1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

El laberinto catalán (y V) / Marina Garcés

“El procés ha reabierto la palabra ‘república’”

Ignasi Gozalo-Salellas 21/11/2018

<p>Marina Garcés</p>

Marina Garcés

Dolors Pena

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT es un medio pequeño pero sus luchas son grandes. Necesitamos tu ayuda para seguir avanzando. Puedes suscribirte en agora.ctxt.es o hacer una donación aquí:

Marina Garcés nació, vive y, desde hace un breve tiempo, trabaja en Barcelona. Ya es una figura central de los debates del pensamiento contemporáneo en Cataluña y también en España. Seguramente es también culpable del reciente e imparable interés que causa la filosofía entre las nuevas generaciones de jóvenes en España. Con un pie en el activismo y otro en las aulas, define su proyecto filosófico como el compromiso de pensar el mundo que nos rodea. Su último libro, Ciudad Princesa (Galaxia Gutenberg, 2017), nos ofrece un recorrido personal pero también colectivo del activismo de los últimos lustros en la ciudad de Barcelona. Este relato en primera persona ofrece claves que desbordan los principales argumentos a favor y en contra de un movimiento como el independentismo catalán, en el que se mezclan elementos de movimiento social y de institucionalización política.

Me gustaría empezar con una reflexión global. En Nueva ilustración radical (Anagrama, 2017), recogiendo a la escritora Svetlana Aleksiévich, usted anuncia la 'catástrofe del tiempo'. ¿Cuáles son los horizontes de la revuelta o de la emancipación en los tiempos actuales, a los que usted llama 'de descomposición'?

No sé si las revueltas actuales tienen muchos horizontes. Quizás sólo tengan condiciones cada vez más duras, tanto materiales o de precarización económica y ambiental, como condiciones subjetivas, de fragilización mental y cultural. Veo un escenario generalizado de descomposición donde el deseo de una vida digna no sabe cómo expresarse. ¿Debería ser defendiendo lo que teníamos? Muchas revueltas actuales parecen ir sólo en defensa de un pasado mejor y llevan el prefijo ‘re-' delante: recuperar, reapropiarnos, rescatar.... Por eso mismo corren el riesgo de pasar fácilmente de la defensa a la defensiva y acabar siendo fenómenos de nueva derecha o movimientos xenófobos. Ante esto, ¿cuáles son las revueltas capaces de imaginar futuros mejores? Esta es la pregunta que se hace la emancipación, que no se resigna a la preservación de privilegios sino a la creación de mundos en igualdad de condiciones.

Dice que “nuestro tiempo es el tiempo en que todo se acaba: la modernidad, la historia, las ideologías y las revoluciones”. También considera finito un concepto esencial del último medio siglo, el progreso, en tanto que “tiempo de la promesa, del desarrollo y del crecimiento”. ¿Estamos, pues, anclados en una condición póstuma?

El futuro, como horizonte de sentido, nos ha quedado atrás. El futuro es nuestro pasado. Lo que tenemos delante es una pantalla en negro plagada de amenazas. Por eso nuestros tiempos son póstumos: vienen después de una muerte aceptada, casi podríamos decir que planificada y administrada. Conocemos los tempos, da igual si hablamos de cambio climático, de desigualdades demográficas insoportables, de aumento de los conflictos... El calendario parece escrito y sólo nos dedicamos a cumplir los plazos como si hubiéramos aceptado la irreversibilidad de un final. La cuestión es: ¿final de qué? ¿De la civilización? ¿De la humanidad tal y como la conocemos? ¿De las aspiraciones a una vida digna y justa para todos?  

En paralelo a esta oscuridad de la que usted habla, se celebra un año de la eclosión de gente en las calles de Cataluña durante los hechos de octubre del 2017. Tal condición póstuma, ¿nos da alguna clave para entender esos movimientos masivos de la gente o precisamente nos anuncia sus límites?  

Cuando una determinada configuración cultural e institucional no da más de sí, revienta por todos lados. Puede reventar de rabia o de deseo, o de ambas cosas a la vez. En el caso del octubre catalán, me parece que se da una confluencia perfecta de los dos factores: el malestar creciente de la sociedad (crisis, corrupción, jóvenes sin futuro, parálisis política) encuentra la manera de expresarse en forma de deseo: un país nuevo, independencia, república… Es un deseo que tiene la fuerza de un malestar, y un malestar que toma el impulso de un deseo. Hay pocos casos iguales en la historia reciente de Europa, y por eso resulta tan difícil de entender y de explicar. Y también, de traducir políticamente.

¿No son los marcos de reconocimiento de una Europa que también parece sufrir varios malestares lo que hace difícil de traducir esa pulsión en algo político?

El corsé europeo también está mostrando sus límites. Tras las dos guerras mundiales, se construyó como una unión cuya principal razón de ser era evitar una nueva guerra entre los Estados europeos. Esta promesa recíproca era, y en parte sigue siendo, su principal fuente de legitimidad. Pero también ha sido el argumento sobre el que los Estados más fuertes han asegurado su poder. En este caso, ya no es el poder de unos contra otros sino de unos con otros. Pero sigue siendo un poder desde arriba, estatalizado y además burocratizado, que no admite otras geografías políticas: no admite otras realidades nacionales, pero tampoco movimientos sociales y políticos transnacionales. Hace unos años, desde los movimientos sociales denunciábamos la Europa del capital. Hoy esta Europa del capital es un territorio que, conjurando la guerra interna, vive en guerra con su exterior protegiendo sus frágiles privilegios. Veo difícil que bajo esta lógica dominada por el miedo, la Europa política se abra a repensarse a sí misma.

Hasta hace poco nos hemos referido al caso catalán como 'proceso'. De repente, nos encontramos en octubre del 2018 conmemorando fechas, instantes (20-S, 1 y 3-O, 27-O) y celebrando el acontecimiento, una actitud muy de la Modernidad. Alguien dijo que la revuelta no sería nunca transmitida, pero tengo la impresión de que en el caso catalán hubo una vivencia de la realidad en diferido. ¿Cómo definiría la secuencia?

Como proceso, es un proceso derrotado, y la derrota tiene dos caras: externa, en la acción represiva del Estado, e interna, en la descomposición actual de la política catalana. Lo que pasa es que las derrotas no nos dejan en el punto de partida, como en un videojuego donde volvemos a empezar. Después de una lucha, aunque sea perdida, todo ya ha cambiado: la subjetividad y los marcos de referencia, que se han movido. Toda lucha muestra un límite a superar y deja algo abierto. En este caso, para mí, lo que ha quedado abierto es la palabra ‘república’, que ha vuelto de la historia para volver a llenarse de nuevos significados, prácticas y retos de emancipación colectiva. Por eso me ha inquietado mucho este otoño del 2018 donde, como señalas, hemos repetido la secuencia de las fechas del año pasado como si fueran los pasos de un vía crucis. Quizá hay mucha gente joven que ya no tiene esta memoria, pero para mí desde este 20 de septiembre estamos viviendo una Semana Santa anticipada. De nuevo, la muerte y el sufrimiento como argumentos repetidos de una salvación en diferido. No me gusta nada, me inquieta mucho.

¿Cómo cree que la subjetividad política se transforma en octubre del 2017 con respecto al procesismo iniciado años atrás?

Entre el 20 de septiembre y el 3 de octubre de 2017 hay un giro que me parece muy importante: el proceso independentista, originariamente nacionalista y apoyado por las instituciones, se encuentra con la alianza de un antiautoritarismo no nacionalista muy diverso, difuso, que reacciona ante la prohibición y la represión del Estado español. Una gente que no solo protesta o apoya, sino que comparte el desafío del referéndum y, lo que me parece muy importante, asume sus consecuencias políticas. Entre el 1 y el 3 de octubre, ‘independencia’ puede querer decir muchas cosas, los sentidos están abiertos. Por eso escribí que lo que debía ser una reclamación de autodeterminación se convierte en un acto de autodeterminación en sí mismo.

Si el 15M decía “nuestros sueños no caben en vuestras urnas”, el 1-O añade: “y nuestras urnas no caben en vuestra democracia”

Los hechos han desbordado la teoría. ¿Cómo se vive en octubre del 2017 el sentido de algunos de los conceptos que tanto se han teorizado al chocar contra la realidad de las instituciones y del Estado? Pienso en conceptos como democracia, revuelta o rebelión, soberanía, pueblo o el antagonismo legalidad-legitimidad.

La acción colectiva de octubre desborda todos los marcos instituidos para el ejercicio reconocido de la política institucional. También los catalanes. Lleva más allá la tensión con los límites de la democracia formal que ya en su momento el 15M había llevado a las plazas. Si el 15M decía “nuestros sueños no caben en vuestras urnas”, el 1-O añade: “y nuestras urnas no caben en vuestra democracia”.

La pregunta sería entonces, ¿cuál es este sujeto que aborda una democracia que hace estallar los contornos del Estado?

Pienso que no lo sabemos, que a pesar de la batalla por los nombres y por las identidades no sabemos decirlo ni nombrarlo. En el momento en que lo llamamos, éste se disgrega y cuando se le quiere representar de alguna forma, la institución implosiona. Para mí es lo que pasó el 27 de octubre con la declaración de la República. La república, en minúsculas, en ese momento ya no estaba allí. No podía estar allí. En este sentido, si bien el proceso ha sido derrotado, el 1 de octubre abre algo que no ha sido aún resuelto: ¿dónde están nuestras repúblicas posibles?

Al menos desde la distancia, se vivió la actuación del Estado como una puesta en práctica contemporánea del estado de excepción, tal y como el teorizó Schmitt. La soberanía está muy disputada: unos la atribuyen al pueblo (el independentismo), el Estado la atribuye al Rey (recordemos el 3-O) o incluso a ciertos jueces estrella. ¿Qué podríamos añadir a esta lucha de sentidos?   

No sé si la pregunta por la soberanía es la misma que la pregunta por quién manda. Se repite mucho que las soberanías locales o incluso nacionales no son nada en un mundo global e interdependiente. Y es verdad, si entendemos por soberanía aquella instancia de decisión que no tiene nada antes que ella, o sea, que se presenta como primer principio de su capacidad y legitimidad de decidir. Pero si utilizamos este concepto clásico de soberanía nos encontramos que en realidad no la tiene nadie. Lo que hay, por el contrario, es muy poca gente que manda mucho, y desde lugares que no sabemos muy bien dónde están ni qué legitimidad tienen. Es evidente que el poder ha hecho una doble operación: por un lado, se ha reforzado y concentrado, mientras que, por el otro, se ha desplazado y transformado. A mí me parece más importante fijarnos en la actual disputa por el poder que en el conflicto entre soberanías. Lo que hay es una guerra global. A raíz del 2001, lo llamábamos “guerra global contra el terrorismo”, pero ahora es una guerra global contra cualquier disidencia. A esta guerra le conviene hacer de la excepcionalidad algo permanente, porque el poder se hace más fuerte en las crisis no resueltas.

Propongamos herramientas para el futuro. ¿Qué sería la democracia radical hoy?

Yo definiría la democracia como aquel sistema de vida en común donde la apuesta por la igualdad se construye desde la aceptación política de la disidencia. La libertad, como principio político, no es un criterio formal. Solo toma sentido cuando podemos decidir juntos desde el desacuerdo y en igualdad de condiciones, no sólo jurídicas sino también materiales, culturales, etcétera. Por tanto, no se radicaliza la democracia con más participación, en un sentido cuantitativo, sino con más implicación cualitativa. Voy a decirlo fácil: yo no quiero que me pregunten muchas cosas, sino poder pensar y hacerlas juntos. La cuestión es quién controla las preguntas: volviendo a la cuestión del poder, es evidente que le gusta más hacer preguntas que dejárselas hacer. Prefiere hacer encuestas, e incluso consultas, que dejarse cuestionar. Por eso el 1 de octubre es tan radical en este sentido: es la defensa, y lo hace poniendo el cuerpo, de una pregunta que el poder del Estado no acepta.

El independentismo ha caído en la trampa de la confrontación entre un 'nosotros' y un 'ellos', que es lo que el Estado necesitaba para deslegitimar el valor de la pregunta compartida

En un texto anterior, Un mundo común (Bellaterra, 2013), centra el debate en la cuestión del 'nosotros'. Dice, “el nosotros no sería un Sujeto en plural, sino el sentido del mundo entendido como las coordenadas de Nuestra actividad común, necesariamente compartida”. ¿Cuál ha sido la primera persona del plural, ‘nosotros’, en la cuestión catalana?

El referéndum no dejaba fuera a nadie: era la posibilidad de expresarnos juntos en torno a una pregunta. Y todo el mundo sabe que cuanto antes se hubiera hecho más claramente hubiera salido el NO a la independencia de Cataluña. Esto es lo más interesante: aun sabiendo esto, el Estado prefiere prohibirlo y asumir la ‘radicalización’ y la confrontación. ¿Por qué? Esta es para mí la cuestión importante que no hemos pensado bastante. Si el Estado fuera un administrador de sus propios intereses, tal vez le hubiera ido mejor dejar pasar el referéndum hace años sin pena ni gloria. Pero es que quizás un Estado no es un administrador de intereses, como el capitalismo global nos había llevado a pensar, sino que sigue existiendo porque tiene una razón: la razón de Estado, y a ésta no se la cuestiona. Por eso los Estados europeos apoyan al español, aunque algunos le puedan reprochar la brutalidad. Yo diría que eso es lo que el independentismo no ha sabido ver suficientemente bien y lo que su núcleo nacionalista ha terminado de estropear: ha caído en la trampa de la confrontación entre un ‘nosotros’ y un ‘ellos’, que es lo que el Estado necesitaba para deslegitimar el valor de la pregunta compartida. Ahora se impone la idea de la Cataluña fracturada y el trabajo que tendremos es desmentirla.  

Hay una anomalía, seguramente productiva, en la relación histórica entre la ciudad y la región: Barcelona y Cataluña. Su último libro, Ciudad Princesa (Galaxia Gutenberg, 2018), despliega una especie de memoria personal y colectiva del activismo contemporáneo de una ciudad, Barcelona, que no siempre se ha relacionado bien con Cataluña. Las calles, durante el 1 y 3-O, ¿marcan el inicio de un camino más armonioso?

Esto es muy interesante. Ha habido analistas que han vinculado el proceso a la ‘revancha’ de la Cataluña rural y de los pueblos contra la Barcelona cosmopolita y castellanizada. Yo, más que una revancha, considero que es el momento de un descubrimiento necesario. Cataluña es muy pequeña, pero sus abismos son muy grandes: campo y ciudad, norte y sur, Barcelona y comarcas, catalán y castellano, folklórica y cosmopolita, y un largo etcétera. Todas estas dualidades son muy violentas y no reflejan la realidad del territorio, de su geografía, de su cultura, de sus vínculos afectivos ni de sus redes económicas y productivas.

Me preocupa que actualmente se vuelva a centrar tanto el debate político en torno a la centralidad de las ciudades. Quizá yo haya contribuido a ello con Ciudad Princesa, pero para mí la ciudad está hecha de los caminos y de las historias de los que llegan y de los que se van. Las ciudades cada vez son menos ‘ciudad’, y el mundo rural cada vez es menos campo. Necesitamos elaborar categorías políticas que se sitúen en una nueva geografía donde los desequilibrios sociales tengan que ver al mismo tiempo con fenómenos de urbanización dispersa y de despoblación localizada, de segregación por barrios, de gentrificación y de guetización que afectan a todos los territorios del país. Esto nos permitirá pensar juntos y tejer alianzas y resistencias comunes.

Durante el 1 de octubre y en los días posteriores, con las huelgas generales, era tan importante lo que pasaba en el centro de Barcelona como en el pueblo más pequeño del país

¿Estaban esas alianzas en la calle durante esos dos días?

En las calles, en los bosques y en las carreteras perdidas, para ser justos con la realidad territorial del 1 de octubre. Las alianzas no son algo que esté nunca del todo, sino que se tejen y se destejen. Durante el 1 de octubre y en los días posteriores, con las huelgas generales, era tan importante lo que pasaba en el centro de Barcelona como en el pueblo más pequeño del país. Cada desafío y cada acto de resistencia era igualmente significativo y por unas horas nos mirábamos unos a otros. El centralismo barcelonés se desbordó y los relatos que llegaban de cada pequeña carretera, escuela o plaza adquirían el mismo peso político. Es una experiencia que no tendríamos que olvidar y que permite imaginar lo que sería un país tejido desde las redes vivas de su gente y lugares en vez de estar estructurado a partir de meras unidades administrativas e institucionales.

Decía hace poco que la realidad catalana, de los escenarios posibles, actualmente está más cerca de la memorialización folklórica que de la guerra. Por un lado me horroriza pero por el otro me tranquiliza. ¿Se atreve a vislumbrar un escenario a medio plazo?

No, no. La folklorización es la neutralización de la potencia colectiva de creación y de transformación. Eso el pujolismo lo sabía perfectamente. El reto ahora es cómo luchar sin dejarnos arrastrar hacia la guerra, y no hablo sólo de Cataluña. Hay que situar Cataluña en el escenario de la geopolítica global. Fíjese que en todas las revoluciones hay un momento en que son arrastradas hacia la guerra. El 36 fue un caso claro de esta dinámica, y todos conocemos las consecuencias que eso conllevó. Es lo que está volviendo a pasar por todo el mundo: después de ciclos de cierta apertura revolucionaria o emancipadora, hay una reacción de la derecha reaccionaria que dice “o nosotros o la guerra”. Puede ser guerra social, guerra económica, guerra ambiental, etcétera, pero aunque el paisaje nos pueda parecer diverso el mensaje y sus efectos son los mismos. En el mundo árabe, después de las ‘primaveras’; en Estados Unidos, después de Obama; en Latinoamérica, después de los ‘gobiernos progresistas’ y, por supuesto, en varios países europeos. El escenario es de contrarrevolución radical, y no pinta nada bien.

Llevemos esta corriente contrarrevolucionaria a nuestro terreno. ¿se encarna en la figura política del Estado, por ejemplo mediante la implacable respuesta de tribunales y fiscalía, o bien se refiere a movimientos políticos y sociales ultra?

Me refiero a ambas cosas y a muchas más. Las contrarrevoluciones funcionan a todos los niveles a la vez: desde el poder político y económico hasta dinámicas micropolíticas de tipo moral, estético y cultural, sexual, etcétera. La crisis global de 2008 es para mí un fenómeno evidente de contrarrevolución: el capital global apuesta por un nuevo ciclo de desposesión de las clases medias y populares globales.

En el plano político, en el Estado español tenemos la acción de un Estado, con su aparato judicial y policial, que aplica un sentido despótico de la democracia como imperio de la ley. La prisión preventiva y desmesurada petición de penas para los encausados por el 20 de septiembre y por el 1 de octubre es la manifestación más clara de este despotismo jurídico. Es curioso, o no: en el momento en que en España se estaba radicalizando y abriendo por abajo el sentido y la realidad de la palabra democracia, con el 15M, los multireferéndums y el referéndum de autodeterminación en Cataluña, la reacción reaccionaria ha caído como una losa sobre todos estos movimientos. Quizá tenemos que preguntarnos: si la contrarrevolución está siendo tan dura, ¿cuál era el alcance de las revoluciones en curso? ¿Y cómo sostener y ampliar los posibles que se habían abierto?

-------------------------

Ignasi Gozalo-Salellas es profesor en Ohio State University (EE.UU)

CTXT es un medio pequeño pero sus luchas son grandes. Necesitamos tu ayuda para seguir avanzando. Puedes suscribirte en agora.ctxt.es o hacer una donación...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Ignasi Gozalo-Salellas

Visiting Assistant Professor. Spanish and Visual Studies. Bryn Mawr College.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

6 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. fer

    Violencia y coacción es la revolución cuando va contra ti. Hoy es 29 de noviembre y las movilizaciones en Cataluña vuelven a ser por los derechos de las personas. Malos tiempos para charlatanes.

    Hace 5 años 3 meses

  2. fer

    Hay gente presa por las movilizaciones de 2012. Con la acusación particular de Ayto. Barcelona y Generalitat generalisima. Iris todos a tomar por culo.

    Hace 5 años 3 meses

  3. José Luís

    La mayor aportación del "prusés" es el 3% y las bestias inmundas.

    Hace 5 años 3 meses

  4. zyxwvut

    Ni tampoco políticas, ni sobre una ley electoral que hace que el voto de una persona de Lleida valga por cuatro de una persona de Barcelona.

    Hace 5 años 3 meses

  5. zyxwvut

    La señora es una muestra de superficialidad en estado puro. Ni referencias históricas, ni datos sociales. Reflexión en base a categorías abstractas y titulares de prensa.

    Hace 5 años 3 meses

  6. César Siroco-Mistral

    En Ciudad Princesa hay ideas interesantes, como que aceptar la inevitabilidad de un futuro distópico facilita nuestro sometimiento y que las nuevas fronteras son internas. La idealización de la República Catalana como agente liberador no la comparto. Ciertamente, no pinta nada bien, no está nada claro que se articule a tiempo un movimiento global capaz de reorientar el ascenso del fascismo. Quizá ni siquiera en Cataluña, a pesar de su historia. La gran diferencia con el 36 es que no hay una revolución social en ciernes. Creo que hablar de contrarrevolución en estos tiempos es exagerado. Las protestas e insurrecciones del 2011 se reprimieron y/o cooptaron con facilidad. La frustración creada por las políticas pro-financieras de Obama, protestadas por Occupy, pueden haber contribuido al ascenso de Trump más que sus ínfimos avances sociales. También creo que incluir a los gobiernos “progres” de Latinoamérica es alargar mucho el concepto de revolución. La pregunta del 1 de Octubre es sobre la creación de a un nuevo estado y no tiene mucho que ver con los frustrados desafíos al poder del 2011, que incluían al Parlament de Catalunya. Es un retroceso cuando poseedores y trabajadores van juntos de la mano por la liberación nacional. Espero que la próxima sea algo como "nuestras intenciones desbordan vuestras repúblicas".

    Hace 5 años 3 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí