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Muy querida comunidad contextataria,
Gracias, en primer lugar, por sostener con su ayuda un medio independiente, tan necesario en estos días para el ejercicio de la democracia y el pensamiento crítico. A nadie obedecemos. De ahí las posibles contradicciones y el debate que nos acompañan siempre.
Por aterrizar este asunto en nuestras vacaciones, no sé si les pasa a ustedes, pero hay una maleta especial que cuesta ordenar antes de emprenderlas. Me refiero al hecho de hacerle sitio en nuestra mollera a cosas que se dan de tortas: decidir si homenajear por fin a Almudena Grandes como se debe o aprovechar estos días para hacer inmersión en el debate en torno a la transición ecológica; si zambullida tóxica en las patatas de Coristanco, las sardinas y el Godello o sacar tiempos claros para volver en septiembre con la ilusión y la firme voluntad de luchar por el decrecimiento y el sumar mucho de Yolanda; si llevar apuntes para discutir con nuestras familias multipensantes el oxímoron que representa su idea del “crecimiento sostenible” o dedicarnos a achucharles tiernamente entre horchata y horchata; si comprarles a la crianza aritos de plástico para que los buceen, sabiendo que es anatema para la transición ecológica; si dormitar en las huertas o tener activo el rabillo del ojo y aprender de los sistemas populares para combatir el calor; o tal vez simplemente si soñar de una vez por todas con esa nueva relación entre el campo y la ciudad y volver a algunos libros clave (por ejemplo, los de Harold Martínez Espinal o el ya clásico de “Kois” y Nerea Morán, Raíces en el asfalto).
Luego todo lo soluciona el día a día de esos especiales 24/7. Para quien tenga el privilegio de disfrutar, no sólo las vacaciones, sino de hacerlo lejos de la ciudad, les deseo que se dediquen a los tomates de agosto, las caminatas, las dos camisetas, las chanclas o las botas de montaña y, sin mirada melancólica (es decir ausente, como si no pasara nada), disfruten del mundo material que aún nos queda. Si hay que aguantar en la ciudad, ¡qué diablos!, sucumban a los aritos de bucear. Disfruten también de los mundos que nos diseñan las y los más jóvenes y las lecciones de feminismo inconsciente que nos llegan de estas criaturas en acaloradas sobremesas donde, afortunadamente, se comen al mansplainer. Lo que es seguro en este día a día de los 24/7 es que vamos a firmar decisivos compromisos frente al mar, las pozas de la sierra o el cazón en adobo, un empeño que nos juramos cada año y de verdad: recuperar la capacidad de juicio y de acción y no sucumbir perezosamente al management algorítmico (lo acabo de leer en La silicolinización del mundo, de Eric Sadin, en la imprescindible editorial Caja Negra). Cuando digo “frente al mar”, no me refiero a esas “figuras de espaldas” que conocemos muy bien por el pintor Caspar David Friedrich (nos da vergüenza moral acudir a ellas si pensamos en tantas pateras). Además, creo que en CTXT somos más de los frescos del Giotto, del San Francisco de Asís y su Cántico de las criaturas, donde ya se diseñaba la eco-dependencia y quedaban muy lejos las fantasías de la individualidad.
En caso de pánico, se aconseja tener siempre cerca a CTXT –que, gracias a ustedes, salimos en abierto–, donde todos estos asuntos se presentan bien expandidos y aireados. Porque, en vacaciones, ya saben, en esta tribu contextataria nunca desconectamos del todo, sino que conectamos de manera distinta. Entre otras muchas calamidades allende los mares, no se puede “desconectar” cuando a nuestro lado mueren trabajadores por golpe de calor y explotación laboral, arde tanto bosque y son tan precarias las condiciones de quienes arriesgan sus vidas en la extinción. El gran Franco Berardi (Bifo), asiduo en nuestras páginas, ha realizado una maravillosa disquisición entre lo conectivo y lo conjuntivo. En CTXT somos más de esto último, que viene de conjunción, de simpatía, en cuanto que vínculo afectivo.
En cualquier caso, si las condiciones materiales se lo permiten, les deseamos que tengan el corazón contento y, como aconsejaban Marisol y Palito Ortega, “lleno de alegría”; es decir, que a pesar de los terribles problemas que nos acechan, rellenen sus cápsulas de libido, que es una de las formas más certeras, materiales, feministas, colectivas y cercanas de entender las resistencias por venir.
Va un abrazo con el deseo de que aumente esta extraña y querida familia.
Muy querida comunidad contextataria,
Gracias, en primer lugar, por sostener con su ayuda un medio independiente, tan necesario en estos días para el ejercicio de la democracia y el pensamiento crítico. A nadie obedecemos. De ahí las posibles contradicciones y el debate que nos acompañan siempre.
Autora >
Aurora Fernández Polanco
Es catedrática de Arte Contemporáneo en la UCM y editora de la revista académica Re-visiones.
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