1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

La magia de Hollywood

El gran adiós, cuando Paramount fue salvado por un ‘playboy’

A finales de los sesenta, el estudio estaba al borde de la ruina. Una fría y calculada estrategia empresarial lo salvó y creó parte del gran cine norteamericano de los gloriosos años setenta

Iván Reguera Pascual 16/04/2021

<p>Roman Polanski y Jack Nicholson en una pausa del rodaje de <em>Chinatown</em>.</p>

Roman Polanski y Jack Nicholson en una pausa del rodaje de Chinatown.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Se ha escrito bastante sobre el Nuevo Hollywood, esa salvaje pandilla de talentosos cineastas que rodaron sus películas con una libertad que jamás se vio en la meca del cine y jamás se volvió a ver. Peter Biskind ya los retrató en su canónico libro Moteros tranquilos, toros salvajes y ahora llega a España un libro fascinante que se centra en la escritura, producción y rodaje del clásico Chinatown. Se llama El gran adiós (Es Pop Ediciones) y su autor es Sam Gasson, escritor especializado en libros de no ficción, como los dedicados al rodaje de Desayuno con diamantes y a la vida de Bob Fosse, una monumental biografía llevada a la televisión en la miniserie de HBO Fosse / Verdon.

En declaraciones a CTXT, Óscar Palmer, editor de Es Pop, da una buena noticia a los cinéfilos: quieren publicar más de Sam Wasson. En concreto, Quinta Avenida, 5:00 a.m. Desayuno con diamantes y el nacimiento de la heroína moderna.

Sobre El gran adiós, Palmer reconoce que lo han publicado por tener “el grado de profundidad y relevancia que buscamos en nuestros ensayos, pero sin dejar de ser satisfactorio a un nivel puramente ‘fan’. Es decir: por una parte cumple su función más aparente (descubrirte todos los intríngulis de la creación de Chinatown), pero a su vez funciona como una historia cultural más amplia, sumergiéndote de lleno en la época para pintar un retrato histórico y social del momento”. 

Y es cierto que Wasson lo logra con creces. El documentadísimo El gran adiós, una auténtica delicatessen para cinéfilos, tiene cuatro protagonistas principales: su productor (Rober Evans), su guionista (Robert Towne), su actor (Jack Nicholson) y un protagonista que no es humano: el estudio Paramount.

Se vende estudio de Hollywood

A finales de los años sesenta, California se llenaba de marihuana, ácido, pacifismo y amor libre mientras Hollywood no se enteraba de nada, aunque intentaba reflejar la moda hippie de manera torpe y acartonada.

Dentro de los grandes estudios de cine, eso sí, Paramount era el que más mimaba a los cineastas. De hecho, fue conocido como “el estudio de los directores”, una empresa que se preocupó por fichar a los mejores: Ernst Lubitsch, Josef von Sternberg, Rouben Mamoulian, Billy Wilder... Nada que ver con las asfixiantes injerencias de los productores y ejecutivos de la Metro-Goldwyn-Mayer.

El único estreno exitoso de 1968 para Paramount fue La extraña pareja, comedia teatral protagonizada por dos actores que no eran precisamente jóvenes promesas

Pero los estudios de Hollywood estaban arruinados y cundía el pánico. Y no solo estaban arruinados, también estaban desfasados, habían perdido al público más joven y sus directores ya eran demasiado viejos o demasiado conservadores. La costosísima La leyenda de la ciudad sin nombre había nacido vieja, al igual que Vuelve a mi lado o Skidoo. El único estreno realmente exitoso de 1968 para Paramount fue La extraña pareja, comedia teatral protagonizada por dos actores, Jack Lemmon y Walter Matthau, que no eran precisamente jóvenes promesas.

Ante tan ventajosa situación, un grupo de inversores vio que podían ir a la yugular de tan desamparada presa. Así, el conglomerado Gulf + Western Industries, comandado por un hombre muy rudo en las formas llamado Karl Georg Blühdorn (Charlie Bluhdorn para Hollywood), compró Paramount y fichó a Robert Evans (engominado, bronceado, exactor de cuarta y playboy) tras verlo en un reportaje en el que aparecía negociando, teléfono en mano, en el hotel Beverly Hills. Con solo 36 años, Evans se convirtió en el director de la oficina de Paramount en Londres y en muy poco tiempo en el hombre más poderoso del estudio. Un enchufe como se recuerdan pocos, pero un enchufe muy bien aprovechado. Por algo Evans tenía un lema: “La suerte es la confluencia entre la oportunidad y la preparación”. De ahí que no hiciese lo que se esperaba de él, sino más y mejor. Evans hizo posible una obra maestra como El padrino, la gran joya de catálogo Paramount.

Carambolas de la vida y el arte, una fría y calculada estrategia empresarial de Bluhdorn creó parte del gran cine norteamericano de los gloriosos años setenta. Y lo hizo despidiendo a 150 empleados que creía no necesitar, alquilando platós para la televisión y vendiendo la mitad de los terrenos e instalaciones de Paramount, lo que hizo que los equipos de cine tuvieran que rodar fuera de los estudios y en la calle, creando un cine mucho más realista y auténtico que el que hasta entonces habían rodado. Un cine nuevo con talentos nuevos, algunos extranjeros, como el director, guionista y actor polaco del que todo el mundo hablaba tras ganar, con Repulsión, el premio FIPRESCI en el Festival de Berlín.

Roman Polanski, experto en el mal absoluto

En El gran adiós Sam Gasson no pasa de largo la matanza en casa de Sharon Tate y Roman Polanski y la devastación que supuso para el director el brutal asesinato de su mujer y su hijo no nato. La irrupción del mal absoluto en su vida no era nueva. Su madre, también embarazada, había sido gaseada y quemada en uno de los hornos de Auschwitz. Lo que todo el mundo le recomendaba, hasta Stanley Kubrick, es que intentase trabajar, centrarse en rodar, algo que le ayudaría a no recordar. También le ayudó Robert Evans, que ya lo había elegido para rodar La semilla del diablo, en cuyo desenlace el mal absoluto acaba saliéndose con la suya. Igual que en Chinatown. Casi todas las películas de Polanski tienen esa marca al final, esa desazón, esa total falta de esperanza. Veneno para los productores y para la taquilla. Por eso apostar por Polanski para dirigir Chinatown fue un nuevo desafío para Evans. Y nunca fue fácil. De hecho, Polanski no quería volver a Hollywood.

– El guion es un puto desastre, Roman, te necesito aquí ayer.

– Tengo que ir a Polonia, Bob, a pasar la Pascua.

– A tomar por culo la Pascua, si no vienes no pondremos esto en marcha nunca. Celebraremos la Pascua en mi casa. 

Polanski volvió a decirle que no y Evans le mandó el guion a Roma. Y enseguida comprobó que el guion era larguísimo y estaba lleno de diálogos interminables y subtramas innecesarias. Aquello no se podía rodar. Su firmante era otro cineasta con suerte, como Evans. Otro niño pijo con una flor en el culo: el guionista Robert Towne. 

El guionista que se aprovechó del talento ajeno y acabó siendo el único en llevarse el Oscar

El peor parado de El gran adiós es Robert Towne. Gasson sugiere que fue un hombre sin talento, pero con una suerte inexplicable, sencillamente cayó en gracia a Evans. Towne no venía de abajo, era hijo de un promotor inmobiliario forrado que además estaba obsesionado por que sus hijos hiciesen carrera en Hollywood. Lou, así se llamaba el padre, nunca hablaba de literatura o de guiones en casa, en la que no había ni libros. Lo que Lou quería era éxito, fama y reconocimiento para los Towne. Siempre llevaba la cartera llena de billetes para sobornar, para llegar a un buen contacto para sus hijos. El patriarca era un poco como el turbio Noah Cross (John Huston) de Chinatown.   

En Paramount sabían que Polanski había aportado al guion el talento y el ingenio necesarios para convertirlo en un gran guion

Pero para turbio su hijo. Gasson recuerda lo lento y disperso que era Towne y lo que se aprovechó de dos personas, en concreto, a la hora de escribir Chinatown: Edward Taylor y Roman Polanski. Taylor era un amigo íntimo, experto en novela negra y escritor de talento que le ayudó a escribir el guion. La hijastra de Taylor, Katherine Andrusco, da por hecho que Towne se aprovechó de él. Taylor, que veneraba a Towne, no solo no fue acreditado, sino que fue mal pagado si pensamos que Towne recibió 210.000 dólares por escribir Chinatown. Y antes de haber escrito una sola página.

La otra víctima de Towne fue el propio Polanski, con el que nunca se llevó bien. Y no es que Gasson revele demasiado en este caso. En Paramount sabían que Polanski había aportado al guion el talento y el ingenio necesarios para convertirlo en un gran guion. Según la mujer de Towne, el primer borrador fue de su marido, pero el segundo y definitivo fue de Roman, que no quiso entrar en la lucha de la coautoría, algo que reconoció el propio director: “Podría haber solicitado un arbitraje, por supuesto que sí, pero no quise enfangarme en esa pelea con Bob Towne y el Sindicato de Directores. No es mi estilo”.

Jake Gittes es Jack Nicholson, “el tejedor”

Tampoco quiso meterse en el lío el último de los protagonistas de esta historia. Jack Nicholson era íntimo de Evans, Towne y Polanski y quería mantener al equipo creativo contento y sin tensiones, que sí las tuvo con la caprichosa Faye Dunaway y en ocasiones con el perfeccionista y cabezón Polanski. A Jack lo llamaban “el tejedor” porque le gustaba tejer una red de amigos a los que admiraba y quería. Todos podían pasarse por su casa en Mulholland Drive, ponerse un tiro de coca y disfrutar de la piscina o de sus discos. Él y Roman, que lo rechazó para hacer del marido en La semilla del diablo por tener un porte excesivamente mefistofélico, se hicieron íntimos. Igual ocurrió con Evans: cuando estaba pasándolas canutas, el productor le prestó a Jack 12.500 dólares sin preguntar nada. Años después, cuando Evans iba a perder su mansión por su abuso con la coca y otros desastres personales, Jack la compró y se la regaló. No fue tan firme y duradera su amistad con Towne, al que conoció dando clases de interpretación. En la producción de la secuela de Chinatown (Los dos Jakes) casi terminan a hostias.

En el rodaje de Chinatown todos recordaban a Nicholson como un tipo que, a diferencia de la insufrible Faye Dunaway, a la que todo el equipo odiaba, no se retiraba a su caravana al acabar sus planos. Le gustaba sentirse en un equipo, a veces observando y otras simplemente leyendo la prensa y fumando un cigarrillo. Por culpa de su personaje en Chinatown había recuperado el vicio del tabaco y ya no lo volvió a dejar. Y no todo fue un camino de rosas para Nicholson, también hubo broncas con Polanski, en una casi llegan a las manos por culpa de una final de baloncesto que Jack no quería perderse. “Enano cabrón” es lo más bonito que le dijo aquella tarde.

Ya no hay nadie como Robert Evans en el cine norteamericano. Ni como Roman Polanski, Jack Nicholson, John A. Alonzo, Jerry Goldsmith o John Huston

El rodaje de Chinatown fue muy intenso, agotador para muchos. Polanski mimaba a los actores, pero también les exigía técnicamente lo que otros no exigían. Sobre su forma de trabajar con ellos y el equipo de cámara, dijo que decidirse por una imagen antes de llegar al rodaje era tan absurdo como encargarle un traje de primera al mejor sastre de París para luego encontrar una persona a la que le siente bien. Él dejaba a los actores que ensayasen mientras él observaba cómo iban encontrando, de manera instintiva, el lenguaje corporal. Y solo entonces pensaba en la cámara. En el resto de disciplinas era igual, nunca paraba quieto, controlaba cada detalle: cámara, luz, arte, vestuario, maquillaje... Y, para colmo, tuvo que despedir al director de fotografía (el veterano Stanley Cortez se veía mayor para el ritmo de Polanski) y sufrió amenazas de despido por culpa del agente de Dunaway, afortunadamente sofocadas por Evans. Ella no lo soportaba y pidió su despido. Y nadie se lo perdonó. 

Chinatown, que logró once nominaciones a los Oscar y solo lo ganó Towne por “su” guion, supuso una forma de hacer cine como ya no se hace, un cine exquisito para un público adulto, con una clase inmensa, con mucho estilo en la dirección, la música, la fotografía, los decorados, el vestuario, el reparto... Ya no hay nadie como Robert Evans en el cine norteamericano. Ni como Roman Polanski, Jack Nicholson, John A. Alonzo, Jerry Goldsmith o John Huston. Ya no queda nada de una época dorada que se refleja perfectamente en esta frase de Robert Towne: “Tengo la creciente sensación de que la historia de la vida en la tierra no sigue un proceso evolutivo, sino involutivo. Con cada nueva generación nos volvemos más pequeños. Los titanes siempre pertenecen al pasado”.

Se ha escrito bastante sobre el Nuevo Hollywood, esa salvaje pandilla de talentosos cineastas que rodaron sus películas con una libertad que jamás se vio en la meca del cine y jamás se volvió a ver. Peter Biskind ya los retrató en su canónico libro Moteros tranquilos, toros salvajes y ahora llega a...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Iván Reguera Pascual

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí