1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Lectura

La cabeza arriba, las manos no

Extracto de 'Revoluciones. Cincuenta años de rebeldía (1968-2018)', el nuevo libro de Joaquín Estefanía

Joaquín Estefanía 14/03/2018

<p>Jóvenes nacionalistas checos durante la invasión soviética. Praga, 1968 </p>

Jóvenes nacionalistas checos durante la invasión soviética. Praga, 1968 

Wikimedia

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT necesita un arreglo de chapa y pintura. Mejorar el diseño, la usabilidad… convertir nuestra revista en un medio más accesible. Con tu donación lo haremos posible este año. A cambio, tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes. Aporta aquí

Mayo del 68 es París. Pero fue mucho más que París. Y que Francia. Hubo otros muchos mayos del 68, en la mayor parte de los casos protagonizados por los jóvenes y por los estudiantes: la oposición contra la guerra de Vietnam, el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, Berkeley, Checoslovaquia, México, Italia, la Revolución Cultural china..., incluso la pacata y gris España se movió en la clandestinidad. Festivales de música como el de Woodstock, en 1969, que representó como pocas convocatorias el espíritu de la época y la explosión cultural de aquellos años (congregó a unas cuatrocientas mil personas, con actuaciones de, entre otros, Canned Heat, Jimi Hendrix, ArethaFranklin, Santana, Pete Seeger, The Mamas & the Papas, Jefferson Airplane, Grateful Dead, America, Blood, Sweat & Tears, John Mayall, Fleetwood Mac, etcétera). En ocasiones, la cultura suele anticipar a todo lo demás. Aunque la cultura acabe asentándose sobre bases económicas, ayuda previamente a configurarlas y a engendrarlas. Casi todos esos lugares, y los hechos que acontecieron en ellos, tan heterogéneos, compartieron de manera muy imprecisa y genérica la misma dimensión cultural o política, antiautoritaria, asambleísta, antiimperialista, pacifista, con una exaltación de los valores revolucionarios (el asambleísmo, consejismo, el Vietcong, Durruti…). Movilizaciones políticas, manifestaciones culturales, irían produciendo agregaciones de gentes, no tanto o no exclusivamente por la clase social a la que pertenecían o por el lugar de trabajo del que llegaban, sino por tipologías de valores compartidos, de afinidades electivas.

Dos mitos de la lucha revolucionaria de esa década habían caído: los representantes de la Revolución africana y latinoamericana

Sirva para definirlos la declaración de principios de los estudiantes parisinos en la entrada principal de la Sorbona: «Queremos que la revolución que comienza liquide no sólo la sociedad capitalista sino también la sociedad industrial. La sociedad de consumo morirá de muerte violenta. La sociedad de la alienación desaparecerá de la historia. Estamos inventando un mundo nuevo. La imaginación al poder». Dos mitos de la lucha revolucionaria de esa década habían caído: los representantes de la Revolución africana (Patrice Lumumba, en 1961) y latinoamericana (el Che Guevara, poco antes de que estallasen las algaradas, en 1967).

En ambos casos tuvo un papel determinante la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos –‍como se ha comprobado posteriormente, al desclasificarse muchos papeles inicialmente clandestinos–. La muerte de Lumumba, líder anticolonialista y nacionalista de la República Democrática del Congo, impactó en la juventud, pero fue sobre todo la muerte del «guerrillero heroico» la que tensó los ánimos de los jóvenes de casi todo el mundo. Che Guevara había dejado la Revolución cubana, de la que había sido uno de sus principales comandantes e ideólogo, para extender los cambios radicales por otros países y crear «dos, tres, muchos Vietnam». Fue capturado y ejecutado por el Ejército boliviano, en colaboración con la CIA, el 9 de octubre de 1967. El teórico de la instalación de focos guerrilleros en América Latina para extender la revolución dejó en la orfandad a millones de jóvenes contestatarios.

Es seguro que tanto en 1848 como en 1968 hubo un exceso de espontaneísmo que impidió mayores avances y profundización de los cambios

Diversos historiadores han establecido comparaciones entre los años 1848 y 1968, y más adelante las extenderán a 2011, el de los indignados. Por diferentes causas, en 1848 estallaron en diversos lugares de Europa una serie de revueltas, sin relación aparente entre sí (aunque con concomitancias genéricas similares: contra el predominio del absolutismo). Marx intentó demostrar que se ajustaban a un esquema común y que se trataba de una especie de «primavera de los pueblos». Fueron protestas de carácter liberal, nacionalista, en las que emergieron las primeras muestras de un movimiento obrero que comenzaba a organizarse. Fueron determinantes las posibilidades que proporcionaron las comunicaciones (ferrocarriles, telégrafo…) en el contexto de la Revolución Industrial, y se iniciaron en Francia (¡también en esta ocasión!), extendiéndose sobre todo a otros países de Europa central y meridional (Hungría, Austria, Alemania, Italia…). Su estallido fue muy potente pero su extensión duró poco, ya que la reacción conservadora fue fuerte y rápida. El Antiguo Régimen no murió. Es seguro que tanto en 1848 como en 1968 hubo un exceso de espontaneísmo que impidió mayores avances y profundización de los cambios. De todas las insurrecciones hubo dos, en entornos muy diferentes al francés, que sobresalieron por su contundencia: la de Praga y la de México. En agosto de 1968 tropas y tanques del Pacto de Varsovia (Unión Soviética, Polonia, República Democrática de Alemania, Hungría y Bulgaria) aplastaron la denominada «Primavera de Praga», un periodo de liberalización política en el seno del comunismo en Checoslovaquia durante la Guerra Fría.

En este contexto, en el año 1968 un pequeño grupo de políticos checoslovacos pretendió desarrollar una «tercera vía» a la que denominaron «socialismo de rostro humano». Se trataba de modificar desde dentro los aspectos más totalitarios y burocráticos del socialismo real y avanzar hacia otra cosa (sin contemplar la destrucción completa del viejo régimen heredero del estalinismo), con la legalización de los partidos políticos (fin del sistema de partido único y absolutamente hegemónico, el comunista) y de los sindicatos, promoviendo derechos civiles tan importantes como la libertad de expresión, de huelga, de manifestación, etcétera.

La «Primavera de Praga» duró desde el 5 de enero de 1968, con los primeros escarceos de aggiornamento del régimen, hasta el 20 de agosto, cuando Checoslovaquia fue invadida por los soldados de los «países hermanos» del Telón de Acero (centenares de miles de soldados y 2.300 tanques) aplicando la «doctrina Brézhnev»: reforzar a los gobiernos leales dentro de los estados satélites de la URSS, utilizando, de ser necesario, la fuerza militar. Son numerosas (y sumamente impresionantes) las imágenes de los jóvenes enfrentándose con las manos vacías o tan sólo con adoquines a los tanquistas cuando desfilaban por las calles de Praga hasta llegar a la plaza de San Wenceslao (en la que, pocos meses después, se prendió fuego a lo bonzo el estudiante Jan Palach en demanda de libertad de expresión, en una instantánea que dio la vuelta al mundo). Aquellas imágenes se parecen a las que en 1989 protagonizarían ciudadanos chinos en la plaza de Tiananmén intentando detener los tanques (al revés que en Praga, en Tiananmén se produjo una escabechina de los disidentes. Todavía hoy no se sabe cuántos murieron y cuántos fueron represaliados con la cárcel o con ejecuciones sumarísimas; las últimas estimaciones hablan de diez mil personas).

La consecuencia principal de la invasión en Checoslovaquia fue una oleada de inmigración

La consecuencia principal de la invasión en Checoslovaquia fue una oleada de inmigración, inmediatamente posterior al triunfo de la invasión y el restablecimiento de un régimen comunista ortodoxo, de decenas de miles de personas, entre ellas numerosísimos intelectuales y profesionales que no querían colaborar con los aliados de la URSS que se instalaron en el poder. Los dos principales políticos de la «Primavera de Praga», Alexander Dubcek (secretario general del Partido Comunista de Checoslovaquia) y el economista Ota Sik (arquitecto de las reformas económicas y acuñador del concepto de «tercera vía», que luego se utilizaría para muchas cosas diferentes), fueron depurados. Antes, Dubcek y otros cinco miembros del Presidium del partido fueron secuestrados, y enviados a Moscú, donde «se les hizo entrar en razón», en frase de la literatura oficial de los ocupantes. Luego se le dejó trabajando de jardinero, mientras era sustituido por el colaboracionista Gustáv Husák, que revertió las reformas, purgó a los aperturistas y destituyó de la función pública a las élites profesionales e intelectuales partidarias del cambio. Ota Sik se exilió en Suiza, donde dio clases hasta su muerte.

Aquella invasión y el fin de la «Primavera de Praga» dividieron a los partidos comunistas occidentales y acentuaron la desilusión de muchos intelectuales y progresistas de todo el mundo acerca de lo que significaba la Unión Soviética, que se beneficiaba de la duda, la complicidad o el silencio desde octubre de 1917. El periódico Rudé právo, del 25 de agosto de 1968, publicó la siguiente pieza, titulada «¡Lenin despierta!»: Ésta es la pintada más frecuente en los muros de las casas de Praga [acompañada en muchos casos de una caricatura de Lenin llorando, mientras circula un tanque ruso]. Pero aún tiene una continuación: «¡Brézhnev se ha vuelto loco!». Nada expresa de modo más sencillo y lapidario la situación en la que nos encontramos. Su inverosimilitud, absurdidad, completa locura o algo parecido, según la opinión de todos los checos y eslovacos normales y de la gente corriente del mundo, sólo podría realizarla un demente. Praga está empapelada de carteles. Nada impide que los soviéticos ocupantes (crean que me cuesta darles este título, pero por desgracia es así) quiten las pintadas de las ventanas de los autobuses […] Las relaciones que se han destruido, todo lo que ha acabado entre nosotros y la URSS, ¡qué desgracias, desgracias de verdad sin fin, causan al movimiento obrero internacional! El célebre humor checo que nos ha servido de ayuda prevalece. «¡Iván, corre a casa, que Natacha se ha escapado con Kolia! », escrito en checo y en ruso. ¿Cómo podrían no verlo y leerlo los soldados soviéticos? «¿Qué dirás en casa a tu madre si entre nosotros hay muertos?», se pregunta otra pintada con la cruel gravedad de este hecho. «Hemos perdido a cinco hermanos [los ejércitos de los cinco países que invadieron]. No importa, ¡ahora todo el mundo está con nosotros!». Y otra: «Salud, hermano de la gran Rusia, ¡cómo te sienta la ametralladora! Y si tienes que obedecer una orden, pues ¡pam!». Los helicópteros de ocupación sobrevuelan la ciudad y lanzan proclamas. Dicen que nuestro Gobierno y los representantes del Partido Comunista Checoslovaco pidieron ayuda contra la contrarrevolución. ¿Quién? No nombran a nadie. Tal vez sean aquéllos para los que rige la ley de la traición, escrita en los escaparates […] Y así las octavillas van rápidamente a las cloacas, la gente las recoge y las quema en algún sitio. En muchas partes el papel chorrea color rojo, la cal de la pared se derrite. «Nuestros muertos no necesitan vuestro trigo». Por el camino, Praga ha perdido de la noche a la mañana las calles y, en muchos sitios, hasta los números de las casas. En la noche de ayer, cuando se esperaban arrestos, la ciudad entró en estado de alarma. Con aguaceros incesantes, los jóvenes (en algunos sitios eran niños) desmontaban las placas de las calles y los números de las casas, pintaban o rompían los indicadores de los cruces para que en la ciudad se orientaran sólo los que tenían que orientarse. A fin de cuentas, Praga está en pie. Hoy, en el día de Santa Ana, cuando hace cincuenta y cuatro años estalló la Primera Guerra Mundial […].

Los que estaban en las calles, en el castillo y en San Wenceslao resistiendo a los invasores eran también mayoritariamente jóvenes. Su rehabilitación se produjo en los años ochenta, cuando Mijaíl Gorbachov inició su Perestroika intentando revertir el imparable curso decadente de la URSS. Fue el propio Gorbachov quien dijo que sus reformas y su política de liberalización del socialismo real tenían una gran deuda moral con el «socialismo de rostro humano» de Dubcek. Preguntado éste cuál era la principal diferencia entre la «Primavera de Praga» y la Perestroika, respondió rápido: «¡Diecinueve años!». Si hubiera que escoger una pieza cultural que dibuje el ambiente que se extendió en la Praga de 1968 posterior a la invasión ésta sería la obra maestra de Milan Kundera La insoportable levedad del ser. Es una novela muy reflexiva, existencial, en la que su protagonista, Tomás, expresa las dudas cotidianas que tiene en torno a la vida con el trasfondo de la grisura plomiza marcada por el régimen de socialismo real en la capital checa durante la Guerra Fría. Kundera se exilió en París y La insoportable levedad del ser no fue publicada en su país hasta el año 2006.

Hubo un Mayo del 68 en el Primer Mundo (Francia et altri); otro, en el Segundo Mundo (Checoslovaquia, un país del «socialismo real»); el último, en el Tercer Mundo, fue el de México. Los tres confluyeron en el sujeto político principal, los jóvenes estudiantes, que aspiraban a un papel más relevante en el mundo que se estaba construyendo a su alrededor y que era cualitativamente distinto al de los años cuarenta y cincuenta. Una corriente libertaria y antiautoritaria los acogió a todos, dominó su imaginario, y circuló mucho más por las universidades y los centros de estudio que por las fábricas. Esta corriente sopló después del periodo de «normalidad» transcurrido después de las dos guerras mundiales. El Mayo del 68 mexicano se distanció de los otros dos mayos por la magnitud de la represión directa que generó (la matanza del 2 de octubre de 1968 en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco). Tanto en México como en Praga los protagonistas trataban de aprender al mismo tiempo lo que era la democracia que ya tenían los soixante-huitards franceses y que anhelaban ejercer. El gran historiador francés Fernand Braudel dijo que el 68 supuso sobre todo una revolución cultural que trastornó para siempre los tres pilares principales de la recreación de la cultura: la familia, los medios de comunicación y la escuela. El periodo que abarca el movimiento de los estudiantes mexicanos se extiende desde finales del mes de julio hasta el final del año 1968.  Como en el caso francés, la secuencia de lo sucedido explica en buena parte el fulgor y muerte de esta experiencia:

–22 y 23 de julio de 1968: Enfrentamientos entre distintas organizaciones de estudiantes que se disuelven con la intervención de la Policía, que entra en el recinto estudiantil violando la autonomía universitaria.

–26 de julio de 1968: «Marcha juvenil por el 26 de julio», aniversario del asalto al Cuartel de la Moncada en Cuba, en el que participó Fidel Castro (es el origen de su leyenda) y en solidaridad con la Revolución cubana, todavía en todo su esplendor. La Policía la reprime duramente. Hay más de quinientos heridos y decenas de detenidos.

–30 de julio de 1968: Un local universitario es atacado y su puerta es destruida con un disparo de bazuca.

–1 de agosto de 1968: El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la más grande de América Latina y centro de las revueltas, pronuncia un discurso a favor de la autonomía universitaria y la libertad de los presos políticos (refiriéndose a los estudiantes detenidos los días anteriores). A continuación encabeza una manifestación en la que surge uno de los lemas más coreados por los universitarios: «¡Únete, pueblo!».

 –2 de agosto de 1968: Las exigencias estudiantiles desbordan al rector. Nace el Consejo Nacional de Huelga.

 –del 3 de agosto al 27 de agosto de 1968: Manifestaciones permanentes, comunicados, asambleas que se hacen multitudinarias. El movimiento crece y se extiende a otros ámbitos educativos.

–27 de agosto de 1968: Gran marcha hacia el Zócalo, centro histórico de la Ciudad de México. Se calcula que participan unas treinta mil personas. Por primera vez se insulta al todopoderoso presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, resaltando su fealdad física («¡Sal al balcón, hocicón!»). Al finalizar, varios miles de estudiantes quedan acampados en la plaza.

 –28 de agosto de 1968: Los acampados son desalojados por la fuerza. Participa el Ejército, con soldados con la bayoneta calada y carros blindados.

–7 de septiembre de 1968: «Manifestación de las Antorchas» en Tlatelolco.

 –13 de septiembre de 1968: «Marcha del Silencio», en la que los manifestantes avanzan con pañuelos en la boca. La revuelta va in crescendo, en número de participantes y polarización política. Las autoridades políticas se muestran incapaces de pararla.

 –18 de septiembre de 1968: El Ejército invade la Ciudad Universitaria de la UNAM.

 –24 de septiembre de 1968: Dimite el rector de la UNAM. Hay choques muy violentos entre estudiantes y policías, algunos de paisano. Tiene que intervenir el Ejército.

–1 de octubre de 1968: El Ejército se retira de la Universidad.

–2 de octubre de 1968: Matanza en la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Todavía hoy sigue la gran discusión sobre el número de estudiantes muertos, heridos, desaparecidos o encarcelados. Carlos Fuentes, en su libro Los 68. París, Praga, México, refleja el ambiente de la plaza: […] miren, dijo el muchacho de barba cerrada y mirada intensa, atrévanse a mirarnos, somos millones, treinta millones de mexicanos menores de veinticinco años. ¿Creen que nos van a seguir engañando?, soltó el intenso chico alto y de ojos pequeños, ¿dónde está la democracia, en elecciones de farsa organizadas por el PRI [Partido Revolucionario Institucional], con urnas rellenadas de antemano? ¿Dónde está la justicia –‍continuó Santiago‍– en un país donde sesenta personas tienen más dinero que sesenta millones de ciudadanos? ¿Dónde está la libertad?, preguntó el muchacho de melena hasta la cintura. ¿En los sindicatos maniatados por líderes corruptos, en los periódicos vendidos al Gobierno?, añadió Lourdes, ¿en la televisión que oculta la verdad? Al principio, la manifestación del 2 de octubre parecía un acto más. Existen numerosos textos que describen lo sucedido, después de una ardua labor de investigación. Dos de los mejores son La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, y El 68. La tradición de la resistencia, de Carlos Monsiváis. Asisten entre ocho mil y diez mil ciudadanos. Hay personas «no identificadas» o sospechosas que, al iniciarse los tiros, se pondrán un pañuelo o un guante blanco en la mano izquierda para diferenciarse de los estudiantes. A las 18.10 se lanzan tres bengalas de color verde desde un helicóptero. Casi de inmediato, sin avisar, entran en la plaza centenares y centenares de soldados, «con el fin de detener a los dirigentes y extinguir un “foco subversivo”», dirán luego. Intervienen francotiradores, ametralladoras. Entra el Batallón Olimpia, un grupo de choque creado por el Gobierno para garantizar la seguridad de los Juegos Olímpicos (cuyo comienzo va a ser en unos días, de ahí la represión) y que fue utilizado para infiltrarse, provocar y detener manifestantes. Monsiváis escribe: Jamás se sabrá el número de muertos. Tal vez 250, quizá 350, las hipótesis carecen de sentido, pero las fotos de cadáveres acumulados en una sola delegación sí multiplican las conjeturas […] Mueren niños, jóvenes, mujeres, ancianos, todo en medio de demandas de auxilio y del grito coral, «¡Batallón Olimpia, no disparen!» Los policías y soldados destruyen puestos y muebles de los departamentos y a los detenidos […] se les desnuda, ata y golpea; se traslada a dos mil personas de la Plaza de las Tres Culturas a las cárceles. La provocación no es ajena al plan de aplastamiento, está en su centro. Después de media hora interminable –‍no dura más‍– al fin cesa el fuego. Los soldados registran a los detenidos, los cadáveres colman algunos espacios de la plaza. El secretario de Defensa, general Marcelino García Barragán, uno de los nombres de la infamia, declara: «El Ejército intervino en Tlatelolco a petición de la Policía para sofocar un tiroteo entre dos grupos de estudiantes […] Hay militares y estudiantes muertos y heridos». Y advierte: «Si aparecen más brotes de agitación actuaremos de la misma forma». A continuación se extiende una fortísima censura en la prensa nacional e internacional sobre la masacre acontecida en Tlatelolco.

 –9 de octubre de 1968: El Consejo Nacional de Huelga inicia una tregua y se compromete a no obstaculizar los Juegos Olímpicos.

–12 de octubre de 1968: El presidente Díaz Ordaz inaugura llos XIX Juegos Olímpicos de la historia. Lo hace, según Carlos Fuentes, con un vuelo de pichones de la paz «y una sonrisa de satisfacción tan amplia como su hocico sangriento».

–27 de octubre de 1968: se clausuran, sin ninguna irregularidad, los Juegos Olímpicos. El acontecimiento más mediático de los mismos –‍las fotos darán la vuelta al mundo‍– ocurre en el pódium de la carrera de los 200 metros, cuando dos atletas negros estadounidenses, Tommie Smith (medalla de oro) y John Carlos (medalla de bronce) levantan el puño y hacen el saludo del poder negro en protesta por la segregación racial en Estados Unidos. Menos conocido es que fueron suspendidos del equipo olímpico y que se les solicitó que se retirasen de la villa olímpica.

–14 de noviembre de 1968: El Consejo Nacional de Huelga somete «a la consideración del estudiantado y del pueblo de México» lo siguiente: «1) que no es posible pensar en el retorno a las clases en tanto no se cumplan plenamente las condiciones que hemos fijado para ir al diálogo político; 2) que respecto al diálogo público mantenemos la misma posición, aun cuando éste se lleve a cabo habiendo iniciado la labor académica». El cansancio del movimiento y la división en sus filas ya es patente.

–21 de noviembre de 1968: El Consejo Nacional de Huelga vota unánimemente la vuelta a las clases. La decisión la tienen que respaldar las asambleas.

–22 de noviembre de 1968: Gran división en la universidad sobre qué hay que hacer.

–6 de diciembre de 1968: La mayoría de los miembros del Comité Nacional de Huelga decide disolver este organismo.

Se convoca una gran manifestación. Es la traca final del movimiento estudiantil en lucha.

–13 de diciembre de 1968: La manifestación estudiantil, que no ha sido autorizada por la Policía, sale de la Ciudad Universitaria de la UNAM. Se encuentra con tanques, camiones militares y patrullas. Ante la hipótesis de que se reproduzca la matanza de Tlatelolco, los estudiantes retroceden y regresan a la Ciudad Universitaria. La revuelta, que ha acercado el Distrito Federal de México a París, Milán, Berkeley, San Francisco o Praga, ha terminado. Una explicación sobre la brutal e indiscriminada represión en México se halla en los Juegos Olímpicos. Eran los primeros organizados por un país del Tercer Mundo, y los primeros en América Latina. Se prohibió la participación a Sudáfrica por sus políticas racistas. Hubo dos pulsiones tirando en distinta dirección: la de los estudiantes, queriendo hacerse visibles en sus demandas de mayor libertad y justicia, aprovechando la presencia de medios de comunicación de todo el mundo, e impregnados más que en cualquier otro lugar del ejemplo de la Revolución cubana y el heroísmo del Che Guevara (la conspiración de los barbudos contra Fulgencio Batista y la marcha del Granma hacia las costas de Cuba tuvieron su origen en México, donde estaban exilados los primeros). Las consignas más repetidas por los manifestantes en aquel verano y otoño de 1968 en la Ciudad de México fueron «¡No queremos Olimpiada, queremos revolución!», «¡No queremos Siglo de Oro, queremos Ilustración!». Las lecturas de los estudiantes mexicanos eran muy similares a las de sus compañeros europeos o estadounidenses, a las que se incorporaron las de los novelistas e intelectuales de la zona: La democracia en México, de Pablo González Casanova; La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes; la narrativa de Mario Vargas Llosa (en aquellos momentos muy cercano al castrismo) o de Julio Cortázar; o el Escucha yanqui, de C. Wright Mills, y Los condenados de la tierra, de Frantz Fanon. La otra pulsión era la del presidente mexicano, Díaz Ordaz, y su sucesor en el Departamento de Gobernación y, más tarde, en la presidencia de la República, Luis Echeverría. Otros dos nombres para la infamia, que se ampararon en una inventada conjura comunista que quería acabar con los Juegos Olímpicos y con el prestigio organizativo de México. El resultado de la represión fue la masacre del 2 de octubre. Hay dos intervenciones de ambos que definen su actitud y la carga de responsabilidades que cada uno quiere asumir, y que son representativas de cómo va creciendo la teoría de la conjura. El 28 de agosto de 1968, en plenas revueltas, Díaz Ordaz lee el tradicional informe anual sobre su presidencia: Cuando hace años se solicitó y obtuvo la sede [se refiere a los Juegos Olímpicos] no hubo manifestaciones de repudio ni tampoco durante los años siguientes, y no fue sino hace unos meses cuando obtuvimos información de que se pretendía estorbar los Juegos. Durante los recientes conflictos que ha habido en la Ciudad de México se advirtieron, en medio de la confusión, varias tendencias principales: la de quienes deseaban presionar al Gobierno para que se atendieran determinadas peticiones, la de quienes intentaron aprovecharlo por motivos ideológicos y políticos, y la de quienes se propusieron sembrar el desorden, la confusión y el encono, para impedir la atención y la solución a los problemas, con el fin de desprestigiar a México, aprovechando la enorme difusión que habrán de tener los encuentros atléticos y deportivos, e impedir acaso la celebración de los Juegos Olímpicos. De algún tiempo a la fecha, en nuestros centros de estudio se empezó a reiterar insistentemente la calca de los lemas usados en otros países, las mismas pancartas, idénticas leyendas, unas veces en simple traducción literal, otras en burda parodia. El ansia de imitación se apoderaba de centenares de jóvenes de manera servil y arrastraba a algunos adultos.

El 68 de México fue uno de los acontecimientos más significativos de la segunda parte del siglo xx

Luis Echeverría, que en 1968 ya era aspirante a sustituir a Díaz Ordaz en la presidencia, hizo unas declaraciones al periódico El Universal, treinta años después, en las que trató de absolverse de la matanza de Tlatelolco: «Nada, no tuve nada que ver en la forma en que se encaró en 1968 el problema estudiantil, pues Díaz Ordaz me marginó totalmente del asunto. Cuando se haga la biografía de don Gustavo tendrá que llegarse a la conclusión de que uno de sus rasgos sicológicos era la firme convicción del uso de la fuerza para hacer valer la ley». El 68 de México fue uno de los acontecimientos más significativos de la segunda parte del siglo xx. Su huella está todavía presente. Se cuestionó la autoridad del inmenso poder presidencial, removió los cimientos ideológicos del mundo de la izquierda y comenzó una lucha por los derechos humanos que llega hasta ahora, cuando la sociedad mexicana está azotada por el mal del narcotráfico con todas sus secuelas.

El EZLN se inspiraba en el zapatismo y en el marxismo, y adquirió forma de guerrilla

Del 68 mexicano se impregnó el movimiento zapatista de Zacatecas: el 1 de enero de 1994 un grupo de indígenas del estado de Chiapas intentó ocupar unas tierras, apelando a la reforma agraria, en el mismo momento en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México. Salía a la luz pública el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a cuyo frente estaba un enigmático «subcomandante Marcos» que devendría en otro de los iconos de la rebeldía mundial, con un estupendo manejo de la comunicación política y de su imagen con un pasamontañas que ocultaba su auténtica identidad. El EZLN se inspiraba en el zapatismo (de Emiliano Zapata, héroe de la Revolución mexicana de principios del siglo xx) y en el marxismo, y adquirió forma de guerrilla. En su Primera Declaración de la Selva Lacandona, donde tenía su base, establecía los siguientes fines: la «lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz […] lograr el cumplimiento de esas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país libre y democrático». Ello lo resumió el subcomandante Marcos con estas palabras: «¿La toma del poder? No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo». Ambas frases se podían trasladar con la máquina del tiempo a Mayo del 68 o a Madrid de 2011. A principios del siglo xxi, Carlos Monsiváis, entonces ya un viejo soixante-huitard, resumía en cuatro los motivos por los que todavía seguía siendo importante 1968 en México: sus razones servían medio siglo después de la matanza de Tlatelolco:

 –a) Fue la experiencia fundamental de una generación juvenil en la Ciudad de México, que se vive de distintas maneras pero que es recordada con orgullo, en un país en el que, como aseveraba Carlos Fuentes, no te puedes dejar arrastrar por el entusiasmo puesto que la desilusión castiga muy pronto al que tiene fe en los cambios y los lleva a la calle.

–b) Fue el primer movimiento estudiantil moderno, donde coincidió el alineamiento de una vanguardia con los sucesos de París, las universidades de Estados Unidos, Praga…

–c) Sólo ocurre en la capital, por la estructura represiva del Estado, y durante meses incorpora a la ciudad entera con marchas y manifestaciones, y surge la novedosa protesta de las clases medias, que siguen a los universitarios.

–d) El 68 infunde a sus participantes la sensación de un cambio súbito de la mentalidad y la psicología. No se sienten héroes, pero sí partícipes de la resistencia al autoritarismo.

CTXT necesita un arreglo de chapa y pintura. Mejorar el diseño, la usabilidad… convertir nuestra revista en un medio más accesible. Con tu donación lo haremos posible este año. A cambio, tendrás acceso gratuito a El...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Joaquín Estefanía

Fue director de El País entre 1988 y 1993. Su último libro es Estos años bárbaros (Galaxia Gutenberg)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí