1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Sobre lenguas y hegemonía: el caso asturiano

Por fin nos hemos decidido a enterrar la hemiplejía política que en Asturias caracterizó a la Transición: empieza a ser verosímil que la lengua asturiana adquiera el estatuto de lengua oficial

Xandru Fernández 14/04/2018

<p>Manifestación de les lletres asturianes 2007</p>

Manifestación de les lletres asturianes 2007

Vsuarezp

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT necesita un arreglo de chapa y pintura. Mejorar el diseño, la usabilidad… convertir nuestra revista en un medio más accesible. Con tu donación lo haremos posible este año. A cambio, tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes. Aporta aquí

Hace no muchos años, un conocido dirigente de la izquierda española pronunció en Madrid un discurso de esos que se quieren memorables, ya sea por lustrales, ya sea por multitudinarios o por coincidir en el tiempo con algún cataclismo bélico o futbolístico. El orador, en un gesto que de nuevo se quiso interpretar como solidario sin llegar casi a ser gesto, se dirigió a su auditorio saludando en gallego, catalán, euskera y castellano. Cuando, más tarde, en privado y en público, se le preguntó por qué no había saludado también en asturiano, su respuesta fue inmediata, casi un automatismo: “No es oficial”. Eso fue todo: hasta sus más acérrimos enemigos se quedaron con las ganas de saber si esa réplica lacónica obedecía al deseo de no hacer excesivo ruido con la ofensa, o a una pulsión perdonavidas, o a la ignorancia pura y dura de qué narices le estaban preguntando.

Conociendo al personaje, yo me inclino por la opción número dos, pero concedamos que no sería inverosímil que se tratase de la tercera: ¿quién, fuera de Asturias, tiene en cuenta la existencia de la lengua asturiana, incluso en el improbable caso de que ese conocimiento forme parte de los deberes de uno o de su dedicación profesional? Detengámonos en este segundo supuesto, pues nos permite no perder demasiado tiempo (ni el mío ni el de ustedes) en priorizar sufrimientos y otras sandeces semejantes (del tipo “no es tan grave, no es un drama, hay tragedias mucho peores que la desaparición de un idioma” y otras en las que coincidiríamos por fuerza, por la fuerza del absurdo).

¿Forma parte el conocimiento del asturiano de la dedicación profesional de un lingüista? Lo es, sin duda, si dedica algún segmento de su tiempo de trabajo a explicar, estudiar o divulgar la pluralidad lingüística peninsular, como sería el caso si ese individuo fuese profesor de su materia en la ESO. Esa etapa educativa la cursan casi dos millones de estudiantes cada año. Repitámoslo, pues es una cifra contundente: casi dos millones de estudiantes. ¿Quieren saber cómo se forma la hegemonía y no les da tiempo a leer a Gramsci, ni siquiera el Gramsci para principiantes de Néstor Kohan? Echen entonces un vistazo a la programación del primer curso de la ESO y obtendrán una ilustración bastante fiel de cómo se logra esa “unidad intelectual y moral”, ese “consenso espontáneo” en torno a cuestiones como la utilidad de la monarquía, los beneficios de las religiones organizadas o la correlación entre iniciativa emprendedora y éxito económico. Están ahí, en las aulas, en los documentos oficiales y en los libros de texto, pero si les aburre buscarlas, no pasa nada: sigan echándole la culpa al trap.

En el libro de texto de nuestra hija el asturiano, sencillamente, no aparecía

Nuestra hija estudia primero de la ESO. Cuando la ayudamos a preparar el primer examen de Lengua Castellana y Literatura, ya sabíamos que íbamos a encontrar en el libro de texto los despropósitos habituales: la prevaricación científica es muy habitual en estos casos, desde llamar al asturiano “dialecto del castellano” hasta afirmar que sí que es lengua pero no puede ser oficial porque carece de gramática, diccionario o literatura (aclaración para principiantes: no carece de ninguna de esas tres cosas). Pero no fue ese el caso: en el libro de texto de nuestra hija no se decía ninguna mentira al respecto. Sencillamente, el asturiano no aparecía. Ni en el mapa. Las zonas sombreadas que correspondían al gallego, el euskera y el catalán (y el valenciano, pues se le daba un tratamiento aparte) iban en un color, el castellano en otro, y la franja correspondiente al dominio asturleonés aparecía en blanco, como si un trozo de mapa se hubiese caído al mar. No se hablaba de Asturias al poner ejemplos de “castellano septentrional”, tampoco se mencionaba el asturiano entre las “otras lenguas peninsulares”: se prolongaba el Cantábrico hasta Miranda del Douro y asunto arreglado.

Por supuesto, esta situación es peor que la mentira pura y dura, pues deja en el limbo el estatuto sociolingüístico del asturiano y permite que el profesorado pase de puntillas sobre el tema o, por el contrario, lo aborde desde su particular lote de prejuicios, medias verdades y mentiras descaradas. Doy por sentado que la mayor parte del profesorado expondrá el tema con objetividad y sin dejarse llevar por afecciones pre- o paracientíficas, pero esto es puro voluntarismo por mi parte, y, en resumidas cuentas, también es voluntarismo lo que le estoy atribuyendo a ese profesorado que no tendría por qué verse en el trance de determinar qué le dirá a su alumnado cuando llegue al delicado tema de la pluralidad lingüística. ¿Qué hace el profesor de un instituto asturiano? ¿Les dice a sus alumnos que coloreen también esa franja fantasma del mismo color que el castellano y espera a que el papá o la mamá de Llara o Xosé Nel le llamen para pedirle explicaciones, o les dice que la sombreen con un color diferente y espera a que sean el papá y la mamá de Álvaro o Inés los que le pongan la queja? ¿Qué se supone que tendrá que hacer la profesora de ese instituto de L’Infiestu o de Lluanco cuando Llara y Álvaro se pongan a discutir y los dos señalen la zona muerta del libro de texto como justificación y apoyo empírico para sus puntos de vista?

Asturias es muy pequeña, ¿no es cierto? Y tienen lo de la reconquista y tal, hablan raro pero se les entiende

Si esto es así en un instituto asturiano, no me cuesta nada imaginar qué ocurrirá en un instituto de Burgo de Osma: “Eso es un error de la imprenta, coloreadlo también, igual que lo de al lado”. Y a correr. Ya tienen bastante con aprenderse lo de las lenguas oficiales, ¿verdad? Y Asturias es muy pequeña, ¿no es cierto? Y tienen lo de la reconquista y tal, hablan raro pero se les entiende, y solo faltaría que también esos quisieran ser independientes. Todo eso suponiendo que el problema de marras haya llegado al neocórtex, muy probablemente haya sido automático lo de ver ese blanco ominoso y coger el rotulador sin que nadie mencione siquiera lo del error de la imprenta. No es oficial, no es un problema.

Las programaciones didácticas y los diseños curriculares existen, supuestamente, para explicitar lo que debería enseñarse y lo que convendría saber en una sociedad científicamente madura y con aspiraciones de racionalidad democrática. Cuando no se hace así, como ocurre con la pluralidad lingüística, la reinvención de la historia de España o la superchería epistemológica de que la mentalidad contable es la condición natural del ser humano, en seguida se ven los agujeros del discurso: eso que algunos llaman “adoctrinamiento”. Si resulta que, además, ese lote de presuntos saberes incontrovertibles es lo que fundamenta el ordenamiento jurídico del Estado (reparemos en la circularidad del asunto, ya que en ella reside la eficacia de todo este tinglado: lo que el ordenamiento jurídico sanciona es el punto de vista hegemónico que, a su vez, llega a serlo en gran medida por el efecto sancionador del ordenamiento jurídico), el resultado es la asimetría en la atribución de derechos y obligaciones y la arbitrariedad en la exigencia de su cumplimiento. Además, nos convierte a unos cuantos en unos pesados y unos cenizos que parece que estemos obsesionados con temas que, en realidad, nos importan por obligación.

En una ocasión di un cursillo sobre música de vanguardia en la Alemania de posguerra. Puse un fragmento de los Hymnen de Stockhausen y, cuando acabó, una alumna levantó la mano y preguntó: “Profesor, ¿hay alguien a quien le guste escuchar eso?”.

No es cuestión de prioridades: si lo fuera, hace tiempo que se le habría dado la vuelta al argumento

Me hago muchas veces esa pregunta con respecto al asturiano y sus vicisitudes. ¿A quién le puede interesar (no digamos ya “gustar”) el asturiano? ¿A quién le importa que sea oficial o no lo sea, que deje de hablarse o siga hablándose, que sus hablantes se avergüencen de serlo o por el contrario lo hablen con orgullo? El humorista Edu Galán escribió hace poco en Twitter que hay en Asturias problemas mucho más graves que el que el asturiano no sea oficial. ¿Cree acaso Galán que los demás lo ignoramos? ¿Nos cree de veras tan imbéciles (es un epíteto muy suyo), o es que alguna vez ha visto a alguien quemarse a lo bonzo en una manifestación por la oficialidad del asturiano? Dicho sea de paso, tampoco es que se vean muchos bonzos en las manifestaciones por la dignidad de los trabajadores de Correos (el ejemplo es de Galán), en las cuales, por cierto, sí se ve una mayoría de pancartas en asturiano. No es cuestión de prioridades: si lo fuera, hace tiempo que se le habría dado la vuelta al argumento (si no es importante, no hay razón para negarse tan obstinadamente a oficializar el idioma), pero no ha sido así. Tampoco es cuestión de gustos o intereses personales o intelectuales: yo preferiría estar ahora escribiendo sobre Stockhausen, la Escuela de Darmstadt y el krautrock, en lugar de hacerlo sobre la oficialidad de la lengua asturiana. Lo que está ocurriendo en los últimos años, y lo que ha hecho posible la decisión de la Federación Socialista Asturiana de incluir la oficialidad del asturiano en su agenda después de décadas negándose a hacerlo y siendo incluso el principal obstáculo político para la normalización lingüística, es que ha cambiado el clima.

¡Una metáfora! Pues sí, pero no tanto como podría creerse. Lo cierto es que el cambio climático nos está volviendo, a los asturianos, más sensibles al paso del tiempo y a la erosión del olvido. Hasta hace relativamente poco, un asturiano sin demasiados complejos podía sentirse reconocido en media docena de iconos identitarios, entre ellos esa llovizna (orbayu, en asturiano) que es la responsable de que un servidor esté escribiendo estas líneas bajo los efectos de una sinusitis crónica. Hoy el clima es un poco diferente, aunque no creo que el Volksgeist asturiano lo haya notado; sin embargo, sí creo que ese cambio se produce en paralelo con otros (el envejecimiento de la población, el despoblamiento de las áreas rurales, la mejora de las comunicaciones entre los pueblos, precisamente cuando cada vez queda menos gente a la que comunicar) que arrojan un saldo negativo en términos de reconocimiento simbólico, como si a los asturianos les hubieran quitado parte del suelo por el que caminaban tan campantes y ahora debieran desplazarse a salto de mata, esquivando obuses semienterrados y minas antipersona.

Hay señales que anuncian que la siesta se acaba, como cantaba Pablo Guerrero

Sea por eso o porque por fin nos hemos decidido a enterrar la hemiplejía política que en Asturias caracterizó a la Transición, lo cierto es que en los últimos meses empieza a ser verosímil que la lengua asturiana adquiera en breve el estatuto de lengua oficial. Es una batalla en la que llevamos empeñados, algunos, más de media vida, y tal vez por eso somos renuentes a celebrarlo antes de tiempo e incluso sospechamos que habrá más de un gato encerrado y que al final todo quedará en papel mojado. Pero hay señales que anuncian que la siesta se acaba, como cantaba Pablo Guerrero: entre ellas, no son las menos elocuentes las que emite la extrema derecha asturiana, que está protagonizando una de las campañas de intoxicación informativa más brutales de los últimos años. A través de cuentas de Twitter y artículos en prensa, están movilizando a todos sus efectivos anti-normalización lingüística en una operación sin precedentes desde, al menos, 1988. Pero si en 1988 contaban con la aquiescencia y la complicidad descarada de la prensa y la universidad asturianas, en la actualidad solo cuentan con la primera, lo que supone un avance. Y tampoco cuentan ya con el apoyo político de la Federación Socialista Asturiana, a pesar de que muchas de sus vacas sagradas, con un pie en la jubilación, continúan haciendo causa común con la alt-right y con la candidata del Partido Popular a la presidencia del Principado, Mercedes Fernández, capaz de ufanarse de logros de dudoso gusto: “Hemos logrado que el castellano sea la única lengua del parlamento asturiano”. Recientemente Mercedes Fernández, a.k.a. Cherines, en un triple salto mortal ético-metafísico, se dolió de que Gaspar Llamazares y Concha Masa, diputados de Izquierda Xunida en el parlamento autonómico y defensores de la oficialidad del asturiano, fuesen dos forasteros, de Burgos ella y de Logroño él, como si sus partidas de nacimiento los inhabilitaran para opinar sobre la normalización del idioma asturiano. No hace falta decir que, si esas declaraciones, pero en sentido opuesto, las hubiera hecho cualquier defensor de la oficialidad del asturiano, las acusaciones de xenofobia, yihadismo y complicidad con ETA habrían sido automáticas.

Hace poco, mi amigo Xuan Bello decía en una entrevista que a mí, con dieciséis años, por ganar un concurso literario, un columnista local me había llamado etarra. Se equivocaba Xuan en la edad (eran dieciocho, no dieciséis) y en la oportunidad (no había ganado nada, me habían publicado un cuento), pero no en la magnitud del exabrupto, y tampoco en su autoría. Yo les animo, padres y madres de alumnos de 1º de la ESO residentes en Burgo de Osma, a tratar de imaginar en qué circunstancias puede decirse en público que un chaval que escribe un cuento en asturiano es cómplice de ETA, esto es, qué clima cultural se respira en esa sociedad para que un periodista escriba eso, lo publique, cobre por ello y nadie le replique. Estoy seguro de que podrán imaginárselo fácilmente porque, en toda España, llamar etarra a cualquiera que profese unas ideas políticas no excesivamente subnormales es algo que ocurre con más frecuencia de lo que sería de esperar, pero insisto: no se trata del insulto cavernario del resentido tipo Hermann Tertsch, sino de una especie de sinusitis intelectual crónica, de un clima de opinión hegemónico que solo ahora, por fin, estamos logrando resquebrajar.

Si alguien les pregunta por qué deberían ustedes interesarse por la oficialidad de la lengua asturiana, piensen en el alivio que se siente al poder respirar, por fin, después de una congestión nasal: ese momento en que uno puede oírse a sí mismo después de varios días con las vías respiratorias atascadas. Justamente eso es lo que pretendemos en Asturias: oírnos a nosotros mismos. Aunque luego podamos decir que nos gusta más oír a Stockhausen.

CTXT necesita un arreglo de chapa y pintura. Mejorar el diseño, la usabilidad… convertir nuestra revista en un medio más accesible. Con tu donación lo haremos posible este año. A cambio, tendrás acceso gratuito a El...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí