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Los comunales, una piedra y un pescado

Cuando la sociedad dejó de ser campesina perdió el sentido de lo común. Recuperarlo pasa porque en las ciudades, en los pueblos, pero sobre todo en las mentes recuperemos los valores rurales hoy tan desprestigiados

Gustavo Duch 17/07/2019

<p>Montfalcó Murallat, Lérida. </p>

Montfalcó Murallat, Lérida. 

Manel Badena Youtube

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Quiero contarles, a mi modo, la leyenda de Montfalcó Murallat, un pueblo mínimo subido en una loma de La Segarra, comarca del interior catalán. Sus primeros orígenes se documentan en el siglo X y, a día de hoy, sigue siendo no más que 12 casas en un círculo perfecto que convierte el lugar en residencia y fortificación a la vez. De hecho, el acceso solo es posible por un punto, después de traspasar lo que mucho antes debían ser tres enormes puertas. ¿Es por su estructura cerrada y fortificada que resistió –en zona de frontera– numerosos ataques de sarracenos o de señores feudales? O bien, ¿poseían una poción mágica marca Panorámix? 

En el (micro)paseo necesario para conocer todo el pueblo enterito, descubres la respuesta. Montfalcó dispone de una cisterna comunitaria, un pozo de hielo comunitario y un horno de pan comunitario que se alimentaba de los cereales de los campos gestionados normalmente en aparcería cocinado con la leña recogida de los bosques propiedad común de todo el pueblo. De hecho, como en otros muchas aldeas y pueblos del territorio ibérico, el gobierno político del pueblo bien podría estar organizado a partir de los concejos abiertos o concejos vecinales. 

Porque hasta no hace tanto la vida autónoma y al margen del capitalismo de muchos pueblos de la Península se basaba en prácticas que buena falta nos hacen en estos tiempos de crisis civilizatoria. Recuperar los Bienes Comunes, para gestionarlos en procesos Asamblearios, ejerciendo la Democracia Directa, con propuestas de Economía Social y Colaborativa para asegurar la Reproducción de la Vida sabiendo que somos seres Ecodependientes e Interdependientes, son los términos que ahora empuñamos y las propuestas que convertimos en luchas. Pero estas luchas tienen su historia y amerita ponerla en valor.

Vivir en comunidad

Sin poner fechas, durante muchos siglos gran parte de la tierra campesina era tierra comunal y tierra de propiedad familiar (de dominio directo) sometidas a servidumbres comunitarias. No fue hasta la llegada de las desamortizaciones que los pueblos usufructuaban en diferentes lotes tierra para cada familia vecina. Y gestionaban colectivamente otros tipos de terrenos, como el bosque (del que podían aprovechar su madera, cal, resinas, frutos, bellotas, miel, caza, etc.) o los pastos. De esta manera, la producción propia, huerta y cereales, se complementaba con, por ejemplo, la posibilidad de que una familia pudiera mantener en los montes comunes una pareja de vacas que ofrecían 180-200 días de trabajo al año, criaban 1 ó 2 terneros, un poco de leche que podía ser transformada en queso o manteca, y estiércol. O una veintena de ovejas que podían proporcionar entre 10 y 15 corderos, unos 20 kilogramos de lana, así como pieles y de nuevo, abono, elemento esencial para fertilizar las tierras dedicadas a su agricultura.

Fácilmente en Montfalcó se practicó, como en muchos lugares de Catalunya, la práctica de las boïgues, que, como me explica David Algarra permitía un cultivo temporal sobre un espacio comunal por parte de alguna de las casas del pueblo, ya fuera por libre disposición o concedidas por la comunidad, sin que este perdiera su carácter comunal.

En estos terrenos comunales, en otros lugares, existía también el Derecho a Poznera, que permitía a las familia plantar árboles y aprovechar sus frutos, leñas o sombras. Como explica Ignacio Abella, cuando José Saramago en su libro autobiográfico Las pequeñas memorias habla de la vida y el paisaje tradicional en Azinhaga, su pueblo natal, habla de esta realidad. “A la casa de mis abuelos, como ya he contado, la llamaban Casalinho, y el nombre del lugar donde se levantaba era Divisiones, tal vez porque el olivar ralo y esparcido que había enfrente perteneciese a diferentes dueños: como si en vez de árboles se tratase de ganado, los olivos estaban marcados en el tronco con las iniciales de los nombres de sus respectivos propietarios”.

El sistema de pastoreo colectivo por turnos, las veceras o la dula, en los montes comunales, era una de las expresiones más claras de la economía colaborativa implantada en esos tiempos. Las veinte ovejas de las que hemos hablado antes de cada familia salían diariamente al pastoreo, cuidadas por turnos, de manera que solo “de vez en cuando” te tocaba ejercer la tarea. Otras fórmulas de trabajos comunitarios bien documentadas son las diferentes fórmulas de hacenderas en Castilla, el treball a jova en Catalunya o el auzolan en Euskal Herria, donde todas las casas del pueblo participan en un trabajo, como limpiar las acequias o reparar la parroquia; o las ayudas de reciprocidad como el tornallom  en València, tornajornal en Catalunya o tornaxeira en Galicia, donde sin mediación del dinero, para tareas como las siegas o las vendimias los vecinos colaboraban hoy por ti, mañana por mí.

La solidaridad también tenía sus mecanismos bien definidos. Es conocido como se permitía, sin cárceles y sin multas, todo tipo de espigueoracimeo rebusca para entrar en fincas particulares a recoger los frutos abandonados una vez finalizadas las cosechas. También es muy inspirador como se apoyaban cuando, por ejemplo, una res de trabajo sufría un accidente fatal. Una vez sacrificada, la carne era comprada por todos los vecinos de manera que el vecino afectado recuperaba una parte del precio como ahora haría una compañía de seguros. Pero sin peritos de por medio. En Euskal Herria, se llama bildotx-lorra a la costumbre de regalar cada pastor una oveja a aquel otro pastor de la vecindad que por alguna razón hubiera perdido el rebaño.

El sentido de lo común

Dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos. Y es terriblemente cierto, porque, como hemos visto, cuando la sociedad dejó de ser rural y campesina perdió, precisamente, este sentido, el sentido de lo común.

Recuperarlo, a mi modo de entender, pasa porque en las ciudades, en los pueblos, pero sobre todo en las mentes recuperamos las fórmulas y valores rurales hoy tan desprestigiados, tan minusvalorados.

Montfalcó Murallat, Lérida. 

Dice la leyenda que en una de las muchas ocasiones que algunos invasores no conseguían doblegar a la población de Montfalcó, decidieron utilizar la práctica del aislamiento. Tarde o temprano, sin acceso a los alimentos el pueblo se rendiría. Y así pasaban los meses, los invasores en el exterior del pueblo, sofocaditos bajo el duro Sol de la Segarra, no entendían como los de dentro no mostraban señales de hambre y colapso. Así que decidieron provocarles lanzando un pan recién hecho atado a una piedra. El pan y la piedra alcanzaron su objetivo, pero pasmados se quedaron cuando en la misma piedra, en viaje de vuelta, les llegó un pescado fresco, recién salido del mar.

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Nota: las informaciones aquí recogidas provienen de textos facilitados por Ignacio Abella, del libro El Común Catalán de David Algarra y del blog en internet La nuestra tierra.

Gustavo Duch es escritor y veterinario. Coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas y autor de libros como Mucha Gente Pequeña Lo Que Hay Que Tragar. 

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Gustavo Duch

Licenciado en veterinaria. Coordinador de 'Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas'. Colabora con movimientos campesinos.

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7 comentario(s)

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  1. Jabaril

    Facenderas, veceras, la carne de la vaca muerta... Cosas que me relata mi madre de sus recuerdos de niña en este pequeño rincón de León, no hace tanto tiempo, cuando los Beatles tocaban en los garitos de Hamburgo.

    Hace 4 años 8 meses

  2. c

    se ha llegado a + qe a perder la solidaridad , el concepto de lo comun y lo nº respecto a recursos naturales, pqe se ha llegado a la hipercompetitividad deshumanizada incluso en el deporte , Ns lo quitaron to cn violencia y ns lo revenden ca vez mas caro desp d explotarnos ca vez mas bs intentan convencer y engañar qe incluso el agua debe privatizarse

    Hace 4 años 8 meses

  3. tomas

    La sociedad feudal no es un buen ejemplo de sociedad comunal. la cosa se estropeó mucho antes, cuando dejamos de ser cazadores recolectores y nos convertimos en agricultores. The Worst Mistake in the History of the Human Race http://www.ditext.com/diamond/mistake.html

    Hace 4 años 8 meses

  4. La verdad ya está escrita desde mucho antes de que tu fueras un cigoto

    "La solidaridad también tenía sus mecanismos bien definidos. Es conocido como se permitía, sin cárceles y sin multas, todo tipo de espigueo, racimeo o rebusca para entrar en fincas particulares a recoger los frutos abandonados una vez finalizadas las cosechas. También es muy inspirador como se apoyaban cuando, por ejemplo, una res de trabajo sufría un accidente fatal. Una vez sacrificada, la carne era comprada por todos los vecinos de manera que el vecino afectado recuperaba una parte del precio como ahora haría una compañía de seguros. Pero sin peritos de por medio. En Euskal Herria, se llama bildotx-lorra a la costumbre de regalar cada pastor una oveja a aquel otro pastor de la vecindad que por alguna razón hubiera perdido el rebaño." Todo eso se puede hacer pero no en capitalismo. El capitalista no gusta de ser un igual en derechos y responsabilidades. Se hartaría muy rápido de lavar los 24 retretes de una de "sus" mansiones. No está el tiempo de vida a precio de saldo como para andar desperdiciándolo en limpiar "Rocas"

    Hace 4 años 8 meses

  5. Endrentate a "la Historia" que jamas escribiran los historiadores

    "donde sin mediación del dinero, para tareas como las siegas o las vendimias los vecinos colaboraban hoy por ti, mañana por mí." Si lo intentas ahora sin dinero, vienen unos señores que te tratan de "caballero" y te exigen que ceses tu actividad capitalista por situarse fuera del marco legal impuesto tiempo ha. Todo legitimìsimo... Y es que no pueden consentir que no quieras participar de la reactivación de la economía... Se deberá abordar antes que después el problema de la economía del Capital, del esclavismo. Y con ello las relaciones humanas deberán ser transformadas, incluidos equilibrios de poder, influencia y control. Dudo que "las manos que mecen la cuna" de la humanidad tengan en tan alta estima la verdad o la bondad.

    Hace 4 años 8 meses

  6. La espera invisible

    El concepto solidaridad se usa con mucha ligereza, dado que la sociedad actual le otorga poco valor. Y escasa es su profunda comprensión. Solidaridad no implica intercambio comercial como amor no implica finalidad económica individual. Es importante matizar y comprender este complejo estado mental y sentimiento. Así como las percepciones que surgen del individuo respecto a lo que concierne al medio social cuando la solidaridad es ejercida, transformándolo hacia un mejor ser. Permitiendo el verdadero progreso y desarrollo humano. Es importante profundizar por multitud de razones, entre otras, porque la manipulación (el manipulador) siempre acecha, en busca de la defensa de su cobardía e interés personal en contraposición al interés común. No hay interés común si una de las partes no lo quiere. Para que haya interés común, las partes deben dejar de serlo. ¿En qué sentido? No es literal ni es un sentido material. Es mucho más sutil. Y uno deja de comprenderlo y deja de percibir esas cuestiones debido a su sutileza cuando ejerce el Capital. El Capital es un mecanismo impositivo e injusto de dominación.

    Hace 4 años 8 meses

  7. David Segarra

    Excelente texto. Sólo una puntualización histórica: el origen de Montfalcó Murallat es árabe andalusí. Recordar que la mayoría de las comunidades rurales del Xarq Al Andalus se organizaban en Alquerías, pequeñas aldeas de masías autogestionadas y autosuficientes. Según sus leyes el agua era considerada sagrada, la tierra era familiar y gran parte de los trabajos se hacían en base al Tornallom comunal. Estaba prohibido el maltrato de animales y la caza por deporte. Y uno de sus principios sagrados era: "La tierra es tu madre, cuida por tanto a tu madre". Después del inicio de los ataques de los conquistadores los propios payeses andalusíes empezaron a construir fortificaciones en las zonas de frontera de Aragón, Cataluña y el País Valenciano. Con el objetivo de proteger sus rebaños, cosechas y personas de los ataques de los ejércitos feudales católicos. En nuestro pasado rural tenemos muchas semillas enterradas. Abrazos. https://www.descobrir.cat/ca/galeria/llegendes-de-la-segarra-105/7275 http://campaners.com/php/campanar.php?numer=8110 http://www.lasegarra.org/Terra-de-Castells-491.html

    Hace 4 años 8 meses

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