Homenaje a Casa Ciriaco

La autora e ilustradora recuerda sus vivencias en el mismo edificio donde estaba uno de los restaurantes históricos de Madrid. En septiembre volverá a abrir, con nuevos dueños que prometen mantener el espíritu

Ximena Maier 26/06/2018

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Me enteré ayer de que en diez días cerrará Casa Ciriaco, uno de los restaurantes castizos históricos de Madrid. Yo vivía en esa casa de pequeña.

El bar de la entrada, donde Paco y Jacinto siempre me regalaban bizcochos borrachos.

Amparo, reina de la gallina en pepitoria, aunque yo siempre pedía escalopes con patatas fritas. Siempre me llevaban a la cocina a saludar y me daba unos abrazos de verdad, de esos de "ayqueniñamásguapañññññññ". Y torrijas.

Ángel y Godo, qué decir. Más simpáticos que nadie. Ya nadie hará el gato, sin duda el plato estrella de Ciriaco (y no, no es un plato de verdad).

En esa época, los primeros ochenta, aún llegaba el vino así:

Es un edificio histórico por Ciriaco y sus tertulias literarias, y también por la bomba que tiró Mateo Morral en la boda de Alfonso XIII desde la ventana de nuestro salón. Mi bisabuelo Antón iba en la escolta:

Cuando mis padres daban cenas en casa, subían los platos desde Ciriaco, cinco pisos sin ascensor. Deliveroo avant la lettre. Y una vez me sacaron de la cama para comer angulas, en pijama con mi tenedor de madera:

Final feliz para el hilo: me confirma Paco, el último de la vieja guardia, que cierran el día 30 pero en septiembre volverá a abrir, con nuevos dueños que prometen mantener el espíritu. Ahora nos toca a nosotros ir y disfrutarlo y mantenerlo.