1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Análisis

¿Estamos a las puertas de una nueva recesión?

Para que la actual desaceleración económica se transforme en otra crisis sería necesaria la inacción de las instituciones europeas y la persistencia de políticas económicas erradas

Gabriel Flores (La paradoja de Kaldor) 19/11/2019

<p>Manifestación contra los recortes, en julio de 2012. </p>

Manifestación contra los recortes, en julio de 2012. 

Flickr

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

En las últimas semanas han sido muchos los artículos y declaraciones que dan por hecha una nueva y próxima recesión económica global. Han abundado esos malos augurios en una campaña electoral particularmente tóxica, que facilitó la utilización de todos los argumentos a mano, más o menos razonables o fantasiosos, y demasiadas mentiras para conseguir votos. 

El miedo a una nueva crisis económica podía convertirse en un excelente factor de movilización electoral. Y por eso hemos asistido a una utilización política de ese nuevo fantasma de la recesión, sin que los partidos en liza hicieran el mínimo esfuerzo por aportar alguna luz al necesario debate sobre su probabilidad. El presagio de la nueva recesión se ha utilizado de múltiples formas, para denunciar el veto del poder económico a un gobierno socialista que incluyera algunos ministros de UP; para explicar la persistencia del independentismo catalán en la vía unilateralista con objeto de escapar de la depresión económica en la que puede instalarse España, o para justificar que Sánchez no mantuviera la oferta de gobierno de coalición con UP. Puro fuego de artificio justificativo que ahorra la molestia de pensar, precisar y argumentar los análisis. Más aún tras conocer el preacuerdo de coalición recién firmado por Iglesias y Sánchez que desmonta de un manotazo todas esas creencias.

los datos disponibles no nos autorizan a decir que la próxima recesión está a la vuelta de la esquina

También la mayoría de los economistas han contribuido a la confusión reinante, sin guardar las debidas distancias respecto a una recesión que, siendo posible, dista mucho de ser una realidad ineludible en un futuro próximo y predecible. De hecho, varios economistas ya han anunciado en distintas ocasiones en los últimos cinco años, es decir, en plena recuperación del crecimiento económico, la próxima recesión. Aclaremos las cosas, el conocimiento económico nada tiene que ver con la adivinación de crisis o recesiones. Si fuera por eso, habría que tirarlo a la basura. Un solo dato, pero muy contundente: durante la Gran Recesión (en los años 2008 y 2009) ninguna de las 62 recesiones que se produjeron en el mundo había sido prevista en septiembre del año anterior por economistas o empresas dedicados profesionalmente a la prospección económica (Ahir y Loungani, 2014). ¡Ninguna! 

Estamos seguros de que habrá una nueva recesión del mismo modo que sabemos que todos los seres humanos tienen como destino inevitable la muerte, pero los datos disponibles no nos autorizan a decir que la próxima recesión está a la vuelta de la esquina.

Antes de entrar en la crítica a los anuncios de una cercana recesión, me gustaría hacer una puntualización a propósito del dudoso interés que ha tenido hinchar más allá de lo razonable su probabilidad durante la campaña electoral: no creo que atizar el miedo a la recesión haya ayudado mucho a los intereses electorales de los partidos ni que pudiera conceder más ventajas a unos que a otros. Más que nada, porque casi todos tenían argumentos convincentes para llevar ese miedo al terreno de sus intereses particulares.

En el ámbito de las fuerzas progresistas, el PSOE ha ofrecido su mayor capacidad para aportar estabilidad política y lograr amplios acuerdos, tanto con su izquierda como a su derecha; Unidas Podemos, su compromiso con los de abajo en la tarea de rescatar y proteger a los sectores con mayores riesgos de pobreza, precariedad y exclusión social y lograr una distribución más equitativa de los costes de otra recesión; y Más País, garantías de hacer lo imposible para asegurar que sus votos facilitarían la formación de un gobierno progresista y unas instituciones más preocupadas con la suerte y la protección de la mayoría social.

También en la derecha, el PP ofrecía su experiencia de gestión de la Gran Recesión, apuntándose el mérito de una etapa prolongada de crecimiento económico desde el cuarto trimestre de 2013 hasta la moción de censura que desalojó de La Moncloa a Rajoy. Con el valor añadido de la continuidad de ese relativamente fuerte crecimiento económico tras la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno en junio de 2018, en unas condiciones particularmente difíciles: comienzo de la desaceleración económica, imposibilidad de aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado, dos crispados procesos electorales, la sentencia del Tribunal Supremo condenando a duras penas a los líderes catalanes presos, la reacción del movimiento independentista en Catalunya o la exhumación del dictador.

He dicho todos los partidos, pero ni C’s ni Vox se han mostrado especialmente preocupados por la contingencia de una nueva recesión. El primero, C’s, porque tiene una receta universal para cualquier situación, país y problema económico: bajar impuestos, desregular, privatizar, aislar a los sindicatos, etc. El segundo, Vox, porque no quiere perder el tiempo en algo tan nimio como una recesión económica, cuando lo que está en juego es España y sus símbolos eternos, los del franquismo. A ambos partidos, C’s y Vox, les ha bastado con impostar la voz al decir España y confiar en que la bandera permitiría camuflar y vender la deteriorada ideología y las recetas neoliberales que ambos comparten. Uno se ha ido al garete, el otro ha duplicado sus escaños.

Visto lo visto en los resultados electorales del 10-N, parece que los temas sociales de mayor preocupación (el paro, el empleo precario, las pensiones, el alza de los alquileres, la desigualdad de rentas o el cambio climático) fueron parcialmente desplazados por una guerra de banderas que pusieron en el primer plano del debate político y del interés de la opinión pública las identidades nacionales y su reforzamiento, tanto por parte del nacionalismo español excluyente como del independentismo catalán unilateralista. 

Más allá del lógico juego de las disputas políticas, los datos y las previsiones señalan que no hay recesión a la vista y que lo que se está produciendo desde hace algo más de un año es una significativa desaceleración económica que continuará en los próximos dos años. No es probable a corto plazo un nuevo periodo de decrecimiento del producto y el empleo. Por mucho que los factores que pueden alumbrar la nueva recesión sean muchos, los instrumentos de política económica disponibles para combatirla sean débiles y la propia creencia de una nueva recesión en Europa por parte de la opinión pública y de inversores y mercados pueden estar cambiando los comportamientos de los agentes económicos hasta el punto de convertirla en una profecía autocumplida.

Todas las previsiones señalan lo mismo: las economías mundial, europea y española están en evidente desaceleración, pero no indican una recesión en 2020 ni en 2021. Por ejemplo, los últimos datos que aparecen en las previsiones de otoño de la Comisión Europea, dadas a conocer el pasado 7 de noviembre. O, en EE.UU., el Survey of Professional Forecasters del tercer trimestre de 2019 que elabora la Federal Reserve Bank of Philadelphia. Pero, de igual manera que el conocimiento económico no puede prever recesiones, tampoco puede descartarlas. Los factores de riesgo están ahí, siguen engordando incertidumbres y pueden desencadenar una nueva recesión imprevista a corto plazo.

El crecimiento, por sí solo, no es una solución a los graves problemas estructurales que sufre la economía española

Por otro lado, el hincapié en la probabilidad de una próxima recesión contribuye a dejar en la penumbra un hecho muy relevante: el notable crecimiento de la economía española en los últimos cinco años ha incrementado los trabajadores pobres y las bolsas de pobreza y exclusión social, los empleos precarios, la polarización del mercado laboral y la intensificación de las desigualdades de renta. Y, tanto o más importante, ese crecimiento sigue consolidando estructuras y especializaciones productivas que requieren del empleo precario sin derechos laborales, los bajos salarios, un sistema fiscal excesivamente amigable con los beneficios empresariales y altas tasas de desempleo.

El crecimiento, por sí solo, no es una solución a los graves problemas estructurales que sufre la economía española y que impactan en la ciudadanía. Del mismo modo que un crecimiento relativamente fuerte no ha implicado mayor bienestar, reducción de la desigualdad de rentas y patrimonios o más peso del empleo decente, tampoco la desaceleración del crecimiento implica lo contrario.

Con recesión o con crecimiento económico es posible (y necesario para la mayoría social) aplicar programas económicos progresistas que tengan como objetivos centrales el rescate social, el impulso de la transición ecológica, el desarrollo de políticas inspiradas por los principios de solidaridad y cohesión social o la promoción de un cambio estructural modernizador. Que haya crecimiento económico no suple ni excluye esas tareas. Que haya recesión no las impide, sólo las hace más difíciles. 

La recesión es una amenaza que se puede evitar en 2020 y 2021

Que existan muchos factores de recesión supone una amenaza cierta, pero no certifica que sea ineludible. Que haya recesión no supone un impedimento absoluto para hacer las reformas económicas que son necesarias. Que haya crecimiento no reduce la necesidad de hacer las políticas económicas y reformas progresistas viables.   

Las economías española y europea se han instalado de forma duradera en una situación de crecimiento débil sin recesión, con una inflación anémica que provoca tasas de interés a largo plazo muy bajas.

Creo que a menudo se confunden los muchos factores de crisis que están presentes, de naturaleza política, institucional, económica y geoestratégica, sean específicos de España y Europa o tengan un carácter general, con la propia crisis; como si la existencia de esos factores condujera automáticamente a la recesión o impidiera la acción política de los Estados para evitarla, cuando aparece como riesgo, o para afrontarla, cuando se produce. Hay que recordar que, a partir de 2018, cuando se hace visible la desaceleración económica, los países de la OCDE han reaccionado aumentando sus déficits públicos, que ya están cerca del 4% del PIB, y su deuda pública, que también experimentó un pequeño crecimiento, situándose por encima del 115% del PIB.

Si la desaceleración continúa o se agrava, nada impide una utilización más intensa del quantitative easing o que el mantenimiento de tasas de interés muy débiles se acompañe de una política presupuestaria más expansiva. Hay margen político para ello (el margen económico es más discutible y habría que analizarlo país por país) y se utilizará, porque la aversión de los gobiernos y de las opiniones públicas a una nueva recesión será determinante.

Hay que tener en cuenta, además, que entre las preocupaciones de la opinión pública hay dos, relacionadas con la reducción de las desigualdades económicas y la lucha contra el cambio climático, que pueden tener un notable recorrido y suponer una gran presión sobre los gobiernos de los Estados miembros y las instituciones comunitarias para que promuevan más inversiones públicas eficaces, medidas contra el cambio climático y políticas favorables a los sectores sociales empobrecidos, las clases medias que han sufrido un deterioro importante de sus condiciones de vida o jóvenes que tienen grandes dificultades para encontrar empleos decentes. Políticas que pueden suponer un importante factor de reactivación, modernización productiva y sobriedad en el consumo que permitirían compaginar la lucha contra la recesión y una mayor atención a la cohesión social, el bienestar de la mayoría y los cuidados al planeta. 

A menudo, en las declaraciones de los líderes políticos se amalgaman la desaceleración del crecimiento con un impreciso concepto de crisis económica o con una delimitada cuantificación de la recesión (dos trimestres seguidos de crecimiento negativo), a pesar de sus importantes diferencias y muy distintos impactos y terapias de política económica para afrontarlos. A lo que buena parte de los líderes políticos de izquierdas añaden confusión entre el contradictorio y desequilibrado despliegue del capitalismo, que produce inevitables crisis cíclicas y estructurales inherentes al propio avance y lógica de acumulación del capital, y su supuesta incapacidad para impulsar el crecimiento económico o permitir la mejora del bienestar de la mayoría social. La condena moral o ideológica del sistema capitalista no nos puede cerrar los ojos ante su plasticidad para el cambio, resistencia frente a situaciones de crisis o potencia para generar crecimiento. Vitalidad demostrada con creces a lo largo de los dos últimos siglos, en los que el capitalismo ha sido el sistema económico dominante y ha tenido la capacidad de transmutarse en varias ocasiones, concretarse en muchos modelos diferentes y convivir con distintos regímenes políticos, sistemas de regulación, intervención pública o prioridades cambiantes de la ciudadanía.  

Las causas de la actual desaceleración de la economía mundial son conocidas. El factor que se menciona con más frecuencia es el frenazo del comercio mundial, vinculado a las tensiones comerciales y arancelarias entre China y Estados Unidos, a la crisis del modelo de globalización neoliberal al que EE.UU. pretende despojar de instancias multilaterales de arbitraje y regulación de los conflictos, al crecimiento de los partidos políticos proteccionistas y neosoberanistas y, aunque no se mencione tanto, al cambio del modelo de crecimiento de China, menos sustentado en el comercio exterior y más dependiente de la evolución de la demanda interna, que está suponiendo un retroceso de sus importaciones y una reducción significativa de la tasa de crecimiento del producto. Hay también un segundo factor importante, el vuelco de la economía mundial hacia una economía de servicios con un peso menguante de la industria manufacturera y los impactos añadidos del declive de viejas industrias (automoción, químicas, bienes de equipo o energéticas) a las que las previsiones de una regulación más fuerte, que haga posible un mayor acercamiento con los compromisos internacionales de reducción de las emisiones de CO₂, lleva a la congelación de los planes de expansión e inversión productiva de las empresas.

Garantizar la solvencia de los deudores no permite impulsar el progreso técnico y la productividad global, que son las únicas herramientas para superar una situación de débil crecimiento potencial a largo plazo

Estas son las razones que explican que sean los países con un mayor peso del sector industrial y más dependientes en su crecimiento de las exportaciones a China, como es el caso de Alemania, los que sufren con mayor intensidad esa desaceleración y los que, de entrada, están más expuestos a la recesión. Pero que nadie lo dude, si Alemania se acerca más a una situación de recesión, utilizará en mayor medida que hasta ahora su amplio margen para desarrollar políticas presupuestarias expansivas para impedirla. La aversión a la recesión por parte de la opinión pública es generalizada y ya ha hecho que tanto Francia como Italia hayan utilizado en 2019 la política presupuestaria para impedir una mayor reducción de su crecimiento, por mucho que sus márgenes de acción presupuestaria sean mucho menores y, en el caso de Italia, prácticamente inexistentes. 

Las políticas monetarias muy expansionistas que practican los Bancos Centrales de los países capitalistas desarrollados han demostrado su capacidad para garantizar la solvencia de los deudores, sean Estados, empresas o familias, gracias a los bajos tipos de interés y a la reducción sustancial de los gastos por intereses. Es muy improbable, por tanto, que se produzcan en los próximos dos años nuevas crisis de deuda o insolvencia. Pero esas bajas tasas de interés sirven para eso, no para impulsar la demanda de los hogares, porque la incertidumbre hace que aumenten sus tasas de ahorro, ni la inversión de las empresas, porque el mínimo crecimiento de la demanda interna (causado por las políticas de devaluación salarial y consolidación fiscal) y del comercio mundial no facilitan la aprobación de nuevos planes de inversión productiva.

Es verdad que las políticas monetarias expansionistas están generando graves problemas económicos que deben ser atajados, como nuevas burbujas especulativas (especialmente en el sector inmobiliario, tanto en los alquileres como en el precio de la vivienda), una utilización improductiva e ineficiente del ahorro o un bloqueo de la intermediación financiera que realiza el sistema bancario, con el consiguiente impacto negativo sobre las cuentas de resultados de los bancos. Garantizar la solvencia de los agentes económicos deudores, siendo muy importante, no permite impulsar el progreso técnico y la productividad global de los factores productivos, que son las únicas herramientas para superar una situación de débil crecimiento potencial a largo plazo. Para impulsar ese crecimiento potencial y hacer posible la creación de empleos de calidad es imprescindible invertir en la mejora de la educación, las competencias de la población activa y la modernización de capital. Sólo de ese modo será posible impulsar un cambio en las estructuras y especializaciones productivas y escalar la gama de la oferta. ¿Qué se ha hecho en los últimos 10 años al respecto? Nada. Tampoco durante el relativamente fuerte crecimiento económico de los últimos cinco años.

Ni siquiera la depreciación del euro que provocan las bajas tasas de interés tiene efectos positivos sobre la demanda exterior, ya que el abaratamiento de las exportaciones se compensa con la degradación de los términos de intercambio que supone el encarecimiento de las importaciones.

Otro factor que influye en la reducción de las probabilidades de una nueva recesión es la buena situación económica y financiera de las empresas, que presentan tasas de rentabilidad económica situadas en máximos históricos y han aprovechado la mejoría de sus beneficios para reducir su endeudamiento. Sí, esa mejor situación de las empresas se ha conseguido gracias a las políticas de austeridad y devaluación salarial y a la intensificación de las reformas estructurales o desreguladoras del mercado laboral que han debilitado a los sindicatos y la capacidad de reacción de las clases trabajadoras y han propiciado una distribución muy desequilibrada de la renta en contra de los asalariados y la proliferación del empleo precario, lo que supone un nuevo obstáculo a la expansión del consumo de los hogares que abocan a un crecimiento muy modesto. Pero la mayor solvencia y rentabilidad de las empresas permite comprender por qué una nueva recesión es improbable y explica la adhesión de las patronales, el poder económico y una parte significativa de la sociedad a las políticas neoliberales y a la estrategia de salida de la crisis que propugna Bruselas.     

El marco normativo e institucional comunitario y, especialmente, las reglas presupuestarias (los arbitrarios límites fijados al déficit y la deuda públicos o los ritmos de reducción de un indicador tan inasible como el del déficit público estructural) siguen impidiendo complementar los estímulos monetarios con políticas presupuestarias expansionistas. O, peor aún, siguen tratando de igual manera el gasto público que no genera futuras rentas y la inversión pública que permite aumentar el crecimiento potencial. Pero esa restricción ha sido perfectamente salvable en 2019 por países con suficiente peso económico y político, como Francia o Italia. Ante una nueva amenaza inminente de recesión, esta vez, muy probablemente, se relajarían las reglas comunitarias para permitir su rápida superación. El problema es si las fuerzas progresistas y los países del sur de la eurozona tienen capacidad para que esas reglas se modifiquen antes y conseguir que la UE se ponga como tarea inmediata la necesidad de impulsar un plan europeo de inversiones con suficiente financiación comunitaria centrado en la modernización productiva, el crecimiento de la productividad global de los factores y la descarbonización de la economía.

A los factores de riesgo de recesión de naturaleza económica, financiera y comercial hay que añadir la crisis de representación política que vive nuestro país, el ascenso de fuerzas neosoberanistas de extrema derecha en la mayoría de los Estados miembros de la UE, el bloqueo de las reformas institucionales que son necesarias para que la eurozona mejore su funcionamiento y las tensiones geopolíticas que tienen su epicentro en Oriente Medio y en el fracaso y la conflictiva sustitución del modelo de globalización neoliberal por la intentona de Estados Unidos de reconstruir un nuevo poder imperial que le permita imponer sus criterios e intereses a sus competidores sin mecanismo multilaterales de regulación, control y arbitraje.  

se estima que un aumento del precio del petróleo de 10 dólares el barril supone una reducción del crecimiento del 0,3%

La crisis y la violencia en Oriente Medio impiden, además, ofrecer una cierta estabilidad al precio del petróleo, que según previsiones de la Agencia Internacional de la Energía podría reducirse en 2020 a los 50 dólares el barril de Brent, si no hay crisis geopolítica y continúa la desaceleración del crecimiento mundial, o aumentar hasta los 120 dólares, si se intensifican los ataques contra las instalaciones petrolíferas. Lo que podría suponer una importante reducción del crecimiento económico en la eurozona, ya que se estima que un aumento del precio del petróleo de 10 dólares el barril supone una reducción del crecimiento del 0,3%.

Un último comentario sobre el papel clave que puede jugar la UE. Para que la actual desaceleración económica se transforme en recesión sería necesaria la inacción de las instituciones europeas y la persistencia de políticas económicas erradas. Si se quiere impedir que los múltiples factores de riesgo de recesión se desarrollen, sería más que conveniente el concurso de las instituciones comunitarias para recuperar el proyecto de unidad europea y la confianza de la ciudadanía en una Europa abierta, solidaria e inclusiva. Se puede conseguir. Bastaría con rescatar y concretar los principios comunitarios de solidaridad y cohesión económica, social y territorial y aumentar la financiación de inversiones modernizadoras de estructuras y especializaciones productivas compatibles con la transición ecológica y una mayor autonomía energética respecto al petróleo que permitan intensificar la lucha contra el cambio climático y cumplir los objetivos de reducción de las emisiones de CO₂.

Para escapar del débil crecimiento potencial a largo plazo y, de paso, hacer más improbable la recesión, la UE debería contar con un presupuesto mayor y aumentar la inversión en educación, competencias de la población activa, investigación y modernización productiva. Nada de eso se hizo tras el estallido de la crisis global en 2008 y nada de eso se ha hecho durante la larga fase de crecimiento económico iniciado en 2014. Nada o, peor aún, se promovió de forma indirecta la reducción de la inversión pública de los Estados miembros. Las instituciones europeas no pueden seguir confundiendo y tratando por igual el gasto público y la inversión pública modernizadora capaz de aumentar la productividad global de los factores productivo y mejorar la gama de la oferta productiva. No tiene ningún sentido contribuir a mantener el bajo crecimiento actual y aumentar los riesgos de recesión con una política de consolidación presupuestaria que reduce la inversión pública y nos atornilla a una estructura productiva y a un modelo de crecimiento que requieren y multiplican los empleos temporales y precarios y fortalecen unas especializaciones productivas basadas en los servicios a las personas de bajo valor añadido.

Europa es parte de la solución posible, tanto en relación a los problemas que genera la desaceleración del crecimiento como a los peligros de una nueva recesión. Siempre que se hagan las reformas institucionales y el cambio de políticas económicas que están en la raíz del mal funcionamiento del mercado único, la fragmentación del mercado financiero comunitario, las divergencias productivas y de rentas entre los Estado miembros y la expansión de los partidos de extrema derecha neosoberanistas, xenófobos y antieuropeístas.  

-----------------

Gabriel Flores es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la UCM. Especialista en las economías de Europa Central. Miembro de La paradoja de Kaldor.

 

Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Gabriel Flores (La paradoja de Kaldor)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

6 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. La riqueza no es un espectro

    La fábula de los ricos es muy graciosa, pero evidentemente la moraleja es falsa. Si obtenemos los datos directos del ingreso tributario español (y Europeo), resulta que el 80% de las contribuciones proceden de las rentas de trabajo por cuenta ajena, lo cual queda ligeramente por detrás del porcentaje del tejido productivo que forma el asalariado, es decir, el trabajador normal Eso desmiente que los ricos sostengan el estado de bienestar, además sus ingresos son mucho más elevados que sus pagos proporcionales en el conjunto cuantitativo recaudador. Por último La riqueza no aparece sin valor que le aporte una capacidad de cambio ventajosa en la transacción a dinero prima. El grueso de los obreros en su sentido amplio, crean el valor de las mercancías y servicios para su uso comercial. Las teorías impositivas solo regrsan una parte de la plusvalía que el trabajo humano procura al capital, por tanto, son los liberales y patronos los que tienen el dinero de los demás

    Hace 4 años 4 meses

  2. Juan

    Vamos a una crisis de cabeza. No tenemos dinero, estábamos saliendo pero con las nuevas políticas de subidas de impuestos y de espantar a cualquier persona que quiera invertir en algo en este país, es evidente que vamos de cabeza al hoyo. pensionistas subiendo, parados subiendo, inmigrantes subiendo y cotizantes bajando, simplemente porque trabajar para pagar impuestos ( algo que el coletas no sabe lo que es) no le gusta a nadie sobre todo cuando un elevado porcentaje de tus conciudadanos viven de tu trabajo. En fin, esto es lo que ha querido el pais.

    Hace 4 años 4 meses

  3. brezo

    Anda que casualidad!! yo también me sé la hª de esos diez amigos,- pero la que me contaba mi abuelo no terminaba así. En ella resulta que uno de los que mandaba de verdad en el chiringuito, y que era nuevo, tenía unos colegas que conocían del derecho y del revés la empresa del amigo rico y sabía que los cuatro amigos que ni siquiera podían pagarse una caña trabajaban como falsos autónomos para el rico, sin paro, sin vacaciones,….., que los números 5,6 y 7 eran mujeres, y si en sus contratos ponía media jornada como ayudante de…. y auxiliar de… la realidad era 10 horas todos los días, el sueldo mínimo y si cogían una baja las despedía; y sabe que el 8 quiere ser el rico y el 9 es hijo de un político de la diputación con el que el 10 ha hecho negocios que benefician a los dos. Y estando así las cosas, el nuevo dueño del local explicó al amigo rico que para evitar que sus amigos le tuvieran que dar una paliza por presumir de una riqueza conseguida robándoles y aprovechándose de ellos, y además humillarles ,lo mejor era que empezase a cumplir la ley y les devolviese todo lo que había robado. Después de hacer eso, si quería, podía irse a otro bar. Mi abuelo diría que mejor, que cuantos menos bultos más claridad. Salud.

    Hace 4 años 4 meses

  4. sdfsdffsd

    recordemos como el pryecto castor ha arruiando españa y que los culpabres estan ahora d eministras

    Hace 4 años 4 meses

  5. los ricos no pagan impuestos

    Algo tan sencillo como tomarse una caña con los amigos puede darnos toda una lección de vida. No se pierda la siguiente reflexión sobre el sistema tributario español... Todos los días 10 hombres se reúnen en un bar para charlar y beber cerveza. La cuenta total de los diez hombres es de 100€. Acuerdan pagarla de la manera proporcional en que se pagan los impuestos en la sociedad de un país, con lo que la cosa sería más o menos así, según la escala de riqueza e ingresos de cada uno: · Los primeros 4 hombres (los más pobres) no pagan nada. · El 5º paga 1€. · El 6º paga 3€. · El 7º paga 7€. · El 8º paga 12€. · El 9º paga 18€. · El 10º (el más rico) paga 59€. A partir de entonces, todos se divertían y mantenían este acuerdo entre ellos, hasta que, un día, el dueño del bar les metió en un problema: "Ya que ustedes son tan buenos clientes," les dijo, " Les voy a reducir el costo de sus cervezas diarias en 20€. Los tragos desde ahora costarán 80€." El grupo, sin embargo, planteó seguir pagando la cuenta en la misma proporción que lo hacían antes. Los cuatro primeros siguieron bebiendo gratis; la rebaja no les afectaba en absoluto. ¿Pero qué pasaba con los otros seis bebedores, los que realmente abonan la cuenta? ¿Cómo debían repartir los 20€ de rebaja de manera que cada uno recibiese una porción justa? Calcularon que los 20€ divididos en 6 eran 3,33€, pero, si restaban eso de la porción de cada uno, entonces el 5º y 6º hombre estarían cobrando para beber, ya que el 5º pagaba antes 1€ y el 6º 3€. Entonces el barman sugirió una fórmula en función de la riqueza de cada uno, y procedió a calcular la cantidad que cada uno debería pagar. · El 5º bebedor, lo mismo que los cuatro primeros, no pagaría nada: (100% de ahorro). · El 6º pagaría ahora 2€ en lugar de 3€: (ahorro 33% ) · El 7º pagaría 5€ en lugar de 7€: (ahorro 28% ). · El 8º pagaría 9€ en lugar de 12€: (ahorro 25% ). · El 9º pagaría 14€ en lugar de 18€: (ahorro 22% ). · El 10º pagaría 49€ en lugar de 59€:(ahorro 16% ). Cada uno de los seis pagadores estaba ahora en una situación mejor que antes: los primeros cuatros bebedores seguían bebiendo gratis y el quinto también. Pero, una vez fuera del bar, comenzaron a comparar lo que estaban ahorrando. "Yo sólo recibí 1€ de los 20 ahorrados ," dijo el 6º hombre y señaló al 10º bebedor, diciendo " Pero él recibió 9€" "Sí, es correcto ," dijo el 5º hombre. " Yo también sólo ahorré 1€; es injusto que él reciba nueve veces más que yo." "Es verdad ", exclamó el 7º hombre. "¿ Por qué recibe él 9€ de rebaja cuando yo recibo sólo 2€? ¡Los ricos siempre reciben los mayores beneficios!" "¡Un momento !", gritaron los cuatro primeros al mismo tiempo. "¡ Nosotros no hemos recibido nada de nada. El sistema explota a los pobres!" Los nueve hombres rodearon al 10º y le dieron una paliza. La noche siguiente el 10º hombre no acudió a beber, de modo que los nueve se sentaron y bebieron sus cervezas sin él. Pero a la hora de pagar la cuenta descubrieron algo inquietante: Entre todos ellos no juntaban el dinero para pagar ni siquiera LA MITAD de la cuenta. Y así es, amigos y amigas, periodistas y profesores universitarios, gremialistas y asalariados, profesionales y gente de la calle, la manera en que funciona el sistema de impuestos. La gente que paga los impuestos más altos son los que se benefician más de una reducción de impuestos. Póngales impuestos muy altos, atáquenlos por ser ricos, y lo más probable es que no aparezcan nunca más. De hecho, es casi seguro que comenzarán a beber en algún bar en el extranjero donde la atmósfera es algo más amigable. Moraleja: " El problema con el socialismo es que uno termina quedándose sin el dinero de la otra gente". Ya lo dijo Margaret Tatcher: "El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero.... de los demas" Para quienes comprenden, no es necesaria una explicación.

    Hace 4 años 4 meses

  6. dsdsfdfd

    ¿pensais que los que se gastaban el dinero de los parados en cocaina y prostitutas van a devolver algo? amigos socialistas ya podemos decir oficialmete que solis los mayores chorizos de europa lños amyortes alfrones y los mas corruptos y ahora estamos viendo como als televisione os estan lavando la cara

    Hace 4 años 4 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí