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Las heridas abiertas del franquismo llegan al cine

El premiado documental ‘El silencio de otros’ obliga a preguntarse por qué hay aún miles de personas en España que buscan reparación por los crímenes sufridos durante la dictadura

Barbara Celis 15/11/2018

<p>María Martín, protagonista del documental ‘El silencio de los otros’, sentada en la cuneta sobre la fosa común donde está enterrada su madre.</p>

María Martín, protagonista del documental ‘El silencio de los otros’, sentada en la cuneta sobre la fosa común donde está enterrada su madre.

Almudena Carracedo

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El silencio que pesaba sobre los crímenes del franquismo ha sido tan ensordecedor que por fin su ruido ha empezado a derribar esas puertas que durante demasiadas décadas han permanecido selladas. En medio de ese movimiento telúrico que ha hecho caerse del callejero madrileño los nombres franquistas y que está a punto de conseguir que la pesada losa de la tumba de Franco salte por los aires para sacarlo del Valle de los Caídos y enterrarlo lejos del ojo público, este mes se discuten en el Congreso las enmiendas para modificar la Ley de Memoria Histórica, que en su versión más ambiciosa y progresista, la de Podemos, podría permitir por fin que España juzgara los crímenes del franquismo y siendo aún más atrevidos, incluso los de la transición. De momento, la Ley de Amnistía de 1977 impide juzgar nada de lo ocurrido durante las cuatro décadas anteriores a esa fecha, y hasta ahora apenas se había hablado de lo que ocurrió después, y eso a pesar de que el franquismo no acabó completamente con la muerte del dictador en el 75 sino que parte de su maquinaria, en distintos grados, se mantuvo engrasada hasta entrados los años ochenta. Y si no que se lo pregunten a María Bueno, que dio a luz un 24 de diciembre de 1981 a una niña que no conoció, a la que los médicos declararon fallecida, aunque nunca le entregaron su cadáver. Durante la dictadura miles de bebés –no hay recuento oficial pero las asociaciones de afectados los sitúan en 300.000– de mujeres solteras o de izquierdas fueron robados de la misma forma para entregárselos a miembros del régimen. Entrada la democracia, simplemente a quien estuviera dispuesto a pagar: aquello se había convertido en un suculento negocio que trascendía la política pero que la transición no frenó.

La historia de esos bebés fue la primera que llamó la atención de los cineastas Almudena Carracedo, madrileña, y Robert Bahar, neoyorquino, probablemente porque acababan de ser padres en Nueva York. Pero cuando su curiosidad documental les llevó a mudarse a Madrid cámara en mano para buscar respuestas a las muchas preguntas que ese episodio espeluznante de la historia de España les planteaba, se encontraron con un relato mucho más grande: el de las miles y miles de víctimas del franquismo –más de 100.000, aunque tampoco de ellos existe reconocimiento oficial– que aún buscan justicia y a quienes entonces empezaban a dar voz una decena de personas (hoy ya varios centenares) a través de una querella presentada en Argentina en 2010. Desde allí la jueza María Servini, basándose en el principio de jurisdicción universal, investiga por primera vez en la historia los crímenes de lesa humanidad cometidos en España durante la dictadura, como antes hiciera Baltasar Garzón con el chileno Pinochet o con el argentino Scilingo, aunque los horrendos crímenes de aquellas dictaduras palidecen frente a la escala numérica de los del franquismo.

Así nacía El silencio de otros, que se acerca de forma muy íntima a la historia y la memoria de personas como María Bueno, o como Ascensión Mendieta, quien no quería morirse sin encontrar los huesos de su padre, Timoteo Mendieta, abandonado en una fosa común tras ser fusilado al poco de terminar la Guerra Civil, o como José María Chato Galante, torturado en los años setenta, y que hoy vive en la misma calle que su torturador, Billy el Niño, condecorado varias veces durante la democracia y quien gracias a la Ley de Amnistía nunca ha pagado por sus crímenes. Todos ellos son parte del grupo de demandantes de la llamada Querella Argentina, a la que el Gobierno del PP puso múltiples trabas, alargando el proceso y encareciéndolo y con la que el actual Gobierno se ha comprometido a no interferir.

Rodeada de periodistas, Ascensión Mendieta entra al cementerio donde su padre está enterrado en una fosa común.

Rodeada de periodistas, Ascensión Mendieta entra al cementerio donde su padre está enterrado en una fosa común.

El silencio de otros es un mosaico de personajes y de vivencias de algunos de esos querellantes que dibuja el paisaje de la impunidad del franquismo y que ha sido capaz de remover el corazón de espectadores de todo el espectro político. La prueba es que en sus ocho meses de andadura por festivales de todo el mundo ha conseguido el aplauso unánime de crítica y público, una decena de premios, incluidos dos en la Berlinale y ahora su título resuena entre los posibles candidatos al oscar a mejor documental. El filme, que llega el viernes a una veintena de cines españoles, no ofrece respuestas, pero sí plantea múltiples preguntas, las mismas que se han hecho los cineastas a lo largo de los siete años que ha durado la producción.

Carracedo, que estudió en la Facultad de Ciencias de la Información, pertenece a esa generación crecida durante la transición y en cuyos libros de historia no se mencionaba ni la guerra civil ni la dictadura. Ni siquiera en la carrera de periodismo la enseñaban, cuando debería ser esencial que todo estudiante de comunicación preparándose para informar sobre la actualidad de España conociera los detalles. Cuando recientemente se mostró su película en la Seminci de Valladolid, una de las mejores amigas de Carracedo le contó que a su abuela la habían paseado rapada por su pueblo por roja. “¿Cómo es posible que conociéndonos desde hace décadas jamás hubiéramos hablado de algo tan duro para su familia como aquello?” se pregunta esta cineasta. Y se entusiasma al recordar el impacto que el filme está teniendo en la gente joven, veinteañeros y treintañeros que hasta ahora no se habían hecho preguntas sobre el pasado de su propio país y que al enfrentarse al dolor de los protagonistas de la película “expresan su enfado de forma visible. Me lo han dicho en múltiples coloquios, 'me han robado mi pasado, ¿cómo es posible que yo no supiera esto? Esto no es un tema político, es un tema de derechos humanos' me cuentan indignados. En cambio, para mi pareja, Robert Bahar, la pregunta era otra: ¿cómo es posible que aún exista tanto sufrimiento? ¿por qué vuestro país no se ha enfrentado a ese pasado y lo ha resuelto? La gente conoce la comisión de reconciliación de Sudáfrica, diferentes procesos de justicia transicional como Ruanda, Yugoslavia...pero para quienes no son españoles es muy difícil de comprender que todo este dolor se haya tratado de olvidar sin más, imponiendo una ley del olvido, la ley de Amnistía. Este tipo de preguntas son las que plantea nuestra película, que deliberadamente evita dar respuestas. Es el espectador quien tiene que buscarlas” relata Carracedo por teléfono.

"> José María

José María "Chato"Galante en la carcel donde entró con 24 años por su lucha contra la dictadura. 

No obstante, su retrato intimista del dolor y de esa búsqueda de justicia que su propio país les niega a los protagonistas del filme adquiere una dimensión política, sobre todo porque sólo las decisiones de los políticos, aunque con el impulso de la sociedad civil, podrán curar ese dolor, o al menos, reducirlo. “Pero nosotros no hemos querido hacer política con esta película, aunque ojalá sirva para que más y más gente se haga preguntas y eso lleve a un cambio. De momento el tema ya ha entrado en la agenda política, algo que parecía impensable cuando arrancó la querella argentina”, explica la cineasta.

No es arriesgado decir que su película probablemente sea el primer intento cinematográfico realmente certero de presentar nuestro pasado de país desde el presente, desde la perspectiva de quienes aún luchan por conseguir justicia. Y no parece casual que lo firmen precisamente un americano y una española que ha vivido más de una década fuera de su país. “Creo que la película se ha beneficiado de la perspectiva del outsider, de nuestra capacidad para ver que no se trata de una historia sólo española, es una historia con la que se puede identificar cualquiera”.

Para los amantes del género documental, El silencio de otros es un viaje en el que resonará cercana la cinta de Patricio Guzmán Nostalgia de la luz, en la que este maestro del cine de la memoria hablaba, entre otras cosas, de las mujeres chilenas que aún buscan los huesos de los muertos de la dictadura de Pinochet en el desierto de Atacama. “Robert y yo somos grandes admiradores del trabajo de Guzmán. Para este proyecto hemos visto decenas de veces 'Nostalgia de la Luz'. Por eso cada vez que nos bloqueábamos y no sabíamos cómo avanzar en el cómo contar esta historia tan difícil, la veíamos, y nos preguntábamos ¿Cuál es nuestro desierto de Atacama? Como Patricio, yo pienso que el cine es una herramienta preciosa para acercar a la gente, para llegar al corazón del otro. Gran parte de la razón de tantos años de trabajo fue precisamente el lograr que la película llegara primero al corazón y luego a la cabeza, en ese orden”.

Filmaron durante seis años y montaron durante un año y medio, con financiación de instituciones clave en la producción de buenos documentales como Sundance Institute, POV, ITVS y otros. Además, esta pareja de directores/productores consiguieron, en pleno montaje, mientras lidiaban con 450 horas de grabación (filmadas por ellos, Carracedo a la cámara, Bahar en el sonido), que Pedro y Agustín Almodóvar se unieran como productores ejecutivos, un sello de garantía para cualquier proyecto, aunque la pareja ya había ganado un Emmy con su primer documental, Hecho en Los Angeles.

Al centrarse fundamentalmente en el dolor de las personas y en su búsqueda de reparaciones, la película trasciende ese enfrentamiento antiguo que durante décadas ha llevado a la perpetuación del olvido alegando que era mejor no remover el pasado porque no hay que resucitar la violencia de la Guerra Civil. Sin embargo, la sencillez de las preguntas que plantea El silencio de otros y cómo los protagonistas nos las van presentando sugieren, sin decirlo, que quizás sí haya llegado el momento de mirar hacia atrás, sobre todo desde el punto de vista institucional: pedir perdón, reconocer oficialmente a las víctimas, juzgar a los criminales...

Patricio Guzmán, a quien entrevisté en 2011 precisamente cuando estrenó Nostalgia de la luz, me dijo entonces: “"El tiempo de la memoria es largo pero acaba llegando. Un país no puede ni debe olvidar. Hará falta al menos otra generación, en España y en Chile, para que el poder deje de sentirse culpable y pueda enfrentar el pasado". Han pasado muchas cosas en España en siete años. ¿Comparte Carracedo su visión? ¿Cree que quizás esa generación por fin ha llegado? “Por un lado, se nos van yendo los protagonistas directos, sobre todo de la primera época, pero por otro lado sus hijos, nietos y bisnietos retoman la lucha de sus familiares. En cierta manera, ese tiempo devastador también va ayudando a que nuevas generaciones entren en la conversación. Jóvenes que se niegan a aceptar un pacto del que ellos no fueron partícipes, y que quieren bucear en su pasado para entender este presente. En ese sentido tal vez el gran Patricio tenga razón, y el tiempo sea también un factor fundamental en ayudar a reparar tanto dolor. Yo creo que ya estamos listos para conversar sin violencia”.

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Barbara Celis

Vive en Roma, donde trabaja como consultora en comunicación. Ha sido corresponsal freelance en Nueva York, Londres y Taipei para Ctxt, El Pais, El Confidencial y otros. Es directora del documental Surviving Amina. Ha recibido cuatro premios de periodismo.Su pasión es la cultura, su nueva batalla el cambio climático..

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3 comentario(s)

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  1. jose

    La ministra de trabajo dice que no hay prostitución vocacional. Nadie lo ha dicho, como no hay mineros ni jornaleros ni desahuciados vocacionales. Lo que hay son prostitutas/os que dicen, textualmente, que prefieren ganar 50€ en media hora en ese trabajo que fregar para una señorona abolicionista por 800€ al mes durante 10 horas diarias, A ver si los moralistas/estigmatizadores hablan de esto también. En Holanda es un asunto contemplado socialmente, pensando tanto en el la trabajador/a sexual como en el cliente discapacitado. Sería muy oportuno darles la palabra con la misma frecuencia con que se le da a las personas ajenas a la profesión. Hay una asociación incluso premiada por Europa que jamás ha sido invitado a estos foros. Por cierto, el otro día una lumbrera nos recordó que la República la prohibió. Se le olvidó decir que fueron los ministros-curas del bienio negro, gobierno desde donde se organizó todo tipo de represiones.

    Hace 5 años 4 meses

  2. braulio

    Asesinasteis salvajemente a los Justos, a los demócratas, a los buenos, a los que traían otro mundo en sus corazones, uno que no estaba podrido de capitales, de egoísmos, de mercancías, de mentira, engaño, maldad, explotación y putrefacción burguesa, aristocrática, capitalista y monárquica. Y ahora o dentro de 200 años vuestros descendientes o vosotros mismos, fascios, lo pagareis. Con intereses, como les gusta a vuestros banqueros explotar a los recursos humanos. Lo pagareis. No podréis escapar del destino en lo universal y de su verdad. Y la verdad es que los capitalistas fascistas son los asesinos de la única Humanidad que merece la pena existir y tiene sentido valer. La verdad se os aproxima, así que seguid corriendo fascistas hijos de la gran puta, pues es lo que sabíais y sabéis hacer; correr. Ahora o dentro de 200 años, la verdad puede esperar pero no eliminarse del todo. Os llegará.

    Hace 5 años 5 meses

  3. braulio

    España dice, España cree, España se niega, España deniega, España impide.... Nombres y apellidos de los responsables y criminales actuales que deniegan la Justicia Universal y siguen con el fascismo, sus valores y el crimen de lesa humanidad. Sus nombres y apellidos reales, YA. Siguen siendo los fascistas tan cobardes como antes, lameculos del amo, miserables sin valor ni vergüenza, asesinos de sus madres, y ladrones empedernidos. Capitalistas de primera cepa vírica. Aunque sea dentro de 200 años; no va a valer de nada que escondáis vuestro verdadero ser. Vais a oleros vuestra putrefacción y suportaros a vosotros mismos aunque sea la ultima acción de la Humanidad.

    Hace 5 años 5 meses

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