1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Poder corrupto

Deconstruyendo a Villarejo (II). Misión en Marbella

Cuando te das cuenta ya nadie conoce a nadie… y ni siquiera tumbar al rey te permite ganar una partida que nunca termina

Gloria Elizo 3/03/2021

<p>El traficante de armas Monzer Al Kassar en la cárcel de Terre Haute (Indiana, EE.UU.) en 2011.</p>

El traficante de armas Monzer Al Kassar en la cárcel de Terre Haute (Indiana, EE.UU.) en 2011.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

“Los soldados lloran de noche antes de morir. Son fuertes, caen
a los pies de las palabras aprendidas bajo las armas de la vida.
Números amantes, soldados, anónimos ruidos de lágrimas”.
Salvatore Quasimodo

“Yo hice mi dinero con el negocio de las armas y nunca lo oculté”. Sobre los estertores del felipismo, corre el mes de marzo de 1995 y el traficante de armas Monzer Al Kassar ya abandona sonriente la Audiencia Nacional, en su impresionante Mercedes 1.000 SEL de color negro, camino de Marbella. Lleva más de una año en la cárcel acusado por la Interpol de colaborar en el secuestro del crucero Achille Lauro, diez años atrás, por un comando del Frente de Liberación de Palestina. En el interior del flamante automóvil lleva una sorprendente sentencia absolutoria. En el exterior –en la parte trasera del Mercedes– una pegatina de la Guardia Civil: “El honor es mi divisa”.

A ras de suelo, en los campos de batalla, el enemigo está enfrente. Solo tiene una cara, y quiere acabar contigo y lo que representas. Pero es solo un punto de vista. El de la infantería, el de los que luchan, los que matan, los que mueren… El punto de vista de los espectadores de las películas, de la opinión pública, de los portavoces de los partidos de Estado, de las personas que son como deben ser...

Sin embargo, desde arriba, es todo tan diferente… Desde arriba no se ven enemigos, se ven guerras. Las dos partes en combate son un todo, el juego es diferente. Otro nivel… No siempre lo importante es la victoria, a veces –muchas veces– lo que cuenta es la propia guerra. La guerra pone y quita gobiernos, la guerra da dinero, opacidad, poder, la guerra da legitimidad… La guerra es, sobre todo, el mejor instrumento para que en tiempos de cambio algunas cosas se queden como están.

Desde arriba no se ven enemigos, se ven guerras. Las dos partes en combate son un todo, el juego es diferente

“La guerra era un mal negocio” –recordaba el presidente de Guatemala Vinicio Cerezo tras firmar de forma casi clandestina los acuerdos de paz en Centroamérica–, “ellos nos vendían las armas y nosotros poníamos los muertos…”. No, el negocio no es igual de bueno para todos... por eso hay que mantenerlo. No es tan fácil alargar la guerra. Necesita mucho odio, mucha crueldad, mucho cinismo… y algunos tipos duros dispuestos a mancharse las manos, a poner los huevos un día en una cesta y otro día en la del enemigo…

La ‘estrategia de la tensión’: ser el problema y ser la solución. El mundo debe ser un lugar peligroso, lleno de terroristas, de subversivos, de bombas, de contenedores ardiendo… Con sus consiguientes ejércitos, servicios secretos, opacas políticas de seguridad y fuerzas antidisturbios… A veces hay que llevar a cabo operaciones delicadas: años 70, en las orillas del Sena se da refugio por la tarde a los mismos terroristas a los que se combate por la mañana. Años 80, otras aguas fluyen por el mismo río mientras por la tarde se cierra la venta de los misiles TOW al mismo país contra el que por la mañana se ha decretado un embargo de armas. La guerra sigue…

Reyes, presidentes, banqueros, nobles, grandes familias… y luego los tipos duros que se manchan las manos. Son policías, oficiales grises, tipos con aspiraciones, “elegidos” por los peces gordos a los que de vez en cuando saludan. Lo cuenta el álter ego del mayor traficante de armas de la historia, Víktor But, en ‘Lord of War’ (1995): “Me codeo con algunos de los hombres más viles y sádicos que se hacen llamar líderes en la actualidad. Pero algunos de esos hombres son los enemigos de tus enemigos. Y como el mayor traficante de armas del mundo es tu jefe, el presidente de los Estados Unidos, que envía más mercancía en un día que yo en un año, a veces es un poco violento que estén sus huellas en las armas”. Los tipos que saben cómo funciona el sistema. Los que se manchan las manos en el negocio de la droga, en el de las armas –siempre tan cerca–, los que tienen patente de corso... Los que dejan sus huellas.

Tipos duros capaces de “desaparecer” cuatro años en el País Vasco y salir de la nada con una cruz al mérito policial. Dentro y fuera. Esa es la clave. En 1983, el joven policía José Manuel Villarejo ya sabe cómo funciona el sistema. Y sabe también lo que quiere ser de mayor: dentro y fuera. Corrupción urbanística, investigaciones policiales, dosieres personales, jueces con debilidades, periodistas dispuestos a todo por figurar, políticos deseando negociar, adjudicar, privatizar… Dinero negro, dinero sucio, dinero y más dinero… La España del pelotazo: para los poderosos de la tierra todo es dinero. Excepto el dinero, que es poder.

En esa España, Villarejo conocerá al hombre más importante de su vida. Villarejo tendrá muchos “troncos”, pero solo un “hermano”: el traficante de armas Monzer Al Kassar. Un guía, un mentor, un héroe, el hombre que le demostrará lo que intuía: que hay que trabajar para dios y para el diablo a la vez, que, como insiste Viktor But, al final son los traficantes los únicos que sobreviven, porque los líderes están demasiado ocupados matándose.

Al Kassar ha llegado a Marbella en los 80, de la mano de Abdul Rahman El Assir, otro traficante casado con la hermana de Adnan Khashoggi, el millonario “chico para todo” –todo es todo– de la aristocracia saudí, que desde los 70 reside en España arropado por la people del tardofranquismo, un poco menos beautiful que la que encontrará Al Kassar diez años después, pero igual de convencida de que algunas cosas no tienen por qué cambiar.

El traficante de armas Monzer Al Kassar fue para Villarejo un guía, un mentor, un héroe

Es Marbella. El centro de veraneo de la aristocracia mundial desde que, en los 50, lo más rancio de esa nobleza se dejara convencer por los atractivos climáticos y políticos de la Costa del Sol franquista, unos atractivos que tan bien vendía el príncipe-promotor don Alfonso de Hohenlohe-Langenburg. No todo iba a ser Gstaad. Los Bismarck, los Rothschild, los Metternich, los Schönburg, los grandes apellidos del dinero y el poder, los Thyssen, los Agnelli, los Onassis, los Alba… también se merecen unas buenas vacaciones. Son los dueños eternos de la tierra, los que van donde quieren al calor del sol, las dictaduras y el secreto bancario.

En 1962, Ignacio Coca, el gran banquero del desarrollismo, financiará las urbanizaciones de lujo en las que colocará a los gerifaltes de El Pardo, tras los cuales vendrán –como moscas a la miel– todos los ricos aspirantes, los que saben hacer negocios en España. Marbella ya no es solo el balneario del sagrado viejo dinero europeo. Se convertirá en el símbolo de lo que no va a cambiar en la joven democracia española, la otra cara de la misma excepcionalidad que se vive en Euskadi. Villarejo lo sabe bien: en el Norte vale todo... Y en el sur también.

El Assir no solo dejará a Khashoggi –a Samira y a Adnan– para convertirse en el socio y el hombre de confianza de Al Kassar. También compartirá con él su jugosa agenda. No solo mantiene una estrecha relación con el rey Fahd, sino que ya acompaña al rey Juan Carlos en sus monterías mientras le aconseja sobre la venta clandestina de armas a su “hermano mayor”, el rey Hassan de Marruecos. Desde su teléfono del coche comenta un partido con su ahijado  Dodi Al Fayed, cierra una provisión con Marco Antonio Pinochet, queda para desayunar con su amigo Felipe González y vuela a cenar en el palacio real de Rabat. En sus monterías en Hungría reúne al rey de España con Francis Franco. El nuevo presidente del Gobierno, José María Aznar, le invitará personalmente a la boda de su hija: ha elegido como marido a un buen vecino suyo con el que de vez en cuando cierra algún negocio, Alejandro Agag. Tampoco se perderá la invitación a la boda del príncipe de Asturias con Letizia Ortiz. Con discreción. Con generosidad. Pero hay gente a la que no se puede despreciar.

Y es que no hay negocio como las armas. José Manuel Villarejo, Adrián de la Joya… permite que hombres bajitos y sin remilgos se codeen con los dueños de la tierra. Y obtener, de paso, una buena comisión en cada una de sus peleas. Y una grabación, porque con esta gente nunca se sabe. Porque los poderosos de la tierra a veces tienen la tentación de no cumplir sus promesas. Y por eso a veces hay desgraciados atentados –quizá en una mutua israelí en Argentina o tal vez en un restaurante en Torrejón de Ardoz– que nunca se investigan demasiado, nada grave, turbulencias políticas… los muertos los ponen otros. 

Dentro y fuera. Comisiones, millones, grabaciones… Al Kassar es reclamado por la mitad de los países del planeta, pero nadie pone demasiado interés en encontrarlo. Conoce a todos los traficantes de droga y tiene contactos en todas las policías, vende armas a todos los grupos terroristas mientras pasa información a todos los servicios secretos de los mismos países que lo reclaman. Negocia un rescate de rehenes por aquí, se salta un embargo de armas por allá, acullá entrega a un narco gallego para congraciarse con el nuevo Gobierno... Villarejo ya ha aprendido las reglas del juego. Ha empezado siendo el simple contacto de la policía española con Al Kassar, pero ya es todo un empresario de éxito que acumula decenas de sociedades y millones de euros. Dentro y fuera. Un informe a dios y otro al diablo. Un viaje a Damasco de vez en cuando para cerrar una entrega, dos clientes contentos mejor que uno, todo grabado por si las cosas se ponen mal, un pelotazo urbanístico cuando surge, un encargo en Génova para robar unos papeles a no sé quién…  Ha ascendido y ya se codea “con algunos de los hombres más viles y sádicos que se hacen llamar líderes en la actualidad”. Si haces un informe para un gran banco del IBEX que se siente amenazado por una OPA, hablas con él de la OPA y entre las dos partes se llevan el dinero que han puesto los incautos inversores. Si alguien te contrata para un blanqueo en Guinea o para evitar una extradición en Guatemala, le chantajeas hasta desplumarlo. Para los capataces de la tierra, todo es dinero. Excepto el dinero, que es poder.

Desde Torre Picasso, desde la urbanización Atalaya Park o desde la cubierta del Nabila sienten que han copado el mundo. El lujo, la omnipotencia, la impunidad. Todos los resortes de la sociedad a tu servicio. Los medios de comunicación en nómina, las fuerzas de seguridad a la orden, los jueces maniatados, los terroristas a tu disposición, los presidentes chantajeados, los millonarios debiéndote favores… Tus clientes en España son los dos grandes bancos del país, la principal eléctrica, la mayor constructora, los dueños de los grandes medios de comunicación… Eso es La Liga, pero también hay que jugar la Champions: Al Kassar te lleva a El Assir, Al Assir a su cuñado Adrián de la Joya, De la Joya es el “tronco” que te lleva a Paul Manafort, que está siempre al lado de Steve Bannon, que te lleva a Trump y a la ultraderecha mundial… ¿Qué no puedes hacer? 

Jubilarte. Parece que lo único que no puedes hacer es salir del negocio. Porque hay negocios que no aceptan testigos. Viktor But está equivocado. Los traficantes no sobreviven. Como los leones, ninguno muere de viejo. De pronto, alguno de esos “hombres viles y sádicos que se hacen llamar líderes en la actualidad” no solo deja de conocerte, sino que un buen día te detiene y te encierra el resto de tu vida en una cárcel de Illinois.

Verano de 2008, apenas trece años después, Al Kassar sale otra vez de la Audiencia Nacional, pero esta vez va camino de los Estados Unidos sin más equipaje que una orden de extradición. De nada han servido los amigos, las influencias, las presiones de los políticos. De nada las lamentaciones de los omnipotentes responsables de la lucha antiterrorista recordando sus valiosas aportaciones a la seguridad nacional. Nadie en la Audiencia Nacional puede evitar una sarcástica mueca al oír al comisario Villarejo declarar sobre las irregularidades de la detención de su “hermano” y las muchas ilegalidades de todo el proceso. El ‘príncipe de Marbella’ ha entrado como un leal colaborador de las fuerzas de seguridad españolas pero sale acusado de colaborar con terroristas, camino de una cárcel de máxima seguridad… La misma penitenciaría federal de Marion, Illinois, donde –por la misma acusación y a través del mismo procedimiento– acabará el gran Viktor But tan solo un año después.

Desde su torre de Azca, en el corazón financiero de Madrid, el comisario Villarejo acaricia ufano la carta del rey de oros que guarda en su baraja… pero algunos policías –de esos que nunca reciben las medallas– ya se han puesto a redactar informes impertinentes para algunos jueces independientes –de esos que nunca acaban en el Consejo General del Poder Judicial–, y hasta algunos periodistas –aún menos numerosos, de esos que nunca reciben el apoyo de las asociaciones de la prensa– ya han decidido romper el silencio espeso de las zanahorias y los palos… Hasta algunos abogados –de esos que nunca acaban en las juntas de gobierno de sus Colegios– empiezan a hacer preguntas demasiado oportunas.

Y cuando te das cuenta nadie te conoce… y ni siquiera tumbar al rey te permite ganar una partida que nunca termina... Las armas siguen fluyendo en silencio, las crisis se repiten, el terrorismo acecha, la seguridad es lo primero, el miedo se administra, las fiestas se organizan, los palacios se engalanan en Marbella y en Gstaad porque la primavera acecha… 

Es entonces cuando Villarejo se da cuenta del error. Abandonado por todos en el denso silencio de Estremera se acuerda de su socio Al Assir, el amigo de Juan Carlos, el amigo de Hassan, el amigo de todos… El bueno de Abdul sigue libre, millonario y feliz y en “paradero desconocido” en Gstaad, esa localidad suiza que la Hacienda suiza no siempre logra encontrar, y de la que solo sale para asistir discretamente a las bodas de la más alta sociedad. Villarejo rebusca entre sus pertenencias: solo hay dos cosas que no le han quitado: las cuentas en el extranjero y su baraja de cartas. 

Y no. No era el rey de oros. El rey de oros puede meterte en la cárcel, pero la carta más importante no es el rey, la carta definitiva es el as. ¿Cómo ha podido ser tan necio? Afortunadamente –piensa– algunas cosas nunca han cambiado en este país y no, no todo está perdido… La clave es el as de oros. Siempre lo supo: todo es dinero, excepto el dinero, que es poder… El rey puede meterte en la cárcel, ¡pero el as puede darte la libertad! Total…. Sólo es un escándalo más. 

A veces, el viento que recorre las nevadas montañas de la cordillera suiza de Gastlosen trae ecos de la música de una lejana fiesta. Lo que nunca llega es el ruido de ningún titular. Menos aún puede escucharse rastro alguno del silencio sordo que queda tras los bombardeos. La vida continúa. La guerra continúa. Lejos. Los soldados siguen siendo fuertes, siguen llorando la noche antes de morir, cayendo a los pies de las palabras aprendidas: patria, pueblo, dios, honor, revolución, “números amantes, anónimas lluvias de lágrimas”.

Continuará.

“Los soldados lloran de noche antes de morir. Son fuertes, caen
a los pies de las palabras aprendidas bajo las armas de la vida.
Números amantes, soldados, anónimos ruidos de lágrimas”.
Salvatore Quasimodo

“Yo hice mi dinero con el negocio de las...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Gloria Elizo

Es diputada de Unidas Podemos y vicepresidenta del Congreso.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí