“Parirás con dolor hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará” (Génesis, 3, 16)

Si hay un lugar por excelencia en el que hemos sido discriminadas y vilipendiadas es en la religión católica y sobre todo en su Institución, la Iglesia.

Basta con observar la jerarquía que tienen montada para buscar alguna mujer en ella. ¿Dónde están las mujeres? En la parte más baja de la escala de la oración a Dios padre todo poderoso: las monjas. Y su función es bastante curiosa y llama la atención porque es o ha sido el mismo de la mujer en la sociedad: casarse. En su caso, con Dios. Porque esa ha sido la enseñanza divina durante siglos, la mujer sirve para parir hijos con dolor y cuidar a su marido. La mujer ha sido –y sigue siendo- propiedad del varón. En la Iglesia aún más.

Esta noche es la última cena. Tampoco ahí hemos sido invitadas. Fíjense en todas las ilustraciones históricas o lean la Biblia para ver que no aparecemos en la última cena. Y, de haber aparecido, estaríamos sirviendo a los hombres. El cómo la religión católica ha impregnado todo de machismo es clarísimo. Los pocos casos en los que la mujer aparece en la Biblia son el ejemplo de la Virgen María, cuyo fin es follar con una paloma y parir al Dios Bendito y Magdalena, que es puta. Queda clara cual es la función de la mujer en la sociedad: o parir o ser puta. Y entre esa dicotomía nos movemos desde pequeñas, por mucho que hayamos evolucionado socialmente gracias al feminismo.  Una bien sabe desde bien jovencita que o es una virgen pura o es una puta, y con mucho sigilo intentas moverte entre dos aguas para que nadie te señale.

Los pocos casos en los que la mujer aparece en la Biblia son el ejemplo de la Virgen María, cuyo fin es follar con una paloma y parir al Dios Bendito y Magdalena, que es puta

Recuerdo además, como ya escribí en La culpa de todo la tuvieron las mujeres que Eva fue la culpable de todo. La muy hija de puta nos sacó del paraíso, porque a Adán ya le absolvieron las santas escrituras. La mujer fue creada para servir al hombre y para perseverar en su virginidad, para no ser puta, para no ser Magdalena. En todas las religiones la mujer ocupa un papel totalmente secundario, se nos tapa, se nos omite o se nos sacrifica. En el nombre del padre del hijo y del Espírito santo, ¿dónde queda la mujer en la santísima trinidad? Probablemente estaría ocupada limpiando y remendando sus gayumbos.

A estas alturas del partido, en Málaga y Sevilla, cuatro activistas siguen imputadas por sacar de procesión un coño gigante. Todo ello tuvo lugar cuando mujeres procesionaron un coño de unos 2 metros por las calles de las ciudades andaluzas. Eran tiempos en los que Alberto Ruiz-Gallardón quería aprobar la Ley del Aborto. En Sevilla, se pidieron tres años de cárcel para tres manifestantes que llevaban el Coño Insumiso. Las manifestantes querían denunciar el poder de la Iglesia católica sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros derechos reproductivos, sobre nuestra decisión de parir. Nosotras parimos, nosotras decidimos, pero con la Iglesia habíamos topado. Por suerte y gracias al movimiento feminista se consiguió paralizar el proyecto del ex ministro de Justicia y de la Iglesia.

Los hechos producidos, como los que tuvieron lugar cuando Rita Maestre entró en la capilla de la Universidad Complutense, pueden ser o no de mal gusto, pero en ningún caso delito. También es de mal gusto que se nos haya obviado de la religión católica y que se nos haya perseguido por brujas o por putas. También es de mal gusto que vivamos tiempos oscuros en los que se juzgue a personas por cagarse en Dios. Reproduzco el cántico de las mujeres valientes que hicieron uso de su libertad de expresión en la cofradía del Santísimo Coño Insumiso. Amén.

“Diosa te salve vagina, llena eres de gracia, el coño es contigo, bendita tú eres entre todas nuestras partes y bendito es el fruto de tu sexo, el clítoris. Santa vagina, madre de todos, ruega por nosotras liberadas, ahora y en la hora de nuestro orgasmo. Himen. Ni en el nombre del padre, ni del hijo, sino de nuestro santísimo coño”.