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MORENTE DE LA A A LA Z (V)

De Pastora Pavón a Sabicas y Sevilla

Miguel Mora 22/08/2018

<p>Sabicas en Madrid en 1990.</p>

Sabicas en Madrid en 1990.

Paco Manzano

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Pavón, Pastora (La Niña de los Peines). La más grande, genial y extraordinaria cantaora de todos los tiempos. Si eso se puede decir de alguien, es de ella. Me gusta hasta la voz, y hay a quien no. Me gusta todo de ella. Era una verdadera bestia. Asombrosa en capacidad de creación, en improvisación, en dominio de todos los palos, todos los cantes. Asombrosa. Comparable a casos extraordinarios como Goya o Picasso. Y además en el tiempo en que le tocó estar. Fue una mujer valiente, que decidió cómo llevar su vida y su carrera. Tomó su libertad y fue respetada por las elites y reconocida por el pueblo como un genio. Mi abuela hablaba de la Niña de los Peines, y mi abuela era de la Vega de Granada. Fue más conocida la Niña de los Peines que Pastora Pavón. Quizá la petenera fue lo que más le dio a conocer, su disco de platino. Y sus bulerías y sus tangos.

Pavón, Tomás. Grandioso cantaor, con un problema de timidez e inseguridad. El desparpajo que le sobraba a la hermana lo tenía él de cohibido, de tímido, no le gustaba mucho cantar. Como en este mundo del flamenco los medrosos lo llevan mal, el más desahogado gana el tirón; mientras uno canta un cante, el desahogado canta 18, y aunque cante peor, el que no entiende piensa que ha ganado la pelea, aunque el tiempo, generalmente, pone las cosas en su sitio. No siempre, porque el tiempo también se equivoca, y a veces le echamos demasiada responsabilidad, creemos que va a arreglar las cosas y a veces no pasa eso. Es verdad que la música, cuando está grabada, a la larga se ve mejor, con tiempo. Las grabaciones son nuestras partituras. Y lo que dejó grabado Tomás era oro molido. Gracias al archivo sonoro podemos conocer muchísimo el arte del pasado, pero ¿y lo anterior? ¿Cómo sería el cante? Cada vez me intriga más cómo serían los sonidos anteriores. ¿Cómo eran las gargantas de hace dos o tres siglos? Era otro sonido sin duda, porque no son lo mismo las gargantas amenazadas con una cuerda o una guillotina que una amenazada por un juicio justo. El mismo preso no puede cantar igual. Por eso da tanto coraje oír a la gente que imita sonidos antiguos: siempre suena falso.

Pellizco. La transmisión. Lo que sucede cuando la gente dice ole. ¿Por qué dicen ole? Yo creo que hay dos tipos de ole: el del efecto (un gran alarde de voz, por ejemplo) y el del efectismo. A mí me gusta el del efecto, el del arte, el del pellizco. Es igual que el de los toros. Por eso el flamenco y los toros son los dos únicos artes en que se dice ole.

Pericón. De esos casos que se han dado más en la historia: su faceta de contador de cuentos ocultaba o anulaba la de gran cantaor. Por soleá, por siguiriyas, por todos los palos cantaba con grandeza y con mucho sabor a Cádiz. Le recuerdo con mucho cariño. ¿Mi maestro?  Sí, pero en el cante los maestros no existen, sólo existen los discípulos. Ninguno sabe enseñar. El cante es muy difícil enseñarlo. No me molesta nada esa faceta de discípulo, es la única etiqueta que no me quito.

Petenera. Debió ser una canción tradicional popular que cantaban todas nuestras tatarabuelas, como La Tarara, y que se convirtió en un gran cante, toque y baile cuando lo cogieron gente como Medina el Viejo, Chacón, Manuel Torre o La Niña. El supersticioso Manuel Torre la cantaba genialmente bien. Después nació la leyenda estúpida de que traía mala suerte, pero yo a todos los que se la escuchado cantar bien han ganado muchísimo dinero con ella.

Polo. Cante muy antiguo; igual que la caña, es una soleá compuesta que lleva una cuadratura más precisa, menos libre. Es posible que hubiera muchos polos en cierto tiempo. Ahora se conocen dos o tres y es una maravilla de cante.

Rajo. La expresión de las voces apedruscadas, roncas; pero también el carácter al cantar.

Revólver (Sala). Un sitio al que guardo mucho cariño, hicimos allí actuaciones de mucha emoción en un momento muy bonito, en plena Movida madrileña, y algunos iban con las crestas, los punkis y los más vanguardistas... Santi fue un atrevido maravilloso y encontró la tecla de los “lunes flamencos”.

Riqueni, Rafael. De los mejores guitarristas que he conocido. Le pasa igual que al Niño Ricardo: tan flamenco como el que más, huele a Sevilla, respira ese azahar. Su caso es una tragedia enorme de enfermedad. Una expresión de una sensibilidad única, histórica. Ha dejado unas cuantas joyas sublimes. Este año [en 2006] he actuado con él y ha habido momentos de esa guitarra que no voy a olvidar. Me lo llevé a Nueva York y funcionó bien. Pero ahora está otra vez mal.

Romero, Rafael (El Gallina). Cantaor con una voz maravillosa, lo traté mucho en Zambra, aunque lo conocí antes, en el bar El Cortijo. Tenía una personalidad tremenda, y fue actor en la primera película de Saura, Llanto por un bandido; era un gran conocedor del cante, todo lo que hacía era bueno y grande; y tenía una voz muy rara y muy personal.

Rondeña. Es medio palo. Los guitarristas llevan la guitarra en tono de Re. Montoya hizo una joya y se le llama rondeña; para mí es una taranta en Re. Muchos guitarristas han hecho joyas: cantes de Ronda, abandolaos, del Rondal... Hay una letra graciosa que dice:

 

A tu puerta hemos llegado

400 en cuadrilla,

si quieres que nos sentemos

saca 400 sillas.

 

Es un palo muy bonito; pero es mejor tocado.

Rumbas. Chano Lobato me gusta mucho por rumbas. Era ya genial cuando no había tantos cantando por rumbas. La rumba catalana, el verdadero flamenco de Barcelona, es también fantástica. Los gitanos de Barcelona tienen un sello propio. Yo he hecho mis pinitos, pero ahí los buenos eran los antiguos; Matrona era genial también. 

Sabicas. El sonido más maravilloso de guitarra que nunca he escuchado. Unos bordones así, lo más impresionante. Dicen que era de Pamplona, pero no fue allí hasta los 80 años, cuando le dieron un homenaje. Debió nacer de casualidad y ya no volvió hasta el final. Era oriundo de gitanos castellanos, gitanos de Madrid, primo de mi suegro. Se hace guitarrista en Madrid, es un guitarrista madrileño que se fue a América con 30 años y allí hizo fortuna. Es el toque de Montoya evolucionado, la misma línea, genial como él. Y de Madrid.

Saeta. Yo soy saetero. Siempre me gustó mucho. Es un cante inmenso. Escuchar una saeta cuando no te lo esperas en la calle… No hay nada igual que eso. También hay versiones grabadas maravillosas: desde Vallejo, Marchena y Caracol hasta Miles Davis. Insuperables los cuatro. ¡El mérito de ese hombre, sin hablar español!

San Juan Evangelista (Sala y Colegio Mayor). Un sitio donde salieron muchos aficionados y amigos que se dedican al arte. Con ellos cultivé mi descubrimiento de la poesía. Andrés Raya era el jefe, buen aficionado. También estaban allí El Loco Mateo, José Luis Ortiz Nuevo y otros. Ahí conocí a Alejandro Reyes, que sólo le gustaba entonces el jazz pero acabó haciendo una gran labor flamenca. Mis junteras con los universitarios fueron importantes, aunque algunas veces tenían menos dinero que yo. Le pedían al padre por teléfono: “Estoy en Madrid con el agua al cuello y los recursos agotados...”. Andrés iba mucho por Zambra y fue mi contacto. La amistad con Paco Almazán me influyó mucho en la contestación política, a él y a otros les debo la afición por Miguel Hernández y la poesía.

Sanlúcar, Manolo. El mejor cantaor con la guitarra. Es un cantaor que lleva guitarra. Esencia y pureza del toque flamenco. 

Saura, Carlos. El cineasta que empieza a hacer cosas serias con el flamenco. Antes de los musicales que hizo con Gades, ya metía música flamenca en las películas. Siempre le gustó, y la trilogía de Gades es una auténtica maravilla.

Serrana. Una siguiriya compuesta por alguien; como la caña, no sabemos por quién. Pero fue creada por un cantaor.

Sevilla. Ciudad inimitable, fui a los 18 años para una audición de la bailaora suiza Susana y llegué fatal. Yo ya había cantado en Málaga y Cádiz. Ella estaba estudiando en la academia de Enrique el Cojo y me citó allí. El guitarrista era él mismo, pero llegué más ronco que mi perro, así que me soltaron, estuve tres días por allí, vi a Pastora Pavón en la puerta de su bar, y también vi a Pepe Pinto una mañana, estaba sin acostarse, cantando en la barra del bar, le dije un ole a tiempo, se extrañó, luego me hizo una malagueña, le pregunté cuál era, me dijo que era de Fosforito el Viejo. He ido mucho a Sevilla. A Semana Santa, a cantar, y de visita.

 

 

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Miguel Mora

es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).

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