1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

El balón y la pluma

La literatura de la pelota de Santoro

El poeta creía que tanto el fútbol como la lírica debían servir para cambiar las cosas. El 1 de junio de 1978, tres jóvenes armados lo sacaron a punta de pistola del trabajo y lo montaron en un auto. Nunca más se volvió a saber nada de él

Miguel Ángel Ortiz Olivera 9/07/2020

<p>Pintada con la cara de Roberto Jorge Santoro en Buenos Aires.</p>

Pintada con la cara de Roberto Jorge Santoro en Buenos Aires.

Razón y revolución / Facebook

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y aquella apareció, precisamente, para reivindicar las más hermosas que había escrito el poeta Roberto José Santoro. En la imagen, o más bien en el grafiti, aparecía aquella palabra, POETA, en la frente de Santoro. Los grafiteros habían tomado como modelo una imagen del poeta que, con el paso de los años, se había hecho icónica: Roberto Jorge Santoro pidió que le tatuaran su oficio en la frente, se calzó su mítica gorra, se acicaló el frondoso bigote y miró a la cámara desde lo más profundo de sus ojos oscuros. “Dispará”, dijo. Y así pasó la historia.

Cuando, en 2017, se acercaba la fecha del cuarenta aniversario de su desaparición, el barrio bonaerense de Chacarita, donde se formó como hombre y poeta, apareció salpicado de estos grafitis. No fue el único tributo. La mañana del 3 de junio, familiares, amigos y asociaciones de vecinos colocaron una placa en el número 568 de la calle Fraga, frente a la casa donde había vivido desde los cuatro años. El texto de aquella placa sonaba como un poema, críptico y macabro, que resumía su trágico final. Y que, como los poemas que tanto le gustaban a Santoro, señalaba a los culpables sin miedo ni rubor: Aquí vivió Roberto Jorge Santoro/ Militante popular/ detenido desaparecido/ por el terrorismo de estado/ 01/06/1977/ Memoria y justicia.

Un poco más abajo, en la placita donde la calle Fraga se cruza con la avenida Forest y Teodoro García, otra placa recuerda, desde hace dos décadas, la figura de Santoro. Quizás, que unos niños corran libremente detrás de una pelota en su plaza sea el mejor homenaje para Santoro. Al fin y al cabo, así había cantado la poesía del fútbol: con la pasión encendida de un niño.

Literatura de la pelota

Roberto Jorge Santoro dedicó varios años de su vida a buscar textos literarios que mostrasen la poesía del fútbol. Rastreó en librerías de viejo. Husmeó en las estanterías más olvidadas de muchas bibliotecas. Rebuscó en hemerotecas. Revisó incontables periódicos amarillentos, centenares de revistas ajadas y decenas polvorientos archivos. Pateó calles, barrios, pueblos enteros. Derrochó horas buscando un teléfono en la guía. Malgastó días tras un dato, una pista, un hilo del que tirar. Y recorrió todas las tribunas: allí se componían poemas cada jornada. Durante varios años, Santoro dedicó, cada día, una media de quince horas a su búsqueda titánica. A su pasión desmedida. A su locura.

Y al fin, en 1971, se autopublicó Literatura de la pelota en su propio sello editorial, Papeles de Buenos Aires. Así era él: no le valía con escribirlo, si no que aprendió el oficio de la impresión para dar a luz el libro con sus propias manos. En el puesto del mercado donde trabajaba para ganarse el pan, embaucaba a las clientas habituales con unos bonos para financiar la publicación del libro. “Vos me lo pagás ahorita”, les decía, “y confiá en mí, que te prometo el primer ejemplar y firmado por el autor”. Junto a su palabra, Santoro les entregaba un poema como resguardo: “Igualito al basurero/ que llaman recolector/ vestido de pordiosero/ yo le mangueo a ustedes un favor”.

Por las páginas del libro desfilaban autores consagrados como Horacio Quiroga, Borges, Sabato o Roberto Arlt, pero también muchos otros prácticamente desconocidos

En la presentación de Literatura de la pelota, dijo sentir una alegría redonda y perfecta como una pelota. Y les dijo a los asistentes: “A ustedes, les agradezco por el libro que espero que me compren para poder pagarle al imprentero que me está siguiendo por toda la cancha”. Después explicó que, con el libro, quería demostrar que existía una larga tradición de escritores que le habían cantado al balón. Comentó el arduo proceso de búsqueda y aseguró que, con el trabajo ya realizado, le alentaba la esperanza de que su recopilación funcionase como el saque inicial del apasionante partido que venían disputando la pluma y el balón.

Al principio, dijo, solamente había recopilado los textos más representativos; pero en el camino se tropezó con fragmentos de novelas, obras de teatro, hermosos cuentos o centenares de artículos, y comprendió que el libro se enriquecía con ellos. Y los añadió. Al fin y al cabo, en un partido no solo contaban las ocasiones de gol; había detalles que pasaban desapercibidos pero que, en realidad, tenían un valor incalculable. Por las páginas del libro desfilaban autores consagrados como Horacio Quiroga, Borges, Sabato o Roberto Arlt, pero también muchos otros prácticamente desconocidos. Y, por supuesto, también los detractores del fútbol: sin la hinchada rival, un equipo nunca estaría completo. “Se podrá decir, quizás, que faltan algunos, que sobran otros”, aclaró en el prólogo, “pero ya es sabido que siempre se pueden decir muchas cosas”.

Lo único cierto es que el libro demostraba que se había escrito muchísimo sobre fútbol en Argentina. Santoro, sin embargo, creía que lo mejor estaba por venir. Cerrando su homérica recopilación, colocó su poema Fútbol: “La pelota y el ballet / que en avance / con un pique / le dice que se le achique / la guarda / que en el zapato/ del otro que ni la ven / se da vuelta / y no la tiene / está saltando / en el aire / le dice con la cabeza / que va el otro / que la deja / que la espera en otro pie”.

Un trotskista de Racing

Santoro creía que tanto el fútbol como la poesía debían servir para cambiar las cosas. Dos años después de publicar Literatura de la pelota, así se definió en la revista Rescate: “Rechazo ser travesti del sistema”, dijo, “esa podrida máquina social que hace que un hombre deje de ser un hombre, obligándolo a tener un despertador en el culo, un infarto en el cuore, una boleta de Prode en la cabeza y un candado en la boca”.

Santoro vivió como escribió y escribió como vivió: en equipo. Quiso llevar la cultura a los barrios, acercar los versos a la barra del bar

De familia obrera, había aprendido a buscarse la vida como aquellos wings solitarios que esperaban sobre la línea una oportunidad para apuñalar al lateral. Había trabajado como pintor –de brocha gorda–, de vendedor ambulante o de tipógrafo; pero su verdadero oficio fue ser un militante poético con conciencia de clase, un obrero del verso que trabajaba sus poemas con pico y pala para enterrar la falsa retórica, los ripios rimbombantes y las palabras inútiles. Solía recitarlos como un locutor deportivo con el gol en la garganta. Y los llamaba cosas, que si no servían para cambiarlas, no servían para nada. “Como soy un tipo sin tácticas ni estrategias”, confesó, “no escribo para los que escriben, sino que trato de escribir para los que hablan”.

Un poeta sin necesidad no era poeta. Su estética debía ser su ética. Santoro vivió como escribió y escribió como vivió: en equipo. Quiso llevar la cultura a los barrios, acercar los versos a la barra del bar, colorear las fachadas grises con cuadros luminosos, recitar en el corazón de las plazas. Y desde su sello editorial lanzó poemas como pedradas contra su patria, el sistema, los militares y los jueces. También cantó a las pasiones populares: el tango, la pizza, la noche porteña y, por supuesto, al partido de fútbol bien jugado. “El fútbol, el fóbal o la pelota”, dijo, “es algo que pertenece a cada uno de nosotros porque se impone a todos por pura presencia”.

Hinchando a Racing aprendió que el fútbol no solo era un juego, sino una emoción latente que él mismo había sentido desde la infancia: “Era fanático de Racing”, recordó Rafael Vásquez, “y organizaba partidos donde jugaba de delantero y era muy habilidoso”. Este recuerdo, junto al de muchos otros escritores desaparecidos, se publicó en el libro Con vida los queremos, publicado por la Asociación de Periodistas de Buenos Aires, una década después del secuestro y desaparición de Santoro. Por aquel entonces, se estimaban en noventa los desaparecidos; hoy ya se han contabilizado casi ciento cincuenta.

Tras el secuestro de Santoro, Literatura de la pelota se agotó. Y se convirtió en una rareza imposible de encontrar ni por los libreros más experimentados. Aquellas clientas que lo habían comprado en preventa tenían un tesoro; los afortunados que acudieron a la presentación, una reliquia firmada. Durante décadas, el libro circuló en fotocopias o recelosos préstamos hasta que, en 2007, por fin se reeditó. “Ese libro”, escribió el periodista Ariel Scher en la revista Clarín, a propósito de la nueva edición, “derribó la idea de que pelotazos y versos no podían integrar un mismo planeta”.

Un legado imborrable

Apenas faltaba un año para que Argentina organizase la Copa del Mundo de 1978 cuando, la noche del 1 de junio, tres jóvenes armados entraron en Escuela Nacional de Educación Técnica donde trabajaba Santoro. Lo sacaron a punta de pistola y lo montaron en un auto. Nunca más se volvió a saber nada de él. Poco antes, el general Ibérico Manuel Saint-Jean, gobernador militar de Buenos Aires, había declarado que primero eliminarían a los subversivos, a sus cómplices y sus simpatizantes; y después, se encargarían de los indiferentes y los tibios. Roberto Jorge Santoro, sin duda, se encontraba en el primer grupo.

Hay recuerdos que, sin embargo, los milicos nunca pudieron eliminar. “Me acuerdo de mi papá en casa con mi madre”, explicó la hija de Santoro. “Está parado al lado de una mesa llena de papeles, ella ceba el mate, está encendida la radio. Mi papá, hincha sufriente de Racing, escucha el partido”. Precisamente, su hija fue la que envió un ejemplar de Literatura de la pelota al relator Alejandro Apo, ferviente futbolero que dirigía un programa radiofónico donde leía cuentos de fútbol. En cuanto lo abrió, Apo supo que tenía un tesoro entre las manos. Aquel libro debía volver a la circulación editorial. A todas las librerías. Debía presidir las estanterías de los amantes del fútbol y la literatura como él. Y no dudó en escribir el prólogo de la nueva edición.

Ya lo había dicho Osvaldo Soriano en una reseña publicada a raíz de la primera edición: “Este libro no era imprescindible, pero de alguna manera se torna necesario”. Y unas líneas más abajo: “Ante tanta cháchara pretenciosa vertida por algunos sociólogos de salón”, escribió, “la fervorosa pasión de Santoro aparece como un contraste refrescante”.

El libro pasó de boca en boca y de mano en mano hasta nuestros días. “Demasiadas cosas pasaron desde entonces en todas las canchas posibles”, escribió Ariel Scher. “Pero algo permanece y aún conmueve. Literatura de la pelota sigue ahí, todo dulzura, todo fervor, todo poesía, todo fútbol, todo Santoro”. Al fin y al cabo, una imagen puede valer más que mil palabras, pero hay palabras que perduran inquebrantables, por mucho tiempo que pase. Y por mucho empeño que se ponga en borrarlas.

Como las que Santoro utilizó en su poema Sí sí señores: “Aunque estés parado / sobre un almuerzo de apuro / y abandonado de la muerte y el laburo / cuando la forma del mundo / que rebota / se va a esconder en la trampa de la red / como pelota / te alcanza que la tarde quede ronca / para olvidarte de la mufa y la bronca [...] Tu vida va en el puño / caliente como el sol / y el cuore está golpeando / gol gol gol”.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y aquella apareció, precisamente, para reivindicar las más hermosas que había escrito el poeta Roberto José Santoro. En la imagen, o más bien en el grafiti, aparecía aquella palabra, POETA, en la frente de Santoro. Los grafiteros habían tomado como modelo una imagen...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Miguel Ángel Ortiz Olivera

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí