
Juan Carlos Monedero.
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Tres semanas después de que saltase la noticia, ninguno de los protagonistas, ni juntos ni por separado, habían sido vistos. ¿Estarán juntos? ¿Dónde? ¿Escondiéndose para qué y con intención de qué? ¿Cuándo decidirán salir a dar la cara y por fin explicar el caos creado? Algún día tendrán, tanto Doña Sofía como Juan Carlos Monedero, que contarnos por qué han puesto, por un capricho sentimental, patas arriba la Corona, el Estado de Derecho y la ecuación política, haciendo que los expertos en sociología o los directores de institutos de opinión vivan continuamente con la idea en la cabeza de saltar por la ventana. Pasados veinte días de crisis institucional, algunas encuestas castigaban ya duramente tanto a Podemos como al partido más relacionado con la monarquía según los encuestados, el PP. ¿Tú por qué te hundes, por parte del novio o de la novia?, era una broma recurrente que se repetía en agosto de 2017 en los despachos de los más prestigiosos sociólogos y analistas políticos.
El caos creado tras conocerse el romance entre Doña Sofía y Juan Carlos Monedero derivó pasados los primeros días de confusión en un emerger con fuerza en las encuestas de inesperados invitados al olimpo político. Partidos limpios de responsabilidad en este incomodísimo asunto, como UPyD, el PACMA o VOX se unían a la tarta de reparto del electorado, lo cual complicaba aún más la situación de gobernabilidad de un país, ya ingobernable de por sí con las cuatro opciones mayoritarias sobre la mesa hasta ese momento. ¿No deberían regular leyes de seguridad nacional algunos asuntos del corazón que puedan poner, como ha sido en este caso, en estado de taquicardia la sana convivencia democrática y la ecuación de la estabilidad política? Eran las preguntas y reflexiones que, en privado, se sucedían por los pasillos de las redacciones y los partidos políticos. En público --y aunque en la calle los chascarrillos iban en aumento de forma exponencial-- la extrema moderación era la norma a respetar por todos los grandes actores políticos, mediáticos e institucionales del país. Como pasa siempre que hay un gran pacto tácito de este tipo, la víctima principal es la creatividad. Más que el uso, un abuso de frases precocinadas del tipo “máximo respeto al plano privado”, “hay que saber diferenciar lo uno de lo otro” o “confianza plena en la fortaleza democrática, pase lo que pase”, aburrían y congelaban, a la espera de novedades, el ambiente político de un final de agosto del 2017 que siempre será recordado por el Spanish Terremoto.
La novedad llegó una mañana, con el mes acabando y del modo más inesperado. Un tuit desde la cuenta @la_tuerka anunciaba para esa misma noche a las 21h un mensaje en directo a los españoles de Juan Carlos Monedero. En redes sociales, los graciosos de siempre, ajenos a las grietas que se abrían en los pilares del Estado, bromeaban con comparaciones estúpidas e irresponsables entre lo que sucedería esa noche y los tradicionales discursos de Navidad de Su Majestad el Rey, el verdadero Juan Carlos, el emérito y siempre recordado, el Borbón. ¿Hará también este Juan Carlos giro de cámara como hacía el otro?, preguntaba uno de esos tuiteros estrella, con toda seguridad mucho más preocupado por engordar su ego a base de retuits que por el futuro en paz de nuestro país.
Si en la Portugal de 1974 la canción Grândola, Vila Morena sonando en la radio fue el aviso para la unión de todos los portugueses en torno a la Revolución de los Claveles, en la España de hoy ese tuit desde la cuenta de La Tuerka, esa cosa tan pequeñita como un tuit flotando en un espacio infinito y digital de unos y ceros, parecía ser la señal definitiva para el gran enfrentamiento nacional. La prudencia política y periodística, norma durante estas semanas de crisis de Estado, se fue “al carajo”, como bien definió un ministro del Gobierno, muy cabreado ante los micrófonos de la COPE preguntado por la provocación por parte de Monedero y los suyos vía tuit. “Estos se creen que pueden hacer lo que les dé la gana”, declaraba al mismo tiempo en televisión el periodista Alfonso Rojo, lógicamente sulfurado en una tertulia de TVE que se hacía eco de la nocturna convocatoria. “La convocatoria de esta noche a los españoles por parte de este tipejo llamado Monedero desde su propia televisión es típico de dictaduras como las de Venezuela o Irak (los nervios y la tensión del momento hicieron que Alfonso Rojo confundiera Irak con Irán) pero esto es España y la Audiencia Nacional, el Constitucional y la Guardia Civil deberían prohibir la emisión de esa patraña propagandística, que es casi un golpe de Estado, con una Reina emérita en paradero desconocido, quién sabe si secuestrada por estos amigos del terrorismo”, concluía el prestigioso tertuliano obteniendo gran aceptación su intervención y análisis de la situación por el joven presentador Sergio Martín, que se limpiaba las gafas mientras asentía y por el resto de compañeros de mesa de tertulia, uno de los cuales incluso llegó a aplaudir.
Con un ambiente tan caldeado y con la cuenta @La_Tuerka guardando un silencio sepulcral, lo que quedaba de mañana y de tarde fue un caos de reuniones a dos bandas, de declaraciones institucionales, de reuniones a tres bandas, de visitas secretas a Zarzuela por parte del presidente del Gobierno e incluso de reuniones a cuatro bandas entre los principales líderes del país. Uno de los más acertados de la jornada, según coincidieron casi todos los analistas independientes, fue Albert Rivera, que ante los periodistas y con un tremendo sentido de Estado, no dudó en pedir la unión de todos los demócratas “ante este desafío que ponía en jaque a la Corona, a España y quién sabe si a nuestro modelo de convivencia en Occidente”. Tras citar a Kennedy y a Adolfo Suárez, Rivera lanzó un mensaje final de confianza que, según los analistas quedará para la Historia por su sentido de Estado. Por su parte, mucho más tibios, los dos cabezas visibles de las principales sensibilidades de Podemos, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, decidieron comparecer juntos ante la prensa para, leyendo un comunicado, mostrar una simulada unión entre ellos ante la crisis creada por su compañero y amigo Monedero. Tras responder en el turno de preguntas que “no sabemos nada de Juan Carlos desde hace semanas, lo llamamos pero o lo tiene apagado o no responde” y que no tenían más información que la ya conocida y anunciada por La Tuerka esa misma mañana, ambos desaparecieron juntos de la sala de prensa, anunciando que iban a reunirse para tratar el asunto con los representantes de Izquierda Unida, las mareas, en comú y resto de fuerzas amigas o asociadas a la formación morada. Pocos creyeron tras la rueda de prensa que Pablo Iglesias dijese la verdad. Pocos creyeron que no supiera nada de su amigo y compañero Juan Carlos Monedero y así lo denunció públicamente Cristiano Brown, líder de UPyD y, según reflejaban todas las encuestas, nuevo ídolo de jóvenes y azote de la antigua política, conocida hasta anteayer como la nueva política. En unas declaraciones a la Agencia EFE, Brown fue contundente: “Rajoy, Rivera, Sánchez, Iglesias: basta ya de mentirle a los españoles, queremos saber qué está pasando aquí”.
En un bar a las afueras de Valladolid, un joven camarero se subía a una silla con un cable HDMI que conectase el ordenador con la gran pantalla anclada a la pared, normalmente apagada por orden del dueño del bar, partidario de la política de que a los bares se va a hablar, no a mirar la tele o el móvil. Tras unos minutos de pelea de cables, conexiones y sintonizaciones, al fin la pantalla, reservada habitualmente para los grandes partidos de fútbol, comenzó a emitir la señal vía Internet de La Tuerka. El ambiente en aquel bar, mezcla de indignación, chistes, incomodidad y curiosidad, era un microcosmos que reflejaba bien lo que estaba pasando en ese mismo momento en todo el país. Desde las 20:45h de aquel día que quedará para la Historia, un share analógico y digital del 70% hacía que cerca de 30 millones de espectadores se congregaran ante las pantallas de televisión, ordenadores, tablets y teléfonos móviles para ser testigos de las anunciadas y esperadas declaraciones de Juan Carlos Monedero. ¿Aparecerá solo o con la Reina emérita? ¿La Reina Sofía en La Tuerka? ¿Hasta dónde va a llegar el desconcierto y sinsentido de este país? ¿Si aparecen ambos, qué sucederá después? ¿Qué dirán? ¿Puede acabar esto en una República mañana mismo? Esperemos que no haya enfrentamientos. ¿Se desligará de su madre el actual monarca Felipe VI? ¿Si Monedero aparece solo, como parece lógico si uno lee y relee el tuit emitido por la mañana desde @La_Tuerka, aprovechará para hacer política de alguna manera retorcida e interesada, como por ejemplo recordando que la Reina es griega y por tanto el amor entre ellos nació de algún modo al ser ambos ciudadanos de países víctimas de las políticas represivas contra el sur de Europa?
Cuando la señal dejó de emitir vídeos resumen de antiguas entrevistas o tertulias de Monedero o Pablo Iglesias, la pantalla pasó a mostrar durante unos minutos el logo del canal, un hexágono de color rojo simulando una tuerca. Unos 4 minutos que se hicieron eternos allí donde a cada uno le tocó vivir aquel momento histórico. En el búnker de Moncloa, en Ferraz, en Génova, en el Palacio de la Zarzuela, en las sedes de todos y cada uno de los principales partidos políticos, en las emisoras de radio o tele, en las redacciones de todos los diarios, en cada casa, bar, parada de autobús, en cada rincón del país se contenía la respiración observando el dichoso logo de La Tuerka. Un logo que, cuando desapareciese de un momento a otro, no cabía duda según los presentadores de los programas que en directo comentaban lo que estaba a punto de suceder, daría paso a la cara del hombre más buscado, reclamado y citado del momento: Juan Carlos Monedero. No sabemos si solo o acompañado por la Reina Doña Sofía, señalaba Matías Prats en directo con una cara de tensión evidente que recordó a aquel gran trabajo que realizó contándonos en directo el 11-S.
Vestido con un chaqué gris sobre una camisa morada, lo cual se interpretó por parte de los tertulianos como un guiño claro de apoyo a la quién sabe si inminente República, Juan Carlos Monedero, sentado en una austera silla blanca sobre un fondo oscuro, sonrió a cámara y comenzó su comparecencia: “Españoles, ciudadanos del mundo, amigos y amigas queridas todas: cuando el amor llega, no suele venir con un carnet político, ni con la cartilla de grupo sanguíneo en la boca…”. En el bar de Valladolid no se escuchaba ni el vuelo de una mosca. Los alrededor de quince o veinte parroquianos allí congregados miraban hacia el televisor mientras Juan Carlos Monedero (haciendo giros de cámara desde el primer momento), recitaba el extracto de un poema en el que Bécquer reflexionaba sobre la complejidad del amor. Tras más de 15 minutos de referencias a Machado, Kundera, Gramsci, Marx, Quevedo o el Conde de Montecristo, minutos que molestaron, no por su contenido sino por su falta de concreción, a los profesionales que, desde los medios analizaban y comentaban el discurso de Monedero, el fundador de Podemos estiró un brazo y con él su mano, que quedó unos segundos fuera del tiro de cámara, para volver a plano acompañados ahora de otro brazo y otra mano. Y otro cuerpo. Sí. Era Doña Sofía de Grecia, la elegancia de esa mujer no puede tener doble, como bien apuntó Matías Prats durante la retransmisión especial. Sentada sobre el regazo de Juan Carlos Monedero, en aquella modesta silla y ante todo el país, la reina emérita sonrió y saludó a la cámara con la mano que no agarraba Juan Carlos. “Seré breve”, retomó la palabra el líder podemita. “El amor no entiende de edad, ni de condición, ni de filiación, ni de banderas. Sofía y yo nos vamos lejos. No queremos perturbar sus vidas ni que ustedes perturben las nuestras. Yo sería capaz de hacerme de centro reformista y ella sería capaz de vestir rebajas del Alcampo con tal de que pasemos juntos el resto de nuestros días. Pero no es necesario. Nos vamos sin maletas mentales, ni políticas. Nos vamos con amor. Nos vamos lejos con nuestro amor y les pedimos respeto y comprensión. Y de paso les pedimos que se amen a ustedes mismos”. En este momento Sofía, siempre sonriente, asintió mirando a cámara. “Les pedimos que abran sus mentes y den por muerto el Régimen del 78 para dar paso al Régimen del amor. Háganlo por nosotros, háganlo por ustedes”. “Y por España”, susurró Sofía, aún sentada en el regazo, al oído de Monedero. “Y por España”, acabó Juan Carlos Monedero. A continuación, Love Me Tender comenzó a sonar y la pantalla se fue a negro. En el bar de Valladolid, como en el resto de rincones de España, nadie abrió la boca durante los siguientes cinco minutos. Cuando la primera persona lo hizo, fue para decir te quiero, sabiendo que con ello, el Régimen del 78 acababa de caer para siempre para dar paso al Régimen del amor.
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Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto.
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