El hacha
No Thomas, no party
A caballo entre la esperanza y el cariño, la tribu atlética diseñó este juego de palabras y apellido que, con el paso de los partidos, le hace justicia
Rubén Uría 13/09/2017
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El inminente relevo generacional que tendrá que acometer el Atlético, la transición dulce que tienen que afrontar jugadores como Godín, Torres, Juanfran o Gabi, miembros de la guardia pretoriana del Cholo, es un hecho. Su experiencia es un grado y seguirán siendo la columna vertebral del equipo en los partidos a vida o muerte. Pero, sin embargo, esos soldados de Simeone tendrán que cohabitar esta temporada con un nuevo poder que resurge. El de los Saúl, Lucas, Thomas o Correa. Jugadores horneados por el Cholo, que reclaman minutos y están llamados a liderar el proyecto durante el próximo lustro. Uno de los protagonistas de la evolución del cholismo 6.0 es Thomas Teye Partey. Un todoterreno motor diésel, de carrocería impresionante, que aúna potencia y fiabilidad y que es capaz de pasar de cero a cien en pocos segundos. Una pieza de valor incalculable para cualquier equipo, pero una mina de oro para un entrenador consciente de que su equipo compite a base de camiseta y sudor. Thomas ya no es una promesa. Es una realidad.
Producto de la cantera atlética, apuesta a largo plazo, Thomas no para de crecer. Tiene un presente extraordinario y dibuja un futuro dorado. Si su confianza no se quiebra y si las lesiones le respetan, Partey es perfume de gran futbolista. Cocinado, a fuego lento, en El Cerro del Espino, Thomas ha ido quemando su etapa de formación con notable éxito. Aquel niño que soñaba con ser Steven Gerrard, que se fijaba en Pogba y que recuerda a Yaya Touré, ha madurado a pasos agigantados. En Mallorca encontró minutos para foguearse y cumplió con notable su experiencia en Segunda. En Almería, en Primera, fue uno de los destacados del equipo. Ahí había futbolista, así que, nada más regresar al Atlético, Simeone fue lapidario: sabía que tenía en sus manos un diamante en bruto, un talento de gran potencial que, con tiempo, podía romper en un gran jugador.
Simeone, que cuando se trata de combinar hambre de victoria y sentido de pertenencia, es un alquimista inigualable, apostó por Thomas. A la puerta del Atlético llamaron Sporting de Gijón, Levante, Getafe, Leganés o Valencia, interesados en obtener la cesión de Thomas. Todos se encontraron con la misma respuesta de Simeone: “Gracias, pero no”. Tras varias actuaciones prometedoras y algunos goles decisivos, la parroquia atlética comenzó a creer que el ghanés estaba llamado a ser un referente futuro del equipo. Así que, a caballo entre la esperanza y el cariño, la tribu atlética diseñó una tarjeta de presentación para el chico, que muy pronto caló entre el movimiento colchonero: “No Thomas, no party”. Un juego de palabras y apellido que, con el paso de los partidos, le hace justicia.
Tiene un presente extraordinario y dibuja un futuro dorado. Si su confianza no se quiebra y si las lesiones le respetan, Partey es perfume de gran futbolista
Durante tres temporadas, el cuerpo técnico colchonero le ha moldeado con una precisión casi milimétrica, potenciando sus virtudes y escondiendo sus defectos. Al punto que el chico ha respondido con creces. Ha evolucionado tácticamente, ha ganado en confianza, sigue siendo un portento físico y cada vez se siente más protagonista. Thomas Teye Partey, joya de la corona de la cantera atlética junto a Saúl, no tiene techo. Tiene calidad, físico y potencia. Y además, es una esponja, un alumno extraordinario. En la asignatura del cholismo, ha tenido los mejores maestros que uno puede tener: Tiago le enseñó a leer la jugada, Gabi a anticiparla y liderar, Koke a elegir la mejor opción y Saúl, a llegar a gol. De todos ha aprendido y de todos seguirá aprendiendo. Eso sí, ya se ha licenciado en primero de cholismo, ha acabado su etapa como becario en prácticas y ahora reclama un espacio propio para desarrollar todo el talento que ha absorbido durante estos años.
Hoy Thomas Teye Partey saborea su mejor momento en el Atlético. Juega, compite y brilla. Ha encontrado su lugar en el mundo, está donde quiere estar, sabe qué camiseta defiende y cuenta con la confianza del Cholo. Imprescindible con Ghana, icono de las “estrellas negras” y cada vez más asentado en el Atlético, Thomas se merece todo lo bueno que le está sucediendo. Nadie ha deseado con tanta intensidad esta oportunidad, ni ha trabajado tanto como para llegar a ella, ni la ha merecido tanto como él. Thomas Partey encaja en las sagradas escrituras de Simeone como un guante. En el Nuevo Testamento del cholismo, personifica el principio fundamental del grupo: si se trabaja y se cree, se puede. Thomas cree y además, puede. Sabe que el Cholo es su pastor y que con él, nada le falta. Y que, en un equipo que no negocia el esfuerzo, su irrupción es la prueba de que, como dice Simeone, el trabajo siempre paga. En caso de duda, apliquen la máxima que los hinchas rojiblancos ya han convertido en un clásico: “No Thomas, no party”.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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