son violentos piensan en primer lugar que la mujer se merece que la maten. Lo primero que hay que pedir a los políticos es que estos asesinatos sean visibles, que se recuerden, que se nombren.

Niños asesinados

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad empezó a recoger estadísticas sobre menores en 2013. Desde esa fecha, al menos 22 menores fueron asesinados por la llamada Violencia de Género. Las cifras, no obstante, no son concluyentes y podrían ser más. En cuanto a las fechas anteriores, la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas maneja un número de menores asesinados que supera los 70, entre 1999 y 2012. 

En lo que va de este año 2017, al menos tres menores han sido asesinados por Violencia machista.

El 3 de febrero, Vladimir Valdovinos se lanzó desde una ventana del Hospital de La Paz con su hija Aramís en brazos. La cría tenía 18 meses. Murieron los dos. Antes, él le espetó a su mujer, Noemí Dávila: “Te voy a dar donde más te duele”. 

El 29 de marzo, José Manuel-García Bustamante estranguló a su mujer, Ana María Rosado, y asesino a sus dos hijos, una niña de 5 años y un niño de 8, por asfixia en Campo de Criptana. 

Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

14 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. CRG

    Excelente artículo. Muestra a las claras las vergüenzas de la "justicia" española, como unos jueces se protegen a otros para que sus meteduras de pata y su incompetencia, mortales en este caso, resulten impunes. Maldigo este falso "estado social de derecho" que dice la constitución que tenemos. Solo faltaría el nombre de la jueza titular del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Navalcarnero para que sepamos quien es la segunda responsable de la muerte de esta niña junto al nauseabundo asesino Felipe Rascón.

    Hace 6 años 4 meses

  2. Dubitador

    Ha faltado un listado de los nombres de los benemeritos magistrados que redactaron y firmaron tan prescientes escritos de denegacion de justicia.

    Hace 6 años 7 meses

  3. gabriel

    "MALTRATO INFANTIL EN LA FAMILIA: FILICIDIO. Dentro de las consecuencias más graves del maltrato familiar infantil están los homicidios de los menores a manos de sus propios progenitores, y que en muchos de los casos suelen ir precedidos de anteriores episodios de malos tratos. Un estudio pionero realizado en España [18] sobre 31 sentencias judiciales de casos de felicidio con 42 víctimas, concluye que el mayor riesgo de sufrir felicidio -la muerte de niños a manos de sus progenitores biológicos o adoptivos- se concentra en los menores de tres años, y la mayor parte de las agresiones se producen de noche. El 19% se produce como venganza del agresor contra el cónyuge. El estudio indica que los niños menores de tres años son los que más sufren filicidio (38,1%), seguidos de los de tres a seis años (19%). Las peores horas para estos sucesos son entre las 21.00 y las 2.00 horas. El mapa del filicidio esta concentrado en Cataluña (19%), Madrid (14%) y Baleares (11%). En el 47,6% de los casos la agresora es la madre, el padre lo es en el 19% y ambos en el 16,7%. En el 11,9% de ocasiones, el padre mata también a la madre. Ni el padre ni la madre inculpados tienen antecedentes penales. Solo el 31,8% de los padres y el 18,5% de madres presentan atenuantes, principalmente por toxicomanía y confesión antes del descubrimiento de los hechos. Escasea el arrepentimiento espontáneo o la anomalía o alteración psíquica, y casi nunca presentan eximentes. Pero el 55,6% de los progenitores agresores presentan alguna psicopatología. En el padre inculpado aparece, sobre todo, el trastorno paranoide de la personalidad; también se dan casos de alcoholismo, trastorno mixto de la personalidad y trastorno ansioso depresivo. La esquizofrenia paranoide es el trastorno mental más presente en las madres agresoras." Cuadernos de Medicina Forense versión impresa ISSN 1135-7606

    Hace 6 años 7 meses

  4. Igualdad y Justicia

    Ergo: Juana está en tu casa y no es una secuestradora. Y otro ergo: la jueza que ordenó la comparencia de Juana y la custodia compartida, es una pre cómplice de futurible asesinato. Puestos a desbarrar, habrá que ponerle vigilancia permanente a los niños, no vaya a ser que los mate el padre para cumplir el fatídico designio fallaresco. Viva el Estado de Derecho . ? Tan difícil no perturbar a los jueces y usar las garantías procesales?

    Hace 6 años 7 meses

  5. melchor

    El mundo está hecho equivocadamente por hombres. Son las mujeres las que deberian organizar ese mundo infernal en el que estamos conviviendo los seres humanos, con guerras, hambres y muchas injusticias. Da igual el tipo de VIOLENCIA de la que tratemos, de lo si estoy seguro, es que un mundo mandado por mujeres, mejoraria la calidad de vida de todos los habitantes. MUJERES OS PROPONGO LA CREACION DE UN PARTIDO POLITICO , de lo contrario España seguira dominada por la Iglesia, durante muchos años.

    Hace 6 años 9 meses

  6. Julio Gómez

    Pero porque no se deja de hablar de violencia de género? Es violencia y ya está como la violencia. Diferenciando entre violencias solo se consigue crear injusticias y provocar diferencias entre acciones similares https://planckito.blogspot.com.es/2017/02/violencia-de-genero-o-genero-de.html

    Hace 6 años 9 meses

  7. Loderanay

    Grandísimo artículo de Cristina Fallarás, un ejemplo de como es el periodismo de calidad contando una durísima historia con contexto. Al que dice que que hay mas niños asesinados por sus madres que por sus padres que se releea el artículo que esto va del fallo garrafal de un Estado. Seguro que además dices que la ley favorece a las mujeres, ya ves 51 denuncias y una menor muerta. Asco de gente.

    Hace 6 años 9 meses

  8. Carlos

    Estamos bien... Esto no se puede llevar al TJUE???

    Hace 6 años 9 meses

  9. Jesús Díaz Formoso

    PERIODISMO - CON MAYÚSCULAS - Gracias

    Hace 6 años 9 meses

  10. Jesús Díaz Formoso

    "la jueza titular del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Navalcarnero decidió que no existían razones para que el padre no estuviera a solas con su hija". - NO TIENE NOMBRE ESTA COSA JUEZ???

    Hace 6 años 9 meses

  11. falerea

    La autora no menciona que hay más niños son asesinados por sus madres, que por sus padres.

    Hace 6 años 9 meses

  12. jorge

    Muy buen artículo, aunque cuente una historia MUY DURA. Todo mi afecto para Ángela

    Hace 6 años 9 meses

  13. Arturo García

    Dos problemas veo: + La educación, la mentalidad; seguimos siendo un pais tercermundista en estas cosas, y + La gestión; los "inquilinos" de las instituciones tan sólo se preocupan de sus dineros, de las rentabilidades. Y así, en un país de (Manolo, el del) bombo y pandereta, de misa diaria y mantilla, donde la banca es "cosa de cuatro"... a la que has viajado mínimante por ahí fuera te das cuenta de que cambiar las cosas es muy, pero que muy complicado. Sin embargo, hay que intentarlo. Sigue así, Cris. Un saludo. @PipoBB8 / Arturo García Martín

    Hace 6 años 9 meses

  14. Fede

    No hacen falta sutilezas. Son unos mierdas, los maltratadores y la "justicia" que los ampara.

    Hace 6 años 9 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí