1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Reportaje

Lisboa pelea contra la gentrificación

El precio de la vivienda y la turistificación han comprometido el desarrollo de la ciudad. Para revertir esta situación en beneficio de los residentes, se han puesto en marcha iniciativas integradoras y de participación ciudadana

Daniel Toledo Lisboa , 22/11/2017

<p>Tuk-tuk y turistas frente a la Catedral de Lisboa.</p>

Tuk-tuk y turistas frente a la Catedral de Lisboa.

O Corvo

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes. Puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí.

Desigualdad, injusticia, pobreza extrema, cambio climático. Los problemas a los que se enfrenta el mundo desde hace décadas siguen tan presentes como siempre. Ni los Objetivos de Desarrollo del Milenio de 2000, ni los discursos de jefes o ex jefes de gobierno ante cientos de delegaciones extranjeras, los premios Nobel de la Paz o los documentales de Al Gore, nada ha conseguido cambiar la jerarquía de dificultades a las que se enfrentan las sociedades modernas, desde las más ricas hasta las más pobres. Ahora, pasados más de dos años desde que, en septiembre de 2015, unos 150 jefes de Estado de todo el mundo aprobaran la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (heredera de los Objetivos del Milenio), parece un buen momento para detenerse y hacer caja.

La Agenda 2030 se trata de un plan global, como no podía ser de otra forma viniendo de la ONU, con unos objetivos, una vez más, universales y de alguna forma homogéneos. Claro que, igual que le sucediera a su antecesor, los objetivos recogidos en la Agenda no consiguieron el estatus de jurídicamente obligatorios. Aun así, parece que esta nueva agenda pretende simplificar y afianzar el futuro de nuestras sociedades en tres grandes problemáticas: la sostenibilidad económica, la social y la medioambiental. 

En Lisboa, al hablar de sostenibilidad resulta difícil no hacerlo de gentrificación. Por cierto, que ya va siendo hora de que la RAE se pronuncie y nos ilumine con un término para designar este fenómeno a los castellanoparlantes. Nos van a echar a todos de nuestros barrios y no vamos a saber cómo insultar al culpable con una palabra patria: gentrificación, turistificación (aunque ésta no incluiría los barrios que, como en la madrileña Malasaña o el East End de Londres, el desplazamiento no es sólo culpa del turismo), elitización, desalojo a secas, lavanderización (como señaló José Mansilla en un artículo para El Diario, refiriéndose a la apertura de negocios tradicionalmente fuera de la lógica de la ciudad, como las lavanderías en Barcelona). En cualquier caso el proceso parece implacable, y en Lisboa aterrizó con una profundidad y una rapidez que pocos esperaban. 

Aquí estamos todos boquiabiertos, incluso los que han salido ganando con este proceso de modernización, aceleración, monetización y temporalización de muchos aspectos en la vida de los residentes en la capital. Los desalojos indiscriminados tanto de residentes como de comercios, sobre todo en barrios céntricos como Mouraria, Alfama, Santa Catarina o Anjos, no fue un problema temporal de la crisis económica internacional.

El procedimiento es sencillo: señor con cartapacio y boli se acerca a un céntrico edificio de paredes desconchadas; señor, a sueldo de un grupo inmobiliario, hace preguntas en el vecindario y confirma la posibilidad de negocio; grupo inmobiliario compra edificio; residentes del edificio tienen preferencia de compra, pero no capacidad; residentes no consiguen financiación de los bancos en los –cortos– plazos que da la ley para conseguirla; grupo inmobiliario se hace con la propiedad del edificio entero; grupo inmobiliario planea la reforma del edificio y en dos o tres meses el inmueble se vacía de inquilinos y se llena de obreros y maquinaria. En uno o dos años el edificio estará listo para los nuevos inquilinos, muchas veces extranjeros adinerados que sólo pasan uno o dos meses al año en estos nuevos apartamentos de lujo.

Aquí ya se habla de bullying inmobiliario. Parte de la culpa la tiene la propia Cámara Municipal (Ayuntamiento), que actúa más como un mero agente inmobiliario que como un gestor de barrios, vendiendo parte del patrimonio inmobiliario y guardando el resto sin usar para futuras ventas. En el barrio de Alfama, el 25% de las viviendas son usadas para alojamiento turístico, según las conclusiones para el Instituto de Geografia e Ordenamento do Territorio (IGOT) de la investigadora Ana Gago. Según declaró Ana Gago el pasado 17 de noviembre al diario local lisboeta O Corvo: “es imposible saber con seguridad cuántas personas han tenido que salir de Alfama o de cualquier otro barrio, porque no hay ninguna herramienta de cálculo para estos casos. Ni siquiera en los censos nos dan una respuesta”.

Según el Balcão Nacional do Arrendamento (Portal Nacional del Alquiler), el año pasado se decretó el desalojo de 1.931 familias en todo el país, casi el doble de los datos recogidos en 2013. Para las asociaciones de defensa de la vivienda, el número real de desalojos es bastante superior al contabilizado, ya que aún hay muchísimos casos estancados en los tribunales. 

Por supuesto hablar de habitabilidad y sostenibilidad en las ciudades no es posible si no existe una población urbana estable, y no esporádica, como está ocurriendo en algunos barrios de Lisboa invadidos por la lógica del sector turístico. Y es éste, sin duda, el problema más urgente a que se enfrenta la capital de Portugal. 

Sólo en la Baixa de Lisboa existen 52 tiendas de souvenirs, todas con exactamente el mismo género de merchandising.

Sólo en la Baixa de Lisboa existen 52 tiendas de souvenirs, todas con exactamente el mismo género de merchandising.

En este sentido, Luís Mendes, profesor e investigador en el Instituto de Geografia e Ordenamento do Território de la Universidade de Lisboa, asegura que “nadie hablaba de vivienda hace 5 años, aún diría que hasta hace dos años. Cuando se habla de turismo frente a habitabilidad, se habla del medio ambiente, se habla de economía, pero no se habla de la sostenibilidad social, que básicamente es permitir a las comunidades y a los barrios mantener su red de identidad y sociabilidad. Los territorios que tienen más éxito, en todos los niveles, son territorios resilientes, es decir, que pueden mantener viva su identidad”. 

Parece inevitable sugerir la idea de que, a diferencia de los grandes movimientos del siglo XX, donde se buscaba la acción prodigiosa, la batalla de todas las batallas que iba a solucionar todos los problemas mundiales de una vez y para siempre, el siglo XXI nos ha traído una visión más costumbrista de la realidad. En Lisboa, “accionado por una serie de mecanismos de atracción de inversión extranjera, y también por el propio viraje neoliberal en las políticas, nos lanzamos a la búsqueda internacional de una élite que podríamos denominar élite capitalista transnacional”, asegura Mendes. Una descentralización hacia fuera, la falta de habitabilidad y el momento en que “la vivienda dejó de ser una necesidad social y colectiva para tornarse en un buen financiero”: éste parece ser el enemigo que está detrás de todas las dificultades en el camino hacia un desarrollo sostenible en Lisboa.

Desde el “no nos representan” de las asambleas ciudadanas en España hasta los movimientos artísticos del Do it yourself, la economía compartida, los huertos comunitarios y la soberanía alimentaria, el nacimiento de monedas locales, la medicina complementaria, la democracia participativa o la filosofía del decrecimiento, todo apunta a una tendencia hacia el reempoderamiento de las personas y de los barrios. En definitiva, que la sostenibilidad económica, social y medioambiental pasa inevitablemente por una mayor autogestión. Y Lisboa no es una excepción, aún al contrario, como afirma Luís Mendes, “en los últimos cinco años está creciendo un movimiento asociativo de lucha por el derecho a la vivienda, y que a su vez se están congregando en movimientos de mayor escala con mucho peso mediático”.

En efecto, a pesar de la presión inmobiliaria que pugna por expulsar a estas asociaciones de sus sedes en los barrios más céntricos de la ciudad, discriminadas de forma natural por el hecho de que la capital “está siendo un aliado para estas geografías de finanza global”, existe ahora un movimiento social histórico y único en Lisboa. “Entre ellos está Morar em Lisboa (Vivir en Lisboa), del que formo parte (además de otros 30 investigadores y 40 asociaciones)”, afirma Luís Mendes, “y que, con una carta abierta firmada ya por más de 4.000 personas, consiguió colocar el derecho a la vivienda en la primera línea de la agenda política”. Según el investigador, “en Lisboa la industria turística se alía a la industria inmobiliaria creándose sinergias que las fuerzas de inversión canalizan hacia el alojamiento turístico, en detrimento de la vivienda habitacional”. 

Asociaciones como Mora em Lisboa o Lusitano Clube (en la foto) son necesarias para dinamizar la vida de los barrios.

Asociaciones como Mora em Lisboa o Lusitano Clube (en la foto) son necesarias para dinamizar la vida de los barrios.

Como ha ocurrido y está ocurriendo en otras ciudades como Barcelona, Londres, Berlín, París, etc., etc., “este modelo llegó en un momento en que el país estaba viviendo una crisis en el modelo capitalista, y en su momento resultó muy importante para garantizar la supervivencia de muchas familias. Lo que está ocurriendo ahora es diferente, ahora estamos en un momento de concentración de la propiedad, basta con analizar un poco la plataforma Airbnb”. Revertir, canalizar o aprovechar este proceso para los residentes es el reto al que la economía social, innovadora e inteligente tendrá que enfrentarse.

Desde hace unos cinco años, los ingresos por el turismo y la inversión extranjera que dinamiza el mercado inmobiliario han revolucionado por completo los procesos de desarrollo de la ciudad. Y lo cierto es que se han dado pasos para revertir estos ingresos en beneficio de los residentes. Uno de ellos ha sido el de poner a disposición de la ciudadanía parte de estos ingresos, ceder cierto grado de decisión en momentos y circunstancias concretas. Se trata de lo que aquí se conoce como orçamento participativo (presupuestos participativos). 

Lisboa fue la primera ciudad europea en implementar unos presupuestos participativos, cuando los lanzó por primera vez en el curso 2007/08, y hasta hoy la iniciativa se ha extendido a 27 gobiernos locales

Lisboa fue la primera ciudad europea en implementar unos presupuestos participativos, cuando los lanzó por primera vez en el curso 2007/08, y hasta hoy la iniciativa se ha extendido a 27 gobiernos locales y 4 juntas de freguesia (órganos de gobierno de barrios) de todo el país. Este año, la Câmara Municipal de Lisboa (gobernada por el Partido Socialista y el Bloco de Esquerda, una especie de versión local del pacto de gobierno nacional que mantiene al socialista António Costa como Primer Ministro), ha puesto a disposición de los ciudadanos 31 millones de euros para proyectos de decisión por voto. El 4% del total de 775 millones que la Câmara tiene de presupuesto para 2018, muy por encima de, por ejemplo, los presupuestos participativos de Madrid, cuyos 100 millones destinados a la ciudadanía en 2017 sólo significaron el 2.1% de los 4.700 millones del presupuesto total. Piscinas en la ribera del río Tajo, ciclovías, centros de actividades, creación de puntos limpios, restauración de cines míticos de la ciudad. Incluso un gran jardín en la freguesia de Penha de França, que el año pasado dio la campanada al ganar en votación contra el proyecto de construcción de un parking de estacionamiento. Todo un logro de la presión vecinal.

Aunque no todos opinan que los presupuestos participativos sean un bálsamo tan eficaz. Luís Mendes tiene una visión crítica ante estas iniciativas. “En este momento, aunque la democracia representativa está asumiendo en los últimos años formas muy populistas y muy asustadoramente reaccionarias, estas formas de democracia participativa (entre las que incluyo los presupuestos participativos) no están dando respuesta a las exigencias de los electores. Creo que de cierta manera no es estructural, y la única forma de que consigamos alterar la realidad es por la vía de la ley y del Estado, desde el punto de vista de la democracia representativa”. 

Lo que sí es cierto es que se trata de una buena herramienta para dar visibilidad a áreas tradicionalmente olvidadas por la Câmara Municipal y los grandes focos mediáticos, zonas y barrios que pocas veces son mencionadas como polos de inversión o de importancia en la planificación urbana. 

Por otro lado, para bien o para mal, la democracia participativa da cierta sensación de comunidad a los residentes, una sensación que en estos momentos de la historia de Lisboa parece casi necesaria para su supervivencia como ciudad habitable e integradora. Según Nuno Sequeira, miembro de la dirección de la Asociação Nacional de Conservação da Natureza Quercus, “lo que ha pasado en Lisboa, y en otras ciudades de Portugal, es que la ciudad ha aumentado hacia el exterior, y ha provocado que los centros urbanos hayan quedado despoblados. Gran parte de la población se desplazó hacia el exterior, comenzaron a construirse cada vez más infraestructuras, calles, carreteras, infraestructuras de electricidad, agua, gas, etc., con el enorme impacto medioambiental que conlleva este tipo de desarrollo”. 

Una vez más, esta vez desde el punto de vista medioambiental, la permanencia de los residentes dentro de los focos urbanos de Lisboa se hace necesaria para hablar de políticas integradoras y participación ciudadana. Como afirma Sequeira, “también el aumento de espacios verdes, de servicios en este sentido, son una razón más para que las personas comiencen a reaproximarse a las ciudades. Tenemos que hacer converger el desarrollo ambiental, el económico y el social, porque no es un buen modelo de desarrollo este aumento exponencial que hemos tenido de las ciudades hacia el exterior”.

La construcción de espacios verdes no sólo tiene una dimensión habitacional. Es un bien que, como parecen estar comprendiendo tanto la Cámara Municipal como los vecinos de la capital, contribuye a tener una ciudad más limpia, más respirable, un ecosistema lógico e incluso más seguro. “Por el hecho de que Lisboa está junto al río Tajo, ya de forma recurrente la ciudad sufre inundaciones en algunas zonas, y se prevé que éstas continúen y sean cada vez mayores. Por lo tanto, es necesario ir un poco más al frente con la reconversión de algunas zonas urbanas de la ciudad, precisamente crear espacios verdes para favorecer la extracción del agua”, asegura Nuno Sequeira. Ciertamente, las grandes lluvias que cayeron en la región de Lisboa a finales del pasado agosto provocaron más de 35 inundaciones graves, y eso que es una ciudad que toda ella cae hacia el río. 

Como en el Madrid de Carmena, Lisboa lleva cerca de tres o cuatro años apostando por una ciudad más limpia, menos contaminante y, como paso muy importante para esto, más libre de automóviles a gasolina. “Consideramos que Lisboa va en el buen sentido. A nivel de la calidad del aire ha habido un esfuerzo político de limitar el acceso de vehículos, sobre todo los más antiguos, a las zonas centrales de la ciudad, aunque también creemos que tiene que haber una mayor inversión en toda la red de transporte público”. No olvidemos que en Lisboa entran, diariamente, 370.000 automóviles a motor. 

Lisboa lleva cerca de tres o cuatro años apostando por una ciudad más limpia, menos contaminante y, como paso muy importante para esto, más libre de automóviles a gasolina

Esta política se nota de forma creciente en todos los barrios de la capital, y es, casi a la par que la vivienda, el tema más polémico que uno pueda sacar en la mesa de un bar. Las zonas de aparcamiento verdes, amarillas y rojas van avanzando desde el centro hacia el exterior de la ciudad como ondas en un lago. Luís Mendes, también muy activo dentro de los movimientos sociales, barriales y vecinales, confirma que, “después de algunas obras de rehabilitación, como en las Avenidas Nuevas (Avenida da Liberdade), el número de lugares de estacionamiento que queda no llega para los residentes, porque ha habido una auténtica masificación del automóvil durante las últimas décadas. (Esta política) está teniendo una reacción importante por parte de la población, aunque la Câmara ha hecho obras de regeneración del espacio público muy interesantes”. 

Se refiere a la reconversión de espacios dedicados a la circulación y estacionamiento de automóviles en zonas de descanso para peatones, parques infantiles, zonas verdes o ciclovías que cada vez son más frecuentes en la ciudad. El primer servicio público de alquiler de bicicletas, el Gira, puesto en marcha por la empresa municipal EMEL (Empresa Municipal de Mobilidade e Estacionamento de Lisboa), comenzó a andar el pasado octubre, apoyado por una creciente red de ciclovías que sobre todo recorren toda la zona marginal que acompaña al río Tajo. Aunque aún con numerosas críticas, y ciertamente nada infundadas, el camino tomado y el sentido de éste parece bastante claro. 

El primer servicio público de alquiler de bicicletas, el Gira, comenzó el pasado octubre.

El primer servicio público de alquiler de bicicletas, el Gira, comenzó el pasado octubre.

El pasado 1 de noviembre se reunieron en Lisboa varios agentes del mercado del transporte y la movilidad en la conferencia Mobility on the Move. Compartir y conectar fueron las palabras estrella que sonaron con más fuerza para que las grandes urbes puedan combatir los problemas de tránsito, estacionamiento y, sobre todo, polución. Hasta ahora han sido las empresas privadas de movilidad, como Drive Now, Ecooltra o el servicio mobi.me del dentro de investigación CEiiA, los que más han contribuido a sistemas de movilidad compartida en la capital portuguesa. Motos eléctricas, bicicletas, coches eléctricos o a gasolina, las pequeñas empresas y plataformas de economía y servicios compartidos crecen a pasos de gigante, tanto que no faltará mucho para que en una ciudad como Lisboa, de tan sólo 506.000 habitantes, las ubicadas en el centro comiencen a tocar techo y corran el riesgo de meterse en una burbuja. 

Todo indica que, según la tendencia actual, el desarrollo sostenible en las ciudades pasa indefectiblemente por devolver a un plano local, en la medida de lo posible, los métodos de producción, la prestación de servicios y la toma de decisiones. Esto implica unos costes no sólo por la naturaleza propia de todo cambio en los paradigmas, sino también porque el modelo que prioriza a los barrios cuenta con unos sobrecostes en comparación con la estructura, ya tradicional, en que productos, servicios y por supuesto leyes entran de forma masiva desde algún lugar allende los muros y las carreteras de circunvalación (mercados internacionales, decisiones centralizadas, baja representatividad electoral, sistemas financieros transnacionales).

También implica, y requiere, una sociedad civil más activa y comprometida, un dinamismo que muchas veces se hace imposible en ciudades/ suburbios dormitorio, en que el tiempo que los vecinos pasan haciendo vida de barrio es mínimo, además de poco gratificante. Lisboa ha sido siempre muy criticada por acaparar gran parte de las inversiones aprobadas a nivel nacional, ya lo decía en octubre de 2017 el Presidente de la Cámara Munipal de Coimbra, Manuel Machada: “El virus del centralismo es una dolencia crónica en Portugal”. Pero esta tendencia, tanto dentro del país como dentro de la propia capital, por suerte está cambiando. 

-----------------------

Este reportaje se ha realizado con la colaboración de la
Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas.

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Daniel Toledo

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí