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Hitos deportivos

Superación olímpica: cuando rendirse no es una opción

Los Juegos de Tokio han estado llenos de historias de deportistas que han logrado vencer problemas y desgracias personales para alcanzar el reconocimiento y el éxito

Ricardo Uribarri 6/08/2021

<p>El brasileño Italo Ferreira recibe la medalla de oro de surf en Tokyo 2020.</p>

El brasileño Italo Ferreira recibe la medalla de oro de surf en Tokyo 2020.

@italoferreira

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Cada edición de los Juegos Olímpicos deja historias emotivas, de superación, que pueden servir a alguien como inspiración. La cita celebrada en Tokio no ha sido menos. Hemos conocido a deportistas con los que nadie contaba que terminan alcanzando la gloria, otros a los que el deporte les dio una oportunidad en una vida marcada por las dificultades, también a los que supieron reponerse a pérdidas personales, y a los que a pesar de sufrir circunstancias adversas, que parecía alejarles del éxito, consiguieron el triunfo. Aquí les presentamos varios casos merecedores de ser destacados.

El brasileño Italo Ferreira pasará a la historia por ser el primer campeón olímpico masculino de surf, un deporte que se estrenaba en estos Juegos. El camino para llegar a este éxito ha sido de todo menos sencillo. De hecho, estuvo a punto de no clasificarse para el evento. Todo empezó en 2019, cuando tenía que viajar desde Estados Unidos a Japón para disputar la prueba clasificatoria. Antes de coger el avión sufrió un robo en su coche y le quitaron el pasaporte y el visado. Tras realizar numerosos trámites administrativos, logró nuevos documentos y billetes en otro avión. Pero un tifón en el país nipón retrasó el vuelo 24 horas. Finalmente aterrizó en Tokio, pero con el margen justo para desplazarse al lugar de la competición. Ni siquiera pudo esperar a recoger el equipaje. Afortunadamente, la prueba se había retrasado una hora debido a que el oleaje en la playa de Miyazaki no era el idóneo. Eso le posibilitó llegar a tiempo, pero cuando lo hizo, sus competidores ya estaban en el agua, solo quedaban nueve minutos para que finalizara la primera manga y no tenía ropa adecuada ni material. Su compatriota Filipe Toledo le dejó una tabla y con los vaqueros cortos que llevaba se tiró al agua. Aun así, consiguió hacer los puntos necesarios para pasar el corte. De hecho, se clasificó primero. Y fue pasando las siguientes series hasta lograr la plaza olímpica. La que dos años después le permitió colgarse la medalla de oro.

Su compatriota Filipe Toledo le dejó una tabla y con los vaqueros cortos se tiró al agua. Aun así, Ferreira consiguió pasar el corte. De hecho, se clasificó primero

Junto a él, en el tercer puesto del podio, estuvo el australiano Owen Wright. En 2015, mientras disputaba una competición en Hawai, se cayó y se golpeó contra el fondo del mar. Logró salir con ayuda y se fue a su casa, pero sufrió un desmayo y tuvo que ser hospitalizado. El diagnóstico: conmoción cerebral grave y una lesión neuronal. Cuando despertó, no recordaba quién era ni el motivo de su ingreso. Después de cuatro meses de mucha rehabilitación, volvió al agua, aunque apenas sabía qué hacer sobre la tabla. En aquel momento, su mayor apoyo fue su hermana Tyler, también surfista –en 2016 y 2017 se proclamó la mejor del mundo, disputó las finales con el número y el nombre de él–. Owen fue recuperando nivel, pero el destino quiso que fuera su hermana la que, en 2018, tuviera que dejar de competir al padecer una enfermedad de fatiga crónica que le impedía casi tenerse en pie, como secuela de una cepa agresiva de la gripe. Dos años después pudo volver a la actividad deportiva, pero ya sin opciones de clasificarse para los Juegos de Tokio. El sueño de los hermanos Wright de participar juntos en unos juegos se desvaneció, pero Owen le prometió a Tyler que conseguiría una medalla por ella. Promesa cumplida.

La austriaca Anna Kiesenhofer compatibilizó en su juventud los estudios de matemáticas con su afición por el deporte, practicando biatlón y triatlón, disciplinas que tuvo que abandonar en 2014 por una lesión. Durante su estancia en Arenys de Mar para hacer un doctorado en matemáticas en la Universidad Politécnica de Catalunya, se dedicó a practicar ciclismo, compitiendo con el equipo amateur Frigoríficos Costa Brava y llegando a ganar la Copa de España de Ciclismo de 2016 y alguna etapa de vueltas internacionales. Esto le valió que el equipo profesional del Lotto Soudal la fichara para la temporada 2017. Sin embargo, apenas pudo disfrutar de la experiencia. Una amenorrea y osteoporosis en su columna lumbar, unidas a una depresión, la incitaron a dejarlo y a regresar a su país para desarrollar su trabajo como matemática. Pero en 2019 volvió a coger la bici y, de forma sorprendente, ganó los títulos nacionales austriacos en línea y contrarreloj, títulos que repetiría en 2020 y 2021. Esto le permitió ir a Tokio. En la prueba olímpica, las grandes favoritas eran las neerlandesas, que formaban un potente equipo de profesionales, pero al poco de empezar la prueba, Anna se escapó con cuatro corredoras más. A falta de 41 kilómetros, se marchó en solitario, mientras por detrás el pelotón daba caza al resto de las que se habían fugado. Después de casi cuatro horas de esfuerzo, Anna cruzaba la meta en primer lugar y a sus 30 años se proclamaba campeona olímpica siendo una ciclista amateur. Un minuto después, la neerlandesa Van Vleuten llegaba y levantaba los brazos. Pensaba que ella era la ganadora. Como en los Juegos no se permite la comunicación por radio, no sabía que había una corredora que seguía por delante. Ella y el resto creían que habían alcanzado a todas las escapadas. Su compatriota Der Breggen afirmó: “No podíamos subestimar a alguien que no conocíamos”.

Toda Guatemala estuvo pendiente de si el jugador de bádminton Kevin Cordón le daba al país su segunda medalla en la historia de los Juegos Olímpicos. Al final, no pudo ser, quedó cuarto, pero haber llegado a disputar las semifinales es un logro histórico para este deportista de 34 años, que se ha convertido en el primer latinoamericano que llega tan lejos en esta disciplina. De pequeño, quería ser jugador de fútbol, el deporte rey en su país. De hecho, su padre le llamó Kevin por el jugador inglés Kevin Keegan. Pero a los 12 años descubrió el bádminton, gracias a una exhibición que hicieron en su escuela, y empezó a practicarlo. Al ver que se le daba bien, pensó que podría cumplir uno de sus sueños: participar en unos juegos olímpicos. Diez años después, lo cumplió. Compitió en Pekín 2008. Y también lo hizo en Londres 2012, donde fue abanderado y logró sus dos primeras victorias. Pero en 2013 recibió un duro mazazo personal: la muerte de su hermano en un accidente de coche. Desde entonces, siempre realiza un saludo al cielo tras cada triunfo. La adversidad se le volvió a presentar, esta vez en forma de lesión, en Río 2016, cuando un problema en la rodilla le obligó a retirarse en su primer encuentro. Pese a no contar con los recursos de sus contrincantes a la hora de entrenar, Kevin ha logrado algo tan importante como una medalla: tener a todo un país pendiente de él, delante de la pantalla para ver sus partidos en Tokio. Quizá los únicos que no se pusieron delante de la televisión fueron sus padres: “Nunca han visto un partido mío. Se ponen muy nerviosos”.

En el mundo del boxeo conocen a Emmanuel Reyes Pla como “El profeta”. Nacido en Cuba hace 28 años, y nacionalizado español en 2020, la vida de este peso pesado podría ser perfectamente el guion de una película. En su país natal era uno más entre la gran cantera cubana y no apostaban por él, así que decidió venir a España, donde tenía familia en A Coruña. El viaje fue toda una odisea. Primero voló a Rusia, por ser lo más fácil desde Cuba. Desde allí pasó a Bielorrusia con la ayuda de un tío suyo. No pudo hacerse con un visado para llegar a España y volvió a Rusia. Estuvo cuatro meses escondido en un piso por miedo a ser detenido. Consiguió desplazarse a Austria, donde pasó dos meses en un centro de refugiados. Logró entrar en Alemania y al intentar cruzar a Francia le detuvieron, regresando a un nuevo centro en el país germano, donde le encerraron en una celda. Dos meses después volvió a Austria y pudo coger un avión a Barcelona. Finalmente, llegó a Galicia. Él mismo se puso en contacto con los dirigentes de la Federación Española de Boxeo, que le aceptaron en el equipo nacional y le ayudaron con los papeles. Tenía la ilusión de devolverle el apoyo a España con una medalla, pero una decisión muy polémica de los jueces le hizo perder el combate de cuartos de final.

Parecía difícil que algo pudiera empañar el histórico éxito de la tiradora surcoreana An San, de apenas 20 años. Sin embargo, los tres oros alcanzados en las categorías individual, por equipos femenino y mixto, con récord del mundo incluido, no han impedido que haya recibido ataques de muchos hombres de su país por el simple hecho de llevar el pelo muy corto. La consideran “muy feminista”, hasta el punto de que algunos han reclamado a la federación que le exijan que devuelva las medallas. “No te entrenamos ni te dimos de comer con el dinero de nuestros impuestos para que hicieras actos feministas”, se ha llegado a leer en comentarios de usuarios en redes sociales, donde también le han reprochado que acuda “a una universidad solo de mujeres”. Claro que este ataque, que responde al fomento del machismo que se está viviendo en el país, según denuncian políticos surcoreanos, ha tenido una contundente réplica por parte de miles de mujeres, que han mostrado su apoyo a An cortándose el pelo igual que ella y subiendo sus fotos a internet. Ya se han recopilado más de 6.000 fotografías. La única respuesta de la tiradora, cuando le preguntaron por qué lleva el pelo tan corto, fue “porque es más cómodo”.

A la surecoreana An San la consideran muy feminista, hasta el punto de que algunos han reclamado a la federación que le exijan que devuelva las medallas

La ecuatoriana Neisi Dajomes hizo historia en Tokio al convertirse en la primera deportista de su país que sube a un podio en la historia de los juegos. Y lo hizo para colgarse el oro en la categoría de 76 kilos de halterofilia. Por si la hazaña no fuera ya motivo suficiente para que se emocionara al recoger la medalla, tuvo el añadido de pintarse la mano con las palabras “mamá” y “hermano”. En el camino hacia Tokio, Neisi perdió en 2018 a su hermano Javier –por él empezó a practicar la halterofilia–, y en 2019 a su madre, Sonia, quien la ayudó mucho en sus primeros años como deportista, cuando llegó incluso a abandonar de forma temporal la práctica de su disciplina porque tenía miedo de que le fuera a hacer un cuerpo muy masculino. “Ella siempre me decía que compita bien, que compita con el corazón, con fuerza; y aunque no esté aquí, siempre va a estar conmigo en el corazón y en la mente”, señaló. Por eso no es de extrañar que, tras recoger la presea, se arrodillara y mirara al cielo con lágrimas en sus ojos.

La estadounidense Raven Saunders no ha pasado desapercibida por Tokio. Ha dado de que hablar por sus méritos deportivos –plata en lanzamiento de peso–, por su imagen llamativa – el pelo teñido de verde y morado y máscaras del Joker y Hulk–, y por su reivindicación en el podio, donde cruzó los brazos por encima de la cabeza, formando una x como símbolo de la interseccionalidad, en señal de apoyo “a todas las personas oprimidas”. Este gesto le puede suponer una sanción del COI, que prohíbe ese tipo de manifestaciones. Algo que no parece preocupar a esta atleta de 25 años, firme defensora de los derechos LGTBI y que tiene claro que “lo más importante al final del día es gritar a toda mi gente negra, a toda mi comunidad LGTBI, a toda la gente que lidia con la salud mental. Eso es más grande que nosotros y que los poderes fácticos. Hay mucha gente que nos admira y que buscan ver si decimos algo o hablamos por ellos”. Saunders está decidida a llevar sobre sus hombros el peso de ser una figura más allá de una simple deportista. Una posición a la que ha llegado después superar la depresión que sufrió tras los Juegos de Río, donde “los estigmas de ser joven, negra y gay me perseguían”, hasta el punto de pensar en el suicidio. “El atletismo me distraía, pero los problemas persistían. Un día conduciendo se me pasó por la cabeza. Creo que estuve a 15 minutos del suicidio”. Entonces encontró el apoyo de profesionales que la ayudaron a superar ese mal momento. Lo mismo que ella quiere hacer ahora con otros.

Cada edición de los Juegos Olímpicos deja historias emotivas, de superación, que pueden servir a alguien como inspiración. La cita celebrada en Tokio no ha sido menos. Hemos conocido a deportistas con los que nadie contaba que terminan alcanzando la gloria, otros a los que el deporte les dio una oportunidad en...

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Autor >

Ricardo Uribarri

Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.

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