1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Análisis

La salvación de los agricultores: pagarles el servicio medioambiental que prestan

En 2007, ya el gobierno de Zapatero legisló el pago por servicios ecológicos a los agricultores. Aquella ley nunca se aplicó

Aníbal Malvar 10/02/2020

<p>Agricultores, intermediarios, especulación </p>

Agricultores, intermediarios, especulación 

Pedripol

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

El campo español ya nunca será rentable, pero sí necesario. Como la sanidad o la educación. Los trabajadores del campo ya no solo serán manos encallecidas y ojos oblicuos de sol hiriente, sino garantes de la sostenibilidad del planeta, héroes de la ecología, guardianes del aire que respiramos. Lo dice con otras palabras Manuel González de Molina, presidente de la Sociedad Española de Historia Agraria: “Tú cultivas la tierra, y a ti te pagan por vender tomates. Pues la idea sería que te paguen por vender tomates, pero que te paguen también por los servicios que tú prestas a la sociedad. Por ejemplo, si tú no utilizas fertilizantes químicos nitrogenados, sino estiércol. Si no contaminas los cursos de agua, el Estado se ahorra la gran cantidad de dinero que se invierte en depurar agua. Otro ejemplo. Estamos hablando de lucha contra el cambio climático y, por tanto, de reducción de las emisiones. El único sector que secuestra carbono, en forma de biomasa producida en los campos y el los bosques, es justamente el de los agricultores. Con una agricultura sostenible el trabajador del campo nos presta ese servicio. Lo mismo que Fulanito de la Industria Tal compra permisos de contaminación, se puede remunerar por parte del Estado el beneficio social que implica el secuestro de determinadas cantidades de carbono”.

Suena a quimera. Un Estado que sostiene una industria deficitaria pagando a los guardianes de la naturaleza. Pero esa quimera ya está legislada. Concretamente, en la Ley 45/2007, de 13 de diciembre, para el desarrollo sostenible del medio rural que aprobó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que nunca fue ejecutada. “Este tema del pago por el servicio medioambiental que prestan los agricultores estaba incluido en aquella Ley del Medio Rural. Incluso se presupuestó en el ejercicio 2009, 15 millones, creo recordar, como partida experimental. Desde entonces, nada”, denuncia González de Molina. “¿Cuánto costaría? No está cuantificado. Pero te aseguro que mucho menos de lo que nos cuesta el desastre climático de seguir así”, apostilla.

Diego Cañamero, ex secretario general del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) de Andalucía y ex portavoz nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), coincide con el catedrático: “La ley no era suficiente, pero no voy a negar que aplicarla sí hubiera solucionado algunas cosas. No se aplicó por una cuestión de voluntad política. Los gobiernos aprueban muchas normativas que después no desarrollan. Recogen votos dictándolas en época electoral, quedan bien, legislan sobre demandas de la sociedad para desmotivarla y desincentivarla, las aprueban y después se quedan ahí, en stand by, muertas. Lo mismo que con la Constitución española, que está escrita pero no aplicada”.

Solo dos de los 26 millones de hectáreas de superficie agrícola de España se trabajan con métodos ecológicos, según el Informe Anual de Indicadores 2018

Aquella ley durmiente desde hace doce años no se limitaba a planificar la transición ecológica del sector agroganadero y forestal. Sus ambiciosos objetivos pasaban también por incentivar una política de repoblación del rural, que incluía planes de integración de la población migrante en los pueblos a resucitar, con el consiguiente esfuerzo económico para dotar de infraestructuras sanitarias, docentes y de comunicaciones a los reasentamientos. También se preveía habilitar planes formativos para los bisoños ecoagricultores 4.0 de ese virtual futuro. Una cascada de ideas que constituían lo más parecido a esa reforma agraria que nunca abordó España, salvo la boicoteada y abortada intentona izquierdista durante la II República. No pocos historiadores focalizan el miedo de los terratenientes y las oligarquías a aquella reforma agraria como uno de los detonantes de nuestra Guerra Civil.

Que todo esto se va a abordar de una forma u otra lo confirma el mejor de los indicadores posibles: el excelente olfato por la pasta que siempre ha distinguido a los grandes explotadores, que no paran de comprar tierra y de adscribirse a la agricultura ecológica con encomiable entusiasmo. Cherchez l´argent. La compra de tierra de estas grandes productoras, muchas veces de titularidad foránea, todavía no es masiva, pero sí muy selectiva. “Están comprando las mejores tierras. No se interesan en Castilla y  León, Jaén y Córdoba, ni en el norte de la provincia de Granada, que ya está completamente desértica. Donde sí se está produciendo el land grabbing (acaparamiento de tierra) es, por ejemplo, en las orillas del Guadalquivir, en los olivares productivos subbéticos, en zonas  donde se puedan producir grandes cantidades y que tienen acceso a agua”, explica el presidente de la Sociedad de Historia Agraria.

De momento, solo dos de los 26 millones de hectáreas de superficie agrícola de España se trabajan con métodos ecológicos, según el Informe Anual de Indicadores 2018 (el más reciente) que publica el Ministerio de Agricultura.

Las 17 hectáreas que posee Vicent Borràs en la huerta valenciana facturan entre 300.000 y 350.000 euros anuales, emplean a cuatro trabajadores fijos y hasta diez en los momentos de gran actividad, y cumplen a rajatabla los requisitos de explotación ecológica que prescriben las normativas española y comunitaria. Este ingeniero agrónomo y empresario agrícola es el vicepresidente segundo de Cerai, una entidad que desarrolla “proyectos de cooperación internacional desde 1996, especializada en desarrollo rural, agrícola y pesquero sostenible, bajo el enfoque de la soberanía alimentaria”, según reza su propia página web.

En la feraz huerta valenciana, diecisiete hectáreas es una superficie considerable, que Borrás dedica al cultivo de albaricoque, melocotón, paraguayo, kiwi, caqui, granado y cítricos exóticos. Recibe ayudas medioambientales por ser agricultor ecológico, aunque no de forma continua, porque sus terrenos padecen el síndrome de las parcelas caprichosamente crecientes y menguantes. El chiste es suyo, pero no es tan chiste. Durante tres años, su solicitud de ayuda fue rechazada porque existían diferencias entre la superficie catastral de su explotación y las mediciones que se comprueban con fotografía aérea para confirmar los requisitos de la ayuda. “Debe ser que a veces el avión vuela más alto y otras más bajo y la foto les sale más grande o más pequeña, porque otra explicación no se me ocurre, porque la tierra es la misma”, se mofa. El caso es que, tras tres años de reclamaciones, acabaron dándole la razón.

– ¿Y cuánto te dieron por esos tres años?

– Ocho mil euros.

– ¿Solo? ¿Eso no es una mierda?

– Claro que es una mierda, pero mejor que nada. 

Borrás se queja de que su caso no es único. Que las trabas burocráticas que se le ponen a los pequeños y medianos agricultores son tan gravosas y plúmbeas que muchos de ellos acaban renunciando a solicitarlas. Otro cantar escucha cuando el solicitante es una gran explotación. Entonces todo son facilidades.

“Las grandes industrias agrarias, en su periodo de bonanza, que viene de hace trece o catorce años para acá, han invertido buena parte de sus beneficios en tierras. Pocas fincas grandes están ya en manos de particulares. No son tontos. Algunos están pensando en producir en ecológico. Yo no les dejaría, pero no les van a poner ningún impedimento. No les dejaría porque no nos van a dejar vivir a los demás. Se van a hacer con todo el mercado. Como tienen el respaldo de un gran capital, venden a pérdida hasta asfixiarte y matarte. Además, ellos trabajan sobre el libro: a ver, ¿qué tengo que hacer yo para ser ecológico? Modifican un par de cosas, dejan de usar fosfatos y herbicidas, pero el sistema de producción no lo han cambiado para nada. Siguen aniquilando las abejas, no dejan una fauna útil en sus terrenos porque no acondicionan espacios para reproducirse y cobijarse, impiden anidar a los pájaros, no permiten a los anfibios reproducirse porque hacen desaparecer las balsas, tampoco mantienen la tierra con una cantidad de materia orgánica suficiente para que vivan los microorganismos que le dan fertilidad y biodiversidad al suelo, no acondicionan hoteles de insectos donde puedan cobijarse en los meses duros de invierno, nidos para los murciélagos. Todas las soluciones que podría aportar la agricultura ecológica, en la agricultura industrial ecológica desaparecen. Todo eso no está exactamente legislado, o está medio legislado, pero no lo cumple nadie”.

– ¿Tú lo cumples?

– Yo lo cumplo.

El reparto de los fondos de la Política Agraria Común europea (PAC) es otro de los grandes mecanismos que favorecen a las grandes explotaciones sobre las de menor dimensión. Un fenómeno que reconoce el propio Parlamento Europeo en su página web, donde atestigua “el reparto desigual de las ayudas directas de la PAC entre las explotaciones: un 78,8 % de los beneficiarios de la PAC de la UE-28 percibieron en 2016 menos de 5.000 euros anuales, con un importe equivalente al 15,6 % del total de las ayudas directas abonadas con cargo al Feaga. En cambio, un porcentaje muy reducido de las explotaciones (121.713 de un total de 6,7 millones, es decir, un 1,81 %) percibe más de 50.000 euros, con una cantidad total equivalente a 12.570 millones de euros (el 14,57 % del total de las ayudas directas abonadas en 2016)”. España es, tras Francia, el segundo máximo receptor de los dineros de la PAC (para crecimiento sostenible, nuestro país recibió, en 2018, 6.300,5 millones de euros, frente a los 5.893 del ejercicio 2017. Los datos exactos del pasado año no se conocerán hasta el otoño).

Las trabas burocráticas que se le ponen a los pequeños y medianos agricultores son tan gravosas que muchos acaban renunciando a solicitarlas. Otro cantar se escucha cuando el solicitante es una gran explotación

Además de un sistema desigual e imperfecto, como incluso reconocen ya los propios expertos de la UE que diseñan un nuevo modelo, países como España no utilizan los mecanismos de corrección sobre su distribución que permite la política común. Lo explica el sindicalista Diego Cañamero: “Los gobiernos europeos pueden hacer, en su normativa interna, y no se lo impide la PAC, que un 30% de las ayudas, las ayudas desacopladas, puedan ir a parar a manos de agricultores que tengan menos de 30 hectáreas. No puede ser que a un agricultor con 12 hectáreas se le dé el mismo dinero por hectárea que a uno que tiene 30.000. Pasa igual que con el olivar, por ejemplo. Todos los pequeños agricultores se quejan de que el aceite está bajando, y nadie denuncia el olivar intensivo. Siembran los olivos como setos, como tomateras o pimientos, y en una hectárea les caben cuatro o cinco mil olivos. Fíjate si será perverso para la naturaleza, que este olivo lo arrancan a los 14 o 15 años, cuando es un árbol milenario. Una hectárea intensiva puede dar 10.000 kilos de aceitunas y una tradicional da 4.000. No puede competir. Eso es lo que está manipulando los precios también, a base de esquilmar la tierra, y está siendo la ruina para el olivar de Jaén, de Córdoba, de Granada. Al olivar intensivo hay que echarle mucho más herbicida, mucho más pesticida, y muchos nutrientes, que eso esquilma la tierra, y mucho más agua, que ya es un bien escaso. Están matando la tierra. El campo necesita una profunda reforma que contestara a esta pregunta: ¿para qué tiene que servir el campo? La tierra no es ninguna mercancía. La tierra no es un televisor, una radio, un frigorífico, un puente. No la ha fabricado nadie, igual que el sol, el agua, las estrellas y las olas del mar. Son dones de la naturaleza que tienen que estar al servicio del ser humano, de los animales, de las plantas. Al servicio de la vida. Y, sin embargo, la tierra se utiliza como una mercancía que se explota, se esquilma, se prostituye.”.

Otro aspecto que se podría corregir es la permisividad de nuestras políticas importadoras de fruta y vegetal en lo referido a las condiciones humanas en las que se extraen. Resulta difícil competir con mercados que ofrecen precios súper competitivos gracias a la explotación de sus trabajadores en condiciones prácticamente esclavas. El agricultor José Ramón Escalona, de la localidad oscense de Chía, es pesimista ante la posibilidad de enfrentar eso: “No se pueden cerrar las fronteras. Sería muy negativo para España. Incluso se podría reducir la entrada de turistas, que es de lo que posiblemente tenga que vivir el país. Yo pienso, al contrario que muchos, que hay que reducir las hectáreas de paca agrícola y el número de cabezas de ganado por explotación. Lo que hay que mejorar son las condiciones, pero para eso habría que apostar por una justicia sin ninguna politización. Al fin y al cabo, la economía es oferta y demanda al mejor precio final”.

Hace una década, González de Molina propuso que los ayuntamientos y otras instituciones cedieran sus bancos de tierra pública para la práctica de la agricultura ecológica a los trabajadores que, con la crisis de la construcción, tuvieron que regresar a los pueblos. Apuntaba la posibilidad de que esa producción fuera adquirida por instituciones públicas (hospitales, colegios, comedores de sedes administrativas…). Hay que tener en cuenta que lo público supone un 8% de la demanda alimentaria total en España. Hoy propone una medida que va un paso más allá: “Tiene sentido esto de la compra pública. Así se hizo en muchos países. Prescribir un porcentaje obligatorio de adquisición de alimentos a agricultores ecológicos, por ejemplo, por parte de la administración pública, sería un alivio para el sector. En muchos sitios ya se han llevado a cabo experiencias semejantes. El gobierno municipal de Roma hacía como tres millones de comidas al día abastecidas por productores de los alrededores. En Londres también se hizo algo parecido. En el Brasil de Lula. Eso, quizá, contribuiría a regular de alguna forma el mercado”. 

El campo español ya nunca será rentable, pero sí necesario. Como la sanidad o la educación. Los trabajadores del campo ya no solo serán manos encallecidas y ojos oblicuos de sol hiriente, sino garantes de la sostenibilidad del planeta, héroes de la ecología, guardianes del aire que respiramos. Lo dice con otras...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Alvar

    Lo correcto sería suvencionar al agricultor y obligarle a producir biologicamente todos sus productos, de esta forma se contribuiría a la salud pública y el dinero que se dedicaría a las suvenciones del campo se ahorrarian en sanidad al tener una ploblación mas saludable, ahoramismo tenemos una sobre produción la cual se tira a la basura casi la midad y la parte que nosotros consummimos esta atiborrada de abomos químicos, fertilizantes, inseticiad, etc..... Asi que mi proposición: es menos produción pero mas saludable sin todos estos venenos causantes d muchisimas enfermedades.

    Hace 4 años 1 mes

  2. Ignatius Reilly

    Con estiércol se contaminan también los acuíferos, por otra parte todo ese co2 que fija la actividad agrícola en esas estupendas coles y tomates etc se convierte en co2 tras la respiración celular que nos mantiene con vida, lo que si que fija co2 en cantidad es dejar de labrar y que se haga madera. Voy a seguir leyendo porque es un tema interesante, pero vale de vender la moto de la agricultura ecológica ya que por muy ecoconsciente que sea el agricultor, su actividad empieza arrasando el ecosistema existente en la zona de cultivo. Mucho menos vender la moto de que la actividad agrícola está en peligro de extinción porque los terratenientes han visto en el horizonte una reforma laboral con ánimo de justicia social. Que gusto da ver a unos manifestantes tan rollizos, sin duda están bien alimentados. Atrás quedaron ya esos días de manifestantes anoréxicos pidiendo pan. España va bien. La tierra está mal repartida, la mayoría de los terratenientes no han abierto un libro de edafología en su vida, pero todos han oído hablar de algún producto milagroso de la bayer que hace cebada de la tierra yerma. Todo bien mientras el cáncer lo tengan los demás.

    Hace 4 años 2 meses

  3. miguel strogonof

    POR LO VISTO ES QUE A LA PATRONAL DEL CAMPO LE MOLESTA QUE LOS BRACEROS QUIERAN COMER TRES VECES AL DIA Y SE QUEJAN DE LA SUBIDA DEL SALARIO MINIMO Y APROVECHAN EL RECURRENTE TEMA DE LAS COMERCIALIZADORAS QUE DESDE QUE TENGO USO DE RAZON VIENE SIENDO UN PROBLEMA, SEGUN LOS AGRICULOTRES, PARA CARGAR CONTRA ESTE GOBIERNO, PORQUE LA VERDAD ES SIEMPRE ESTA, LAS COMERICALIZADORAS QUE SIEMPRE ESTAN AHÍ CON SUS DUDOSAS PRACTICAS COMERCIALES, SOLO REPRESENTAN UN PROBLEMA PARA EL CAMPESINO, CUANDO GOBIERNA LA IZQUIERDA. ACUERDENSE DE LAS MANIFESTACIONES CONTRA ZAPATERO POR EL MISMO RECURRENTE PROBLEMA. AHORA SE AÑADE LA SUBIDA DEL SALARIO MINIMO QUE NO LES GUSTA NI PUN PELO AL PATRON NI A SU JEFE EL PPCIUDADANOSVOX

    Hace 4 años 2 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí