1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

medio rural

El malestar del campo: reflexiones frente a la ofensiva ideológica de las derechas

Los movimientos de extrema derecha capitalizan una identidad común de la “población rural” presentada como víctima de la ciudadanía, mientras la supuesta superioridad moral de la izquierda urbana no ayuda a establecer alianzas

Gabriela Vázquez / Daniel López / Paula Pof 24/03/2022

<p>Manifestación por el campo en Madrid el 20 de marzo.</p>

Manifestación por el campo en Madrid el 20 de marzo.

RTVE

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Este 20 de marzo tuvo lugar una gran manifestación en Madrid, el llamado #20MRural, convocada por las tres organizaciones profesionales agrarias de implantación estatal y apoyada por entidades muy diversas que incluían asociaciones vinculadas a la caza, los toros y los grandes terratenientes, así como otras relacionadas con el espectro de la “España Vaciada”. En torno a esta marcha la ultraderecha ha pretendido capitalizar el descontento histórico (y muy legítimo) de la población rural y su percepción de desprecio desde las élites urbanas. Consideramos que la vinculación de este descontento con ideas conservadoras es parte de un artefacto comunicativo, cultural, artificial y contradictorio, que sin embargo está dando sus frutos.

El sistema alimentario actual (industrial y globalizado) no está funcionando ni para quienes trabajan en el campo –ahogados en precios bajos y siempre inseguros, costes altos y siempre ascendentes y deudas hasta el cuello– ni en otros sectores de la cadena alimentaria, ni para la sociedad en su conjunto. El sector agrario utiliza el 80% del territorio y el 80% del agua, y genera los alimentos que consumimos a diario y que suponen una importante entrada de divisas en nuestro país, además de la materia prima para uno de los principales subsectores industriales en términos de empleo y de valor. También el sistema alimentario global es, ojalá sobre decirlo, responsable de un tercio de las emisiones globales de efecto invernadero, y está en el centro de muchos de otros límites planetarios ya traspasados o en vías de ello, como son la biodiversidad, los ciclos biogeoquímicos de fósforo y nitrógeno, el agotamiento y cambio en los sistemas de uso del suelo, o el agotamiento y degradación de los sistemas de agua dulce. Ni que decir tiene que estos límites tienen relación con conflictos de rabiosa actualidad, como ocurre con los nitratos rusos y los fosfatos del Sáhara Occidental que fertilizan nuestros cultivos.

El sistema alimentario actual no está funcionando ni para quienes trabajan en el campo ni en otros sectores de la cadena alimentaria, ni para la sociedad en su conjunto

Pero quienes abogamos por la transición ecosocial no estamos siendo capaces de generar, en un contexto de profunda crisis alimentaria y rural potencialmente favorable, imaginarios capaces de superar los discursos intensificadores, insostenibles, neoliberales y ultraconservadores. Quizá merece la pena echarle una pensada a fondo; en el presente artículo queremos reflexionar acerca del papel que juegan los aspectos simbólicos en las transiciones (y sus contradicciones) hacia la sostenibilidad en el sistema agroalimentario, que resulta relevante también en el medio rural.

El sector agrario frente a la transición ecosocial

La autopercepción de debilidad no facilita el cambio, sino más bien una actitud conservadora y defensiva. La baja autoestima dificulta la innovación y bloquea las transiciones hacia la sostenibilidad. Esta debilidad autopercibida en el sector agrario, tanto en términos individuales como colectivos, actúa como un importante obstáculo para que agricultores y ganaderos persigan opciones que puedan impulsar transiciones hacia modelos alimentarios alternativos, más adecuados y sostenibles, y dificulta el establecimiento de alianzas con los consumidores y los movimientos alimentarios urbanos.

Muchos agricultores y ganaderos, especialmente pequeños y medianos, se enfrentan a una grave crisis en términos económicos y socioculturales, además de a una tendencia de larga duración de aumento de la pobreza rural, tanto en el Norte Global como en el Sur. ¿Podrían ser estos agricultores convencionales en crisis, pequeños y familiares, un sujeto social clave para escalar las transiciones ecosociales, ya que son los que más lo necesitan? Si nos fijamos en los datos, en España desaparecen cada diez años un 10% de las explotaciones (las más pequeñas), y la renta agraria cae en picado desde hace décadas, al contrario de lo que ocurre con el número de explotaciones ecológicas (crecen a un ritmo superior al 5% anual desde hace más de 10 años) o las ventas de alimentos ecológicos. Pero el hecho es que una amplia mayoría de los agricultores y ganaderos no está adoptando prácticas agrícolas agroecológicas (como referente de las agriculturas sostenibles), sino que está intensificando las prácticas agrícolas insostenibles, arrastrados por las diferentes políticas agrarias en los distintos niveles administrativos y de la industria.

Los sujetos sociales presentados como motores de las transiciones por los movimientos alimentarios han sido los movimientos campesinos de enclaves específicos del Sur Global (el MST en Brasil, la ANAP cubana, etc.). Pero los perfiles sociales más comunes en el sector agrario del Norte Global, como los agricultores (familiares) convencionales, se muestran profundamente reacios (y normalmente enfrentados) a los discursos de la agroecología y la soberanía alimentaria, además de fragmentados, debilitados y comprometidos, de alguna forma, con los flujos globales del capitalismo agroalimentario. Nuestro sector agrario organizado es el principal promotor –a menudo la principal excusa– de las políticas de globalización agroalimentaria, como la Política Agraria Común de la UE y su orientación agroexportadora en muchos cultivos básicos, que erosiona la soberanía alimentaria en todo el mundo. Sus principales demandas –como la de unos “precios justos” que se exigen a un mercado global y neoliberal– son perfectamente compatibles con la agenda de la intensificación y modernización agrarias, además de profundamente inmovilizadoras, al bloquear cualquier tipo de agencia del propio sector en el avance hacia modelos agroalimentarios en los que tengan mayor poder y capacidad de decisión.

En el sector agrario del Norte Global, los agricultores convencionales, se muestran profundamente reacios a los discursos de la agroecología y la soberanía alimentaria

A pesar de ello, se han destinado pocos esfuerzos a comprender los mecanismos simbólicos que operan en la reproducción de esta situación tan contradictoria. Los mensajes promovidos por los movimientos alimentarios europeos logran llegar a las comunidades urbanas de clase media, pero no a las comunidades rurales ni a los agricultores convencionales. Los significados y roles que los activistas alimentarios urbanos atribuimos a la pequeña agricultura en el sistema alimentario –“un campesinado que guarda y cuida los suelos, el agua y la biodiversidad para producir alimentos y distribuirlos en alianza con el consumo”– divergen en gran medida de los que les asignan los lemas de movilizaciones como las de el pasado domingo: “un sector económico estratégico que hay que conservar y proteger para que tenga rentas equiparables a otros empresarios”. De esta forma, los agricultores convencionales se sienten incomprendidos en sus aspiraciones y criminalizados por los movimientos alimentarios urbanos, lo que creemos que podría explicar la gran distancia entre los movimientos agroecológicos urbanos y el tejido social agrario convencional.

Los populismos ruralistas y el cambio de los sistemas alimentarios

En los últimos años se ha escrito mucho sobre los populismos de extrema derecha en el medio rural. La pobreza rural, la crisis social, económica y cultural de las zonas rurales y la desposesión de los pequeños agricultores y campesinos en el contexto de la globalización –entre otros factores– han sido identificados como causas fundamentales del surgimiento y expansión de movimientos políticos rurales conservadores o abiertamente reaccionarios. Los planteamientos populistas de derechas se presentan a menudo como opuestos a, y un obstáculo para, aquellos movimientos y organizaciones que promueven la justicia social (redistributiva) y la sostenibilidad ecológica. Abren una brecha entre los imaginarios de los agricultores, la población rural y los de los actores urbanos transformadores. Son un problema para las transiciones ecosociales al distanciar simbólicamente al sector agrícola convencional y a las poblaciones rurales de otros actores sociales y económicos ya alineados con dicha transición.

Los populismos rurales tienden a disolver las diferencias internas dentro de los movimientos agrarios en Europa al plantear al Estado como un origen único a sus problemas

Los populismos rurales conservadores están movilizando un amplio y diversificado repertorio de acciones y mensajes. Por ejemplo, tienden a disolver las diferencias internas dentro de los movimientos agrarios (convencionales) en Europa al plantear al Estado como un origen único y común a sus problemas, y un objetivo para sus demandas. Esto permite a los agricultores eludir cualquier responsabilidad por la situación actual, así como la de otros actores del régimen alimentario corporativo (la gran industria agroalimentaria, las grandes cadenas de distribución, las grandes empresas de semillas y fitosanitarios o la propia banca que gestiona los préstamos y subsidios) o cualquier desafío al statu quo. Así, hace posible una alianza entre las grandes empresas agrarias, las corporaciones agroindustriales y los agricultores de tamaño medio y pequeño. La construcción de un enemigo común es otro elemento recurrente, en torno al “extranjero”, ya sean los jornaleros migrantes, los agricultores extranjeros y las importaciones de alimentos (los “otros” horizontales), o en torno a los gobiernos nacionales y la Comisión Europea como un enemigo con poder superior (los “otros” verticales). La autopercepción de los agricultores y las comunidades rurales como abandonados por los gobiernos nacionales, y en un papel subordinado en la sociedad, aparece como un lugar común en numerosos análisis sobre las movilizaciones agrarias recientes.

También se movilizan diferentes elementos populistas para hacer converger las diversas subjetividades del sector agrario y el mundo rural para poder generar un sujeto social unitario. Es el caso de los paisajes “tradicionales” y el papel de los agricultores en la conservación de las tradiciones y la cultura rural; los valores del trabajo bien hecho y la cultura del esfuerzo; o la calidad superior de los productos agroalimentarios locales. Los alimentos locales (por ejemplo, la carne de nuestras macrogranjas de cerdos vinculada con fotos de cerdo ibérico comiendo bellotas en una dehesa) son utilizados de forma indiferenciada como expresión de las identidades nacionales. Y las identidades nacionales están, como sabemos, en el centro de los símbolos que movilizan a los agricultores convencionales y al mismo tiempo distancian a los agricultores de los movimientos alimentarios urbanos. Los movimientos populistas de extrema derecha construyen y capitalizan en toda Europa una identidad común de la “población rural” presentada como víctima de la ciudadanía urbana, los movimientos ecologistas y los gobiernos nacionales, reforzando la idea de la “división rural-urbana”, recreando visiones nostálgicas de la “ruralidad” y presentándose como “héroes” para salvar lo “rural”.

¿Cómo desarrollar estrategias simbólicas que permitan reconstruir sujetos sociales amplios para la transición ecosocial en el sistema alimentario?

En este escenario en el que la sostenida crisis rural y agraria se salda con un importante giro a la derecha, desde el activismo ecosocial debemos asumir algún tipo de responsabilidad. Puede ser que la soberanía alimentaria, como propuesta política surgida hace casi 30 años, esté quedando desfasada en un sistema alimentario globalizado que cambia rápidamente. Quizá la soberanía alimentaria necesita ser “traducida” a diferentes contextos y perfiles (territoriales, sociohistóricos y culturales), incorporando un análisis más exhaustivo de las actuales relaciones de poder en el sistema alimentario, para potenciar la construcción de alianzas entre diferentes actores –incluidos algunos sectores de los distintos niveles de las administraciones– en torno a problemas específicos y compartidos. Una soberanía alimentaria “traducida” debe ser una práctica arraigada en el mundo real y en sus contradicciones actuales, una reflexión común y un intento de construir relaciones a través de acciones específicas, más allá de los discursos preestablecidos y los enfoques binarios de “bueno” y “malo”; “local” y “global”; o “campesino” e “industrial”, a través de enfoques territorializados y basados en el lugar. Esto ampliará el enfoque para incluir en el análisis aspectos sociales y culturales, como un paso necesario para repolitizar la economía más allá de los esquemas “capitalocéntricos” que se centran en el trabajo, las rentas y los precios.

Solo cuando los agricultores y ganaderos convencionales se sientan reconocidos (y no culpados) por parte de la izquierda ecosocial será posible construir relatos comunes

De cara a generar contextos simbólicos favorables a la transición ecosocial, en el sistema alimentario y entre los agricultores convencionales, los dispositivos, mensajes y lenguajes a desplegar deben tener en cuenta el entorno cultural presente en la vida cotidiana de estos. También debería tener en cuenta las especificidades de la diversidad dentro del propio sistema agroalimentario, como las representadas a lo largo de los ejes hombre/mujer, urbano/rural o agricultores ecológicos/convencionales. Un ejercicio de “traducción” de la soberanía alimentaria puede ayudar a abrir espacios simbólicos en los que construir alianzas entre agricultores convencionales y ecológicos, y con los movimientos ecologistas y alimentarios urbanos, para liderar la ambiciosa transición que necesitamos para el sistema alimentario. Estas alianzas son necesarias también para generar debate en torno a la actual adherencia de una mayoría de los perfiles de agricultura familiar convencional hacia los discursos e intereses de la agroindustria, la gran distribución comercial y las grandes familias terratenientes, que son quienes sí se benefician en términos económicos de la evolución actual del sistema alimentario. 

Para construir esos espacios simbólicos compartidos, la condición previa para cualquier alianza es una “política de reconocimiento”. Reconocimiento de unos pueblos, que hace décadas se especializaron en producir y exportar carne humana low cost (campesinado que se proletarizó en nuestras ciudades) y hoy producen carne low cost de cerdos y pollos industriales, que son desangrados de su riqueza natural y depositarios de todo tipo de basuras y desastres necesarios para alimentar el crecimiento urbano con comida y recursos naturales baratos; de un sector presionado para subordinarse a la agroindustria a costa de producir alimentos de mala calidad, que envenenan el territorio y a las gentes que cultivan, y de perder la autonomía productiva; de un sector que no es dueño de lo que produce ni de cómo se comercializa, a pesar de décadas de apretarse el cinturón y de asumir niveles de endeudamiento crecientes e insoportables. No se trata de justificar prácticas insostenibles (en términos sociales y ecológicos), sino de comprender por qué se reproducen. Es el sistema agroalimentario global el que presiona vía precios, corriente arriba en la cadena productiva, a los eslabones más débiles para que autoexploten su propia fuerza de trabajo y sobreexploten la fuerza de trabajo ajena y los ecosistemas.

Parece que la población rural, y el sector agrario en particular, perciben cierto tufo de paternalismo y superioridad moral en los mensajes de la izquierda y el ecologismo urbanos, y esto no ayuda a establecer alianzas. En un debate público, con más de cien personas, un activista agroecológico urbano se levantaba, indignado, y gritaba: “¿Me quieres hacer creer que los agricultores que envenenan las aguas y los suelos no son mis enemigos?”. Pues bien: no lo son. De hecho deberían ser la alianza principal del ecologismo urbano, y hoy en día son todo lo contrario. Y quizá una de las razones sea porque la condición de ruralidad no es reconocida hoy como condición de subalternidad en nuestra sociedad urbana y postindustrial, y eso supone una violencia adicional a la propia subalternidad. Solo cuando los agricultores y ganaderos convencionales se sientan reconocidos (y no culpados) por parte de la izquierda ecosocial, dentro de las contradicciones de sus condiciones de vida y de trabajo, será posible construir relatos comunes más allá de la adhesión a los discursos hegemónicos en el régimen alimentario corporativo. Solo cuando se recupere la autoestima será posible acelerar la transición, y el reconocimiento –también de las contradicciones de la propia izquierda ecosocial, que las tiene– es un poderoso paso hacia la restauración de la autoestima tanto individual como colectiva.

Este 20 de marzo tuvo lugar una gran manifestación en Madrid, el llamado #20MRural, convocada por las tres organizaciones profesionales agrarias de implantación estatal y apoyada por entidades muy diversas que incluían asociaciones vinculadas a la caza, los toros y los grandes terratenientes, así como...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Gabriela Vázquez /

Es miembro de la Fundación Entretantos.

Autor >

Daniel López /

Investigador del CSIC y miembro de la Fundación Entretantos.

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. joamella

    Ciertamente el artículo no ayuda mucho a lo que propone. No sólo describe confusamente, sin que además no ofrece ninguna alternativa más allá de construir una simbología que supere a la actual.

    Hace 2 años

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí