1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

SARA CORDÓN / AUTORA DE 'Para español, pulse 2'

“Quiero revindicar el hispanismo y la latinidad no solo como lengua, sino como cultura”

Rubén A. Arribas 27/07/2018

<p>Sara Cordón, en una imagen reciente. </p>

Sara Cordón, en una imagen reciente. 

Rubén A. Arribas

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

En algún momento de 2012, Sara Cordón se cansó de la precariedad laboral de su Madrid natal y emigró a Estados Unidos. Lo hizo gracias a una modesta beca que le concedieron en la Universidad de Nueva York para cursar un máster de escritura creativa en español que duraba dos años. Por aquel entonces ella publicaba libros infantiles, estaba especializándose en la obra Italo Svevo y, para ganarse la vida, trabajaba como administrativa en un taller de escritura. A la vista de la crisis económica que asolaba el país, ninguna de esas tres opciones la ayudaban a imaginar un horizonte laboral o vital más propicio.

Además, nacida en 1983, iba a cumplir los treinta y veía casi como un delirio fantasioso poner su sueño en práctica. “Me parecía muy presuntuoso decir: 'Yo quiero ser escritora'. Era algo que aquí, en España, sonaba a '¡hala, qué flipada!'”, explica entre risas al amparo de la hospitalidad mexicana que nos prodiga a finales de junio la madrileña librería Juan Rulfo. Allí, unas horas antes de que ella cruce de nuevo el Atlántico, aprovechamos para hablar de su primera y reciente novela, Para español, pulse 2 (Caballo de Troya, 2018).

También de sus planes más inmediatos: antes de regresar a Nueva York a escribir y seguir trabajando en su doctorado sobre las estrategias de autoexposición, dará un taller de escritura en Valparaíso (Chile) y luego hará escala en la Feria del Libro de Lima para promocionar el último libro que ha publicado su editorial, Chatos Inhumanos. A simple vista, parece claro que el asunto de vivir de la escritura lo lleva mejor encaminado que en 2012 y que su experiencia migratoria ha sido fundamental al respecto.

En Para español, pulse 2, Cordón aprovecha su pasado como alumna en el máster de escritura para reflexionar en clave de autoficción y de parodia sobre varios temas que atraviesan sus seis años de vida neoyorquina. El reto de profesionalizarse como escritora, la novela como producto de mercado, el panhispanismo que caracteriza a la comunidad intelectual latina o la comodidad que acompaña a la subalternidad con suerte son algunos de ellos. De esas cuestiones y de algunas más habla en esta entrevista para CTXT.

En la novela, el jefe de Sara en Madrid habla de que los másteres españoles son algo así como un sacadineros y bolsas de colocación. ¿También lo son los másteres estadounidenses en español?

En general, allí funciona la idea de profesionalizarse. Un máster no te garantiza que vayas a ser un creador maravilloso o que vayas a tener unas ideas superinteresantes. Tampoco te enseña a escribir. El objetivo es ver los materiales con que te interesa trabajar y observar cómo los reciben otras personas. De hecho, el trabajo que hicimos en el máster fue, sobre todo, de crítica. Eso sí, el feedback que recibes es tan bestial que, en mi caso, cuando terminé, estuve un tiempo sin escribir.

Sara, la narradora de la novela, dice que en Nueva York aprendió que “ser escritor consiste en que los compañeros del gremio te dejen serlo”. ¿A qué se refiere?

Lo primero que aprendí –y eso es algo que intento plasmar de manera contundente en la novela– es que la literatura funciona, en general, de manera comunitaria. Hay una comunidad, y esa comunidad se hiere y se repara a sí misma. La literatura española o la literatura hispana en Estados Unidos son ámbitos pequeños que mueven poco dinero y donde normalmente el valor es más bien simbólico, de prestigios. De hecho, funcionamos mucho con reseñas y con promociones que nos hacemos entre los compañeros del mundo literario... Si te cargas tus contactos o tratas mal a la gente, es más complicado que tu libro destaque. Esto es algo que se da en casi todos los ámbitos laborales, pero en el literario parece más llamativo porque mueve poco dinero, luchamos por destacar en huecos que son muy pequeños y somos poca gente.

A la narradora de la novela le gustaría ser como el escritor chileno Alejandro Zambra: "… literariamente agradable, un poco innovadora y un poco guay, pero sin pasarse". ¿Por qué?

Eso es algo que trabajo mucho en el libro: no se trata de ser el mejor o la mejor, sino más bien alguien agradable y que no molesta. Estar en una secundariedad es algo que me parece que funciona bastante bien. No hace falta ser el jefe, el más visible. Además, hay una comodidad ahí: lidias con menos críticas, enfrentamientos, caídas estrepitosas... En cambio, cuando eres una amenaza grande, la cosa cambia. El 2 de Para español, pulse 2 tiene que ver con la comodidad: por un lado, lo subalterno; por otro, lo que puede funcionar. En 2012, cuando Sara se encuentra con Zambra en el taller de Madrid, este había publicado hacía poco Bonsái y era ese escritor literariamente agradable, un poco innovador, un poquito guay, un poquito diferente, pero sin pasarse. Ahora Zambra tiene muchos detractores, pero a mí me sigue gustando leerlo.

La novela parodia un procedimiento habitual en la literatura china: conseguir que marcas comerciales patrocinen el libro. Aquí los auspiciantes son el chocolate mexicano Carlos V y el jabón dominicano Hispano. ¿Por qué quiso incluirlos?

A mí me gusta pensar que hago literatura vendible, porque lo que era invendible eran los rollos que escribía antes y que solo los leía yo

Quería dejar claro que este libro era un producto de mercado. Claramente. Siento que en España y en muchos países de Latinoamérica hay una gran romanticismo en torno a la literatura, y hay mucha resistencia a pensar que un libro es un producto de mercado, incluso a que puede estar patrocinado. Estamos muy acostumbrados a que una exposición esté patrocinada por un banco o, en Estados Unidos, por un mecenas. Ese concepto, poco a poco, va entrando en la literatura en español. Para escribir en inglés, por ejemplo, hay muchas becas y mucho mecenazgo. En cambio, en español, todavía tenemos esta cosa de “es que yo no soy un producto de mercado”. Y, sin embargo, sí que lo somos. A mí me gusta pensar que hago literatura vendible, porque lo que era invendible eran los rollos que escribía antes y que solo los leía yo, y que no le gustaban a nadie. ¿Ahora he conseguido que lo que hago le guste a cuatro o cinco personas? Pues, bueno, ya es vendible.

¿Esto de la literatura vendible tiene que ver con su experiencia estadounidense?

Sí, porque veo que en Estados Unidos funciona; veo gente joven, como yo, que vive de la escritura. Y está bien: tiene dinero para formarse o tiempo para asistir a exposiciones, presentaciones de libros o lo que sea, en vez de estar matándose a trabajar en otras cosas para sobrevivir.

La novela es una autoficción narrada en tercera persona por Sara. En un momento dado, una compañera de máster se refiere a esa voz como un yo inseguro, autocrítico y con baja autoestima, “dependiente de la mirada y de la opinión de los otros". ¿Por qué esa elección?

En realidad, la novela estaba escrita en primera persona. Una de las críticas que recibí en el máster fue precisamente esa que hace el personaje de María Eugenia. Al pasarla a tercera, he conservado la capacidad de autocrítica y, a la vez, que se perciba la fragilidad de la protagonista, pero sin que resulte llorona. Además, el espíritu de la novela no era quejarse; era más bien algo como "Muchachos, yo me he ido fuera, ¡y mirad qué bien me ha ido! Sí, sí, me habré vendido al capital y lo que queráis, pero me he profesionalizado en la literatura, que era el objetivo".

Sara se reparte el protagonismo con Poncho, un bebé ancla mexicano. Ambos, según sus compañeras y compañeros del máster, son quienes peor escriben.  ¿Por qué llevan la voz cantante los dos personajes más débiles?

Elegí los dos personajes que menos responden al estereotipo de escritor y que son más frágiles en un ecosistema tan competitivo. Son los denigrados del máster. De hecho, basé la relación entre ellos en esa fragilidad: Poncho y Sara siempre se consuelan, y de alguna forma el amor entre los dos surge de confortarse el uno al otro. También me interesaba poner el peso ahí porque cobran mucha fuerza, por ejemplo, las voces de quienes se sienten muy seguros y tienen muy claro que les va a ir bien. No quería que el discurso fuera el de dos perdedores o algo así; quería que se escucharan diferentes voces. Al mismo tiempo, quería mostrar que a Poncho le va mejor que a los demás; él monta una distribuidora de libros y, como a los editores españoles les interesa tenerlo contento, es a él a quien van a publicar. No lo publican porque sea un talentazo, sino por una cuestión de conveniencia de mercado.

¿Es Poncho la metáfora del mundo de la literatura actual?

Sí, la más mercantilista. Además, lo que me gusta de Poncho es que, en realidad, su idea de la literatura es la menos mercantilista: tener dinero, vivir bien y escribir sus pendejadas. Poncho es mexicano, pero se ha educado en Estados Unidos, así que tiene unos valores americanos basados en que el éxito está muy relacionado con el dinero. En cambio, Sara tiene lo del valor simbólico: da igual ser rica o pasar penurias; el valor es otro, más similar al romanticismo literario español. En un momento a Sara le va muy bien, pero luego su comunidad decide expulsarla... y le deja de ir tan bien. En realidad, como digo, es a Poncho al que de verdad le va bien.

En un momento dado, la narradora dice que la novela es una autoficción "con mucha más ficción que realidad". Eso suena a ficción a secas, ¿no? ¿La autoficción se construye para jugar con el lector?

La autoficción me funcionaba muy bien para explorar el asunto del libro como producto vendible y del autor como marca

Me interesaba jugar con la autoficción porque es muy vendible debido al morbo que genera en el lector. Lo que estoy estudiando en el doctorado son las estrategias de autoexposición de los autores, es decir, la forma en que estos se colocan en el mercado. Estas estrategias van desde la literatura hasta el uso de su persona. Cada vez importa más el cuerpo del autor: el autor en gira, las fotos, Instagram... La autoficción me funcionaba muy bien para explorar el asunto del libro como producto vendible y del autor como marca.

Es decir: fue una elección a propósito, no una catarsis.

A ver, llegué a pensar: "¿Qué puedo contar que le interese al mundo?". Y dije: "La verdad es que nada; lo más interesante que me ha pasado es el máster". Y también pensé: "Para mí va a ser muy divertido contar eso”. Luego, tuve que pensar cómo contarlo. Lo podría haber contado sin que fuera una autoficción; sin embargo, quería jugar con todas estas cosas que he mencionado y con esa experiencia que yo había vivido. Además, en los talleres, la gente solía demandarme que tuviera algo de autoridad sobre el texto. Y eso es algo que me impactó mucho.

¿Autoridad?

Autoridad en el sentido vivencial. Suele demandarse una autoridad vivencial sobre lo que estás exponiendo y, si no la tienes, ya no gusta tanto. Cuando llegue a Estados Unidos, me dio por escribir sobre personajes mexicanos debido a la relación con mi novio mexicano. Yo reflejaba cosas que veía y luego le decía: "¿Esto lo ves bien? Si ves alguna expresión que no funciona, cámbiamela”. Intentaba que mis textos quedasen realistas. Sin embargo, en el máster, todo el mundo me decía: "¿Por qué escribes de mexicanos? ¡Tú no tienes nada que ver con mexicanos! ¡Escribe sobre la crisis de España!”. Hasta que yo les explicaba que tenía un novio mexicano; entonces, me decían: “Ah, bueno”. Ya tenía autoridad vivencial para hablar de eso.

Vamos, que la novela cuestiona el modo de relacionarse de cierto público lector con los textos narrativos, ¿no?

Sí, de algún modo me dije: “¿No quieres autoridad vivencial? Pues te la voy a dar. Además, ahora piensa qué es verdad y qué es mentira”. Claro, luego viene la familia y te preguntas cosas... Mi madre todavía me pregunta si de verdad me enrollé con Rod.

En la novela aparecen muchas variedades del español (chileno, peruano, mexicano, argentino, dominicano...). ¿El idioma fue uno de sus grandes hallazgos?

Sí, fue todo un descubrimiento. En esa polifonía está la fuerza del libro; en realidad, la historia de Sara es lo de menos. Yo quería contar la historia de toda esa polifonía hispana suertuda que está trabajando en el ámbito de la literatura y que es la comunidad reparadora/destructora de la que depende que a gente como Sara o Poncho les vaya bien o mal. Y quería representar todas esas voces porque, a veces, en España, tenemos esa horrible costumbre de querer castellanizar y cambiar el vocabulario a cualquier autor o autora latinoamericano, incluido Vargas Llosa.

En una novela de lenguaje sencillo, preciso y humorístico, llama la atención que se refiera al español como el idioma de la subalternidad.

En Estados Unidos te pasas el día rellenando clasificaciones de raza y de etnia para todo

Es un término un poco pedante para el vocabulario de Sara, pero es que en Estados Unidos enseguida te das cuenta de que no perteneces al white privilege. Y eso es algo que el hispanismo o la latinidad tienen muy presente. Hay –sientes– una cierta subalternidad en todo. De hecho, cuando presenté la solicitud en la universidad, tuve que describirme racialmente, y tenía que elegir si era hispana, latina o europea blanca... En Estados Unidos te pasas el día rellenando clasificaciones de raza y de etnia para todo: el DNI, el médico, la universidad, etcétera.

Usted forma parte de Chatos Inhumanos, una pequeña editorial con sede en Nueva York que publica libros de escritoras y escritores hispanoamericanos en español y en inglés. ¿En qué punto está el proyecto?  

Llevamos un año y medio, y vamos a sacar el quinto libro. Tenemos dos títulos, pero en inglés y en español, que es un trabajazo. El quinto será Uno nunca sabe por qué grita la gente, del escritor peruano Mario Michelena y es un libro de cuentos. También lo publicaremos en español y en inglés. Mario Michelena lleva muchos años viviendo en Estados Unidos, tiene familia americana y representa el tipo de autor que nos gusta: el de la latinidad que ya está supermetida en Estados Unidos. Él, por ejemplo, ha sido traductor en el juicio contra el Chapo Guzmán.

La novela dibuja un momento apasionante en cuanto a quién abanderará "la defensa del hispanismo intelectual" en Estados Unidos, si los venezolanos o los argentinos. ¿Es así como lo cuenta?

El mundo literario hispano es tan pequeño –en la novela exagero su dimensión– que sí, que de momento está sucediendo eso. Hay una editorial venezolana muy potente que se llama Sudaquia, que tiene un catálogo muy amplio: ha publicado desde compañeros míos del máster a Ricardo Piglia. También hay una revista digital muy interesante que se llama Viceversa.

La narradora y el resto de la gente del máster tienen la sensación de haber llegado en el momento oportuno a Nueva York. ¿Usted la tiene?

Sí, de hecho, ya circula el hashtag #newlatinoboom. Todo es una invención nuestra, en realidad. Es un fenómeno que se ha generado a raíz de todas las personas que nos hemos mudado a vivir allí y que estamos generando cultura. El fenómeno ya se está estudiando en la academia. Cuando abrimos Chatos Inhumanos, sentimos que había, por así decirlo, un mercadito, y tenía que ver con eso. La mayoría de los latinos lee en inglés, pero también hay mucha gente cuya lengua de confort es el español. Queremos revindicar el hispanismo y la latinidad no solo como lengua, sino como cultura.

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Kurt_Rambis_Jr.

    Me pareció interesante tu comentario, Gonzalo, entre otras razones, porque me despierta varias dudas. Por ejemplo, esta: si no es un «producto de mercado», ¿qué es un libro en un sistema capitalista como este? ¿Cuántos libros —literarios— existen al margen del mercado y logran intervenir o modificar algo en el discurso público? Por cierto, una novela donde diversos registros del español dialogan en un mismo plano, ¿no es ya por sí misma discordante en el panorama literario actual? ¿No es discordante tampoco respecto de una mentalidad, como la española, casi siempre tendente a sostener que al otro lado del charco hablamos mal el idioma que compartimos? Por último, una observación: tu comentario «Qué mala prensa le hace a la editorial» me ha parecido de lo más neoliberal.

    Hace 5 años 7 meses

  2. Gonzalo

    Vaya perlas que suelta la entrevistada: "Quería dejar claro que este libro era un producto de mercado". O (en la vida/literatura) "no se trata de ser el mejor o la mejor, sino más bien alguien agradable y que no molesta". ¿Vendrá a ser la Pedro Sánchez de la literatura? Con lo bonito que es ser discordante. No entres en la trampa del merca. Si no protestas, no hay esa heterogeneidad de la que hablas en otro momento. "Me interesaba jugar con la autoficción porque es muy vendible", vaya tela. Qué mala prensa le hace a la editorial, pues a su propio libro lo acaba de fusilar ella sola. Bueno, sigamos pensando en un mañana mejor sin estos clones neoliberales.

    Hace 5 años 7 meses

  3. J.A.

    Me cuesta comprender la etimologia del termino "latino", si viene de Latinoamericano, y por la etimologia de la lengua que hablan habrian de ser Latinos los quebecois canadienses y los descendientes de emigrantes italianos, o incluso los descendientes de emigrantes britanicos afincados en america, no en vano el 50% de los terminos ingleses tinen su origen en el latin. Porque se usa el termino latino solo en relaccion al Hispanoamericano?

    Hace 5 años 8 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí