1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Pre-textos para pensar

Muertas en el olvido: los feminicidios en México

A los asesinatos machistas se añaden ahora los provocados por la ola de violencia que ha desatado el crimen organizado

Liliana David 26/03/2023

<p>Monumento frente al Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México. </p>

Monumento frente al Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México. 

L.D.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

El grito es desgarrador. Este país me duele. Me duele México por la muerte de tantas mujeres, por las desaparecidas y por las que siguen buscando a sus hijas, a sus hermanas. Créanme cuando les digo que me resulta verdaderamente difícil comenzar a escribir estas líneas para dimensionar la gravedad del asunto. Yo misma he derramado lágrimas por aquellas mujeres que ya no están vivas, por aquellas que fueron asesinadas. Son miles y miles. No es fácil comenzar a narrar este recorrido hacia las entrañas de la muerte para conocer el infierno que sufren las mujeres que son víctimas de un inconmensurable dolor, del miedo vivido, de la agonía, el acoso, la explotación, la violación, la tortura y, en resumen, de todo el horror y la violencia que encarna el feminicidio.

Según un informe de ONU Mujeres de noviembre del año pasado, “se calcula que 81.100 mujeres y niñas fueron asesinadas intencionalmente en 2021”. De este número, alrededor de 45.000 perdieron la vida a manos de sus parejas íntimas u otros miembros de la familia (incluidos padres, madres, tíos y hermanos). Esto supone que la mayoría de todos estos homicidios, aproximadamente el 56%, son cometidos en el ámbito privado, mientras que el 44% restante ocurren fuera de él. Asimismo, los datos desvelan que, en promedio, más de cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia. Además, la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género reconoce que son las parejas íntimas las perpetradoras más probables de los feminicidios. Los datos disponibles muestran que en 2021, de cada 100.000 mujeres, 2,5 feminicidios los cometió una pareja íntima o un miembro de la familia en África; 1,4 en América; 1,2 en Oceanía; 0,8 en Asia; y 0,6 en Europa. 

Las tasas más altas se registraron en Honduras, República Dominicana y El Salvador con 4,6 casos, 2,7 y 2,4, respectivamente

De acuerdo al Observatorio de Igualdad de Género para América Latina y el Caribe, once países de este continente (Argentina, Bolivia, Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana República y Uruguay) registraron en 2021 una tasa igual o superior a una víctima de feminicidio por cada 100.000 mujeres. De estos países, las tasas más altas se registraron en Honduras, República Dominicana y El Salvador con 4,6 casos, 2,7 y 2,4, respectivamente. Para la periodista y escritora Lydiette Carrión, autora de La fosa de agua (Debate, 2018), un libro en el cual documenta y reúne historias de violencia de género, desapariciones y feminicidios en la frontera de los municipios de Tecámac y Ecatepec, en el Estado de México, una zona cercana a la capital del país, el problema del feminicidio en América Latina es muy diverso y complejo, como refiere en nuestra entrevista: “Al ser una región con muchos problemas de violencia vinculada a la desigualdad, hay un problema muy grave de violencia en contra de las mujeres, en unas zonas más que en otras, y con manifestaciones diferentes. Si se compara con otros países, México tiene un rango de feminicidios medio-alto. Pero lo más llamativo es que los feminicidios que se dan a conocer aquí son de una violencia inusual”.

En general, considera Lydiettte Carrión, el feminicidio en México tiene actualmente un foco importante de atención dentro de América Latina porque, a la serie de asesinatos de mujeres, un fenómeno que históricamente padecen las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, se añaden los provocados por la ola de violencia que ha desatado el crimen organizado. Por ello, resulta tremendamente complicado hablar de cifras y confiar en ellas a pies juntillas: “En México, con respecto a Latinoamérica, hay un nivel de feminicidios que va de la tasa media hacia arriba, pero eso no quiere decir nada porque las tasas más altas son las de aquellos países que han pasado por procesos de guerra. Sin embargo, desde el punto de vista de la percepción, al menos desde el periodismo, es muy grave el tema por el tipo de violencia que se ejerce en México y no solo por la violencia organizada, sino también por los niveles de violencia que culturalmente hemos alcanzado”.

Desde 1990 se ha puesto mayor atención en el tema de la violencia feminicida, sobre todo a partir de los asesinatos ocurridos en Ciudad Juárez

De acuerdo con un informe publicado en agosto de 2021 por Data Cívica, una organización feminista en defensa de los Derechos Humanos, hay una falta de rigor en la captura y generación de datos públicos, lo que lleva a pisar un suelo resbaladizo a la hora de abordar los feminicidios en México. Aun así, debemos destacar los esfuerzos que se han hecho en las últimas décadas para entender el efecto diferenciado sobre la violencia de género. Desde 1990 se ha puesto mayor atención en el tema de la violencia feminicida, sobre todo a partir de los asesinatos contra las mujeres ocurridos en Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, una zona fronteriza con los Estados Unidos. 

En este sentido, para Mariana Berlanga Gayón, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y autora del libro Una mirada al feminicidio (Ítaca, 2018), con quien conversé sobre este problema, no ha habido solución de continuidad en el problema de violencia hacia las mujeres. Es, de hecho, una escabrosa y criminal lista de asesinatos que se han sostenido, prolongado y exacerbado hasta hoy: “El asesinato de mujeres, en realidad, no es que aparezca por primera vez con el caso de las muertas de Juárez, pero sí es verdad que en ese momento se comenzaron a mirar; volteamos a ver el problema. La violencia contra las mujeres, antes de los asesinatos del norte de México, era totalmente silenciada, normalizada. Esto es algo que viene desde hace mucho tiempo, de siglos. La muerte de mujeres ha sido normal para nuestras sociedades, pero son los crímenes de Ciudad Juárez los que se hicieron visibles y nos hicieron ver los otros”.

En el estudio denominado “El feminicidio en América Latina: ¿vacío legal o déficit del Estado de derecho?”, la investigadora Celeste Saccomano destaca que la escalada de homicidios violentos de mujeres cometidos por hombres en las dos últimas décadas en América Latina ha obligado a muchos países de la región a tipificar el crimen de homicidio de género como feminicidio. Su objetivo era concienciar y disminuir, así, el número de feminicidios cometidos cada año; sin embargo, aunque la tasa se redujo en muchos países, volvió a aumentar en los años siguientes. Igualmente, para el caso de América Latina, Celeste Saccomano documentó en 2017 cuatro subcategorías principales asociadas al feminicidio. Son subcategorías que fueron identificadas y consensuadas por la mayoría de los autores que analizan el problema, quienes se refirieron a feminicidios íntimos, no íntimos, por conexión y sexuales. A estos tipos habría que añadir los que utiliza Data Cívica, que entiende como feminicidios todos aquellos homicidios de mujeres en los que la víctima falleció en el hogar, sin importar la causa específica de muerte; la causa de muerte fue la agresión sexual; hubo registro de violencia familiar relacionada al homicidio; se reportó algún tipo de parentesco entre la víctima y el presunto agresor, o la causa de defunción fue el maltrato o el abandono. Cabe resaltar que el tema se ha vuelto más complejo ante la presencia del narcotráfico, que, como apuntaba antes, ha intensificado la violencia contra las mujeres. 

Ni con la tipificación de los feminicidios, ni con las alertas para concientizar sobre la violencia de género se ha logrado erradicar el problema

Al respecto, Rosa María Álvarez González, investigadora y coordinadora del “Núcleo Multidisciplinario sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia” de la UNAM, subraya, durante la conversación que sostuvimos, la distinción jurídica que existe entre feminicidio y homicidio doloso contra la mujer, algo que, como me indica, ha permitido que el poder judicial pueda escabullirse para dejar que los asesinatos contra las mujeres queden impunes, puesto que no aplican eficientemente el marco legal, ante la incapacidad tanto de los equipos de investigación como de los jueces. Es una discusión que se ha desarrollado entre distintos movimientos y perspectivas feministas a partir de la iniciativa jurídica para tipificar el feminicidio en México. Sobre este debate, la periodista Lydiette Carrión asegura que, en efecto, esta vía ha mostrado las “dos caras de la moneda”. Es decir, para algunas feministas, al proponerse la tipificación legal del término “feminicidio” y la puesta en marcha de “alertas de género” para combatir la violencia, se ha conseguido crear campañas para visibilizar el problema, así como la obtención de recursos para realizar estudios, mapeos y diagnósticos en distintas zonas del interior del país. Pero, por otro lado, el alegato subraya el hecho de que ni con la tipificación de los feminicidios (que tiene una pena máxima de 60 años, la más alta en México) ni con las alertas para concientizar sobre la violencia de género se ha logrado erradicar el problema. No obstante, la periodista cree que ya supone un avance importante haber podido mostrar un problema que hace 25 años se ocultaba, a través del esfuerzo de los grupos feministas que hoy alzan la voz.

Por su parte, desde su experiencia como periodista y, posteriormente, como académica, para Mariana Berlanga ha sido desgarrador ver cómo los asesinatos perpetrados en los 90 en la zona norte de México comenzaron a reproducirse en el resto del territorio: “Fue como si todo el país de pronto se fuera “juarizando”, valga la expresión –dice Berlanga en alusión a las muertas de Ciudad Juárez–, porque las condiciones del país comenzaron a cambiar. El crimen organizado adquirió más poder, las instituciones ahora tienen menos credibilidad y las condiciones de trabajo cada vez son más precarias. Además, a ello hay que añadir la guerra contra el narcotráfico que declaró el expresidente Felipe Calderón. Todo eso ha contribuido a que la violencia contra las mujeres siga exacerbándose”.

En 1993 la Conferencia Mundial de Derechos Humanos reconoció los derechos de las mujeres y las niñas como parte inalienable de los derechos humanos universales; además, el tema de la mujer se consolidó en la agenda internacional con el reconocimiento de la necesidad de abatir la violencia contra las mujeres, iniciativa que dio como resultado la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Pese a ello, hay Estados que continúan sin acatar estas obligaciones: “Desde mi lectura en México –explica Mariana–, se ha desplomado el Estado de derecho porque el acceso a la justicia es básicamente imposible para todo mundo, no sólo para las mujeres. La ley es una letra muerta, es decir, ahí está, pero no se aplica. Incluso, en términos de violencia contra las mujeres, en México tenemos de las leyes más vanguardistas, porque el feminicidio se tipificó desde el 2011, y desde el 2007 tenemos una ley para una vida libre de violencia, que propuso Marcela Largarde, pero hasta ahora da la sensación de que nada de esto ha servido”.

En 1994, Marcela Lagarde, antropóloga mexicana, fue la primera en acuñar el término en español “feminicidio” y en atribuirle una dimensión política. Según Lagarde, el feminicidio es un crimen de Estado, ya que implica el incumplimiento de sus obligaciones de garantía, así como la evasión para abrir carpetas de investigación y sancionar. Es decir, en tanto que protege el statu quo patriarcal y permite la impunidad, el Estado es cómplice de los feminicidios. Por tal motivo, Lagarde estableció que “para que se dé el feminicidio concurren, de manera criminal, el silencio, la omisión, la negligencia y la colusión parcial o total de autoridades encargadas de prevenir y erradicar estos crímenes”. Es por ello que Berlanga Gayón coincide en que no sólo la ley en México no se respeta, sino que “tenemos instituciones en las que nadie cree, autoridades de las que tenemos que cuidarnos, una policía a la que le tenemos terror y el crimen organizado que ya no sé ni cómo llamarlo. La corrupción está operando entonces como el código mayor del funcionamiento del país. Todas estas dinámicas tienden a romper los pocos lazos sociales que quedan y las posibilidades de organización son cada vez más difíciles”.

Por otro lado, para el sociólogo Nelson Arteaga Botello y la especialista en estudios de género Jimena Valdés Figueroa, citados en el diagnóstico de Data Cívica ya referido, “si a mediados del siglo pasado el feminicidio tenía como fin reproducir las relaciones de género dominantes, en la actualidad parece expresar la necesidad de eliminar la capacidad de mujeres de convertirse en sujetos. […] Lo anterior podría estar sucediendo como una reacción del sistema patriarcal ante los cambios sociales, económicos y políticos que buscan empoderar a la mujer, una idea que se explica en parte con lo establecido por la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra la Mujer, que sostiene que la situación socioeconómica de los países donde se manifiestan con mayor intensidad los feminicidios muestra la persistente penetración de una cultura machista por la cual la desigualdad institucionalizada de género sirve de base a la discriminación de género y ayuda a legitimar la subordinación de las mujeres y el trato diferencial en el acceso a la justicia”. 

Cada una de las especialistas con quienes he conversado para intentar dimensionar este enorme problema, que afecta a México, pero del que tampoco están exentos otros lugares del mundo, coincide en que es necesaria una apuesta fuerte por la educación, la búsqueda de la igualdad y los cambios sustanciales a nivel social y cultural. “Pensar que el aparato jurídico es el único que va a acabar con el problema –asegura Rosa María González- es darle demasiado peso a la ley, y, entre que la ley no se cumple y que no se atienden los objetivos educativos, pues seguimos en lo mismo”. Lydiette Carrión añade que para combatir el feminicidio en México es necesario abatir la impunidad, aunque no necesariamente incrementar las penas. De cualquier manera, los factores educativos y económicos también están presentes en su diagnóstico: “El problema tiene que ver con cosas que nadie quiere atender, aspectos que van desde la inversión en la educación hasta la erradicación de la desigualdad y la marginación. Todo esto sin contar que tenemos una fuerte presencia de violencia intrafamiliar, que es real, y entiendo que la mayoría de los feminicidios sigue siendo por violencia familiar, es decir, el ‘feminicidio íntimo’. Ahí hay otras dinámicas que tienen que cambiarse”. Finalmente, Mariana Berlanga afirma que estamos ante un escenario mundial en el que es visible la violencia sistemática desatada por el neoliberalismo, y eso sin contar con el capitalismo que opera en esta zona concreta de interés geopolítico y explotación estratégica. El feminicidio está, pues, atravesado no solamente por la violencia sexual, sino por otros aspectos, que van de la desigualdad económica a la violenta imposición de valores patriarcales típicos. En el caso de México, la existencia de una doble moral, presente en una sociedad tradicional fundada en valores antiguos, que conviven, a su vez, con otros renovados, recrudece todavía más la violencia.

Así pues, nadie tiene la última palabra sobre las razones que se esconden detrás de la escalofriante realidad de los feminicidios. Los argumentos presentados por las personas con las que hablé, los autores que leí, los informes que consulté y los propios casos que he conocido en mi vida como mujer mexicana y periodista, confirman que nos movemos en un terreno donde las dudas no deben interpretarse como excusas para la inoperancia gubernamental o la corrupción jurídica, sino, al contrario, como sustento para una lucha que ha de ser ciudadana, o no será, pero que tampoco debe ceder a la simplificación, sin caer con ello en otra clase de injusticia con las diversas situaciones que sufren las mujeres en este mundo, según el lugar donde han nacido, viven, o a causa de los pormenores vinculados a su clase social, ya que los casos dependen de los contextos múltiples pero concretos. De la misma forma, y precisamente por la importancia fundamental que tiene el patriarcado en todo ello, no cabe tampoco excluir a los hombres de esta comprensión. Comprender no es nunca perdonar, y mucho menos justificar, pero, dada la magnitud de los crímenes de los que estamos hablando, no podemos permitirnos desatender ningún matiz. De hecho, la reconocida periodista Lydia Cacho a quien entrevisté hace algunos meses para CTXT Tv tiene publicado un interesante libro titulado #Ellos hablan. Testimonios de hombres, la relación con sus padres, el machismo y la violencia (Grijalbo, 2018).

Necesitamos, de manera urgente, articular una comprensión lo más completa posible de los feminicidios y sus causas, para lo cual precisamos situarlos en sus dimensiones locales y globales, e incluir también en el diagnóstico todos los factores posibles: políticos, jurídicos, económicos, culturales y psicológicos. El desafío que tenemos por delante es enorme, pero debería darnos la fuerza suficiente para apoyarnos en el conocimiento, mucho más que en el dogmatismo. Sólo debería impulsarnos la lucha para vivir como mujeres y seres humanos en un mundo mejor, para lo cual una condición imprescindible es no olvidar que una estadística es sólo un número mudo si no escuchamos detrás de cada cifra la historia que nos interpela, una historia particular, irrepetible y, en este caso, referida a un dolor casi inenarrable.

El grito es desgarrador. Este país me duele. Me duele México por la muerte de tantas mujeres, por las desaparecidas y por las que siguen buscando a sus hijas, a sus hermanas. Créanme cuando les digo que me resulta verdaderamente difícil comenzar a escribir estas líneas para dimensionar la gravedad del asunto. Yo...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Liliana David

Periodista Cultural y Doctora en Filosofía por la Universidad Michoacana (UMSNH), en México. Su interés actual se centra en el estudio de las relaciones entre la literatura y la filosofía, así como la divulgación del pensamiento a través del periodismo.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí