1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

OBITUARIO / ERIK OLIN WRIGHT (1947-2019)

Una brújula moral de la izquierda

Erik Olin Wright se radicalizó en los años sesenta y ya nunca dejó de ser marxista pues su brújula moral sencillamente no le permitió desviarse de esa senda. Con su muerte, la izquierda ha perdido a uno de sus intelectuales más brillantes

Vivek Chibber 27/01/2019

<p>Erik Olin Wright en una conferencia organizada por la Fundación Rosa Luxemburgo en 2011</p>

Erik Olin Wright en una conferencia organizada por la Fundación Rosa Luxemburgo en 2011

Patrick Stary - RLS

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

El miércoles murió Erik Olin Wright, solo unos meses después de recibir un diagnóstico de leucemia avanzada. Durante los primeros días que siguieron al diagnóstico, se dedicó a dar los últimos retoques a su libro How to be an Anti-Capitalist for the Twenty-First Century, que se publicará a fines de este año.

Seguramente, si Wright hubiera sobrevivido, ese no sería su último libro. Aunque ya tenía setenta y un años, una edad en la que la mayor parte de los pensamientos de los académicos se concentran principalmente en el retiro, Wright ni siquiera había considerado tal intención. “Planeo ‘profesar’ el derecho hasta el final” solía bromear [haciendo un juego de palabras con el sentido de la palabra right]. Continuaba siendo increíblemente activo, produciendo profusamente nuevos textos, supervisando doctorados, viajando y dando conferencias.

Aun cuando nos deja una obra enorme escrita a lo largo de más de cuarenta años, uno no puede dejar de sentir que su agenda ha quedado abruptamente interrumpida. Quienes lo hemos conocido y amado hemos perdido a un querido amigo. Y la izquierda, que hoy muestra signos de revitalizarse tras años de retraimiento, ha perdido a uno de sus intelectuales más brillantes.

El carácter central de la clase

Erik será recordado como el más importante teórico de las clases de la segunda mitad del siglo XX y como el máximo sociólogo marxista de su tiempo.

Irónicamente, cuando presentó su tesis de doctorado en la Universidad de California en Berkeley solo tenía la intención de clarificar brevemente el lugar que ocupa el concepto de clase en la teoría marxista, para poder pasar a ocuparse de su verdadero interés que era la teoría del Estado. Pero pronto se dio cuenta de que el tema no admitiría un tratamiento somero. Y pensó que resolver las cuestiones de su estatus conceptual, sus pretensiones teóricas y sus predicciones empíricas le llevaría un poco más de tiempo… quizá algunos años.

De hecho, le llevó cuatro libros, decenas de artículos y la creación de un equipo de investigación diseminado por varios países, un proceso que se extendió a lo largo de un cuarto de siglo. Cuando Erik sintió que era el momento de avanzar hacia el siguiente proyecto, había refinado el concepto de clase mucho mejor que cualquier otro marxista anterior a él y había obligado a los representantes de las instituciones dominantes a reconocer, por primera vez en el siglo XX, su validez.

Erik será recordado como el más importante teórico de las clases de la segunda mitad del siglo XX

Si bien a menudo se le ha descrito como un “neomarxista” –una expresión que sugiere un distanciamiento de la tradición clásica–, la conceptualización de la clase propuesta por Erik O. Wright era completamente ortodoxa y se fundaba en tres proposiciones centrales.

En primer lugar, mientras las teorías de la corriente dominante consideran que la clase está conectada con el ingreso, Erik reflotó la opinión de Marx para quien la clase era una relación social fundada en la explotación. La explotación se da cuando un grupo hace derivar sus medios de vida del control del trabajo de otro grupo. De modo tal que lo que determina la clase de una persona no es su ingreso sino cómo gana ese ingreso. En segundo lugar, puesto que la clase se basa en la extracción forzada del trabajo, es necesariamente antagonista. Requiere que la clase dominante socave el bienestar de los grupos subordinados, lo cual, a su vez, tiende a generar la resistencia de estos últimos. En tercer lugar, en ciertas condiciones, ese antagonismo adquiere la forma de conflicto organizado entre las clases o la lucha de clases.

Pero esta formulación creó el rompecabezas central de todas las teorías de clase marxistas: ¿cómo explicar la existencia de la clase media? Si el capitalismo es un sistema económico en el que hay explotadores y explotados, ¿qué decir entonces de las personas que están en el medio, que parecen no pertenecer a un grupo ni al otro? Un ejemplo clásico es el de los comerciantes o el de los profesionales asalariados. ¿Son explotadores o explotados?

Muchos marxistas respondieron a este interrogante sugiriendo dos soluciones posibles. La primera, que el capitalismo mismo resolvería el problema de la clase media quitándosela de encima. El mismo Marx en algunas de sus formulaciones sugería esta posibilidad: con el tiempo, las personas pertenecientes a esa clase se sumergirían en la clase trabajadora o se elevarían a las filas de los capitalistas. El desafío conceptual tenía en sí mismo fecha de caducidad.

La segunda solución consistía en sugerir que, aun cuando muchas personas parecieran estar en el “medio”, aquello era una ilusión que desaparecía cuando se observaba más atentamente su situación. Según este argumento, bien miradas, la mayoría de las personas pertenecientes a la “clase media”, en realidad, era simplemente trabajadores y solo una pocas eran capitalistas.

De manera que, mientras la primera posición afirmaba que en algún momento del futuro habría solo dos clases, la otra sostenía que ya ahora había solo dos clases. Desde uno y otro punto de vista, el resultado era el mismo: solo dos clases.

Erik rechazó ambas posiciones. Primero, estaba claro que la clase media no era una categoría residual, condenada a desaparecer con el paso del tiempo. El capitalismo creaba activamente las ocupaciones que identificamos con ese estrato social: siempre habría tenderos, gerentes de nivel medio, profesionales asalariados, etcétera. Segundo, si bien es verdad que muchos “profesionales” solo son trabajadores altamente cualificados, hay otros que son mucho más que eso. Son personas que tiene auténtica autoridad sobre otros trabajadores, cuyos ingresos proceden solo en parte de un salario y que tienen control genuino sobre su propio trabajo. El poder y la capacidad de decisión de los que gozan parecen cualitativamente diferentes de los de un trabajador asalariado. Por lo tanto, la clase media existe. La cuestión es: ¿cómo la incorporamos al marco marxista?

La solución de Erik parece simple pero era profunda. Definía la clase media como aquellos grupos que contenían elementos de ambas clases: la del capitalista y la del trabajador. Los comerciantes comparten algunas cualidades con los capitalistas porque son los dueños de sus medios de producción, pero también con los trabajadores, porque tienen que ser participantes activos en el trabajo de la tienda. Los gerentes de nivel medio tienen algunos de los poderes de los capitalistas por cuanto ejercen poder sobre los trabajadores, pero, como estos, carecen de control real sobre las decisiones de inversión.

De ahí llegó Erik a su famosa conclusión: la clase media ocupaba posiciones contradictorias dentro de la estructura de clases. Lo cual, políticamente, significaba que esta clase tendía objetivamente hacia una y otra dirección, hacia el mundo del trabajo y el del capital. Pero no podía predecirse hacia cual de las dos irían a parar sus miembros. Esto dependería de cómo convergieran la política y las circunstancias en cada momento determinado.

Soñar de manera realista

Erik comprendió que, por más que los marxistas trataran la clase como un concepto científico, la clase tenía además un apuntalamiento normativo. Decir que el capitalismo se basa en la explotación es lanzar un acusación moral contra el sistema. Nos exige trabajar en pos de una sociedad que no se base en que un grupo subordine sistemáticamente a otro, una sociedad en la que el alcance del desarrollo individual no quede paralizado por las privaciones y la inseguridad.

Pero en las postrimerías del siglo XX, muchos progresistas habían perdido la confianza en la posibilidad de semejante alternativa. En los años felices de la izquierda, había habido dos fuentes de esperanza. Para muchos, fue la existencia de la Unión Soviética, que pareció la evidencia concreta de que era posible trascender el capitalismo. La segunda fuente de optimismo procedía del interior mismo del marxismo, de su teoría de la historia, que parecía prometer que el capitalismo, tarde o temprano, daría paso a un nuevo sistema económico, así como los sistemas que los precedieron habían engendrado formas más avanzadas de organización social.

Si pedimos que la gente se sacrifique y se arriesgue por un futuro mejor, tenemos que proporcionarles alguna idea de qué es aquello por lo que están peleando

Al finalizar el siglo, estas dos creencias andaban en harapos. El modelo soviético no solo se había derrumbado sino que su desaparición parecía desacreditar la idea misma de una sociedad poscapitalista. Y muchos marxistas, tal vez la mayoría, habían llegado a juzgar que el materialismo histórico ortodoxo era una teoría con profundos defectos.

El mismo Erik llegó a esta conclusión en un largo compromiso con la teoría, tal como la había desarrollado su buen amigo Gerald Cohen. No había ningún telos histórico que condujera a un futuro socialista. Amplios sectores de la izquierda no solo descreyeron de la posibilidad del socialismo sino que además ni siquiera tenían claro que clase de forma institucional podría encarnarlo.

Reconociendo el efecto debilitante que tendrían estos sentimientos en la práctica política, Erik se lanzó al siguiente proyecto de su carrera: la serie de la Utopías Reales [Real Utopias series]. La idea básica era sencilla. Históricamente, los marxistas habían seguido el desdén que el propio Marx había manifestado por los proyectos detallados de la sociedad futura, que con demasiada frecuencia degeneraban en fantasías utópicas. Pero, como señaló Erik, este rechazo tradicional de los modelos sociales se había convertido en un lastre. Si pedimos que la gente se sacrifique y se arriesgue por un futuro mejor, tenemos que proporcionarles alguna idea de qué es aquello por lo que están peleando, algo más que un conjunto de principios. Las personas necesitan saber cuál podría ser la alternativa.

Erik lanzó el proyecto de las Utopías Reales para generar propuestas concretas para las instituciones que encarnaran los principios socialistas. Era utópico en el sentido de que procuraba impulsar ideas muy ambiciosas, suficientemente audaces para concebir formaciones sociales fundamentalmente diferentes del capitalismo, pero eran ideas sustentadas en la realidad pues se basaban en la experiencia real dentro del capitalismo.

El argumento básico del proyecto aparece expuesto en su libro Construyendo utopías reales, aunque, en gran medida como el proyecto anterior sobre la estructura de clase, fue un trabajo en colaboración y de alcance internacional. Durante más de quince años, este proyecto generó una media docena de volúmenes editados, cada uno de los cuales se organizó alrededor de una propuesta concreta –por una reforma legislativa, por la igualdad de géneros, por la democracia en los lugares de trabajo, etcétera– y contó con la participación de docenas de destacados académicos.

Resistencia moral

Erik estuvo inmerso en la teoría marxista y su desarrollo durante medio siglo. Se adhirió a ella a fines de los años sesenta cuando muchos de sus pares se radicalizaban en las universidades. Pero, aun cuando su generación se apartó de la política socialista y de la teoría marxista, él permaneció firme.

Lo más notable de esta decisión es que la tomó teniendo muy pocos de los apoyos sociales con que supuestamente cuenta uno en esos casos. Erik nunca formó parte de una organización política. Ni estuvo respaldado por un medio intelectual de izquierda como Socialist Register ni New Left Review. No participó de manera particularmente activa en la política local y hasta sus círculos sociales eran francamente típicos de la élite académica estadounidense. Nada en su contexto social e intelectual parecía impulsarlo a su largo compromiso de varias décadas con el marxismo.

La resistencia de Erik nacía del interior de sí mismo, de una singular integridad moral e intelectual

La resistencia de Erik nacía del interior de sí mismo, de una singular integridad moral e intelectual. Fue uno de esos raros individuos que, una vez que han reconocido la verdad de una proposición, sencillamente no pueden abandonarla. Continuó siendo marxista porque su brújula moral no le habría permitido apartarse de esa senda. Tan simple como eso. Y precisamente por su simplicidad, tan sorprendente, la resistencia de Erik se inspiró en la fuerza pura de su personalidad, aun cuando el espectro de apoyos sociales y políticos no fuera suficiente para sostener el compromiso de tantos otros pensadores de su generación.

La misma integridad resplandeció en su relación con sus estudiantes. Casi es un cliché alabar a los académicos fallecidos por su dedicación a la enseñanza, pero en el caso de Erik, la descripción es absolutamente exacta. A lo largo de su carrera, supervisó docenas de disertaciones sobre una asombrosa variedad de temas de estudiantes de todo el mundo.

Cuando alguno de ellos le acercaba un texto pidiéndole su comentario, la respuesta de Erik no se hacía esperar y, en ocasiones, tenía una extensión mayor que la del documento comentado. Tenía una sorprendente habilidad para captar de inmediato el meollo de un argumento y era habitual que lo reformulara de manera más clara y concisa que el original. En realidad, uno de los mayores favores que hacía a sus interlocutores era elevar sus argumentos a un nivel más alto y más exaltado, hasta ponerlos a la altura de una valiosa crítica.

Erik vivió una vida increíblemente rica y deja tras de sí un legado admirable pero se ha ido demasiado pronto. Ni siquiera había comenzado a desacelerar la marcha, mucho menos a perder potencia. Fue una de las personas más felices que he conocido. Cuando alguien le preguntaba cómo estaba con frecuencia le escuchaba responder: “Bueno, supongo que la vida podría ser mejor, pero no puedo imaginar cómo”. Cuando el cáncer lo atacó, Erik luchó por equilibrar una visión realista con un impulso optimista, exactamente como hizo siempre con sus compromisos morales. Se sentía profundamente triste por la inminencia de la muerte, pero siempre tranquilizó a su familia y a sus seres queridos asegurándoles que no tenía miedo.

En uno de las últimas entradas subidas a su diario en CaringBridge, se negaba a entregarse a cualquier fantasía romántica sobre la vida después de la muerte. “Soy”, escribió simplemente, “polvo de estrellas que aleatoriamente vino a parar a este maravilloso rincón de la Vía Láctea”. Pero esto no es del todo exacto. Es verdad, la mayoría de nosotros no somos más que eso. Pero unos pocos, muy pocos, son algo más. Descansa en paz, Erik.

---------------------------

[Erik Olin Wright murió el miércoles 23 de enero. Entre sus publicaciones destacan Clase, crisis y Estado, Clases, Construyendo utopías reales y Comprender las clases sociales.]


Vivek Chibber es profesor de Sociología en la Universidad de Nueva York. Su ultimo libro es Postcolonial Theory and the Specter of Capital (Ediciones Akal, en prensa).

El miércoles murió Erik Olin Wright, solo unos meses después de recibir un diagnóstico de leucemia avanzada. Durante los primeros días que siguieron al diagnóstico, se dedicó a dar los últimos retoques a su libro How to be an Anti-Capitalist for the Twenty-First Century, que se publicará a fines de este...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Vivek Chibber

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. jose

    El neomarxismo no ha aportado nada al capítulo de los hechos. En el aspecto de la teoría, ha aportado mucho a la confusión y a la miriada de la izquierda. Y son insuperables en el aspecto de los fracasos. Desde que se puede ser atlantista y marxista. malo.

    Hace 5 años 1 mes

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí