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Conflicto que tú te pintaste

La política de inmersión lingüística en Catalunya es un éxito rotundo. El conflicto no existe, salvo en la imaginación de los fanáticos

Gonzalo Torné 5/12/2018

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En el único debate televisivo que vi durante las pasadas elecciones catalanas calculé que más o menos la mitad del tiempo se les fue charlando sobre el “conflicto lingüístico”. Uno de los contendientes aseguraba que el castellano experimentaba en Cataluña una opresiva conculcación de derechos, mientras que el otro testimoniaba que el catalán iba a desaparecer (“de inmediato” llegó a decir) si no se tomaban medidas urgentes. Escribo “conflicto lingüístico” entre comillas no solo porque el sintagma lo empleasen con delectación ambos aspirantes sino porque lo considero un fantasioso fantasma, algo que no se da en Cataluña (donde mira que se  dan cosas). No se dejen engañar por la vehemencia: en el zurrón de las artimañas políticas ocupa un lugar destacado la imposición de “urgencias”. 

Pero presupongamos a los políticos conocimientos científicos elementales: existe toda una escuela interpretativa, suspendida entre la sociología y la lingüística, que nos asegura que la convivencia de dos lenguas en un mismo espacio tiende irremediablemente a la corrupción de la más débil, o a configurar un esquema jerárquico donde la más poderosa se atribuye y acapara responsabilidades supuestamente superiores como la escritura o el trato con la administración. Esta apuesta teórica, como tantas profecías de estar por casa, no estipula en cuantos años se cumplirá la sentencia; y pasado casi medio siglo desde que la legislación democrática replantease las leyes de convivencia entre ambos idiomas, la dirección parece más bien la contraria.

Sea como sea, la insistencia (y la solemnidad) con la que se expresa la hipótesis que niega la convivencia proporciona un marco que distorsiona las tensiones inevitables generadas por el roce vital, de manera que las interpretamos como constataciones del conflicto. Y no es lo mismo. Si un perro nos ladra en la calle o el hijo de mi vecino de tumbona me tira arena a los ojos, la situación merece una respuesta, pero ni siquiera roza el conflicto: ni el paseante tiene motivos para exigir que los caninos dejen de salir a la calle ni al bañista se le ocurrirá pedir que los menores sean confinados a zonas específicas y señalizadas de la arena. La distinción entre tensión y conflicto es sumamente útil, en especial para evitar hiperventilaciones. 

Vuelvo al asunto del deterioro. En concreto a la declinación cuantitativa del catalán; es un párrafo de “números”, pero termino enseguida: nunca habían coincidido sobre la tierra tantos catalanoparlantes: se calcula que entre ocho y diez millones, más población que Portugal, Hungría o Dinamarca.

Más controversia despierta el posible desperfecto cualitativo de la lengua. Es un tema muy complicado de evaluar, pero suele recurrirse a un argumento que no se sostiene. No pasa una semana sin que un lletraferit o una señora con columna se queje del bastardeo entre idiomas, de que aquí se habla un catalán preñado de barbarismos, y un castellano asediado por los catalanismos. Un pobre “catañol”. Para demostrarlo acuden a la cima del idioma: a Carner o a Cervantes. El equívoco de registros es de los que estremecen: Carner (apodado el “princep dels poetes” nada menos) escribió en un lenguaje altamente especializado, el de la poesía, que tiende a la riqueza y al alarde; para valorar el catalán de uso diario deberíamos cotejarlo con el catalán de la calle que hasta 1913 ni siquiera disponía de una ortografía “formal”. 

Lo propio sería comparar a los escritores de la época de Carner y Cervantes con el de los educados en la inmersión, pero evitando el prejuicio de la “pureza”, que consiste en congelar un “momento del idioma” y considerarlo más auténtico, y por el que se medirán los demás. Esta idea contraviene la naturaleza de los idiomas que son más bien fluidos y cambiantes, elásticos, con extraordinaria capacidad para apropiarse de hallazgos ajenos e introducir nuevas variables. Nunca me ha sonado tan bello (e inteligente y penetrante y útil) el inglés como en las páginas abiertas a incorrecciones, registros impuros y contagios de Saul Bellow o de Junot Díaz. Y ya que estamos: habrá quien prefiera el “sota, caballo y rey” que practica la sintaxis de Azorín a las catalanadas en las que incurre Mendoza en pleno volatín sintáctico, o la envarada prosa de Ortega al torrente casi lujurioso que suelta Pombo en cada novela; pero no vale defender tal gusto (malísimo a mi juicio) en la supuesta corrección o “pureza” del idioma. Lo dejó dicho el doctor Samuel Johnson (que fíjense si sabía que se escribió un diccionario él solo): la gramática, la ortografía, la sintaxis y el léxico deben ir siempre detrás, y con la lengua fuera, de los usos de la calle. 

En cuanto al castellano, seré también muy breve: no se conoce el caso de un censado que no lo hable y lo escriba; la demanda de recibir educación troncal en castellano es atendible pero irrisoria (prueba de la simpatía que despierta el catalán entre los hijos de la inmigración), y si prefieren abordar el asunto por la vertiente de la cacareada “excelencia” recuerden que de los últimos cinco premios Cervantes concedidos a españoles, cuatro (¡cuatro!) lo han ganado escritores barceloneses; la misma ciudad en la que están asentadas las principales editoriales, los agentes más poderosos, donde se entregan los premios más jugosos... De acuerdo que el populismo funda su actividad en la distorsión de los campos semánticos, pero ¿cómo admitir que tantos estamentos sigan en un emplazamiento donde se les “persigue”, en medio del “conflicto”? 

Si yo fuese un político catalán (Prat de la Riba no lo permita) estaría muy satisfecho de haber gestionado una política de inmersión lingüística que ha persuadido a los nouvinguts de aprender catalán; son co-responsables de un gesto de generosidad insólito: que una enorme comunidad lingüística acepte y anime a sus hijos a desenvolverse también en la lengua menos caudalosa, una que en sentido práctico no necesitaban para nada. Es un hecho insólito, y si estos nietos de Murcia, Castilla y Extremadura no hablan “como Carner” (escribía) igual no es mal momento para recordar que la mayoría de políticos independentistas no pasan del catalán básico del señor Esteve, nuestro Homais nacional.

Y todavía mayor asombro me producen los políticos españoles; si yo fuese uno de ellos (Maura me lo impida) en lugar de refunfuñar a causa de la inmersión lingüística y pugnar por diluirla estaría  más orgulloso que el sol de un sistema cuyo éxito ha desbordado el marco siniestro de la sociología-lingüística. ¿Qué mejor para desactivar a quienes aseguran que el Estado se despreocupa o siente fobia por el catalán que presumir de una inmersión lingüística que ha favorecido la repoblación, el uso cotidiano, el asentamiento de instituciones y la multiplicación de proyectos en lengua catalana? Todo esto, en un contexto, el europeo, que pasa por ser el epítome de la civilización pero donde las lenguas que no son las dominantes del Estado están hechas unos zorros o separadas en departamentos estancos, a diferencia del contacto y la transición cotidiana, la fluctuación casi mágica que se da a diario en las calles de Barcelona. La inmersión lingüística supone la irrupción de lo “absolutamente inesperado”, para lo que el cerebro todavía no ha desarrollado el tejido para recibirlo. ¿Qué sofisticado sistema de represión les impide a nuestros políticos no pasarse el día sacando pecho y colgándose medallas?

La respuesta la conozco pero la dejo para otro artículo. De momento me gustaría insistir en que si los políticos catalanes y los estatales cambiasen el tono de su discurso y estuviesen a la altura de lo que leyes y ciudadanos han conseguido en Cataluña (la convivencia, con todas las tensiones que ustedes quieran, de dos idiomas maduros, en plena efervescencia literaria) se disiparía la neblina del conflicto, y solo lo “experimentarían” así quienes se abren las carnes cuando escuchan hablar o leen en el idioma que no “sienten” suyo (¡qué trabajos nos da tanto sentir!), personas cuya mente, mucho me temo, está lacerada en un grado más o menos irreversible por la herida del fanatismo. 

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Autor >

Gonzalo Torné

Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).

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  1. Enrique

    Lo de meter los premios Cervantes barceloneses en la olla tiene gracia: son de una generación anterior a la inmersión lingüística.

    Hace 5 años 3 meses

  2. riga

    La lengua propia es el catalán. La otra es impuesta lo miren por donde lo miren. Los que vienen de fuera, la entienden enseguida y normalmente la aprenden sin problema. Lo que se siente desde aquí lo entenderán enseguida: Imagínese a un señor de León, por ejemplo, obligándole hablar y conocer el catalán. No hablo de leyes ni constituciones. Hablo de sentimientos. Naturalmente hay que respetar a todos y creo en la necesidad de saber castellano.

    Hace 5 años 3 meses

  3. Abraham Benyosef

    Es sintomático que el autor provea solamente ejemplos barceloneses en apoyo de sus teorías, porque prueba que no conoce o no registra lo que ocurre en la Cataluña rural, que es donde fracasa estrepitosamente la inmersión. En esas comarcas, los niños hablan catalán en la escuela y también catalán en la calle y en el hogar, y todo su contacto con el castellano se reduce a las dos o tres horas semanales en que lo estudian como asignatura. Muchos lo compensan viendo televisión o interactuando con castellanoparlantes en las redes sociales, pero otros no, y el resultado es entre un 3 y un 5% de catalanes para los cuales el castellano es una lengua extranjera en la cual no tienen ni fluidez ni recursos. Los testimonios de esos chavales son consistentes en el sentido de que cuando bajan a Barcelona a estudiar su vida social se ve seriamente perjudicada por la falta de dominio de la lengua que en las calles de la capital es abrumadoramente mayoritaria. Como dice Albert Branchadell, decano de la Facultad de Traducción de la UAB, el objetivo que se está consiguiendo con la inmersión es que el catalán sea la lengua vehicular, no que todos los alumnos aprendan bien los dos idiomas.

    Hace 5 años 3 meses

  4. Enrique

    Olorcillo a voluntarismo: el modelo es un éxito porque tiene que ser un éxito, ¡faltaría más!

    Hace 5 años 3 meses

  5. AVM

    Como ejemplo de la bondad de la inmersión lingüística, el autor nos dice que 4 de los últimos Premios Cervantes son catalanes. Creo que ni Marsé, ni Goytisolo ni Mendoza han cursado la ESO en Catalunya en los últimos 30 años… En fin, la calidad de los argumentos del autor es de este nivel, es decir, una pérdida de tiempo para el que realmente quiera acercarse a la situación actual. Por no hablar de la distinción que hace entre tensión y conflicto, según la línea divisoria que nos tendremos que imaginar… Flojo, flojo.

    Hace 5 años 3 meses

  6. zyxwvut

    El autor no tiene ni idea de como las personas que trabajan en la enseñanza en Cataluña fomentaron y asumieron la inmersión lingüística, de con qué condiciones se planteó, de los incumplimientos de la ley de inmersión desde los gobiernos de la Generalitat, de cómo ha cambiado la sociedad y la escuela en los más de 35 años transcurridos desde que comenzó. De las limitaciones y errores que se han puesto de manifiesto en el modelo. Da igual. La inmersión lingüística se ha convertido en una foto fija del victimismo de los nacionalismos. Las personas dedicadas a la enseñanza (excepto los adoctrinadores de alumnos) no tienen nada que opinar. Tras 35 años niun solo balance critico, sólo propaganda. Que todo un Conseller de una Generalitat nacionalista radical haya dado un suave toque de alerta con la aberración en que se ha convertido el modelo tampoco le importa al autor, que existan otros modelos para desarrolar el bilingüismo que ni se han investigado, menos. La inmersión es, para el etnicismo nacionalista catalán, una pieza clave para imponer un monolingüismo excluyente y, como tal, intocable. Y ese conflicto que afecta a la calidad de la enseñanza no se resuelvecon agudezas y afirmaciones dogmáticas como las del autor. Pero en el fondo da igual, las clases acomodadas ya llevan a sus retoños a escuelas privadas donde reciben una formación esmerada, o adecuada a la ideología de sus madres o padres. La inmersión queda para las clases subalternas y su: "Per una escola de tots, escola en català". Sin matices. Por cierto, la calidad de los articulos de CTXT disminuye con tanto ataque al "rojopardismo" y tanto feminismo meritocrático de "techo de cristal". Estáis haciendo un buen trabajo a Vox.

    Hace 5 años 3 meses

  7. zyxwvut

    Por cierto ¿qué pinta la ilustración de un lápiz en forma de cruz en un artículo sobre inmersión lingüística? ¿El autor conoce la política lingüística de las escuelas religiosas en Cataluña o se trata sólo de seguir sobando tópicos?

    Hace 5 años 3 meses

  8. zyxwvut

    El autor no tiene ni idea de como las personas que trabajan en la enseñanza en Cataluña fomentaron y asumieron la inmersión lingüística, de con qué condiciones se planteó, de los incumplimientos de la ley de inmersión desde los gobiernos de la Generalitat, de cómo ha cambiado la sociedad y la escuela en los más de 35 años transcurridos desde que comenzó. De las limitaciones y errores que se han puesto de manifiesto en el modelo. Da igual. La inmersión lingüística se ha convertido en una foto fija del victimismo de los nacionalismos. Las personas dedicadas a la enseñanza (excepto los adoctrinadores de alumnos) no tienen nada que opinar. Tras 35 años niun solo balance critico, sólo propaganda. Que todo un Conseller de una Generalitat nacionalista radical haya dado un suave toque de alerta con la aberración en que se ha convertido el modelo tampoco le importa al autor, que existan otros modelos para desarrolar el bilingüismo que ni se han investigado, menos. La inmersión es, para el etnicismo nacionalista catalán, una pieza clave para imponer un monolingüismo excluyente y, como tal, intocable. Y ese conflicto que afecta a la calidad de la enseñanza no se resuelvecon agudezas y afirmaciones dogmáticas como las del autor. Pero en el fondo da igual, las clases acomodadas ya llevan a sus retoños a escuelas privadas donde reciben una formación esmerada, o adecuada a la ideología de sus madres o padres. La inmersión queda para las clases subalternas y su: "Per una escola de tots, escola en català". Sin matices. Por cierto, la calidad de los artículos de CTXT está cayendo en picado con tanto ataque al "rojipardismo", tanto feminismo de "techo de cristal", y tanta alabanza acrítica al nacionalismo catalán más xenófobo y excluyente. Seguís haciendo el juego al neofascismo emergente de Vox.

    Hace 5 años 3 meses

  9. fer

    Hay un dato curioso, donde se puede elegir modelo lingüístico escolar, no en Cataluña claro, en Euskadi el 65% elige el modelo D, íntegramente en euskera, pero en FP el modelo A, íntegramente en español, es el mayoritario con un 70%. Los pobres somos así, el fracaso escolar es así, los menos estudiosos son así, españoles. Podría ser una explicación.

    Hace 5 años 3 meses

  10. Fermi

    Gran artículo. El último párrafo dice algo parecido a lo que escribió el preboste local interino, aunque de forma mucho más amable y, sobre todo, evitando la palabra "bestias". A ver si escrito así, ahora alguien lo entiende, y dejan de tildar de supremacista a dicho texto.

    Hace 5 años 3 meses

  11. m ; )

    Muy bueno, y divertido. Me encanta. Moltes gracies. ... Valore usted el esfuerzo ímprobo de rellenar el capcha. ¿No podrían usar otro método menos disuasorio?

    Hace 5 años 3 meses

  12. Prou

    No te flipes tampoco, Torné. Es un modelo que no se aplica en casi ningún contexto bilingüe. No se pide más que la posibilidad de elegir, como existe sin ir más lejos en Euskadi, donde a la hora de la verdad y sobre todo en las primeras etapas de la escolarización, la mayoría de los padres tienden a decantarse por el modelo íntegramente en euskera. Pero decantarse no es lo mismo que acatar. La UNESCO reconoce como elemental el derecho de los infantes a recibir educación en su lengua materna, así como innumerables estudios sociológicos demuestran que no hacerlo tiende a empeorar el rendimiento educativo. Igualmente, tampoco hay derecho a que todo trámite con la administración autonómica tenga que hacerse en la lengua "propia" (tal y como discriminatoriamente la denomina el Estatut de Autonomía) y no pueda hacerse en la "impropia", a la que sería mejor llamar común, ya que se empeñan en arrebatarle su calidad innegable de lengua propia de los catalanes (que no de Cataluña, Cataluña, que yo sepa, no habla lengua alguna). Tan propia como que es mayoritaria tanto en su condición de lengua materna como de uso cotidiano entre catalanes. Páginas web y otros recursos de la administración pública con versión en inglés antes que en lengua "impropia" y demás ejemplos. ¿Sigo? ¿No es acaso lo que piden los nacionalistas catalanes, poder comunicarse con la administración central en lengua "propia"? ¿Pueden, en buena lógica, negar el derecho de los catalanes impropioparlantes a dirigirse en lengua "impropia" a la administración autonómica? Ya sabemos todos de qué va esto de la inmersión, así que películas las justas, hombre.

    Hace 5 años 3 meses

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