
Periodismo. / Pedripol
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Todavía existe, afortunadamente, un consenso amplio sobre que los nazis son lo peor. “Nazi” es una etiqueta que solo una mínima minoría acepta con orgullo, la mayoría de la gente se va a ofender si la calificas así. En la propaganda de la guerra de Ucrania, por ejemplo, cada bando se esfuerza en asociar al contrario con los nazis o con Hitler.
Sin embargo, las ideas nazis ya son harina de otro costal. Es decir, alguien te puede decir con toda tranquilidad burradas como, yo qué sé, que habría que exterminar a los gitanos, y acto seguido ofenderse ruidosamente si le comentas que eso es un poco nazi.
Un tema que puede salir en una conversación de barra de bar con ciertas pretensiones es el de que Hitler llegó al gobierno por la vía electoral, y cómo fue posible que el pueblo alemán apoyara el nazismo. Es una pregunta que no espera respuesta (para eso ponen en el instituto la película de La Ola), sino el asentimiento de los rostros cariacontecidos.
La cosa es que, ahora mismo, no es tan difícil entenderlo mirando alrededor.
En Francia, un crowdfunding recaudó más de un millón de euros para la familia del policía que asesinó a un joven de 17 años en un control de tráfico (hecho que desencadenó una oleada de disturbios en las banlieues). En Estados Unidos, una canción country que glorifica los linchamientos, Try it on a small town, llegó al número uno de la lista de éxitos de Billboard, aunque luego cayó enseguida porque era una campaña orquestada. Y aquí, el director de una empresa que se dedica a acosar y amedrentar a gente para que abandone sus hogares sale por la tele y tiene un gran público en redes sociales. Tras años leyendo sobre ello, hemos normalizado la brutalidad más absoluta en las fronteras, como en la matanza de Melilla, “bien resuelta”, según el presidente del Gobierno.
El lunes se cumplen 50 años del golpe de Estado que acabó con la ‘vía chilena al socialismo’ que trató de seguir Allende e instauró la sangrienta dictadura militar de Pinochet. Esta sirvió como campo de pruebas de las teorías económicas neoliberales. Todo empezó con sangre y fuego.
Ahora se nos dice que estas ideas están acabadas, pero desde aquí no lo parece. En Argentina, un fanático de ellas, que habla con la autoridad del economista y la convicción del quinceañero, podría llegar a ser presidente. Por lo que nos cuentan los compañeros de este país, el apoyo a Milei es una reacción antisistema.
La primera reacción a la crisis de 2008 fue Syriza, Podemos, Corbyn como líder laborista… Del aplastamiento de todo eso surge el bicho actual, con el que las grandes empresas parecen encontrarse, a pesar de todo, mucho más cómodas.
No estoy diciendo que haya una mayoría social ultraderechista. Obviamente no la hay. Pero sí que te puedes encontrar el fascismo en cualquier sitio, en las redes sociales, por supuesto, pero también tomando un café, en el gimnasio, en el cole, de fiesta. Es, digamos, casual.
Aunque las causas de esto son múltiples (y entre ellas están la mayor capacidad reivindicativa de las minorías, o los avances del feminismo), no se puede negar que el sistema mediático está teniendo un papel destacado.
No quiero recordarles que CTXT es un medio pequeño porque los jefes se enfadan, pero, a ver, no somos El País o Antena 3. Nos mantenemos gracias a ustedes, los suscriptores y suscriptoras, que aportan el 70% de los ingresos.
Por eso alguno (ustedes no, claro) puede pensar que con quién hemos empatado para andar pidiendo dimisiones a diestro y siniestro; para lanzar una campaña señalando que la publicidad institucional que todas pagamos con nuestros impuestos no debería financiar a medios que han hecho de la mala praxis periodística su razón de ser; para plantear modelos alternativos de economía global, o para gritar “¡a la mierda el trabajo!”.
Sin embargo, dadas las circunstancias y mientras vemos cómo salir de esta, creo que es importante mantener la capacidad para escandalizarse, como buenos demócratas, porque este ambiente te invita a perderla. Y también mola cultivar la imaginación.
Gracias por ayudarnos a ello.
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Todavía existe, afortunadamente, un consenso amplio sobre que los nazis son lo peor. “Nazi” es una etiqueta que solo una mínima minoría acepta con orgullo, la mayoría de la gente se va a ofender si la calificas así. En la propaganda de la guerra de Ucrania, por ejemplo, cada...
Autora >
Elena de Sus
Es periodista, de Huesca, y forma parte de la redacción de CTXT.
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