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Paul Mason / Periodista e ‘influencer’

“Si Corbyn, Sánchez, Costa y Tsipras piden reformar el tratado, será una Europa diferente”

Jorge Tamames / José Luis Marín Madrid , 12/12/2018

<p>Paul Mason durante la entrevista.</p>

Paul Mason durante la entrevista.

J. L. M.

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Paul Mason (1960, Leigh, Lancashire, Reino Unido) es una de las personas más influyentes dentro del Partido Laborista británico y uno de los grandes defensores de Jeremy Corbyn. Sus ideas sobre el ciclo económico y social que se acaba –así lo advierte– generan casi tanto rechazo como admiración en las islas. Mason habla sin tapujos, en una suerte de conjunción extrañamente sólida de predicciones entrelazadas con comentarios políticos de profundidad. Todo ello, envuelto, en la mayoría de ocasiones, en un ejercicio constante de realpolitik

Conferenciante, profesor, ensayista, reportero, “influencer” y teórico del postcapitalismo, Mason llegó al periodismo con cerca de 30 años y fue creciendo en las redes de influencia de la izquierda, catapultado por los distintos puestos de responsabilidad que fue ocupando en la BBC. En 2013 se alejó de la radiodifusión pública para, asegura, “poder hacer un periodismo de compromiso”, aunque sin dejar de reportear. Insiste en este matiz: el relato no debe limitarse a la exposición y verificación de hechos, sino que debe contar historias que convenzan a la gente y desarmen las tesis de la derecha.   

Su próximo libro, comenta, será un alegato del humanismo radical. En él cargará contra casi todos: la extrema derecha, la inteligencia artificial y la izquierda posmoderna. “Alguien tiene que hacerlo”. Mason, que visitó Madrid a finales de noviembre para participar en el seminario Seis contradicciones y el fin del presente, organizado por el museo Reina Sofía, atendió a CTXT y habló de la izquierda, de las elecciones europeas, de la escalada nuclear y, por supuesto, del brexit. 

Su último libro, Postcapitalismo, se publicó hace tres años. Desde entonces hemos visto el éxito del brexit, Trump ha ganado en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Polonia e Italia se han desviado hacia la extrema derecha… ¿Son consecuencias lógicas en su construcción teórica o necesita una actualización?

Cuando se publicó Postcapitalismo había dos elementos claros en él. Por un lado, se trataba de un libro sobre tecnología que podía estar en una estantería de cualquier tienda de aeropuerto. Por otro, era una crítica al neoliberalismo y una advertencia: a menos que rompamos con el neoliberalismo, este va a destruir la globalización. Es lo que se decía en la página 3. Al final también se mencionaba que ya existen ideologías autoritarias y antidemocráticas emergentes en la élite neoliberal. No me alegro de que haya sido una predicción acertada. En 2015 escribí que, o bien la globalización sobrevive mientras la población soporta el sufrimiento, o la élites –y eso es lo que estamos viendo– la romperán. Por supuesto que, por ejemplo, las mujeres, los hispanos o los negros en EE.UU. están pasándolo mal. Pero Trump está también calmando el sufrimiento, incluso ofreciendo placer: pleno empleo, un 4% de crecimiento económico, una industria en auge… Debemos ser conscientes de esto también. El neoliberalismo nacional funciona, pero solo de la forma en la que funcionó en la Alemania de Hitler. Aquel se libró del desempleo, pero también fue a la guerra y destruyó el país. 

Ha definido a algunas de las empresas transnacionales emblemáticas actuales, como Uber y Airbnb, como rentistas. ¿Cree que son similares a los intermediarios capitalistas clásicos, o representan una nueva forma económica? 

Representan una nueva configuración, pero es insostenible y no tiene ningún valor social. Si Uber se saliera con la suya, sus conductores no serían vistos como tales. La compañía insiste en que no son una empresa de taxis; en Reino Unido insisten incluso en que no son ni siquiera una empresa británica: cuando pides un vehículo, lo solicitas a Amsterdam y desde allí se contrata al conductor. De esta forma tratan de atomizar la compañía en una serie de transacciones individuales y de autoempleo.

El capitalismo sin corporaciones sería un lugar realmente doloroso y cruel

Uber, y por extensión Airbnb, son un intento de destruir las corporaciones. Diría que el capitalismo sin corporaciones sería un lugar realmente doloroso y cruel. Porque las corporaciones no solo existen porque hacen las cosas más eficientemente; existen porque la gente quiere trabajar en equipo. Esto es algo arraigado en la teoría capitalista y no una máxima comunista, como señalaba Ronald Coase. También Adam Smith observó la forma en la que los trabajadores cooperan en sus lugares de trabajo. Uber quiere destruir eso y, en consecuencia, a mí me encantaría que la propia regulación destruya Uber. Creo que es posible, un pequeño paso no demasiado radical: simplemente superaremos esta forma de organización.

Otra tendencia que parece emerger es la automatización. Usted ha señalado que podría llevarnos a una sociedad postlaboral. ¿Es un proyecto realizable a nivel nacional, como en Reino Unido si ganase Corbyn, o requeriría una economía de escala como la de la Unión Europea? 

La automatización crea grandes economías de escala, pero no precisa de ellas. Sin duda, yo le aconsejaría a cualquier gobierno de izquierdas que opere a nivel nacional y no permita que el sistema multilateral le impida poner en marcha cosas que necesita hacer. ¿Cuáles? Un ingreso básico o, en una sociedad con altos niveles de bienestar, servicios básicos universales, que son más sencillos de poner en marcha y prestan un resultado similar. Esto es, poder vivir con ingresos precarios gracias a una sanidad gratuita, una educación y transporte gratuitos, con el derecho a vivir con un alquiler asequible… Creo que estas cuatro cosas transformarían el mundo. ¡Hazlo entonces a escala nacional y no esperes a que lo haga Europa!

Pero si realmente queremos desencadenar la automatización, tendremos que romper los monopolios tecnológicos. No quiero que Uber, Facebook o Amazon posean la nueva tecnología. Me gustaría un ecosistema competitivo de organizaciones sin ánimo de lucro, cooperativas y empresas privadas con un alto nivel de innovación. Pero con un tiempo limitado en los derechos de propiedad intelectual, unos doce años, después de los cuales se convertirán en propiedad global, como los medicamentos genéricos. Deberíamos regular el capitalismo en esa dirección. Pero para romper el modelo de Facebook y crear fuentes de capital para cooperativas y nuevas empresas de tecnología necesitamos a la Unión Europea y su nivel de escala... 

Cada vez más voces piden cambios en la gobernanza de internet. Algunas, como Cathy O’Neil, más regulación; otras, como Evgeny Morozov, la propiedad pública de los datos. ¿Usted simpatiza con esta última opción?

Sí. En primer lugar, la opción del bien público genera el precepto de que preferimos que los datos no estén monopolizados por compañías privadas. Pero la forma de la propiedad pública puede variar. A mí me gusta que exista un registro electoral. Le doy mi dirección, pago mis impuestos y tengo derecho a voto. No quiero que este registro o el propio Estado sepa cuál es mi estado de salud, pero sí quiero que lo sepa el propio sistema de salud. De la misma forma, si llegase Google y le dijese al sistema de salud: “Tengo una cosa increíble. Podemos extraer los datos de todo el mundo y luego tu podrás obtener tratamientos de salud personalizados”, quiero mi derecho a poder revocar algo así.

Necesitamos que el Estado gestione la transición hacia un futuro con bajos niveles de trabajo y una alta automatización

La solución a muchos de los problemas de vigilancia masiva, democracia, y explotación de big data se resolverían si creásemos un registro de identificación público, administrado pero no accesible por el Estado y que no pudiese ser propiedad de las grandes corporaciones. De hecho, dentro de algunas compañías de big data se habla de esto como una forma eventual de contrato social entre ciudadanos, empresas y Estado. Así que un registro de identificación parece el camino a seguir. Por ejemplo, Francesca Bria está experimentando en Barcelona con el Blockchain para evitar la apropiación de los datos por parte del Estado. Deberíamos escalar esto y experimentar: someterlo a pruebas de estrés contra los valores democráticos o los imperativos comerciales. Por supuesto, quiero además que Google, Amazon y Facebook paguen impuestos. Pero hacer pagar impuestos a estas compañías y fragmentarlas es solo el comienzo. Necesitamos que el Estado gestione la transición hacia un futuro con bajos niveles de trabajo y una alta automatización. 

Usted está familiarizado con Podemos y el laborismo. Corbyn trabaja en un partido más grande y tiene que lidiar con los blairistas en el Partido Laborista Parlamentario (PLP), mientras que Podemos tiene que negociar con el PSOE, a veces como un socio menor. ¿Es una diferencia importante?

Ahora mismo, la sensación en el laborismo es como si Podemos hubiese tomado el control del PSOE. Hay ventajas e inconvenientes en eso. La ventaja es que, si tomamos el poder, destruiremos el neoliberalismo. Corbyn lo ha dicho claramente: nuestro objetivo es ir más allá del neoliberalismo. La desventaja es que tenemos que hacerlo con un grupo de personas que no quieren y además tienen posiciones de poder. La mayoría del PLP tiene, incluso ahora, la capacidad para desconectar a Corbyn. Podría ganar las elecciones y no ser capaz de sacar una sola ley adelante si mantiene a los mismos parlamentarios. El siguiente paso para la izquierda debería ser abrir estos puestos a la selección democrática. 

Además existe la diferencia de que, para mí, Podemos encarna el 15-M. En el corbynismo, la mayoría del partido son supervivientes del movimiento obrero de los años ochenta y noventa. Momentum [grupo de movilización en la campaña de Corbyn de 2015] tiene 40.000 miembros, pero yo diría que son una especie de mezcla de Podemos e Izquierda Unida. Es decir, una mezcla entre el 15-M y el izquierdismo jerárquico clásico.

Es posible que la UE impidiese que un hipotético gobierno de Corbyn implementara las medidas de nacionalización y propiedad pública que prometió. ¿Sería entonces el brexit una oportunidad para la izquierda? 

Hay votantes laboristas que apoyan el Lexit [el brexit de la izquierda], pero Corbyn no es uno de ellos. Comprendió rápidamente que la salida de la UE es una oportunidad para las derechas –desreguladores, fondos de alto riesgo y atlantistas– de orientar a Reino Unido bajo la tutela de Estados Unidos, económica y geopolíticamente. Sería un resultado reaccionario. 

Tenemos que tener en cuenta que un tercio de nuestros votantes apoyaron el brexit y lo siguen haciendo. Los cincuenta escaños que necesita la izquierda para obtener el poder votaron por el brexit. Ese es nuestro problema. Lo primero que debemos decir es: “Haremos el brexit. No nos gusta, pero votasteis por ello”. Esto les hará abrir la puerta. Vamos hacia el tipo de brexit que dejará intactos los empleos y la industria, mucho más suave que el que quiere Theresa May. Ella es incapaz de cerrar el acuerdo a través del Parlamento, lo que causará una revolución en la derecha cuando tengan que aceptar un acuerdo al estilo de Noruega, con libre circulación. Este desenlace supondría un segundo referéndum, donde votaremos por quedarnos. Si conseguimos llevar a cabo este plan, el siguiente paso será ir a Bruselas y pedir que se reforme el Tratado de Lisboa. Y espero que el Gobierno de España, si sigue bajo la coalición de Sánchez e Iglesias, nos apoye. Si conseguimos que Corbyn, esperemos que Sánchez, y sin duda los portugueses y Tsipras pidan reformar el tratado, desde luego será una Europa diferente. 

¿Qué podría hacer Corbyn con Gibraltar y otros territorios británicos que son paraísos fiscales? 

Nosotros pretendemos, fundamentalmente, atacar el poder del capital. Pero, como Tsipras comprendió a la malas, no puedes hacerlo al mismo tiempo que le quitas los juguetes a los imperialistas. En primer lugar, intentaremos permanecer en el mercado único como sea, de forma que los residentes en Gibraltar y los españoles que cruzan la frontera para trabajar no se vean afectados. El laborismo ha hecho señales y propuestas en torno a la cuestión de los paraísos fiscales, y... a ver, cómo explicarlo. A veces, la mejor forma de atacar al capital especulativo es hacerlo por sorpresa. Eso es lo mejor que puedo decir. Pero no vamos a llegar al poder y a comenzar a devolver colonias británicas al lugar de dónde fueron robadas, porque no encontraremos un consenso para eso. Ya es bastante complicado hacer la parte económica...

Con Corbyn en el 10 de Downing Street y con quién sea en la Oficina de Relaciones Exteriores –probablemente Emily Thornberry– tendremos un Reino Unido comprometido con Europa. No vamos a perder tiempo a la hora de construir las alianzas progresistas que son necesarias en el continente. Creo que el gobierno de Corbyn propondría a la izquierda española una oferta para trazar un enfoque conjunto de modernidad. No sé qué haría con Gibraltar, Chipre o las Malvinas, ni siquiera lo he pensado. Hasta el año pasado, el corbynismo estaba luchando para sobrevivir y fue una sorpresa que pasara del 24% al 40% de votos en un mes y medio. En las próximas elecciones haremos más. 

el peso del Estado de derecho en Europa es menor que en EEUU

Pero hay que tener en cuenta una cosa más. En inglés existe una expresión: “Un golpe muy británico” [a very British coup]. ¿Qué pasaría con un gobierno de izquierdas si llegase al poder? Antes de que tuviéramos un Estado de derecho sólido, el Convenio Europeo de Derechos Humanos y las convenciones de la ONU, era fácil para los servicios de seguridad y el ejército tener un Estado secreto que nos hubiera aplastado si hubiéramos tomado el poder. Hoy, el Estado de Derecho penetra en el Ejecutivo, así que tendrían que dar un golpe antes de que llegásemos al poder. Y ese golpe es una campaña de calumnias. En eso consisten, por ejemplo, el 90% de las acusaciones de antisemitismo. Hay una parte legítima en ello, especialmente entre algunos jóvenes que nunca tuvieron formación socialista, e identifican a la banca global con la familia Rothschild. Pero las acusaciones de que Corbyn fue un espía de los checos, un miembro de la Stasi… todo eso se amplificará como un concierto de rock los días antes de que lleguemos al poder. Y tenemos que sobrevivir luchando con una guardia muy cerrada, hasta que ganemos.

Dentro de la izquierda, una de las propuestas más llamativas para las elecciones europeas es la candidatura de Yanis Varoufakis en Alemania a través de Diem25. ¿Qué opina sobre ello? 

Es un gesto interesante, pero no me emociona. Lo que me emociona es crear una alianza de la izquierda en el Parlamento Europeo (GUE/NGL) con los partidos socialistas y los verdes. El principal enemigo ya no es el neoliberalismo global. Es la extrema derecha. Y en algunos lugares existe el riesgo de que ganen. Como ya he dicho, existe el riesgo real de que la extrema derecha se alie con los conservadores. También están aliados con Putin, así que existe una alta posibilidad de que use métodos de manipulación en las elecciones europeas para impulsar a la derecha y provocar una crisis institucional, donde ni el PPE ni el S&D puedan formar mayoría. Lo que yo pediría a Sánchez, Iglesias, Corbyn, al Sinn Féin o al partido laborista holandés –que solo tiene el 4% de apoyos– es una alianza roja/roja/verde. 

Parece claro que Rusia interfirió en las elecciones estadounidenses, pero también existe una tendencia por parte de políticos del establishment de culpar a Putin para esconder fallos propios.

Es cierto que algunos de los partidarios de Hillary Clinton, que hicieron un buen trabajo antes y desde la victoria de Trump para entender su ascenso, están demasiado predispuestos a culpar a Rusia. Trump es un producto de Estados Unidos, igual que Orbán es un producto europeo. Yo he dicho abiertamente que el peso del Estado de derecho en Europa es menor que en EEUU. ¿Cuántos periodistas fueron asesinados en EE.UU durante 2018 por la mafia? Ninguno. Es cierto que mucha gente negra es asesinada por la policía, pero en Europa tenemos tres periodistas asesinados por el crimen organizado. Trump mete a niños pequeños en campos, pero también lo hace el Gobierno griego. No somos un lugar hermoso y prístino. Los rusos también explotaron el hecho de que en nuestras democracias se puede comprar influencia política de forma anónima. Se hace en EEUU, pero también se puede hacer aquí. Es lo que sucedió durante el brexit. The Guardian hizo un estudio sobre la intención de Steve Bannon de crear una internacional de derechas. El diario encontró que su iniciativa encontraba problemas legales...

...En nueve de trece países europeos.

Sí. Pero supón que consiguiesen influir en esos 13 países. Ellos pueden recaudar un millón de dólares, un millón y medio, y con eso destruir el Estado de derecho electoral en Europa. Es barato. Y mi miedo es que lo hagan. Debemos entender esto: con suerte, conseguiremos algunos gobiernos de izquierdas en Europa. Putin no es un gran fan de este tipo de gobiernos; de hecho es un enemigo de la justicia social. Pero existe el peligro de que use esto para empezar a desorganizar Europa, un objetivo estratégico que comparte con Trump. Trump quiere desorganizar Europa, por lo que pone en marcha un discurso sobre un sistema económico global en el que Estados Unidos y China son los centros, Europa quedaría en la periferia y Rusia sería un lugar extraño en medio. Hay un interés mutuo por que Europa no esté cohesionada. Pero creo que la izquierda tiene interés en el proyecto europeo, en reformar el Tratado de Lisboa y en evitar cualquier intento de Putin.

Las tensiones entre Rusia y Ucrania están floreciendo de nuevo. Usted ha pedido una política más restrictiva hacia Moscú, incluso sosteniendo la expulsión del país del sistema de pagos internacional SWIFT. La última vez que Rusia se enfrentó a un colapso económico, en los años noventa, el resultado fue Putin… 

Es cierto. Si lo que quiere Putin es tener más voz en lo que ocurre en las fronteras cercanas, creo que Occidente no debería tener problema en negociar eso. Pero si lo que quiere es romper el Estado de derecho en el mundo occidental, deberíamos defendernos. De lo contrario, no nos quedará nada que defender. Tal vez SWIFT sea el último recurso, pero a mí no me gusta la opción de dar armamento a un grupo de nacionalistas en Ucrania. Mi posición con Putin es que si lo enfrentas desde una posición de fuerza y estabilidad, comprenderá los límites de lo que puede obtener. Si no lo haces, seguirá haciendo presión. Esta no es ni mucho menos una posición dominante entre la izquierda británica, que suele ser muy pacifista. Pero no creo que puedas llegar al poder en una potencia imperial, que es lo que es Reino Unido, sin decirle al establishment de Defensa: “No vamos a destrozar esto. Vamos a mantenerlo para hacer el bien en el mundo. Por otra parte, no esperéis invadir a nadie mientras gobernemos los laboristas”. 

Existe también una creciente tensión nuclear entre Rusia, EEUU y también China. Usted ha defendido la renovación del sistema de disuasión nuclear Trident, un proyecto que incluso algunos analistas mainstream consideran un gasto innecesario.

El sistema de disuasión británico es un arma política. Nos mantiene en el tablero del P5+1 [grupo de potencias mundiales en el acuerdo nuclear de Irán] y mantiene el balance nuclear. Este equilibrio está amenazado por la proliferación, pero también por la innovación –armas hipersónicas, cabezas nucleares tácticas, etc.–. Si queremos mantener el elemento disuasorio, tenemos que modernizar los submarinos. Es un gasto enorme, pero tenemos que hacerlo. ¿Deberíamos tener nuestros cuatro submarinos preparados? Sí. ¿Deben estar constantemente en el mar? Esto se ha de revisar. Mi posición es que no. Debemos reducir la tensión nuclear, en la medida en la que nos encontramos ante una escalada. Esto supondría reunir a los hipotéticos gobiernos de Corbyn y Mélenchon; dos miembros del Consejo de Seguridad, las dos únicas democracias estables del grupo, advirtiendo de que el mundo se está volviendo demasiado peligroso y que hay que desescalar la tensión.

Europa puede tener un control democrático mucho mayor bajo una política de defensa común que el que tiene bajo la OTAN

Sin embargo, lo que quiere la izquierda del Partido Laborista y los nacionalistas escoceses –los submarinos están en Escocia– es el desmantelamiento inmediato. Si hiciéramos esto, desestabilizaríamos el mundo: de repente, Occidente pierde una potencia nuclear y se queda solo con una democracia fuerte en la mesa, Francia. Esto le serviría en bandeja al establishment otro motivo para destruirnos, ya que argumentarían que estamos amenazando la seguridad nacional. Ya lo hacen, pero les daríamos razón. Al mismo tiempo, si hay un proceso de desarme multilateral, no tendríamos nada para poner encima de la mesa.  

¿Qué opina de la idea de un ejército europeo? Macron y Merkel hicieron hace poco declaraciones positivas sobre este tema.

Estoy de acuerdo. Reconozco el trabajo de Federica Mogherini, una socialdemócrata de derechas que ha sido muy eficaz a la hora de diseñar el aspecto de la diplomacia europea de forma progresista en el acuerdo con Irán. Un ejército europeo no debería reemplazar a los ejércitos nacionales. Lo que necesita es un núcleo multinacional, cuya base ya existe. Si nos fijamos en los países bálticos, hay tres brigadas multinacionales bajo el mando de la OTAN. Podrían estar bajo el control de la UE, lo que nos daría más soberanía y protagonismo. Sin embargo, los europeos del Este no quieren esto, porque sus regímenes nacionalistas están constantemente tratando de desencadenar una guerra con Rusia. Un gobierno de izquierdas español o británico debería decir en la OTAN: “No, no os vamos a defender en cada provocación fronteriza, cada vez que cambies alguna estatua que para que tus veteranos fascistas de las SS puedan desfilar y provocar a Putin. No creas que te vamos a ayudar”. 

Este es un problema real, y creo que la izquierda debería darse cuenta de que nos hemos movido definitivamente hacia un mundo multipolar y que hemos abandonado el sistema unipolar dominado por una superpotencia, Estados Unidos. Así que la pregunta sería: ¿Europa quiere ser un polo o quiere ser arrastrada por dos imanes? Para ser independiente es necesario tener un establishment de Defensa más fuerte. Pero debe estar bajo control democrático. Y ahí está la cuestión: Europa es un conjunto de democracias, mientras que la OTAN es un conjunto de militares. Creo que Europa puede tener un control democrático mucho mayor bajo una política de defensa común que el que tiene bajo la OTAN.

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Jorge Tamames

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10 comentario(s)

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  1. alberto

    Me interesan mucho las opiniones de Paul Mason, pero si este hombre cree que se puede reformar la UE (y a petición de Sánchez para más inri) es que vive en el mundo de la piruleta.

    Hace 5 años

  2. Laureano

    "The Walking Socialdemocrats", la nueva serie postapocalíptica de zombies próximamente en sus pantallas.

    Hace 5 años 3 meses

  3. Laureano

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    Hace 5 años 3 meses

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    Hace 5 años 3 meses

  6. jose

    Ciudadanos asegura que no pactará con PP y Vox fuera de Andalucía, dice La Razón. ¿Es que los andaluces son distintos del resto de los españoles?

    Hace 5 años 3 meses

  7. José Antonio Pérez Rite

    Interesante árticulo que hace reflexionar

    Hace 5 años 3 meses

  8. Fernando

    Con respecto a las grandes compañías Amazon quiere participar en la guerra de EE. UU.: "Amazon está tratando de construir un "cerebro" global para el Pentágono llamado JEDI, un arma de vigilancia y poder de matar sin precedentes, un arma profundamente agresiva que no debe permitirse que se cree". "La pregunta es: ¿Debería la creación de JEDI ser permitida por los ciudadanos de los Estados Unidos y del mundo?": https://truthout.org/articles/alexa-drop-a-bomb-amazon-wants-in-on-us-warfare/ Millones de dólares públicos -a través de los presupuestos militares- se rifan las grandes compañías tecnológicas para crear algoritmos, IA y toda la tecnología necesaria utilizando las bases de datos de los clientes y usuarios -que somos muchos- de estas compañías. Ya no es solo de que estas compañías paguen los impuestos que les correspondan, sino de tratar que el Big Data no se convierta en "arma de destrucción masiva".

    Hace 5 años 3 meses

  9. c

    la ultradercha y el neoliberalismo es lo mismo, el neoliberalismo de la UE del PP, con sus multinacionales . crea los exodos que la derecha usa a base de azuzar racismo para ganar elecciones

    Hace 5 años 3 meses

  10. cayetano

    De Paul Mason lo que conozco es una testa brillante, leí su obra Postcapitalismo. Sin embargo, al valorar algunas cuestiones acertando en el que hacer, extraña que alguien tan de realpolitik hable sin más aserto que la exposición de una solución sin explicar el camino,dinámicas o inercias que nos llevan a ellas. Me refiero a que paguen las tecnológicas y al papel que deben jugar Google, Amazón, Facebook..., y ello sin negarlo pero planteando que igualmente sabemos de la necesidad de acabar con los paraisos fiscales, que ya preexistian al mundo digital, incluso al analógico. Es decir, que inercias nos van a permitir acabar con la funcionalidad o rol de dichas compañías, probablemente habría de profundizarse en el terreno de la producción vinculada al intercambio, a la automatización, redes y garantías de intercambio. Al fin y la postre dichas compañías son plataformas de intercambio, sea de conocimiento, bienes o servicios. Antes los intercambios de conocimiento por ejemplo, estaban muy protegidos y garantizados por el Estado, no sólo desde la perspectica de los derechos, sino como en España por la propia prestación del servicio, hablamos de la Telefónica Pública o Correos. Como apunta pero no acaba de decir Mason, quizás haya de ser pública la titularidad de las plataformas de intercambio y relación, con códigos que garantizados ante hacker puedan ser abiertos, libres y gratuitos. Difícil si no que contribuyan al mantenimiento del Estado del medioestar. Evidentemente eso sí se podría hacer escaladamente desde la UE, mediando plataformas con posibilidad de convenios con otras de otros Estados que no hubieran tomado dicha medida, en la dirección que plantea correctamente Mason sobre la automatización y ampliación de los derechos y servicios universales. Respecto a las alianzas militares y posiciones, la posición de Europa de cara al liderazgo por un nuevo relieve humano, que sea más humanitario, justo y democrático; en principio parace vinculado a ese proceso de automatización y extensión de derechos y servicios universales. La dinámica del neoliberalismo en Europa lleva a su gaseosidad y debilitamiento internacional, con independencia de la cuadratura militar que alcancemos. Siendo cierto que unidos seríamos más fuertes, no siempre la unión de los débiles constituye fuerza, la historia está salpicada de ejemplos. Pero es cierto que una Europa con estructuras coordinadas propias de adiestramiento e intervención propia, son necesarias, pues aunque el mundo sigue siendo Unipolar, no multilateral como dice Masón, es cierto que con independencia de la debilidad o fortaleza de EE.UU., su actitud al romper el status quo y tratarnos como potenciales adversarios (iniciando y amenazando con guerras comerciales que en el ciclo histórico, no sabemos como pueden acabar), nos llevan a plantearnos la unidad europea. La cuestión es si desde Europa el stablishment y las derechas democráticas son conscientes del debilitamiento estratégico-económico que supone el avance de los ultras en Europa, ante otros actores internacionales como la Administración Trump o Putín, que aun estando en competición geoestratégica comparten las visiones neo o ultraliberales del acontecer social, dinámicas que necesariamente al ser depredadoras y fundarse no sobre la base del crecimiento sinérgico, históricamente han acabado en conflagración mundial. Es un juego de equilibrios complicado, pues geoestratégicamente Rusia y Putín compiten con Europa, pero también son aliados de nuestras visiones en grandes líneas sobre el desarme, por ejemplo respecto a Irán, y con ello la visión sobre Palestina y todo Oriente Próximo. Desgraciadamente, el gigante que ha entrado en la cacharrería se llama Trump, y la OTAN no es una organización de militares y Mason lo sabe muy bien, sino una alianza comandada por EE.UU., que ya más que garantizar el bienestar europeo lo cuestiona. Por lo demás, la lectura de Mason nos muestra lo que está aconteciendo desde la mirada que se eleva sobre el mar de nuestra cotidianidad y nos dice cuan ancho es el Oceano. Un cordial saludo.

    Hace 5 años 3 meses

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