renovación
El presidente que merecemos
Los mandatos de los diferentes dirigentes que ha tenido la Real Federación Española de Fútbol han estado siempre marcados por la polémica, cuando no judicializados. Luis Rubiales no ha sido la excepción
Ricardo Uribarri 6/09/2023

Luis Rubiales, durante la rueda de prensa para dar explicaciones sobre la Supercopa. / RFEF
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Mientras agoniza la etapa Rubiales a la espera de que se concrete el modo de desalojarlo de su puesto, bien sea a través de una inhabilitación de la FIFA, de una suspensión del Tribunal Administrativo del Deporte (aunque su decisión de abrirle expediente por dos faltas graves en lugar de calificarlas como muy graves dificulta la imposición de un castigo importante por esa vía) o de una moción de censura a través de la Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), si es que la normativa lo permite y hay voluntad real para ello, empieza a ser el momento de mirar hacia adelante y dejar claras las bases para el próximo que venga a dirigir el organismo que rige el balompié nacional. Cuestiones de sentido común y que seguro que aglutinan un consenso general, pero que viendo los antecedentes de las últimas décadas parece necesario recordar.
Desde que estamos en democracia, tan solo cuatro personas han ocupado la poltrona de la RFEF. Pablo Porta (1975-1984); José Luis Roca (1984-1988); Ángel María Villar (1988-2017); y Luis Rubiales (2018-2023). Al margen de resultados mejores o peores en el terreno meramente deportivo, el mandato de todos ellos estuvo marcado por la polémica en su gestión, cuando no envuelto directamente en cuestiones judiciales. Habrá quien diga que el fútbol tiene lo que se merece por no haber sabido encontrar otro tipo de directivos o por haber seguido apoyándolos cuando la sombra de la sospecha ya se cernía sobre ellos. Puede que los diferentes colectivos (territoriales, árbitros, clubes, entrenadores…) que forman la Asamblea y que tienen en su mano elegir a la persona que dirige la institución se hayan ganado el descrédito que el fútbol español ha tenido que sufrir a nivel mundial en más de una ocasión. Lo que tengo claro es que las mujeres y hombres que cada fin de semana compiten por toda España, desde las categorías inferiores a las más altas, pasando por los entrenadores y dirigentes que dedican tiempo y esfuerzo a cambio de nada y, sobre todo, los aficionados que gastan su dinero y tienen en el fútbol una de sus pasiones de vida, no tienen por qué seguir arrastrando este lastre de tantos años. Todos ellos merecen otra cosa. Merecen otro tipo de presidente.
Existían motivos de sobra para que su trayectoria al frente de la federación hubiera finalizado mucho antes
Un presidente que gobierne la Federación con transparencia en todos los ámbitos y que no la convierta en su cortijo particular. Un presidente que no ligue parte de sus ingresos a cobrar comisiones si dos equipos en particular están presentes en una competición. Un presidente que no haga negocios con jugadores en activo que se llevan comisiones millonarias por llevar torneos al extranjero. Un presidente al que no le puedan pillar conversaciones en las que desvela su antipatía por varios equipos, poniendo en duda la imparcialidad que debe regir su función. Un presidente que no presuma de defender al fútbol femenino para luego llevarse la Supercopa a uno de los países del mundo donde menos se respeta a las mujeres y los derechos humanos, ayudando a blanquear ese régimen. Un presidente que no se dedique a grabar de forma clandestina conversaciones con ministros y altos cargos del gobierno. Un presidente que no encargue a unos detectives vigilar al presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).
Un presidente que no organice fiestas con jovencitas ni se vaya de turismo a Nueva York acompañado diciendo que era un viaje de trabajo con los gastos, presuntamente (se está investigando a nivel judicial) pagados por la Federación. Un presidente que no cobre una ayuda económica por vivienda cuando no tiene derecho a ella, según el informe de la Intervención General, adscrita a la Fiscalía Anticorrupción. Un presidente que no se crea con el derecho de besar en la boca a una jugadora sin su consentimiento. Un presidente que no se toque sus genitales de manera obscena en un palco rodeado de personalidades. Un presidente que no insulte a los que le cuestionan y no piensan como él. Un presidente, en definitiva, que haga de la ejemplaridad en todos los ámbitos su modus vivendi y que no nos avergüence a nivel internacional. Hay que empezar a exigir mucho más a los representantes de instituciones que transmiten la imagen de España en el mundo.
Una sucesión de bochornos que nos deja otra enseñanza. Rubiales no debería haber llegado en su cargo a ese lamentable momento vivido en la final del Mundial. Existían motivos de sobra para que su trayectoria al frente de la federación hubiera finalizado mucho antes. Pero el Consejo Superior de Deportes, es decir, el Gobierno, con el antiguo secretario de Estado para el Deporte, José Manuel Franco, al frente, prefirió demasiadas veces hacer oídos sordos, mirar para otro lado y excusarse en las causas penales abiertas para no dar traslado al Tribunal Administrativo del Deporte de las sucesivas denuncias que recibía sobre el dirigente federativo. En el fondo les venía bien la presencia de Rubiales en la federación, porque era una persona próxima al PSOE que ejercía de contrapeso a la fuerza que ejerce Javier Tebas, ultraderechista reconocido, desde la patronal de los clubes, la Liga de Fútbol. Le han ido tapando mientras han podido, pero la respuesta de la sociedad ante lo ocurrido en Australia ha sido tan grande que se hacía imposible no actuar. Tirando del refranero podríamos decir que de aquellos polvos, estos lodos.
Ojalá sirva lo sucedido de enseñanza para que en el futuro se extreme la vigilancia sobre lo que ocurre en las federaciones deportivas. Ya sabemos que son entidades privadas, pero tienen delegadas funciones públicas y la Administración tiene capacidad para ejercer una tutela y un control sobre ellas. La sociedad cambia, avanza, la exigencia de ejemplaridad en cargos representativos crece y la asunción de responsabilidades también. La Federación Española de Fútbol, como todas las demás, merece ser presidida por alguien que no sea noticia cada poco tiempo por problemas de gestión y posibles irregularidades que acaban en causas judiciales. La carrera por suceder a Rubiales está abierta. Ojalá que el que la gane llegue con la lección aprendida y no cometa los mismos errores que sus antecesores. Y preferiblemente, que sea alguien que no tenga vínculos con el pasado reciente. La situación exige romper amarras del todo y empezar de cero.
Mientras agoniza la etapa Rubiales a la espera de que se concrete el modo de desalojarlo de su puesto, bien sea a través de una inhabilitación de la FIFA, de una
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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