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Fútbol moderno

Socios o clientes: derechos en el fútbol español

La convivencia en la Liga de clubes deportivos y sociedades anónimas hace que los aficionados no tengan las mismas opciones. Mientras los del Barça pueden echar a Bartomeu, los del Valencia deben aguantar las decisiones de Lim

Ricardo Uribarri 10/11/2020

<p>Representantes de los grupos que impulsaron la moción contra Bartomeu entregan las firmas en la sede del FCB.</p>

Representantes de los grupos que impulsaron la moción contra Bartomeu entregan las firmas en la sede del FCB.

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La convivencia en una misma competición, la Liga española de fútbol, de clubes deportivos y sociedades anónimas deportivas (SAD) es una característica anómala que apenas existe en ningún otro campeonato de los más importantes a nivel internacional, exceptuando unos casos en Alemania. Esa peculiaridad provoca que los aficionados de esas entidades con diferentes formas jurídicas no tengan los mismos derechos ante situaciones similares. La coincidencia en el tiempo de una mala gestión por parte de los dirigentes del FC Barcelona y del Valencia CF,  dos equipos representativos de estas diferencias, nos da un buen ejemplo de ello.

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El catalán fue uno de los cuatro clubes deportivos (junto a Real Madrid, Athletic y Osasuna) a los que la ley del Deporte de 1990 no obligó a convertirse en sociedad anónima deportiva con el argumento de que tuvieron patrimonio neto positivo en los años anteriores. Gracias a ello, los socios siguen teniendo la posibilidad de promover una moción de censura contra el presidente y su junta en el caso de que una mayoría así lo estime oportuno. Justo lo que acaba de pasar con Josep María Bartomeu y sus directivos, que se han visto obligados a dimitir ante la iniciativa puesta en marcha de forma conjunta por ocho asociaciones de aficionados blaugranas y tres precandidatos a presidente, que lograron reunir 19.380 firmas válidas, casi tres mil más de las necesarias, para convocar un voto de censura que finalmente no se ha tenido que celebrar ante la decisión de Bartomeu de dejar su puesto. Se espera que antes de que acabe el año se celebren elecciones y haya nuevo presidente.

Al mismo tiempo, a 350 kilómetros al sur de la Ciudad Condal, en Valencia, los socios y aficionados del club che sufren impotentes las controvertidas decisiones de su máximo accionista, el singapurense Peter Lim, que hace seis años compró el 70% de las acciones de la entidad, mediante la empresa Meriton Holdings, por 94 millones de euros, un porcentaje que ha subido al 84,24%. A ese desembolso hay que sumarle un préstamo que hizo al club de 100 millones. Llegó prometiendo un equipo para pelear por la Champions, pero bajo su mandato sólo se ha clasificado tres años para disputarla. Después de prescindir hace un año de Marcelino, el técnico que ganó la Copa del Rey, y también del director general del club, Mateo Alemany, por cuestionar las decisiones del dueño, su política deportiva se ha limitado a vender a la mayoría de los mejores jugadores sin contratar a nadie en su lugar, lo que ha disminuido el potencial del equipo. Además, sigue sin cumplir su promesa de terminar el nuevo estadio, que lleva parado desde 2009. El Valencia fue uno de los equipos que se vio obligado a convertirse en sociedad anónima en 1992.

Lim llegó al Valencia hace seis años prometiendo un equipo para pelear por la Champions, pero bajo su mandato sólo se ha clasificado tres veces para disputarla

Manifest Blaugrana es una de las asociaciones de aficionados azulgranas que se sumó a la iniciativa de presentar la moción de censura contra Bartomeu. Su presidente es Marc Duch, que a la vez es portavoz del movimiento “Més que una Moció”. Define como “un soplo de aire fresco el comprobar que una mayoría de socios pueden incidir, no sólo en la elección del presidente cada cuatro años, sino en el cambio de rumbo durante un mandato si consideran que no se está desarrollando correctamente. El hecho es que al final la propiedad recae en los socios porque legalmente es así, con lo cual el ejercicio de esa propiedad siempre es refrescante y positivo”.

Los componentes de “Més que una Moció” reconocen que, a pesar de la necesidad que sintieron para dar este paso adelante, nada de ello se hubiera podido hacer de no tener el poder que un club deportivo otorga a sus socios. “Ya lo dijimos cuando presentamos la moción. Como de mal tiene que estar la cosa para que ocho grupos y tres precandidaturas que, sobre el papel, solamente compartimos la pasión por los colores azulgranas y que tenemos ideas de club u objetivos distintos, nos hayamos unido. La realidad es que encontramos en el precario momento de la entidad un argumento común para hacer frente al problema, porque vimos que era imprescindible dar un cambio de rumbo. Esta transversalidad es una fotografía de lo dramática de la situación. Dicho esto, si no tuviéramos esa capacidad de incidir, ahora nos encontraríamos con ocho, diez, veinte o cuarenta grupos, los que fueran, frustrados, porque tal persona posee el club, lo gestiona fatal y no pueden hacer nada más que en un momento determinado manifestarse o hacer ruido”.

Eso es, precisamente, lo que está pasando en el Valencia, donde la mayoría de la masa social está enfrentada al propietario de la sociedad anónima deportiva pero no tiene recursos legales para posibilitar un cambio. La ley vigente apenas deja un resquicio para poder fiscalizar la gestión y eso es lo que pretende la asociación Libertad VCF, creada hace poco más de tres meses y que está formada por unas 50 personas. En ella hay accionistas y no accionistas y está dividida en grupos de acción, que tienen que ver con las cuestiones legales, económicas, o de calle, para hacer protestas pacíficas.

Uno de sus portavoces es José Manuel Carpio, que explica que “se ha creado porque en el entorno valencianista había una necesidad de actuación para intentar liberar al club de Peter Lim, pero nadie lo hacía. Nuestro primer objetivo es agrupar el 1% de las acciones de la entidad, ya que la ley obliga al dueño a facilitar en ese caso el censo de accionistas. De esa forma, tendríamos más fácil llegar a todos los accionistas para intentar reunir el 5% de las acciones. En caso de lograrlo, la normativa vigente nos permitiría una serie de acciones, como meter puntos del día en una asamblea general, someter a votación ciertos tipos de acuerdo con los que este porcentaje no esté de acuerdo, plantear juntas extraordinarias, hacer una auditoría externa con un auditor que lo elige el 5% del accionariado y tener acceso a documentación interna, como, por ejemplo, un fichaje. Eso sería una fiscalización real del máximo accionista”.

Libertad VCF tiene ahora mismo agrupadas casi 15.000 acciones, pertenecientes a unos 900 accionistas. Teniendo en cuenta que el 1% de la entidad son 36.000 acciones, se ve la dificultad de la empresa que se plantea la asociación. De ahí que estén dándose a conocer y haciendo un llamamiento a todos los accionistas que estén descontentos con Lim para que se unan a ellos. “Confiamos en que, cuando lleguemos al 1% y le podamos pedir al club el censo para poder contactar con los accionistas que tienen paquetes medianos, nos resultará más sencillo y permitirá que la agrupación de acciones crezca exponencialmente”.

Carpio reconoce que el sentimiento que le queda a un seguidor de un equipo convertido en SAD es “de desazón total, ya no sólo porque no se pueda hacer casi nada contra las decisiones del propietario, sino porque viendo que hay gente que se mueve, que pretende hacer algo dentro de la ley, todavía hay una parte de la afición que no es capaz de unirse, de arrimar el hombro. En cualquier caso, de un año a esta parte sí hemos notado que el sentimiento general de la masa social del Valencia es que hay que echar a Lim como sea”.

Al respecto, Marc Duch señala que “nosotros en el Barcelona tenemos la fortuna de que, aunque es difícil, hay herramientas a nuestra disposición, podemos hacer cosas. No sé cómo reaccionaría si por la mala gestión de una persona mi club descendiera una o dos categorías o desapareciera y nos tuviéramos que reinventar con otro nombre, como ha pasado con clubes históricos de ciudades importantes. Me pongo en la piel de un seguidor de un equipo que es SAD y tiene que ser muy duro”. Ese sentimiento lo conocen a la perfección los valencianistas. Carpio reconoce que siente “envidia sana de los aficionados que tienen poder para decidir cosas en sus clubes. Por eso, nosotros estamos trabajando en una propuesta de democratización del Valencia para que, en un futuro, a medio plazo o cuando sea, vuelva a ser de la gente que lo siente”.

Duch entiende que en su día se tomaran medidas para paliar las pérdidas económicas que tenían los clubes. Pero también cree que es hora de cambiar la legislación actual. “La verdad es que, en 1990, cuando cambió la situación en España con la Ley del Deporte y la conversión de los clubes en sociedades anónimas deportivas, siendo honestos y viéndolo desde la distancia, era necesario ordenar de algún modo el panorama deportivo porque la gestión generalizada de los clubes era un auténtico desastre. Sin fiscalización, sin ningún tipo de control y siendo la mayoría unos pozos de perder dinero. De ahí nos salvamos cuatro por un buen balance o por una buena situación patrimonial y la verdad es que somos afortunados en ese sentido. Tal vez sería el momento de ir pensando un sistema de regulación híbrido, que permitiera a las SAD recuperar algunos de los antiguos procedimientos que tenían cuando no lo eran”.

La experiencia de lo vivido hace que Carpio difiera en su opinión sobre el origen de la actual situación, pero no sobre la necesidad de que haya cambios. “Creemos que se cometió un error en su día al no presionar más para evitar que se realizara la transformación de los clubes en SAD. Supongo que nadie pensaría que se podría dar la situación en la que está el Valencia hoy en día, pero como dice el dicho, de aquellos barros estos lodos. La normativa actual se ha quedado muy anticuada. En el fútbol español hemos visto que cada vez que un equipo es dirigido por un máximo accionista sin ningún tipo de fiscalización, como Piterman en el Racing o el Alavés y Al Thani en el Málaga, se ha transformado en un desbarajuste total y en una gestión nociva. Por eso creo que se debería cambiar. Sabemos que hay borradores de una nueva ley que recogen la modificación de algunos aspectos y que la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español (FASFE) está luchando por ello. Nos gustaría ajustar el modelo a lo que se hace en Alemania con el sistema de 50+1, donde los aficionados siguen teniendo el control. Ojalá que salga adelante esa nueva ley que nos pueda dar alas a todos los clubes que somos SAD”.

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La convivencia en una misma competición, la Liga española de fútbol, de clubes deportivos y sociedades anónimas deportivas (SAD) es una característica anómala que apenas existe en ningún otro campeonato de los más importantes a nivel internacional, exceptuando unos casos en Alemania. Esa peculiaridad provoca que...

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Ricardo Uribarri

Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.

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