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La vita nuova

Ucrania y los Sex Pistols

La UE, los Estados que la integran, carece de herramientas democráticas, alejadas del neoliberalismo, para practicar una economía de guerra

Guillem Martínez 5/06/2022

<p>Los Sex Pistols en un concierto en San Antonio, Texas, en 1978.</p>

Los Sex Pistols en un concierto en San Antonio, Texas, en 1978.

Lon Bozarth/AIRSHP.com

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1- Esta semana se ha celebrado el 75 aniversario de la coronación de la reina de Inglaterra. Los festejos se iniciaron con un desfile, que transcurrió sin incidentes de ningún tipo, salvo la protesta de un grupo de manifestantes animalistas, algo que sucede, por otra parte, en la cena de Navidad de cualquier hogar de clase mediaZzzz. No pasó lo mismo hace, exactamente, 45 años, en junio de 1977. Otra época. Aparten a los niños.

2- Para los fastos del Silver Jubilee, la reina no lo tuvo tan sencillo. El 7 de junio del 77, parodiando el paseo de la reina por el Támesis programado para un par de días después, los Sex Pistols montaron la Riverboat Party. Alquilaron un barco y reprodujeron el recorrido previsto para la reina, mientras tocaban a toda leche todos los temas de su histórico Never Mind the Bollocks. Here’s the Sex Pistols. Entre ellos el God save the Queen. Un / otro himno. El barco, y el himno, fue abordado por la poli, y los Sex Pistols fueron detenidos por unos agentes más perplejos que ellos, en tanto estaban deteniendo algo que veían por primera vez, y que no sabían lo que era. Era el punk. Era, precisamente, el conflicto social donde ya no se le esperaba. Lo que nos lleva al punto 3.

Antes –o en el trance– de ser engullido, como todo, por el mercado, el punk fue la prueba del algodón del fin de una época

3- Antes –o en el trance– de ser engullido, como todo, por el mercado, el punk fue la prueba del algodón del fin de una época. Una época que empezó en 1945, y que finalizó en 1973, con una crisis que acabó con más cosas de las que se creía. Finalizaba el ascensor social, la mismísima idea de progreso. El estado del bienestar, de pronto, no lo era tanto. Sí, pudo corregir una postguerra, pero ahora parecía gagá, y no recordaba cómo lo había hecho. Los cambios en el 73 debieron de ser descomunales, al punto de que, en el 77, los adolescentes nacidos en los 60 abandonaban la política, abandonaban la revolución tal y como se entendía en 1968, como una consecuencia del superávit. Y, lo que es más llamativo, también abandonaban la universidad y la fábrica, abandonaban las rimas, la armonía, los acordes afinados. Son cambios sin precedentes, una protesta profunda, que ilustra que sucedían, en efecto, cambios sin precedentes. Y que, en lo que era darle la razón a los Sex Pistols, empezaron a asomar la nariz, de manera oficial, solo un par de años más tarde, en 1979.

4- En 1979, Margaret Thatcher llega al poder en UK. Lo que supone el abandono explícito del bienestar, su sustitución –ojo, quédense con esto– por la idea de que el Estado es una empresa, o debe ser gestionado con criterios de empresa. Es un cambio cultural notorio, apabullante. Y, a la vez, es tan solo el violento prólogo de lo que sucedería dos años más tarde, en 1981. El 40 presidente de los EE.UU., Ronald Reagan, accede al poder con una agenda revolucionaria, a la que, de hecho, no duda en denominar Revolución. Se trata de la disolución del Estado correctivo. El Estado pasa a tener otro interlocutor, que no es el ciudadano. Es la empresa, esa cosa que habla como el Estado. De pérdidas, beneficios, de creación de empleo, de sacrificios colectivos, de premios personales. Ese mismo año, en Francia, accede al poder el último PS que se presenta a elecciones con un programa en el que se aboga por la nacionalización de la banca. Es un eco lejano de la I Internacional, que ese PS expulsa del programa, echando leches, en 1982. A finales de esa década, el Municipio de Bologna –si la reina de Inglaterra es la reina del mundo, Bologna era el ayuntamiento comunista del mundo– decide hacer algo imposible –e impensable, al punto de que se carecía de un vocablo para ello– antes de 1973. Privatizar sus servicios. Una década después, lo olido en 1977, lo presentado en 1979, lo exacerbado en 1981, lo normalizado en la década de los 90, lo exportado como democracia al Este en 1989, lo defendido por derechas y asumido por las izquierdas, es hegemónico en el mundo. Es el paradigma. Un ejemplo paradigmático: en el temario actual de las oposiciones para ser economista del Estado en Esp, no aparece el concepto Estado. Que tiene guasa. El neoliberalismo es la cosmovisión mundial de las derechas. Incluidas las extremas-derechas. Pero también de la socialdemocracia, que se diferencia de las derechas, así a lo bruto, por cierta amabilidad. Y, tal vez, ahora que lo pienso, por el respeto a las identidades personales. Poco más. Restos, en todo caso, del lenguaje anterior a 1973.

5- Al contrario que el bienestar, al parecer chocho, de 1977 –representado en la reina de Inglaterra–, el neoliberalismo de 2022 –representado también en la reina de Inglaterra, esa representante de todas sus épocas–, ha carecido de protestas. Si entendemos el neoliberalismo como un proceso de destrucción social, los fastos de la reina de esta edición explican que el neoliberalismo está muy avanzado. Carece de protestas. Tanto que puede empezar, a su vez, a estar gagá. Los cambios de época, en fin, suceden en lo mejor de cada época. Suelen ser acelerados por terremotos, cambios climáticos y, cuando no disponemos nada de todo eso, guerras. La crisis de 1973 fue, de hecho, una guerra. La crisis que se avecina, muy barroca, tiene de todo. Hasta guerra.

Tradicionalmente, una guerra la gana el Estado cuya sociedad es la última en desobedecer a su gobierno

6- El objetivo de una guerra suele ser ganarla. Tradicionalmente, una guerra la gana el Estado cuya sociedad es la última en desobedecer a su gobierno. La IGM y la IIGM, si se fijan, las ganaron, respectivamente, quien no tuvo una revolución en la retaguardia, o quien no tuvo que ahorcar a sus ciudadanos que no querían luchar. Todo esto favorece, en una guerra, a los gobiernos más justos frente a los menos justos.

7- Los Estados democráticos, en el siglo XX, ganaron la IIGM. Tradicionalmente –esto es, en la IIGM; poco más; la democracia no es tan lejana ni ha durado tanto–, los Estados democráticos tienen, por eso mismo, más capacidad de adaptarse a una guerra que los países totalitarios. Los Estados democráticos están más legitimados para establecer una economía de guerra –Alemania, por ejemplo, solo la estableció tarde, tras lo de Stalingrado–, tienen más herramientas para implantarla, y poseen mayor cohesión social. La autoridad vertical no funciona en la paz, pero mucho menos en la guerra. La autoridad vertical elimina inteligencias en la paz y en la guerra. La autoridad vertical suele implosionar en las guerras, si no las gana.

8- La novedad de esta guerra es que transcurre en el neoliberalismo. El neoliberalismo es tan descomunal y, por lo tanto, invisible, que es la cultura que comparten los dos bloques enfrentados en la guerra de Ucrania. Se dice rápido. Este hecho es distorsionador. Impide ver parte de lo que pasa. En la economía, por ejemplo.

9- Es un hecho el carácter totalitario de Rusia, al punto de haber iniciado una guerra. Pero es un hecho inquietante, y a tener en cuenta, la baja calidad democrática de la Europa post-73, al punto de no haber hecho nada para integrar a Rusia desde 1989. Esta baja calidad lo cambia todo. Es decir, puede cambiarlo todo en esta guerra.

10- La UE, siendo una institución próxima a la cultura democrática, no lo es. Al punto de no ser, netamente, una institución electa. El hecho de confundir, como todo el mundo, el neoliberalismo con la economía, incluso con la democracia, es una seria erosión de la democracia, como se vio en 2007. En ausencia de democracia –esto es, de una cultura democrática mayor que la cosmovisión neoliberal, de por sí con serios problemas para intuir el bien común; la democracia es poco más que la defensa del bien común y de las minorías–, la toma de decisiones en aquella crisis fue cruel, catastrófica. La Comisión Europea, incluso, pidió disculpas por ello. Lo que es poco o nada, pero sí un indicio de que la Comisión era consciente de haberse pasado ocho pueblos.

11- Por todo ello, la UE, los Estados que la integran, carecen de herramientas democráticas, alejadas del neoliberalismo, para practicar una economía de guerra. Les señalaré tres. Su ausencia puede ser determinante y dramática, tanto en Rusia, como chez-nous.

12- La primera es fundamental. Es la capacidad de endeudarse. La deuda es una / la característica de una economía de guerra, ese momento en el que un Estado pierde hasta la camisa y, además, no le importa. Otra es la inflación. Pues bien, para combatir la inflación, el BCE ha dejado de comprar deuda de los Estados. La deuda de los Estados, ahora a) está sometida a la especulación de terceros, y b) puede volver a ser un problema estructural en la UE, entre su Norte y su Sur. En Rusia, por cierto, la inflación es del 18-20%. En la UE va por el 10%. Sí, es menor. Pero está por ver dónde es más determinante. Esto es, donde asusta más y crea más medidas sin empatía social, y con peor inteligencia, cálculo y consecuencias sociales.

13- Uno de los factores que más inciden en la inflación en la UE son los combustibles. La UE ha autorizado a sus Estados a moderar, de alguna manera, el precio de los combustibles. Esa invitación ya explica, a su vez, la segunda herramienta democrática de la que carecen los Estados y la UE. La regulación, algo básico en una economía de guerra, pero que ha desaparecido de la cultura de las derechas e izquierdas europeas. Lo que queda, lo que se está utilizando, lo que se hace en toda la UE, es lo contrario a la regulación. Ayudas al consumidor, subvención del precio del combustible que paga, a su vez, el consumidor, a través de sus impuestos. Son, por otra parte, y como se va viendo, medidas leves, irrelevantes en un mundo en guerra y en crisis de combustibles. Y, a la vez, las medidas más radicales a las que puede llegar el neoliberalismo sin dejar de serlo / sin regular.

14- La regulación –recuerden esta palabra, que es posible que vuelva, o que se aleje para siempre– no existe tal y como la conocimos. Existe una regulación más intensa y mayor, que es la no-regulación. Y existe una regulación profunda, maravillosa, como la que goza la banca en Esp –recordemos que fue intervenida en la anterior crisis, lo que supuso una regulación extraordinaria sobre ella–. Siendo muy intensa carece –agárrense– de personas que puedan verificar si, en efecto, la banca se regulariza a sí misma conforme a lo regulado, pues el Estado carece de interés regulatorio. Tiene coña. Sobre la regulación, tal y como existió hasta la horquilla 1973-años 80: me dice un economista que es muy posible que hoy, en cualquier Estado de la UE, no quede en activo una persona viva que en su día trabajara regulando, tal y como se regulaba / se corregía, la economía. La regulación no es ya que no exista como cultura, sino que ni tan solo como recuerdo. Será difícil una economía de guerra no traumática, no abusiva, sin esa cultura. Ni te digo en una crisis climática y de combustibles.

15- Y, hablando de regulación, les paso su símil más vistoso y parecido. Es el palabro topaje. Muy raro como para significar algo antiguo. De lo que se deduce que significa algo nuevo. Ensayaré un significado. Ahí va: consiste en limitar el precio de un producto –por ejemplo, el gas– para un periodo concreto. Eso, en efecto, limita los beneficios de una/s empresa/s, que siguen siendo abismales, inhumanos, sin precedentes. Y que carecen de algo importante, que llegó a existir, y que hoy ni se sabe lo que es. El tercer objeto que falta en la UE –como en Rusia– para realizar una economía de guerra democrática y efectiva: impuestos razonables, en este caso a la empresa. El topaje –alguna empresa energética esp cree que es un gran invento, al punto que podría ser exportado a Europa–, es un favor, limitado en el tiempo, de la empresa al Estado, para evitar el Estado / la regulación. Y, a su vez, es la extrema izquierda del neoliberalismo. Poco en una economía de guerra.

16- Se prevé el desmoronamiento de algo mayor que la economía rusa para verano, gracias a las sanciones económicas de EE.UU., UK, Australia, Canadá y UE. Previamente, y en lo que puede ser una orientación, se había previsto que eso sucedería el pasado abril. Las sociedades no democráticas son un misterio. Vete a saber si algo mayor que la economía de la UE consigue sobrepasar el invierno, gracias a la imposibilidad de medidas democráticas, de reparto de la carga y del sufrimiento, de la UE. Las sociedades que carecen de la capacidad de emitir medidas para una economía democrática son un misterio.

17- Este invierno, me temo, sabremos si vuelven los Sex Pistols, que nadie ha visto en junio del 2022. O si desaparece hasta la opción amable del neoliberalismo.

1- Esta semana se ha celebrado el 75 aniversario de la coronación de la reina de Inglaterra. Los festejos se iniciaron con un desfile, que transcurrió sin incidentes de ningún tipo, salvo la protesta de un grupo de manifestantes animalistas, algo que sucede, por otra parte, en la cena de Navidad...

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Autor >

Guillem Martínez

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama).

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